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Presidencias de Marcelo T. de Alvear y 2° Hipólito Yrigoyen (página 2)




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A lo largo del período presidencial, las vacantes ministeriales son cubiertas también por hombres que no aceptan la línea de Yrigoyen. El 8 de Octubre de 1923 renuncia Herrera Vegas, y la cartera de Hacienda pasa al doctor Víctor M. Molina, en Interior, Matienzo es reemplazado por el doctor Vicente C. Gallo, uno de los puntales de la oposición a Yrigoyen dentro del radicalismo (26 de Noviembre de 1923); éste, a su vez renuncia el 27 de Julio de 1925, y le sucede el doctor José P. Tamborini, de tendencia conciliadora. Poco antes, abandona Loza la cartera de Obras Públicas, y la ocupa el doctor Roberto M. Ortiz (13 de Enero); el 1º de Septiembre del mismo año renuncia Le Bretón, y el Ministerio de Agricultura queda en manos del ingeniero Emilio Mihura. Sólo Gallardo, Justo y Domecq García acompañan a Alvear durante todo su periodo presidencial.

Intervenciones y tensiones

Diez intervenciones federales son enviadas a las provincias durante la gestión de Alvear, y sólo tres de ellas cuentan con la respectiva ley:

  • 1. Tucumán (1923).-

  • 2. Mendoza (1924).-

  • 3. San Juan (1925).-

Por decreto interviene el Presidente:

  • 4. Dos veces a Santiago del Estero (1924 y 1928).-

  • 5. Otras tantas a La Rioja (1924 y 1925).-

  • 6. Envía comisionado a Jujuy (1923).-

  • 7. Envía comisionado a Catamarca (1928).-

  • 8. Envía comisionado a Salta (1928).

Los mayores conflictos entre el poder federal y los gobiernos de provincia están referidos, a Córdoba y a Buenos Aires, cuyos gobernadores son, respectivamente, Julio A. Roca, hijo del ex Presidente, y José Luis Cantilo:

  • 1. Conservador el primero.-

  • 2. El segundo firme y leal seguidor de Yrigoyen.-

Las presiones promovidas por los grupos antagónicos engendran tensiones políticas de gravedad, el caso de Córdoba se remonta a la época de Yrigoyen, y consiste en, que a raíz de que el Presidente considera fraudulenta la elección de Roca, resuelve cortar relaciones con ese gobierno, sin llegar a la intervención en razón de que en breve la Cámara de Diputados apruebe la intervención al plazo que expira su mandato. A principios de 1923 la provincia, en virtud de considerar inconstitucional la "Ley Electoral" aplicada en Córdoba durante las elecciones de 1922.

En el Senado, sin embargo, en el radicalismo cambia el cuadro de las fuerzas que producen decisión. Entretanto, las disidencias internas de la Cámara de Diputados, y los antipersonalistas se oponen también a la intervención. La tensión se manifiesta crudamente el 20 de Junio de 1924, cuando Alvear inaugura el período legislativo: los seguidores de Yrigoyen no concurren al acto, y tampoco lo hace el Vicepresidente González, apenas se logra el necesario quórum con la presencia de los demás diputados. El diario "La Época" denuncia: "El contubernio ha sido protocolizado por el más alto representante del gobierno".

El 19 de Julio de 1924 el Congreso rechaza el proyecto de intervención a Córdoba, y cuatro días después Alvear expide un decreto, fundado sobre la decisión legislativa, según el cual estima que ha "desaparecido la causa que determinó la transitoria interrupción de las relaciones con el gobierno de esa provincia", y por tanto da por terminada la anormal situación. El pleito prosigue, sin embargo, debido a que los conservadores han ganado las últimas elecciones en Córdoba, y sus diputados electos presentan los diplomas a la Cámara para su aprobación.

Nuevamente se exaltan las tensiones entre los grupos radicales: 66 de ellos votan por el rechazo, mientras los restantes, apoyados por los demás partidos, suman 67 votos y los diplomas son aprobados (Agosto de 1924), con lo cual los partidarios de Yrigoyen pierden más fuerza en esa Cámara.

Cuatro meses más tarde asume el doctor Gallo al Ministerio del Interior, y desde ese momento presiona a Alvear para que decrete la intervención de la provincia de Buenos Aires, baluarte principal de los partidarios de Yrigoyen. La oposición sistemática de éstos a la acción gubernativa del Presidente junto con el desgano de los legisladores, hace virtualmente estéril la labor legislativa en sesiones extraordinarias; por decreto del 22 de Enero de 1925 clausura Alvear esas sesiones.

Nueve días después se produce una reunión de gabinete, en la que los ministros Gallo y Le Bretón insisten en la necesidad de intervenir a Buenos Aires, mientras proliferan denuncias sobre actos inconstitucionales del gobernador Cantilo. El 5 de Marzo, en otra reunión de Ministros, Gallo presenta al Presidente un conjunto de cargos contra, el gobernador bonaerense, pero Alvear considera que éstos no están debidamente sustentados y encomienda al Ministro del Interior un mayor acopio de pruebas. El 21 y el 24 de Marzo se producen nuevas discusiones en el gabinete, y en la última reunión de los Ministros, logran que Alvear remita al Congreso, (todavía en receso), la siguiente declaración:

  • "El P.E. considera institucionalmente anormal la situación de Buenos Aires, derivado de la intervención federal; pero, por no mediar en el momento los motivos de urgencia que, según reiteradas declaraciones y normas aplicadas en casos semejantes, pueden autorizar al Ejecutivo para intervenir una provincia en el receso parlamentario; estando, además, próxima la apertura del Congreso, y sin perjuicio de contemplar nuevamente el caso si tal situación se produjera, resuelve someter el asunto a la decisión del Congreso, enviando en su oportunidad, con los antecedentes y las informaciones que lo fundamentan, el correspondiente proyecto de ley".

Entretanto, hay conexiones entre Alvear y Cantilo para que el futuro Gobernador de la provincia sea un hombre proclive a la conciliación, e Yrigoyen da su visto bueno a la candidatura de Valentín Vergara. Por lo mismo, Alvear manifiesta a sus colaboradores su disposición de no intervenir la provincia, circunstancia que provoca la renuncia airada de Gallo (27 de Julio). También Le Bretón incrimina al Presidente y le exige una definición política: "Yo no te he llamado para Presidente – le contesta Alvear -, sino para que colabores conmigo". Poco después, el 31 de Agosto, renuncia Le Bretón. Para entonces, en el Senado se ha propuesto la intervención de Buenos Aires, que se aprueba en sesión del 20 de Septiembre. La Cámara de Diputados, sin embargo, no da curso favorable al proyecto de ley, pues los partidarios de Yrigoyen logran el apoyo de los socialistas, contrarios al principio de intervención federal. Tamborini, nuevo Ministro del Interior, entra en acuerdos con Vergara con el objeto de procurar la unión partidario. Las elecciones provinciales dan a Vergara un amplio triunfo, y el 1º de Mayo de 1926 asume la gobernación, manteniendo óptimas relaciones con Alvear.

Sin embargo, el 19 de Mayo de 1927 vuelve a insistirse en la intervención a Buenos Aires, esta vez por iniciativa del diputado socialista Enrique Dickmann. El proyecto no tiene éxito, y a raíz de ello se produce una escisión en el partido Socialista, promovida por quienes mantienen el principio de la no intervención federal. Ello dará origen al partido Socialista Independiente, encabezado por Héctor González Iramain y Federico Pinedo.

La ruptura radical

Los choques entre grupos del partido Radical obedecen a una vieja rencilla entre personalistas y antipersonalistas, presente ya en los días de la abstención anteriores a la Ley Sáenz Peña, y agudizada durante la presidencia de Yrigoyen. Legisladores y dirigentes radicales plantean reiteradamente su protesta por el personalismo avasallador de Yrigoyen. Estos disidentes a los que "Yrigoyen los llama galeritas por sus veleidades aristocratizantes" rodean a Alvear desde el primer momento; apenas obtenida la victoria comicial de 1922, Le Bretón viaja a París y tiene largas conferencias con Alvear, cuyo resultado es el gabinete con orientación contraria a Yrigoyen, con gran disgusto de éste y sus partidarios a quienes se designa como personalistas y se les aplica la calificación de peludistas por extensión del mote impreso a Yrigoyen. Los disidentes, a su vez, se autodenominan antipersonalistas.

