Poeta y autor teatral inglés
Se piensa que nació el 23 de abril de 1564 en la modesta
ciudad mediterránea de Stratfordon Avon, que es ahora un
museo shakesperiano. Tercero de ocho hermanos, fue el primer hijo
varón de un comerciante, y de Mary Arden, hija a su vez de
un terrateniente católico. Estudió en la escuela de su
localidad y, como primogénito varón, estaba
destinado a suceder a su padre en los negocios, que
fue concejal, traficaba en guantes, en cuero, en madera y en
trigo. El poeta habría cursado durante unos seis
años Grammar school o escuela primaria,
cuya materia
básica era el latín. aunque tuvo que ponerse a
trabajar como aprendiz de carnicero, por la difícil
situación económica que atravesaba su padre. En
1582 contrae matrimonio con
Anne Hathaway, hija de un granjero, con la que tuvo una hija,
Susanna, en 1583, y dos mellizos -un niño, que
murió a los 11 años de edad, y una niña- en
1585. Al parecer, hubo de abandonar Stratford ya que le
sorprendieron cazando furtivamente en las propiedades del juez de
paz de la ciudad.
Se cree que llegó a Londres hacia 1588 y, cuatro
años más adelante, ya había logrado un
notable éxito
como dramaturgo y actor teatral. Tuvo el mecenazgo de Henry
Wriothesley, tercer conde de Southampton. La publicación
de dos poemas
eróticos según la moda de la
época, Venus y Adonis (1593) y La violación de
Lucrecia (1594), y de sus Sonetos (editados en 1609) le dieron la
reputación de brillante poeta. La reputación de
Shakespeare se
basa, sobre todo, en las 38 obras teatrales de las que se tienen
indicios de su participación, aunque sus
contemporáneos de mayor nivel cultural las rechazaron, por
considerarlas, como al resto del teatro, tan
sólo un vulgar entretenimiento.
Shakespeare en
Londres compartió los beneficios de la
compañía teatral en la que actuaba, la
Chamberlain's Men, más tarde llamada King's Men, y de los
dos teatros que ésta poseía, The Globe y
Blackfriars. Sus obras fueron representadas en la corte de la
reina IsabelI y del rey JacoboI.
En 1610, William Shakespeare retornó a su pueblo natal.
Había cumplido uno de sus muchos propósitos, lograr
una fortuna. Las metáforas de carácter
legal (When to the Sessions of sweet silent thought / I summon up
remembrance of things past.) abundan curiosamente en su obra;
hasta la fecha de su muerte
Shakespeare se dedicó a litigios con los vecinos. No se le
ocurrió entregar a la imprenta su vasta obra dispersa; De
Quincey conjetura que para Shakespeare, la representación
teatral era la verdadera publicidad, no la
impresión de un texto. Poco
antes de morir había hecho su testamento; se habla de
muebles y de inmuebles, pero no se menciona un solo libro.
Murió el 23 de abril de 1616, acaso el mismo día de
su cumpleaños. Por esta fecha murió Cervantes en
Madrid; sin duda,
ninguno de los dos oyó hablar del otro.
No se conoce con exactitud la fecha de composición de
muchas de sus obras.
Sus primeras obras teatrales, al contrario de lo que
ocurrió con sus obras de madurez, poseían un alto
grado de formalidad y, a menudo, resultaban un tanto predecibles
y amaneradas. Sus primeras obras fueron cuatro dramas que
tenían como trasfondo los enfrentamientos civiles en la
Inglaterra del
siglo XV, un estilo muy popular en la época. Estas cuatro
obras, EnriqueVI, Primera, Segunda y Tercera parte (hacia
1590-1592) y RicardoIII (hacia 1593), tratan de las consecuencias
que para el país tuvo la falta de un liderazgo
fuerte, debido al egoísmo de los políticos de la
época. El ciclo se cierra con la muerte de
RicardoIII y la subida al trono de EnriqueVII, fundador de la
dinastía Tudor, a la que pertenecía la reina
Isabel. En cuanto a estilo y estructura,
contienen numerosas referencias al teatro medieval y
otras a las obras de los primeros dramaturgos isabelinos, en
especial Cristopher Marlowe, a través de los cuales
conoció las obras del dramaturgo clásico latino
Séneca. Esta influencia, que se manifiesta en sus
numerosas escenas sangrientas y en su lenguaje
colorista y redundante, especialmente perceptible en Tito
Andrónico (hacia 1594), una tragedia poblada de justas
venganzas, que posee una puesta en escena muy detallista. En este
este primer periodo escribió numerosas comedias, entre las
cuales cabe resaltar La comedia de las equivocaciones (hacia
1592), una divertida farsa que, imitando el estilo de la comedia
clásica latina, basa su interés en
los errores de identidad que
provocan dos parejas de gemelos y los equívocos que se
producen respecto al amor y a la
guerra. El
carácter de farsa ya no resulta tan evidente en La doma de
la bravía (hacia 1593), una comedia de caracteres. Por
otro lado, Los dos hidalgos de Verona (hacia 1594) basa su
atractivo en el uso del amor
idílico, mientras que Trabajos de amor perdidos (hacia
1594) satiriza los amores de sus personajes masculinos,
así como su entrega a los estudios con el fin de no caer
en las redes del
amor. El modo en que están construidos sus diálogos
ridiculiza el estilo artificial y redundante del novelista y
dramaturgo John Lyly, las convenciones cortesanas de la
época y, quizá, también las discusiones
científicas de Walter Raleigh y sus seguidores.