Los primeros choques legislativos se producen en Mayo de 1923, con motivo de las elecciones realizadas en San Juan que dan el triunfo a Federico Cantoni, jefe del bloquismo sanjuanino equivalente al antipersonalismo. Los personalistas impugnan en Diputados la elección, pero Alvear se pronuncia en favor de Cantoni. Casi enseguida, el Senado, por iniciativa del doctor Fernando Saguier, aprueba una limitación de facultades al Vicepresidente de la Nación, Elpidio González, conspicuo baluarte del personalismo. Los senadores personalistas acusan a Saguier de contubernista con los conservadores, mientras los antipersonalistas, en un manifiesto, condenan a aquellos que siguen a Yrigoyen en forma incondicional, acusándolos de restaurar las formas del unicato. El 26 de Julio se realiza un acto recordatorio de la revolución de 1890 en el salón Príncipe George, que termina en disturbios entre grupos que vocean el nombre de Yrigoyen y condenan a Alvear, y otros que denuncian los afanes hegemónicos del Peludo. Las rivalidades se agudizan cuando, el 13 de febrero de 1924, Mario M. Guido organiza en Bahía Blanca el comité provisional de la disidencia, como repudio a la declaración partidaria de la provincia referente a la fidelidad hacia el jefe único del radicalismo.

Los acontecimientos relacionados con las fallidas intervenciones a Córdoba y Buenos Aires agudizan la crisis partidaria, y el 23 de agosto de 1924 se reúne en el teatro Coliseo una asamblea que culmina con la constitución de la Unión Cívica Radical Antipersonalista. El 18 de Septiembre, se reúne el Comité Central de la U.C.R., y entonces la disidencia explota de manera categórica; el pretexto formal es la medida adoptada días antes por el presidente de la entidad, Alfredo Scarano, respecto de la suspensión de las elecciones internas en algunos distritos, actitud que los personalistas condenan y a raíz de ello, se retiran del Comité Central y se atrincheran en la seccional 14º. Entretanto, el Comité declara haber tomado "la decisión inquebrantable de impedir que el personalismo desvirtúe su acción cívica", y ratifica su confianza a Alvear. Los personalistas, presididos por Pedro Podestá, califican a Scarano como "alzado contra la carta orgánica", eligen presidente del Comité a Héctor Bergalli y lanzan un manifiesto en el que se titulan "única fuerza que garantiza y defiende las grandes conquistas alcanzadas durante la presidencia histórica de don Hipólito Yrigoyen". Las diferencias doctrinarias repercuten enseguida en el plano personal, y el dirigente personalista Diego Luis Molinari tiene un duelo con Le Breton, del que ambos salen heridos.

La escisión radical es un hecho irredimible. Poco después, en Santiago del Estero y Salta triunfan los antipersonalistas en sendas elecciones, y el 25 de Octubre los personalistas constituyen el Comité Nacional de la U. C. R. y expresan su más absoluta adhesión a Yrigoyen. Las elecciones municipales de la Capital Federal el 16 de Noviembre hallan a los radicales desunidos, y ello facilita la victoria del partido Socialista. A partir del 12 de Diciembre, en que Gallo reemplaza a Matienzo, las posibilidades de unidad del Radicalismo se tornan utópicas, y nada logran Alvear y Tamborini en sus esfuerzos conciliadores. Las elecciones de Marzo de 1925 aseguran la mayoría personalista en la Cámara de Diputados, y ello impide que sus adversarios, unidos a los conservadores, tengan éxito en la intervención a Buenos Aires. Los comicios realizados en esa provincia en 1926 refuerzan a los personalistas, y entonces los intentos de conciliación realizados entre Vergara y Tamborini se derrumban de manera definitiva, ya que los diputados antipersonalistas, el 22 de Abril de 1926, declaran que "todo personalismo es traición" e impugnan los diplomas de los nuevos diputados bonaerenses. Los partidarios de Yrigoyen ganan la mayoría en las elecciones municipales del 19 de Diciembre de 1926, y el 9 de Febrero de 1927 los antipersonalistas se unen abiertamente a los conservadores en un frente político que dirige Julio A. Roca.

La gestión económica y financiera

Cuando Alvear asume la presidencia, la circulación monetaria alcanza a M$N 1.362.563.984, y la garantía en metálico a o$s 480.600.131. Como el peso papel vale 0,44 oro, la moneda emitida, alcanza a 599.528.153 o$s, y el respaldo efectivo es del 80,15 por ciento. En esta época, la garantía de la peseta es del 37 por ciento, de la libra 34 por ciento, del dólar 31 por ciento. En los momentos iniciales continúa, Alvear la misma política seguida por su predecesor, y con el fin de proteger la industria nacional aumenta algunos aforos aduaneros hasta el 60 por ciento. En el orden agropecuario hay un notable avance en las áreas sembradas con cereales, mientras los criadores de vacunos se hallan en pleito continuo con los invernadores, en razón de que el mayor negocio con los frigoríficos está en manos de éstos y de unos pocos criadores relacionados con la industria frigorífica. Las tierras de labranza alcanzan altos precios, muy superiores a las aptas para la ganadería. La producción petrolera se afirma cada vez más con la administración del Coronel Enrique C. A. Mosconi; al mismo tiempo, también se desarrollan las empresas privadas, de capital extranjero, cuya producción representa el 23,4 por ciento del total, habiéndose incrementado en un 17,8 por ciento respecto de 1916.

A fines de 1922 el diputado socialista Juan B. Justo proyecta la derogación de las leyes que prohíben la conversión de papel en oro, pero el Ministro Herrero Vegas defiende ante la Cámara de Diputados la vigencia de éstas y la conveniencia de no innovar sobre el particular, pues estima que una excesiva demanda de oro puede producir la iliquidez. Entretanto, hay una puja de intereses entre capitales ingleses y norteamericanos respecto de la comercialización de las carnes argentinas, y ello engendra diversas posiciones doctrinarias en el Congreso. El 15 de Enero de 1923 afirma el diputado conservador Matías Sánchez Sorondo: "Aunque esto moleste nuestro orgullo nacional, si queremos defender la vida del país tenemos que colocarnos en la situación de colonia inglesa en materia de carnes". Juan B. Justo, en oposición, culpa a los estancieros de haber facilitado los monopolios en tanto éstos les representaran utilidades, y propone organizar un trust Nacional de la carne, en el que el Estado integre el 53 por ciento del capital. También Lisandro de la Torre propone que la comercialización de la carne se realice a través de un trust fiscalizado por el Estado: "Hay un monopolio de hecho -dice- que domina la exportación de nuestras carnes y despoja a los productores argentinos del fruto de su trabajo". No se le puede vencer porque tiene recursos pecuniarios ilimitados.

Establezcamos entonces el monopolio del Estado. "Muerto el perro se acaba la rabia". Por su parte, Guillot, radical personalista, entiende que es necesario "abrir nuevos mercados a las carnes argentinas, de modo que no tengamos que vivir estrechamente subordinados a las oscilaciones de los precios y de los intereses ajenos y políticos del Reino Unido". Como consecuencia de esos debates se sancionan las leyes 11.210, de represión de los trust (24 de Agosto de 1223); 11.266, de control del comercio da carnes; 11.227, de precios máximos y mínimos para la venta de carnes, y 11.228, sobre control de transacciones de ganado vacuno, todas éstas del 28 de Septiembre.

La renuncia de Herrera Vegas y su reemplazo por Víctor M. Molina, representa un cambio en la política económico-financiera. El 22 de Noviembre de 1923, a propósito de su proyecto de reconsiderar los derechos aduaneros establecidos para el azúcar y otros productos, fija su posición ante la Cámara de Diputados: "El proteccionismo transformado en abolicionista -dice- es lo que condena el gobierno del doctor Alvear". Se manifiesta allí partidario "del libre cambio transaccional o del proteccionismo racional", y; entiende que ello produciría un "abaratamiento de los artículos de consumo y un discreto aumento en los salarios".

El 20 de Junio de 1924 el Poder Ejecutivo envía al Congreso un proyecto de ley sobre conversión de la moneda y la reforma del sistema monetario establecido por ley 3871 del 31 de Octubre de 1899, al tiempo que propone como unidad monetaria argentina el nacional de oro, y la incorporación de la Caja de Conversión al Banco de la Nación, entidad encargada y responsable de las emisiones. El proyecto no prospera, y la reapertura de la Caja de Conversión, siempre apoyada por los socialistas, queda suspendida.

A comienzos de 1925 el comercio se resiente por falta de circulante. Los directores del Banco de la Nación solicitan que, por vía de la Caja de Conversión, se proceda al redescuento de documentos con la consiguiente emisión de papel moneda. El Ministro de Hacienda se opone, pero en sucesivos acuerdos de gabinete (19 de Febrero y 9 de Marzo) se decide efectuar una emisión amparada totalmente por los depósitos en oro en las Legaciones y el Banco de la Nación, que alcanzan a o$s 30.859.800, equivalentes a M$N 70.135.911. En el momento, la deuda flotante (es decir a corto plazo) excede los mil millones, y ella se consolida mediante créditos externos a largo plazo y un sensible aumento en las recaudaciones internas. Estas medidas financieras valorizan el papel moneda, y el gobierno estima oportuno autorizar la libre exportación de oro, por decreto del 12 de Mayo. Meses más tarde, el 25 de Agosto, otro decreto reabre la Caja de Conversión, restableciendo la vigencia del artículo 71 de la ley 3871, según el cual debía cambiarse libremente el billete papel por oro a razón de 0,44 por peso. Esta medida, inspirada por Molina, es originariamente resistida por Alvear, ante el temor de que se produjera una evasión del oro. Sin embargo, su repercusión es muy favorable en los mercados extranjeros, y los saldos favorables de la balanza comercial determinan una extraordinaria afluencia de oro a las arcas fiscales. El saldo favorable del comercio exterior, en el período 1920-1927, alcanza a o$s 216.171.698; en ese último año, la garantía metálica del circulante, alcanza al 84,24 por ciento.

La actividad industrial marca una sensible declinación desde la finalización de la guerra europea En 1925 se reducen los derechos aduaneros para la importación de tejidos. Ello repercute en el abaratamiento de los precios en el consumo, pero paralelamente decae la industria textil establecida durante la conflagración europea para la utilización de materia prima nacional. En cuanto a los Yacimientos Petrolíferos Fiscales, el radicalismo personalista lleva adelante el propósito de establecer el monopolio estatal en la materia, pero luego acepta con carácter provisional y hasta tanto obtenga en el Congreso Mayoría absoluta, la subsistencia de las empresas privadas. En 1928 se produce un conflicto entre la Standard Oil y el nuevo gobierno radical de Salta, por haber dispuesto éste la caducidad de las concesiones de cateo otorgadas a dicha empresa; el episodio tiene resonancia en la Cámara de Diputados, donde el bloque radical proyecta, en Julio, la cancelación de todas las concesiones de cateo otorgadas a empresas privadas, previa indemnización en los casos que corresponda.

Durante los años de la presidencia de Alvear, la red ferroviaria aumenta aproximadamente 2.500 kilómetros, y al término de su mandato alcanza a un total de 36.585. Las obras de los puertos de Mar del Plata, Comodoro Rivadavia y Quequén son apoyadas y adelantadas, lo mismo que algunos caminos de unión entre la Capital Federal y las capitales de provincia; la difusión del automotor incita notablemente esas realizaciones. Al mismo tiempo, se establecen las primeras líneas aéreas, el servicio aeropostal y un sistema orgánico de transmisiones radioeléctricas En 1926 vuelve a agudizarse el problema de las carnes, el diputado José Heriberto Martínez, Insiste en la necesidad de "dar facilidades a aquellos países que, como Inglaterra, son libres consumidores de nuestros productos, y que a pesar de la lucha tenaz de sus dominios, Australia, Canadá y Nueva Zelanda no han levantado tarifas a la introducción de la carne o el trigo argentinos". Para entonces, hay en el país 18 frigoríficas: 8 son norteamericanos, 5 ingleses y otros tantos argentinos, los ganaderos inician una campaña tendiente a abrir mercados nuevos para las carnes, mientras los invernadores, ligados especialmente a los frigoríficos británicos, auspician "comprar a quien nos compre". De allí que hacia comienzos de 1928 se produce una alianza entra la Unión Industrial y la Sociedad Rural, en la búsqueda de nuevos mercados y de la protección de la industria argentina, con el lema "abastecerse a sí mismo" y el principio de que "nuestro país no puede ser librecambista mientras el mundo entero continúe haciendo proteccionismo".

También los frigoríficos norteamericanos están empeñados en esa campaña, sobre todo porque los mercados ingleses, ante la presión proteccionista, comienzan a rechazar las carnes argentinas con el pretexto de la aftosa.

El arzobispado vacante

El 8 de Abril de 1923, muere en Buenos Aires el arzobispo, monseñor Antonio Espinosa, y con ello queda la sede vacante. El Cabildo Eclesiástico encomienda la dirección de la arquidiócesis a monseñor Bartolomé Piceda, en carácter de vicario capitular. El Senado, conforme con los preceptos constitucionales que regulan el ejercicio del Patronato, elige una terna compuesta en primer término por monseñor Miguel de Andrea, obispo de Temnos, y seguida por los obispos de La Plata y Paraná, monseñores Francisco Alberti y Abel Bazán, respectivamente. Ya Alvear, durante su estadía en Europa, ha consultado oficiosamente la opinión vaticana, en razón de la enfermedad de monseñor Espinosa, hallando buena voluntad para la designación de monseñor de Andrea. En esa inteligencia, el 4 de Junio de 1923 se dicta un decreto por el cual se propone al citado sacerdote para cubrir la vacante.

Sin embargo, ante el Vaticano se ejercen diversas presiones en contra de esa candidatura (que algunos atribuyen a sectores de la Iglesia que se oponen a la prédica y a las orientaciones sociales del prelado), y como resultado de ellas se invita a monseñor de Andrea, a través del nuncio apostólico, a que renuncie, cosa que el prelado hace en Noviembre y reitera en Diciembre, mientras el Vaticano, por su cuenta, designa, administrador apostólico de Buenos Aires al obispo de Santa Fe, monseñor Juan Agustín Boneo. En el Congreso se levantan voces de condena a la actitud de la Santa Sede, y se habla de romper relaciones con el Vaticano. El 10 de Abril es llamado por el gobierno el Ministro acreditado ante la Santa Sede, doctor García Mansilla, con el fin de que informe detalladamente sobre el particular. Poco más tarde, el Vaticano designa a monseñor de Andrea visitador apostólico para la América latina, noticia que se confirma el 10 de Septiembre y es fuertemente criticada en esferas oficiales por entender que ello equivale a una componenda para evitar que el prelado ocupe la silla arzobispal. Ello promueve una interpelación al ministro de Relaciones Exteriores, y se insiste en la ruptura de relaciones. En cuanto a la designación de monseñor Boneo, es rechazada por dictamen de la Corte Suprema de Justicia.

Entretanto, monseñor de Andrea acepta el cargo conferido por la autoridad papal, y a principios de Diciembre de 1924 viaja a Chile para iniciar el desempeño de sus funciones, al tiempo que reitera ante el Poder Ejecutivo su renuncia a la candidatura de arzobispo de Buenos Aires. Por fin, el 14 de Enero de 1925 acepta Alvear la renuncia de monseñor de Andrea, y el entredicho se resuelve con la separación del nuncio apostólico, monseñor Beda de Cardinale, Y su secretario, en razón de que el gobierno argentino no considera satisfactorio el desempeño de éstos en la función diplomática que cumplen. Mientras tanto, el gobierno resuelve no mantener relaciones oficiales con monseñor Boneo. A fines de Septiembre, el Senado elige una nueva terna, constituida por Monseñor Alberti, monseñor Piedrabuena y fray José María Bottaro; este último es preferido por el Poder Ejecutivo, y el Vaticano acepta el criterio. La cuestión queda totalmente solucionada el 25 de Noviembre de 1926, en que monseñor Bottaro asume la dirección de la arquidiócesis, como titular del Arzobispado de Buenos Aires.

Los problemas sociales

Entre los años 1923 y 1928 se producen 519 huelgas, de las que participan 407.628 personas. No hay, sin embargo, represiones violentas ni episodios trágicos. En Marzo de 1922 la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) convoca a un Congreso de Unidad. Resultado de éste es la quiebra de la Unidad, en razón de que un grupo resuelve unirse a los comunistas y funda la Unión Sindical Argentina (USA.). La nueva entidad, acusada por los adversarios de ser "agente de Moscú", elabora una carta orgánica, donde se asienta: "La única vanguardia revolucionaria del proletariado argentino la constituyen los aguerridos sindicatos que integran la USA., haciendo suya la tesis (todo el poder a los sindicatos, para el caso de una efectiva revolución)".

El gobierno se ocupa de adoptar medidas de previsión social que redundan en diversas leyes de jubilaciones (bancarios, maestros primarios, empleados y obreros de los gremios), y fija normas tendientes a evitar, la explotación del trabajador y a regular las formas de trabajo. El 22 de Noviembre de 1922 se sanciona la ley 11.278, que fija la obligación de realizar los pagos de salarios en moneda nacional; la ley 11.317, del 30 de Septiembre de 1924, regula el trabajo de menores y de mujeres; el 1º de Septiembre de 1926 se prohíbe por ley 11.338 el trabajo nocturno en establecimientos destinados a la elaboración de pan; el 14 de Septiembre del mismo año, la ley 11.357 acuerda derechos civiles a la mujer.