Siguió con una profundización en su individualidad
como autor teatral, escribió algunas de sus obras
más importantes relacionadas con la historia inglesa y las
denominadas comedias alegres, así como dos de sus mejores
tragedias. Entre las primeras cabe destacar RicardoII (hacia
1595), EnriqueIV, Primera y segunda parte (hacia 1597) y EnriqueV
(hacia 1598), que cubren un periodo de tiempo
inmediatamente anterior al de su EnriqueVI. La primera es un
estudio alrededor de la figura de un débil, sensible y
teatral, aunque agradable rey que pierde su reino en manos del
que sería EnriqueIV. En las dos partes de EnriqueIV,
éste reconoce sus culpas y expresa sus temores sobre su
hijo, que le sucederá con el nombre de Enrique V, temores
que se demuestran infundados porque éste demuestra una
gran responsabilidad y sentido moral sobre
sus deberes como monarca. En una magistral alternancia de escenas
serias y cómicas, el obeso caballero Falstaff y el rebelde
Hotspur ponen de manifiesto los dos extremos entre los que
el
príncipe encontrará el equilibrio. La
introducción, en distintas proporciones, de
elementos trágicos y cómicos para expresar amplios
espectros de caracteres se convertiría en uno de los
recursos
favoritos del autor inglés.
Entre las comedias de este periodo sobresale
Sueño de una noche de verano (hacia 1595), una obra
plagada de fantasía en la que se entremezclan varios hilos
argumentales centrados respectivamente en dos parejas de nobles
amantes, en un grupo de
despreocupados cómicos y en una serie de personajes
pertenecientes al reino de las hadas, entre los que se encuentran
Puck, el rey Oberón y la reina Titania. En El mercader de
Venecia (hacia 1596), por otro lado, se puede encontrar otra
sutil evocación de atmósferas
exóticas similar a la de la obra anterior. En ella
aparecen retratadas las cualidades renacentistas de la amistad viril y
el amor
platónico que se oponen a la amarga falta de humanidad de
un usurero llamado Shylock, cuyas desdichas terminan despertando
la comprensión y la simpatía del público. El
tipo de mujer de ingenio
rápido, calidez y responsabilidad personificado en Portia
reaparecería, más adelante, en las comedias alegres
del segundo periodo, mientras que, por el contrario, la ingeniosa
comedia Mucho ruido y pocas
nueces (hacia 1599) deforma, según la opinión de
muchos críticos, en el tratamiento un tanto insensible, a
los personajes femeninos. Sin embargo, las comedias de madurez
Como gustéis (hacia 1600) y Noche de Epifanía
(hacia 1600) se caracterizan por su lirismo, su ambigüedad y
por el atractivo de sus bellas, encantadoras e inteligentes
heroínas. En Como gustéis, Shakespeare describe el
contraste entre las refinadas costumbres de la corte isabelina y
las de las áreas rurales del país de un modo rico y
variado, aunque no excesivo, y construyó una compleja
trama argumental basada en las relaciones entre la realidad y la
ficción y entre los distintos personajes, trama que
utilizó para comentar las distintas debilidades del
género
humano. En este sentido, Como gustéis se asemeja a Noche
de Epifanía, en la cual el lado cómico del amor
aparece ilustrado por las desventuras de dos parejas de amantes
rodeadas de numerosos personajes secundarios que actúan
como comparsas cómicos. Otra de las comedias de este
segundo periodo, Las alegres casadas de Windsor (hacia 1599), es
una farsa sobre la vida de la clase media en la cual reaparece el
personaje de Falstaff como víctima
cómica.
Dos grandes tragedias, muy distintas entre sí por
su naturaleza,
marcan el comienzo y el final de este segundo periodo.