El 24 de Noviembre de 1923 sanciona el Congreso la ley 11.289, por la que se crean las cajas de previsión y jubilación para empleados y obreros; conforme con ella, se establece un aporte del 5 por ciento sobre los sueldos y jornales a cargo de los beneficiarios. Con ese motivo, la USA., inicia una campaña tendiente a eliminar dicho aporte, y declara una huelga general entre los días 16 y 20 de Abril de 1924. El movimiento de fuerza, sin embargo, no es apoyado por la F.O.R.A. ni por los socialistas, y el fracaso de la huelga engendra la renuncia del Comité Central de la USA., entidad que muy pronto se disgrega por la desafinación de diversos sindicatos. La ley de referencia, por otra parte, es impugnada por la Unión Industrial Argentina y tachada de inconstitucional por sentencia del juez federal Clodomiro Zavaleta que, más tarde, confirma la Corte Suprema de Justicia.

Los socialistas, por su parte, logran obtener gran ascendiente entre los ferroviarios, y en febrero de 1926 organizan una nueva entidad, la Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), adherida a la Federación Internacional Sindical de Amsterdam. La desunión entre los gremios se agudiza. En 1928 la F.O.R.A. se, pronuncia por el comunismo anárquico, y auspicia la organización sindical por oficios en vez de por industrias, mientras los comunistas crean el Comité de Unidad Sindical Clasista con el apoyo de los madereros y los obreros de los frigoríficos.

En otro orden de cosas, también se producen conflictos referidos a la reforma universitaria, que a partir de mayo de 1923 comienza a ser impugnada por los profesores. El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, doctor Lanari, presenta al Consejo Superior un proyecto por el cual se limita la intervención estudiantil en la elección de las autoridades universitarias, proyecto que se aprueba al cabo de largas discusiones. El 9 de Septiembre de 1923 se sanciona, finalmente, el Estatuto Universitario, que el Presidente Alvear promulga.

Un grupo de 31 profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad metropolitana protesta por no haberse dado intervención a esa Casa de Estudios, y el Ministro Marcó se niega a refrendar la aprobación del Estatuto por estimar que aún son excesivas las atribuciones concedidas al estudiantado (19 de Octubre). En Buenos Aires y Córdoba se producen manifestaciones y disturbios, pero el Estatuto queda promulgado con las modificaciones introducidas.

También se ocupa Alvear de la situación creada a los militares que han sido retirados de las fuerzas armadas a raíz de su participación en movimientos revolucionarios, y proyecta una ley, que el Congreso sanciona con el Nº 11.268 (30 de Octubre de 1923), por la cual se reincorpora a los militares participantes en las revoluciones de 1890, 1893 y 1905, al tiempo que se establecen pensiones y ascensos.

En el último mensaje de apertura del Congreso (1928), expresa Alvear con relación a los problemas sociales: "Todas las veces que intervino en asuntos de justicia social, de conflictos de intereses entre capital y trabajo, obré con prudencia y atención, dedicadas especialmente a buscar soluciones que no fueran en desmedro de algún esfuerzo útil y por ello digno de estímulo; y la condición esencial que impuse a todo debate fue el mantenimiento del orden establecido a fin de evitar las ofuscaciones propias de la exaltación". También destaca el presidente su resolución de declarar día de fiesta en toda la República el 1º de Mayo a manera de "solidaridad social", y en el respectivo decreto señala que esa fecha "por singular coincidencia evoca la jura de la Constitución Argentina".

Actividad diplomática

Durante el gobierno de Alvear se producen varias visitas de singular relieve. En Mayo de 1924 llega a Buenos Aires una delegación italiana integrada por diversos artistas e intelectuales, al tiempo que el vapor Italia exhibe una exposición artística y cultural. Poco después, el 6 de Agosto, llega el príncipe Humberto de Saboya, heredero del trono italiano.

En Marzo de 1925 visita a la Argentina el Presidente de Chile, Arturo Alessandri, y el 17 de Agosto del mismo año arriba el príncipe de Gales, Eduardo, heredero de la corona británica. Para las fiestas de la Independencia, Julio de 1927, se reúnen en Buenos Aires delegaciones de los colegios militares de Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay, acontecimiento enlutado por el accidente, ferroviario de Alpatacal, donde la delegación chilena debió lamentar víctimas. Por último, en 1928, el gobierno argentino recibe al Presidente electo del Paraguay, doctor José P. Guggiari. Todas estas visitas dan motivo para la realización de diversas ceremonias públicas y recepciones oficiales rodeadas de majestuosa solemnidad.

Las disidencias habidas entre los grupos del radicalismo engendran una firme oposición legislativa, que se manifiesta muy especialmente en el rechazo de todos los acuerdos internacionales promovidos por la administración de Alvear. Tampoco tuvo éxito el pedido del Poder Ejecutivo sobre adhesión a la Liga de las Naciones, formulado en Junio de 1923.

Un año más tarde reitera Alvear su mensaje al Congreso, y éste aprueba el pago de las cuotas para el ingreso a dicha entidad, pero no resuelve la adhesión. Tampoco obtiene el Ejecutivo tal declaración en su insistencia de Julio de 1928. El 30 de Mayo de ese año se inaugura la Conferencia Internacional del Trabajo, a la que asiste una delegación argentina presidida por el doctor Carlos Saavedra Lamas, quien es elegido presidente de la Asamblea Internacional del Trabajo.

En cuanto a las relaciones con los países americanos, la Argentina participa en las Conferencias Panamericanas V y VI (1923 y 1928), de las que no se obtiene un resultado positivo. En la V Conferencia, referida a reducción de armamentos, el Presidente de la delegación argentina, Manuel Augusto Montes de Oca, afirma que "la Argentina posee dos maestros por cada soldado".

Poco después, en el mensaje de apertura del Congreso de 1924, Alvear se refiere a esa Conferencia y dice: "En ese acto dimos una nueva prueba de lealtad y franqueza. No tuvimos reservas ni siquiera respecto del estado deficiente en que nos encontramos en cuanto al desarrollo y al perfeccionamiento de nuestras instituciones armadas en relación al grado de cultura y progreso del país". El 12 de Octubre de 1928, entrega el gobierno a H. Irigoyen

Biografía de Hipólito Yrigoyen

Hipólito Yrigoyen nació en Bs. As., el 12 de Julio de 1852, y era sobrino por parte de madre de Don Leandro N. Alem. Realizó sus estudios en un colegio religioso y posteriormente ingresó a la universidad, Conjuntamente con estos estudios se inició en la política actuando como comisario en una zona que acaudillaba su tío.

Se recibió de Abogado en 1878 y dos años después fue electo Diputado Nacional; su mandato duró dos años. También fue docente de Historia Argentina, Instrucción Cívica y Filosofía en la Escuela Normal de Maestros.

La Unión Cívica lo contó entre sus miembros, y cuando se dividió en la UC Nacional y la UC Radical, Yrigoyen siguió a su tío que acaudilló esta última.

En 1893 dirigió la revolución que propondría la presidencia de Alem; la revolución fue vencida y fue deportado a Montevideo. Volvió a fines de año por una amnistía y siguió su lucha en el partido, hasta que el suicidio de Alem lo convirtió en el jefe de la UCR. 10 años después, las elecciones libres impuestas por la ley Sáenz Peña, le dieron el triunfo a Yrigoyen, quien asumió la Presidencia de la Nación, acompañado por Pelagio B. Luna.

Se caracterizaba por la modestia y la generosidad. Era un caudillo misterioso que había renunciado a vanidades. Para la alta sociedad sólo era un "carrero", que representaba a la "chusma" inculta, un mediocre.

Cuando terminó su mandato fue sucedido por Alvear; retornó a la presidencia de su partido. En 1928 volvió a candidatearse para presidente y su triunfo fue recibido con alegría por la ciudadanía. Su segunda gestión no cumplió con las expectativas populares; a su avanzada edad había muchos factores que favorecían la acción de los opositores. La revolución encabezada por el General Uriburu en 1930, lo sacó del poder.

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Murió en 3 de Julio de 1933 por bronconeumonía. La gente lo seguía queriendo.

Campaña presidencial

Desde 1926 el yrigoyenismo se lanzó a la reconquista del gobierno. Centró su campaña (una de las más activas que se habían hecho en la Argentina de la época) en la figura carismática de H. Yrigoyen y la abierta promesa de repartir prosperidad. Proponían la nacionalización del petróleo (apoyado por la mayoría de la sociedad que estaba en contra de Standard Oíl y los interese norteamericanos) que apareció como nueva fuente de recursos para impulsar la industria y crear más empleos públicos eficientes y productivos, la creación de leyes de jubilación y derechos civiles de la mujer. Ante el crecimiento del yrigoyenismo, muchos conservadores apoyaron a la UCR antipersonalista (Frente Único). También los grandes diarios hicieron una campaña para desprestigiarlo.

Estaba apoyado por los sectores medios y obreros. Alvear no apadrinó a ningún sector (se había distanciado de los antipersonalistas y aunque su relación con Yrigoyen había mejorado no pudo reconstruir lazos con sus seguidores que lo consideraban traidor).

El 1 de Abril de 1928 se votó con particular entusiasmo y el resultado fue la extraordinaria victoria de Yrigoyen con el 57,4 % contra el 29,3 % del Frente Único. Sus contrincantes eran:

  • Melo-Gallo (UCR antipersonalista con apoyo de los conservadores)

  • Bravo-Repetto (partido socialista)

  • Matienzo-Carlés (demócratas progresistas)

Los resultados Los comicios proporcionaron los siguientes resultados finales:

  • UCR: 838.583 votos con 245 electores.-

  • UCR (antipersonalista): 414.026 votos con 71 electores.-

  • Socialistas: 64.985 votos sin electores.-

  • Demócratas progresistas: 6.001 votos con 3 electores.

El 12 de Octubre de 1928, con 76 años y su salud decadente, asumió por segunda vez la presidencia de la Nación. La lentitud de su primer gobierno se volvía desesperante en el segundo. El personalismo excesivo, que lo llevaba a resolver solo los problemas, paralizaba la administración. Antes, todo pasaba por sus manos, ahora todo se detenía en ellas: estudiaba con cuidado cada expediente, en los nombramientos exigía información detallada. Su desconfianza natural se agrava, en todo ve un posible negocio y lo deja de lado.

1928 elecciones presidenciales

En las elecciones presidenciales de 1928, la fórmula radical, formada por Hipólito Yrigoyen (con 76 años) y Francisco Beiró, triunfa de manera abrumadora sobre el binomio conservador Melo-Gallo: casi 800.000 votos contra 400.000. Los radicales califican a esta elección de "plebiscito". Yrigoyen y su vuelta a la Presidencia Meses más tarde, muere Beiró y el Colegio Electoral designa en su reemplazo al gobernador de Córdoba, Enrique Martínez. Yrigoyen asumirá el poder el 12 de octubre de 1928, en medio del delirio popular y uno de sus primeros actos de gobierno es recibir al presidente electo de Estados Unidos, Herbert Hoover, y designar intendente de Buenos Aires a José Luis Cantilo.

Antes de entregar el mando, el presidente Marcelo T. de Alvear inaugura el imponente Palacio de Correos y recibe el primer avión construido por la Fábrica Nacional de Aeroplanos: un Avro Gosport. Pero el tema de fondo de este año es la nacionalización del petróleo, impulsada por el yrigoyenismo. En concordancia con este pensamiento, el gobernador radical de Salta decreta la caducidad de las concesiones y permisos de cateo otorgados a compañías extranjeras por anteriores gobiernos provinciales. La compañía estadounidense Standard Oil demanda al gobierno salteño y el juicio pasa a la Corte Suprema. Las cinco empresas de tranvías que cruzan la Capital Federal suman 3,171 coches y emplean a 13,322 personas. Debemos aclarar que existían disputas sobre las tarifas, ferroviarias y tranviarias. En tanto, un nuevo vehículo empieza a circular por las calles porteñas: El colectivo, en pocos años se convierte en el medio de transporte preferido y representa una fuerte competencia a los tranvías, cuyas cinco líneas cuentan con más de 3.000 coches y llevan anualmente unos 50 millones de pasajeros. El 6 de Septiembre se inicia la construcción del subterráneo Lacroze, que unirá Plaza de Mayo con Chacarita.

Las políticas

Luego de su gran triunfo electoral, Hipólito Yrigoyen llegó al gobierno precedido no sólo de la simpatía popular, sino de una fama y un poder de convocatoria como ningún gobernante había poseído. De avanzada edad (76 años), se encontraba frente a la perspectiva de una tarea compleja sacudida por la crisis mundial de 1929. La recesión económica norteamericana repercutió en los mercados europeos y sudamericanos en forma notable. Los capitales extranjeros retornaron a sus países de origen para favorecer las perspectivas económicas y la dependiente economía nacional sufrió un gran deterioro.

Con este nuevo triunfo yrigoyenista, el radicalismo gira cada vez más en torno a los sectores medios urbanos. El centro de la acción política recaerá ahora en los profesionales de la clase media. Un ejemplo de ello es el gabinete de 1928. Los ministerios del interior y de Relaciones Exteriores quedaron en manos de hombres salidos de los comités:

  • Elpidio González.-

  • Horacio Oyhanarte.-

Pese a ello, el presidente logró convalidar su imagen y su posición frente a dos factores de poder muy importantes: el ejército y el capital extranjero.

El gabinete

El Gabinete del período 1928/30 está integrado por dirigentes representativos del país y distinguen:

  • El Dr. Horacio B. Oyhanarte, gran parlamentario, luego traductor de Shakespeare, brillante abogado, poeta, intelectual, en Relaciones Exteriores.

  • El General, Luis Dellepiane en el Ministerio de Guerra.-

  • El Vicealmirante, Tomás Zurueta en Marina, quien ya la ocupara a partir de 1921, en la primera presidencia, elegido después Diputado Nacional.

  • Elpidio González en Interior.-

  • El eminente científico santiagueño, José Benjamín Ábalos, en Obras Públicas.-

  • El ex legislador, correntino Dr. Juan B. Fleitas, en Agricultura.-

  • El profesor universitario y magistrado entrerriano, Enrique Pérez Colman, en Hacienda.-

  • El ex vocal de la Suprema Corte bonaerense, Juan de la Campa, en Justicia e Instrucción Pública.-

Predominan los provincianos en representación de todas las regiones argentinas, cosa que el espíritu portuario no perdona; y salvo excepciones, hay capacidad sacrificada en esos hombres leales durante todas las vicisitudes a la causa radical, cosa que tampoco perdona la oligarquía. Yrigoyen procede con sensibilidad nacional. Procede, así mismo, con sensibilidad humana cuando reacciona ante el dolor de los humildes. Diariamente, mujeres y hombres, pobres atraviesan una cinta argentina de vereda a vereda al paso del auto presidencial, en su trayecto a la Casa Rosada. No hay policías que detengan esa valla tendida, ante el mandatario para obligarlo a detener su vehículo y acercarse con cartas o pedidos. Guarda afecto a los obreros y olvida los agravios de la ingratitud.

Política exterior

Son aplicados nuevamente esos mismos sentimientos en la relación argentina con todos los pueblos del mundo. Tiene especial predilección por la hermandad americana y deriva los peligros de la exagerada cuestión limítrofe boliviano-paraguaya, ofreciendo su mediación para evitar un posible conflicto armado.

Yrigoyen no solo pretende intervenir en forma amistosa ante las naciones amigas, tenía un sentido humanista del manejo internacional y una sensibilidad americana, cristiana y fraternal. Ofrece a los visitantes extranjeros agasajos sobrios, definiendo con claridad los peligros del crecimiento imperialista al Embajador estadounidense, posición ratificada en reiteradas oportunidades.

La acción económica

Yrigoyen siguió los lineamientos de su anterior gobierno, tendiente a emancipar al país de la tutela de empresas británicas y capitales norteamericanos:

  • Su intento de control de los frigoríficos extranjeros y exportadores cerealistas, así como su insistente campaña para nacionalizar el petróleo se frustraron nuevamente por la oposición legislativa.-

  • Al año de estar en el gobierno, estalló la "Gran Crisis", que iniciada en los Estados Unidos, repercutió en todos los países, sobre todo, en los productores de materias primas.-

  • Nuestro país sufrió la crisis más que otros, esto produjo el cierre de la caja de conversión, que frenó la especulación con el oro, impidiendo la caída de nuestra divisa. Concluyendo abruptamente la prosperidad, que habíamos alcanzado bajo la presidencia de Alvear.-

  • Esta situación, motivo la reglamentación impositiva, controlando la introducción de frutos al país, como medio de sostener la producción local, también se acordó la libre importación de material rodante para los ferrocarriles, y redujo los derechos aduaneros sobre la importación de la seda.-

  • Se pactó la importación de equipos para el refinamiento del petróleo, y creo el "Instituto del Petróleo", e intento, también, llegar a tener acuerdos con la Unión Soviética, a nivel comercial.

Nuestra moneda se depreció rápidamente, y los precios agropecuarios descendieron a menos de la mitad. Al finalizar el comercio, cundió el desempleo y sobrevino la miseria en las clases populares; algo similar había ocurrido durante la Primera Guerra Mundial; pero entonces el Presidente "Victorino De La Plaza", con un congreso colaborador salió del paso con las leyes de emergencia. Hubo quiebras de bancos y empresas importantes, la desocupación e insuficiencia del salario desató una fuerte agitación obrera, multiplicándose el desorden y manifestaciones exigiendo "La renuncia del Presidente", como si fuera responsable de la situación.