Por un lado, Romeo y Julieta
(hacia 1595) muy famosa por su poético tratamiento de los
éxtasis amorosos juveniles, pone en escena el
trágico destino de dos amantes, forjado por la enemistad
de sus familias y por lo temperamental de sus propios caracteres.
Por el otro, Julio César (hacia 1599) es una tragedia
sobre la rivalidad política, muy
intensa, aunque en menor medida que las tragedias
posteriores.
Hamlet (hacia 1601), su obra más universal, va
más allá de las otras tragedias centradas en la
venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla de
gloria y sordidez que caracteriza la naturaleza
humana. Hamlet siente que
vive en un mundo de engaños y corrupción, sentimiento que le viene
confirmado por el asesinato de su padre y la sensualidad
desenfrenada de su madre. Estas revelaciones le conducen a un
estado en el
que los momentos de angustia e indecisión se atropellan
con frenéticas actuaciones, situación cuyas
profundas razones continúan hoy siendo motivo de distintas
interpretaciones.
Otelo, el moro de Venecia (hacia 1604) retrata el surgir
y el expandirse de unos injustificados celos en el corazón
del protagonista, un moro que es el general del ejército
veneciano. El supuesto motivo de sus celos, su inocente esposa
Desdémona, es utilizada por Yago, el lugarteniente de su
marido, para destruir su carrera militar llevándole al
borde de la locura. El rey Lear (hacia 1605), concebido en un
tono más épico, describe las consecuencias de la
irresponsabilidad y los errores de juicio de Lear, dominador de
la antigua Bretaña, y de su consejero, el duque de
Gloucester. El trágico final llega como resultado de
entregar el poder al hijo
malvado y no al bondadoso. Como contrapunto, la hija, Cordelia,
pone de manifiesto un amor capaz de redimir el mal por el bien,
pero ella muere en un final sobrecogedor. La idea de que el mal
se destruye a sí mismo, sin embargo, se ve reforzada por
el funesto destino de las hermanas de Cordelia y del oportunista
hijo del duque de Gloucester. Antonio y Cleopatra (hacia 1606),
otra de las grandes tragedias, se centra en otro tipo de amor, la
pasión del general romano Marco Antonio por Cleopatra,
reina de Egipto,
glorificada por algunos de los versos más sensuales de
toda la producción shakespeariana. Macbeth (hacia
1606), en cambio,
describe el proceso de un
hombre
esencialmente bueno que, influido por otros y debido
también a un defecto de su propia naturaleza, sucumbe a la
ambición y llega hasta el asesinato. A lo largo de la
obra, Macbeth, por obtener y, más tarde, retener el trono
de Escocia, va perdiendo su humanidad hasta llegar al punto de
cometer todo tipo de imperdonables actos.
Otras tres obras de este periodo revelan la amargura
contenida en estas tragedias, pues sus personajes no poseen
categoría trágica ni grandeza alguna. Así,
Troilo y Cressida (hacia 1602), la más efectista de sus
obras, pone de manifiesto, de un modo muy clarificador, el abismo
que extiende entre lo ideal y lo real, tanto en el terreno
político como individual, mientras que en Coriolano (hacia
1608), otra tragedia ambientada en la antigüedad, el
legendario héroe romano Cayo Marcio Coriolano aparece como
un personaje incapaz de seducir a las masas o de dominarlas por
la fuerza.
Igualmente amargo, Timón de Atenas (hacia 1608) narra la
historia de un
personaje reducido a la misantropía por la ingratitud de
sus sicofantes. Debido a la fluctuante calidad de su
escritura, se
ha avanzado la hipótesis de que esta obra fuera escrita en
colaboración con otro dramaturgo, posiblemente Thomas
Middleton.
Las dos comedias de este periodo son también algo
oscuras. De hecho, se las ha llamado "las obras
problemáticas", pues no entran claramente en ninguna
categoría, ni presentan desenlaces demasiado inteligibles.
A buen fin no hay mal principio (hacia 1602) y Medida por medida
(hacia 1604) tienen en común, además, el hecho de
cuestionar la moral
oficial. Hacia el final de su carrera, el dramaturgo inglés
creó numerosas obras en las que, a través de la
intervención de la magia, la piedad, el arte o la gracia,
sugiere con frecuencia la esperanza en la existencia de una
redención para el género humano. Estas obras
están escritas, por lo general, con una gravedad que las
aleja de las comedias de los periodos anteriores, pero suelen
tener finales felices en forma de reuniones o reconciliaciones.
Estas tragicomedias basan parte de su atractivo en el
carácter exótico y alejado en el tiempo de los
escenarios en los que se desarrollan, y resultan mucho más
simbólicas que cualquiera de las obras anteriores de su
autor. Para muchos críticos literarios, las tragicomedias
shakespearianas representan un giro de tuerca más en el
desarrollo
creativo del autor, aunque otros opinan que se debieron
sólo a cambios acaecidos en las modas teatrales de la
época.