Conflictos políticos

En este periodo Yrigoyen debió hacer frente a la constante oposición de sus adversarios, conservadores y radicales antipersonalistas, que virtualmente trabaron su acción de gobierno, esta oposición se dio particularmente en el Congreso, convertido otra vez en la piedra del escándalo.

Relación entre poderes

El gobierno contó con mayoría en la cámara baja (90 diputados sobre 150), y con pronunciada minoría en el senado (7 sobre 30), pero la obstrucción fue pareja en ambas salas. En la cámara de diputados, la mayoría yrigoyenistas retrasó tres meses el comienzo de las sesiones por falta de quórum para luego, emplear el resto del año 1929, discutiendo cuestiones de procedimientos o la validez del diploma de algún legislador.

El poder ejecutivo demasiado respetuoso de los privilegios parlamentarios, aceptó estoicamente esta inoperancia que virtualmente paralizaba su administración, ya que en pocas semanas de hallarse en el gobierno, Yrigoyen tuvo que llevar a cabo la intervención Federal de San Juan y Mendoza, aprobados durante el régimen de Alvear, donde los caudillos Cantoni y Lencina habían constituido grupos disidentes de radicales que gobernaban con notoria irregularidad. A ello se le sumaba la campaña difamatoria de los opositores al régimen que en pocos meses produjo un vertiginoso cambio en la opinión pública, logrando que en poco tiempo se derrumbara el prestigio demostrado por el caudillo al subir al gobierno.

Se gesta el golpe

En mayo del 30, la provincia de Entre Ríos hace los preparativos proselitistas para la elección del nuevo Gobernador, pues llega a su término el mandato del doctor Eduardo Laurencena, antipersonalista. El periodismo oficialista acusa al Ejecutivo nacional de procurar el arrasamiento de las autonomías provinciales, e invita a apretar filas contra "el nuevo Rosas", en Buenos Aires, a propuesta del doctor Leopoldo Melo, se auspicia que el comité antipersonalista sea presidido "por la bandera de Entre Ríos", en el Congreso nacional un Senador afirma que "el estandarte de Urquiza volverá a flamear victorioso en los campos de Caseros".

Una comisión especial conduce a Buenos Aires la bandera entrerriana, que no es la de Urquiza sino la enarbolada por Francisco Ramírez durante la campaña de Cepeda. Algunos diarios ponderan este "grito de Entre Ríos" y lo comparan con el pronunciamiento de Urquiza contra "el tirano porteño". En Junio, las elecciones realizadas en Entre Ríos vuelven a dar el triunfo al antipersonalismo, y a partir de entonces se intensifica la propaganda contra Hipólito Yrigoyen y su gobierno, los antipersonalistas, unidos a los conservadores y a los socialistas independientes, realizan actos públicos le repudio en la Capital Federal, La Plata y Córdoba.

En esos mismos días el Teniente General José Félix Uriburu activa los planes revolucionarios con el apoyo decidido de los conservadores y las agrupaciones nacionalistas, este jefe militar manifiesta a sus compañeros de conspiración que se propone "hacer una revolución verdadera, que cambie muchos aspectos de nuestro régimen institucional, modifique la Constitución y evite que se repita el imperio de la demagogia que hoy nos desquicia. No haré – agrega – "un motín en beneficio de los políticos, sino un levantamiento trascendental y constructivo con prescindencia de los partidos". Pero otro sector de conspiradores, dirigido por el "General Agustín P. Justo", sostiene la tesis de que la revolución debe limitarse a desalojar del poder al yrigoyenismo, manteniendo el régimen institucional establecido por la Constitución; este sector cuenta con el apoyo de los partidos políticos opositores.

El 9 de Agosto los diputados representantes de las fuerzas conservadoras de Salta, Tucumán, Córdoba, San Luis, Corrientes y Buenos Aires, junto con los socialistas independientes, publican una declaración – conocida como Manifiesto de los 44 por el número de firmantes – por la que "resuelven coordinar en las Cámaras la acción parlamentaria para exigir al Poder Ejecutivo el cumplimiento de la Constitución Nacional y la correcta inversión de los dineros públicos", al tiempo que declaran coordinar la acción opositora extraparlamentaria "para difundir en el pueblo y ante el electorado de los respectivos partidos el conocimiento de los actos ilegales del Poder Ejecutivo y del oficialismo y crear un espíritu cívico de resistencia a esos abusos y desmanes"; no declaran abiertamente estar en connivencia con la conjuración de Uriburu, pero expresan la decisión de "proyectar un plan de acción encaminado al logro de los propósitos enunciados", invitando a la "adhesión de todos los ciudadanos que quieran para la República un gobierno constitucional y democrático". En términos similares se pronuncian las Derechas en un manifiesto publicado en La Nación el 10 de Agosto, y en otro aparecido el 20 los antipersonalistas postulan la "defensa de la democracia amenazada". El 21 organiza Uriburu la Legión de Mayo, que de inmediato se lanza a la calle y promueve disturbios, proliferando los choques con el Clan Radical. El mismo día, 6 senadores y todo el bloque de diputados antipersonalistas lanzan otro manifiesto en el cual se condena duramente al gobierno de Yrigoyen. El 22, en los teatros Nuevo, Boedo, Pueyrredón y Mitre, sendas asambleas de elementos opositores al gobierno reiteran las condenas contra Yrigoyen. El último -domingo de Agosto se inaugura la Exposición Nacional de Ganadería en las instalaciones de la Sociedad Rural Argentina, y en ese acto el Ministro de Agricultura, Juan B. Fleitas, es recibido con una ensordecedora rechifla.

Hasta el momento los demócratas progresistas y los socialistas se mantienen a la expectativa. El 26 de Agosto el General Uriburu visita a Lisandro de la Torre, a quien invita a participar de la revolución que prepara "con el fin de deponer al Presidente Yrigoyen, reformar la Constitución, reemplazar al Congreso por una entidad gremial y derogar la ley Sáenz Peña". Espera el General culminar la operación "sin derramar una sola gota de sangre", y ofrece al político santafecino "una cartera en su futuro gabinete". Los demócratas progresistas, sin embargo, postulan la consigna "votos sí, armas no"; al mismo tiempo, el diputado socialista Nicolás Repetto enjuicia muy severamente al radicalismo yrigoyenista y auspicia la tranquilidad en los espíritus ante los cada vez más vehementes rumores de revolución.

Por esos días, Yrigoyen cae enfermo de gripe y los accesos febriles le obligan a guardar cama. Su Ministro de Guerra, General Luis J. Dellepiane, le denuncia el inminente estallido de una revolución, pero inútiles resultan sus esfuerzos para sofocar el movimiento, pues Yrigoyen desautoriza las medidas represivas que dispone el Ministro. El Presidente, apoyado por su Ministro del Interior, Elpidio González, considera también inoportuno decretar el estado de sitio como propone Dellepiane. El 19 de Septiembre la Juventud Universitaria se pronuncia contra Yrigoyen, y anuncia que "el desquicio instituciones ha de acabar pronto". En todas partes se habla de revolución, y el diario opositor La Fronda incita continuamente a precipitar el fin de "la tiranía sangrienta". El enviado del Paraguay, Vicente Rivarola, expresa al Ministro de Relaciones Exteriores, Horacio Oyhanarte, sus temores ante la impasibilidad del Presidente, y el Canciller le responde: "¿Y cree usted que yo no lo sé, que estoy ciego, que no me doy cuenta de ello? Desgraciadamente nada puedo hacer, y como yo, los demás amigos del doctor Yrigoyen, que se resiste obstinadamente a ordenar medidas de defensa", según Oyhanarte, el Presidente responde a sus colaboradores: "Nada ocurrirá; son agitaciones políticas pasajeras, consecuencia de las luchas electorales últimas, que ya pasarán". A pesar de la negativa presidencial, la policía ejerce vigilancia sobre los sospechosos, y ello impide que éstos realicen los contactos necesarios para el estallido de la revolución el 30 de Agosto, como estaba previsto. La evidencia de la conspiración, junto con la negativa, de Yrigoyen a asumir medidas de represión, hacen que el Ministro Dellepiane renuncie a su cartera, que Yrigoyen confía provisionalmente a Elpidio González (3 de Septiembre). Durante los días 3, 4 y 5 de Septiembre se producen manifestaciones estudiantiles que son reprimidas por la policía; en ellas mutre un individuo y esta circunstancia, es aprovechada para resaltar el martirologio estudiantil, aunque el occiso es un empleado bancario a quien sorprende una bala perdida y nada tiene que ver con el estudiantado. La exaltación juvenil rebasa las fuerzas policiales, y un cosaco (agente de la policía montada) es desvestido en Palermo y colgado de los brazos a un árbol en paños menores, a estas agitaciones callejeras se suma el 4 de Septiembre la grave denuncia del diario La Nación, según la cual el gobierno ha sustraído ilegalmente del Banco de la Nación la suma de 140 millones de pesos.