La tragicomedia romántica Pericles, príncipe de
Tiro (hacia 1608), retrata a un personaje abatido por la
pérdida de su esposa y por la persecución de su
hija. Tras innumerables y exóticas aventuras, el
desagraciado Pericles consigue reunirse por fin con ambas. En
Cimbelino (hacia 1610) y El cuento de
invierno (hacia 1610), los personajes soportan también
grandes sufrimientos aunque al final consiguen la felicidad. La
más lograda, quizá, de las creaciones derivadas de este
peculiar punto de vista sea la última de las obras que
consiguió completar y aquella en la que alcanzó las
más altas cimas de lirismo poético, La tempestad
(hacia 1611), una tragicomedia a través de cuyo desenlace
se pueden comprender los beneficiosos efectos de la alianza entre
la sabiduría y el poder. En esta
obra, Próspero, duque de Milán, expulsado de su
reino por su hermano y condenado al exilio en una lejana isla,
utiliza sus poderes mágicos para confundir al usurpador de
su ducado y crear una relación de amor entre su propia
hija, Miranda, y el hijo del rey de Nápoles,
cómplice del golpe de
Estado.
Dos obras finales, el drama histórico EnriqueVIII
(hacia 1613) y Los dos nobles caballeros (hacia 1613 y publicada
en 1634), la historia de dos jóvenes caballeros enamorados
de una dama, atribuidas a Shakespeare, parecen ser más
bien fruto de su colaboración con John Fletcher.
Importancia literaria
Hasta el siglo XVIII, Shakespeare fue considerado
únicamente como un genio difícil. Se han propuesto
teorías
según las cuales sus obras fueron escritas por alguien de
una educación superior, tal vez por el
estadista y filósofo sir Francis Bacon, o por el conde de
Southampton, protector del autor, o incluso por el dramaturgo
Christopher Marlowe, el cual, según la opinión de
algunos estudiosos, no murió en una reyerta de taberna,
sino que huyó al continente, donde siguió
escribiendo. A pesar de la controvertida identidad de
Shakespeare, sus obras fueron admiradas ya en su tiempo por Ben
Jonson y otros autores, que vieron en él una brillantez
destinada a perdurar en el tiempo; Jonson dijo que Shakespeare
"no era de una época, sino de todas las épocas".
Del siglo XIX en adelante, sus obras han recibido el
reconocimiento que merecen en el mundo entero. Casi todas sus
obras continúan hoy representándose y son fuente de
inspiración para numerosos experimentos
teatrales, pues comunican un profundo conocimiento
de la naturaleza humana, ejemplificado en la perfecta
caracterización de sus variadísimos personajes. Su
habilidad en el uso del lenguaje
poético y de los recursos
dramáticos, capaz de crear una unidad estética a partir de una multiplicidad de
expresiones y acciones, no
tiene par dentro de la literatura universal.
Autores teatrales ingleses posteriores, como John Webster, Philip
Masinger y John Ford tomaron prestadas ideas de sus obras, y su
influencia en los autores de la restauración, en especial
sobre John Dryden, William Congreve y Thomas Otway resulta
más que evidente. Por otro lado, en numerosos escritores
de nuestro siglo, como Pinter, Beckett y George Bernard Shaw se
ven las huellas de Shakespeare.
La poesía
de Shakespeare:
Dos sonetos de amor.
I
De los hermosos el retoño ansiamos
Para que su rosal no muera nunca,
pues cuando el tiempo su esplendor marchite
guardará su memoria su
heredero.
Pero tú, que tus propios ojos amas,
para nutrir la luz, tu esencia
quemas
y hambre produces en donde hay hartura,
demasiado cruel y hostil contigo.
Tú que eres hoy del mundo fresco adorno,
pregón de la radiante primavera,
sepultas tu poder en el capullo,
dulce egoísta que malgasta ahorrando.
Del mundo ten piedad: que tú y la tumba,
ávidos, lo que es suyo no devoren.
II
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
y ahonden surcos en tu prado hermoso,
tu juventud,
altiva vestidura,
será un andrajo que no mira nadie.
Y si por tu belleza preguntaran,
tesoro de tu tiempo apasionado,
decir que yace en tus sumidos ojos
dará motivo a escarnios o falsías.
¡Cuánto más te alabaran en su empleo
si respondieras : – « Este grácil hijo
mi deuda salda y mi vejez excusa
»,
pues su beldad sería tu legado!
Pudieras, renaciendo en la vejez,
ver cálida tu sangre que se
enfría.
Autor:
Angel Dionisio
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