La enfermedad del Presidente no cede, a la fiebre se suma un rictus congestivo que aumenta su malestar, y por consejo de sus partidarios el 5 de Septiembre delega el mando, por decreto, en el Vicepresidente, doctor Enrique Martínez, ya los estudiantes resultan incontenibles; el decano de Derecho, doctor Alfredo Palacios, pide, la renuncia del Presidente, al tiempo que en toda la Universidad se suspenden las clases. El Vicepresidente en ejercicio ensaya un cambio total de gabinete, y designa Presidente de la Corte Suprema de Justicia al doctor José Figueroa Alcorta. Ya nadie duda de que la revolución estallará de un momento a otro, aunque el Ministro González recibe seguridades de apoyo por parte de varias guarniciones, entre ellas la de Campo de Mayo, a cargo del General Elías Álvarez, con la esperanza de calmar los ánimos, Martínez decreta la suspensión de las elecciones a realizarse en Cuyo, el 7 llama a su despacho a los doctores Enrique Larreta y Honorio Pueyrredón, a quienes les ofrece los ministerios de Relaciones Exteriores y Hacienda; luego ofrece también la cartera de Marina al Almirante Segundo R. Storni, el Vicepresidente se dispone a presentarse personalmente en Campo de Mayo, pero el General Alvarez y el Ministro González lo disuaden, dándole seguridades de que esa guarnición está tranquila. En previsión de nuevos incidentes callejeros, a las 10 de la noche decreta Martínez el estado de sitio en la Capital Federal. Pocas horas después se producen violentísimos disturbios promovidos por los estudiantes de la Facultad de Medicina, que exigen el fin del gobierno yrigoyenista.

Estalla la sublevación

En la tarde del 5 se ha acordado modificar el manifiesto revolucionario redactado por Leopoldo Lugones, después de discusiones donde los tenientes coroneles José M. Sarobe y Bartolomé Descalzo imponen el criterio de que debe asegurarse el imperio de la Constitución y la vigencia de la Ley Sáenz Peña.

Uriburu ensaya entretanto nuevos contactos con jefes militares, y recibe la repulsa del jefe del 8º de Caballería, Teniente Coronel Francisco Bosch, a la noche, en un salón del diario Crítica se reúne el Teniente Coronel Descalzo con los dirigentes civiles de entidades revolucionarias, a quienes da instrucciones para asegurar la eficacia de su participación en el levantamiento que debe producirse al día siguiente. Hacia la medianoche, una caravana de automóviles con civiles armados se interna en la Provincia de Buenos Aires, rumbo a Campo de Mayo. Las primeras horas del 6 son de fecunda actividad por parte de los revolucionarios, que consiguen la adhesión del director del Colegio Militar, Coronel Francisco Reynolds, quien se pliega a. la revolución después de superar algunas dificultades con sus oficiales.

6 de Septiembre de 1930. Amanece, el General Uriburu llega al Colegio Militar con un grupo de partidarios, mientras el Ministro González se instala en la Casa de Gobierno. Pequeños destacamentos militares de la Capital se declaran en rebelión y se concentran en Colegiales, mientras en Belgrano y en Flores se reúnen grupos de civiles. Un avión, salido de El Palomar, sobrevuela la Capital y arroja propaganda revolucionaria. Muy pronto le siguen otras máquinas aéreas, que en número de 24 recorren distintas zonas de la ciudad, y amenazan con bombardear los regimientos de infantería de Palermo si no se pliegan a la revolución, la policía, a órdenes del Coronel Juan J. Graneros, realiza detenciones de civiles y militares que se hallaban armados en las concentraciones. También a Campo de Mayo ha arribado una pequeña caravana de automóviles, en los que llegan numerosos dirigentes políticos que son detenidos. El General Alvarez ratifica la detención, pero después de conversar con ellos se pone en comunicación con Uriburu y resuelve plegarse al levantamiento con toda la guarnición. El Coronel Avelino Alvarez y el Teniente Coronel Atilio Cattáneo logran restablecer la fidelidad al gobierno, y ordenan la detención de 70 oficiales mientras los civiles huyen y buscan refugio en Tigre, a las 10 de la mañana cruza la ciudad el estridente sonido de la sirena de Crítica, con el anuncio de la revolución. En esos momentos se pone en marcha sobre la Capital el Colegio Militar. A la cabeza va el General Uriburu, quien cursa el siguiente mensaje al vicepresidente Martínez: "En este momento marcho sobre, la Capital a la cabeza de las tropas de la primera, segunda y tercera división de ejército. Esperamos encontrar a nuestra llegada su renuncia de vicepresidente, como también la del presidente titular. Los hacemos a los dos responsables por cualquier derramamiento de sangre para sostener un gobierno unánimemente repudiado por la opinión pública".

La resistencia

A mediodía la revolución está en la calle. Dos escuadrones de caballería marchan sobre Buenos Aires, desde Campo de Mayo, a pesar de haberse abortado allí el movimiento. Aviones amenazantes cortan el cielo de la ciudad, mientras una manifestación de civiles recorre la avenida de Mayo con exteriorizaciones de repudio contra el Presidente Yrigoyen y su gobierno. El General José Pedro Marcilese, jefe de la 1º División, dispone el despliegue de efectivos de caballería para oponer a las tropas sublevadas, al tiempo que Yrigoyen, por conducto de su médico, doctor Raimundo Meabe, aprueba la resistencia. La policía carga, contra los manifestantes en las calles céntricas, donde se producen algunos tiroteos, las fuerzas policiales quedan al mando del Coronel Pedro Grosso Soto, quien dispone algunos allanamientos en busca de armas, entre ellos la sede de la "Liga Patriótica Argentina", algunos piquetes de la policía desertan y se dispersan, y las autoridades encargadas de la defensa resuelven abandonar la Casa de Gobierno y establecer el comando en el regimiento 3º de Infantería, vecino al Arsenal de Guerra.

Los revolucionarios se aproximan a la Capital por Villa Urquiza y Liniers, y a su paso copan las comisarías. Se sabe que la guarnición aérea de Paraná se ha sublevado, en momentos en que el General Severo Toranzo, inspector General del Ejército, regresa de una gira por el interior y toma el mando en jefe de las fuerzas leales para la defensa de la ciudad. Mientras los suburbios comienzan a ser ocupados por tropas sublevadas, se pliega a la revolución el regimiento de Granaderos y por vía aérea se gestiona el levantamiento de la guarnición de Mercedes. Algunos tiroteos suburbanos son el único índice de resistencia por el momento, y la aviación rebelde cobra su primera víctima al estrellarse un aparato piloteado por el Capitán Claudio H. Rosales.

Poco después de las 3 de la tarde el Almirante Abel Renard se presenta a bordo de la cañonera Rosario con el objeto de sublevar la Marina, una hora más tarde es detenido por orden del Capitán de navío Andrés M. Laprade, y se ordena el desembarco de tropas navales que se despliegan por Puerto Nuevo, mientras efectivos militares dominan el Arsenal Naval de Zárate, las tropas revolucionarias siguen su avance, engrosadas por elementos civiles armados que comanda el Coronel Francisco Fassola Castaño, en el comando de las tropas leales circulan versiones confusas; y mientras el Teniente Coronel Gregorio Pomar da seguridades respecto de la lealtad de los principales efectivos de Campo de Mayo, el Ministro de Marina discute con el Vicepresidente y se retira disgustado de la Casa de Gobierno ordenando el retiro de las fuerzas de marinería que guarnecen ese edificio; poco después, los jefes navales se pliegan a la revolución. La Casa de Gobierno es abandonada por los efectivos militares, y el Vicepresidente ordena colocar bandera de parlamento, el edificio es parcialmente ocupado por civiles revolucionarios, al tiempo que el regimiento de Granaderos aparece en la plaza de Mayo y Uriburu, con el Colegio Militar, llega a las proximidades del Congreso. Desde el diario "La Época" se ataca a tiros a los revolucionarios, y otro tanto ocurre en torno del Congreso, desde el café La Sonámbula. La bandera de parlamento aparece también en el Cuartel de Policía, e Yrigoyen, cediendo a instancias de sus íntimos, abandona su domicilio de la calle Brasil y, acompañado del Ministro Oyhanarte, se dirige a La Plata.

En Campo de Mayo, sin embargo, la situación es favorable al gobierno, y todo se halla preparado para iniciar la contraofensiva asaltando El Palomar a las 4 de la mañana del día siguiente. El Coronel Avelino Álvarez, con la colaboración inmediata del Coronel Sisterna y el Teniente Coronel Cattáneo, ha organizado una poderosa fuerza con los efectivos de las escuelas de infantería, caballería, artillería y suboficiales, el regimiento 2º de Artillería, el 10º de Caballería, un grupo de artillería a caballo y otro de infantería montada, el batallón de ferrocarrileros y las tropas de los servicios Generales.

Cae el gobierno radical

Son las 6 de la tarde. Por la avenida de Mayo y la calle Victoria avanzan las tropas revolucionarias, después de silenciar la resistencia en el Congreso. El edificio del diario La Época arde en llamas. Los Generales Uriburu y Justo entran en la Casa de Gobierno, donde permanece aún el Vicepresidente Martínez, en el comedor de la presidencia. Allí se presenta Uriburu y le exige perentoriamente la renuncia, que éste entrega al jefe victorioso y luego se retira. Poros minutos después el Coronel Graneros entrega a los revolucionarios el Cuartel de Policía, mientras grupos civiles incendian el diario "La Calle" y tropas militares, se apoderan del Correo, una manifestación ruidosa asalta el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, situado en Avenida de Mayo y Santiago del Estero, en esos momentos, Yrigoyen llegaba a La Plata, y después de comprobar que los jefes militares no le responden, se presenta al cuartel del 7º de Infantería en calidad de detenido y suscribe su renuncia, concebida en los siguientes términos: "Ante los sucesos ocurridos, presento en absoluto la renuncia del cargo de Presidente de la Nación Argentina. Dios guarde a d. V. H. Yrigoyen. Al señor Jefe de las fuerzas militares de La Plata. La Plata, Septiembre 6 de 1930. El reloj marca las 19:50. Ha terminado el gobierno radical. Todavía en el Arsenal de Guerra siguen reunidos los jefes leales, Generales Severo Toranzo, Félix Adalid, Martínez y Enrique C. A. Mosconi, con el Ministro González. A las 8 de la noche los Generales Justo e Isidro Arroyo informan a dichos jefes que Martínez ha renunciado; éstos encomiendan a Mosconi que confirme la noticia y pregunte a Martínez si su renuncia es "auténtica y espontánea, u obtenida por la presión de la fuerza", en tanto están, dispuestos a resistir con los efectivos leales disponibles. Una hora después Mosconi informa a sus compañeros, después de entrevistar a Martínez, que la renuncia de éste ha sido "espontánea y definitiva", que desea "evitar que se derrame una sola gota de sangre", y que pide a los jefes leales que se retiren a sus casas "porque todo ha terminado". El Arsenal es entregado, y poco más tarde de la rendición llega al lugar el comisario Orestes Cansanello, con la orden de resistir impartida por Yrigoyen desde La Plata poco antes de su renuncia, pero ya los revolucionarios dominan completamente la situación.

El General Uriburu, instalado en la Casa de Gobierno, toma contacto telefónico con las guarniciones del interior, que acatan la autoridad del jefe revolucionario. Desde otro teléfono, el Teniente Coronel Santos V. Rossi se comunica con el jefe de Campo de Mayo, General Elías Alvarez, a quien hace saber la renuncia de Martínez; éste confirma la noticia mediante un llamado a Elpidio González, y da por terminada la resistencia. Son las 10 de la noche. En esos momentos una multitud asalta el domicilio particular de Hipólito Yrigoyen, destruye el moblaje, quema los papeles particulares, arroja al pavimento un busto del depuesto Presidente, y lo arrastra luego con sogas a lo largo de la calle Brasil. Esa misma noche hay un banquete en el Círculo de Armas para festejar la victoria, donde habla el doctor Julio A. Roca: "Hoy – dice – he vivido uno de los momentos más emocionantes de mi vida, solo, en un profundo recogimiento, frente al espectro de mis mayores, que parecían vindicarse del caudillo oscuro que les infirió el agravio de su barbarie".

La toma del poder

Desde el anochecer las calles están sembradas de volantes con el Manifiesto del General Uriburu, que reproducen también los diarios en ediciones extraordinarias: "Respondiendo al clamor del pueblo – dice el jefe de la revolución – y con el patriótico apoyo del Ejército y de la Armada, hemos asumido el gobierno de la Nación". Siguen luego acusaciones contra el gobierno de Yrigoyen y puntos de vista de los revolucionarios, con la expresa declaración de que no se han "contraído compromisos con partidos o tendencias"; luego se puntualiza el "respeto a la Constitución y a las leyes fundamentales vigentes", se prometen elecciones próximas y se señala que ninguno de los miembros del gobierno provisional podrá "presentar ni aceptar el auspicio de su candidatura a la presidencia de la República". El manifiesto anticipa también la clausura del Congreso, que se establece de inmediato por decreto del "Presidente del Gobierno Provisional", que firma Uriburu, otro decreto, que designa Vicepresidente al doctor Enrique Santamarina, y se integra, el gabinete con los siguientes ministros:

  • Doctor Matías O. Sánchez Sorondo, en Interior.-

  • Doctor Ernesto Bosch, en Relaciones Exteriores y Culto.-

  • Doctor Enrique S. Pérez, en Hacienda.-

  • Doctor Ernesto E. Padilla, en Justicia e Instrucción Pública.-

  • General Francisco Medina, en Guerra.-

  • Contralmirante Abel Renard, en Marina.-

  • Doctor Horacio Beccar Varela, en Agricultura.-

  • Ingeniero Octavio S. Pico, en Obras Públicas.

Un mes y medio más tarde, el 20 de Octubre, renuncia el Vicepresidente Santamarina, en razón de su delicada salud, y el cargo no vuelve a ser provisto. El gabinete se mantiene invariable hasta el 16 de Abril de 1931, en que renuncia Sánchez Sorondo tras los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires, a quien acompañan también los ministros Padilla, Pérez, Beccar Varela y Renard. El ingeniero Pico pasa entonces al Ministerio del Interior, mientras Medina permanece en Guerra; las carteras vacantes se cubren con el doctor Enrique Uriburu, para Hacienda; doctor Guillermo Rothe, para Justicia e Instrucción Pública; doctor David Arias; para Agricultura; doctor Pablo Calatayud, para Obras Públicas; Contralmirante Carlos Daireaux para, Marina, y doctor Ernesto Bosch, para Relaciones Exteriores y Culto; este último renuncia, el 10 de Octubre de 1931, y Uriburu designa en su reemplazo al doctor Adolfo Bioy.

En la tarde del 8 de Septiembre de 1930 el gobierno provisional presta juramento los balcones de la Casa de Gobierno, ante una multitud que colma la plaza de Mayo y las calles circunvecinas: "Ante vosotros, soldados de nuestra Patria, y ante el pueblo soberano, voy a prestar juramento -dice Uriburu-. "Juro por Dios y por la Patria desempeñar con honor el cargo de Presidente del Gobierno Provisional que he asumido por vuestra voluntad. Juro mantenerme solidario con el pueblo, con el Ejército y con la Armada, y bregar por el restablecimiento de las instituciones, por el imperio de la Constitución y por la concordia y la unión de todos los argentinos. Si así no lo hiciere, Dios y la Patria me lo demande". Acallada la ovación siguiente, Uriburu se dirige a la multitud: "¿Juráis -pregunta- por Dios y la Patria ser fieles a las autoridades que vosotros mismos os habéis impuesto?". Un "¡sí!" clamoroso se levanta de la plaza, y enseguida juran ante Uriburu los nuevos ministros.

Repercusiones

En la madrugada del 7 de Septiembre los diarios matutinos informan detalladamente sobre la jornada anterior, "La Prensa" dice, "Ayer, en un movimiento popular, verdadera apoteosis cívica, Buenos Aires ha enterrado para siempre el régimen instaurado por el señor Yrigoyen", en la Casa de Gobierno Uriburu, recibe un telegrama del nuevo gobernador de Entre Ríos, Herminio Juan Quirós: "Ha librado Ud. al país de un gobierno desastroso", el diario vespertino "Crítica" agota los adjetivos en la ponderación del movimiento revolucionario e informa que la junta provisional de gobierno ha acordado intervenir todas las provincias, con excepción de Entre Ríos y San Luis, y poner en comisión a los magistrados judiciales, incluso los ministros de la Suprema Corte.

En los días siguientes el periodismo se hace eco de la resonancia que la revolución triunfante ha tenido en el exterior, y reproduce comentarios del New York Times, The Sun y otros diarios estadounidenses que declaran su satisfacción por el cambio producido en la dirección política de la Argentina, por el contrario, el diario católico italiano "Il Corriere" lamenta que haya sido derrocado el único gobierno de la América del Sur "que estaba en condiciones de ponerse a la cabeza de las repúblicas latinoamericanas para contrarrestar las ambiciones de hegemonía de los Estados Unidos".

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