El golpe de Estado de 1930 en Argentina
- Resumen
- Consideraciones
Previas - Diferentes
conceptualizaciones del Golpe de Estado de
1930 - Orden,
Vigilancia y Represión - Efectos
del Golpe de Estado en la Sociedad
riocuartense - Reflexiones
Finales - Notas de
Referencias
Poder y control: una
alternativa en tiempos difíciles
Resumen
Este trabajo tiene
la intención de analizar algunos aspectos de la dictadura del
General Uriburu y cómo la misma impactó en la
sociedad
riocuartense.
Introducción
El propósito de este trabajo fue tratar de
comprender algunos aspectos fundamentales de la dictadura del
General Uriburu en la Argentina, que se caracterizó por la
ruptura del orden constitucional. Se buscó analizar
aspectos tales como su constante necesidad e interés de
buscar un orden y control en la sociedad argentina, utilizando la
represión como instrumento para lograr dicho objetivo.
Esta investigación tuvo como objetivo general
conocer como repercutió este hecho histórico en el
ámbito de una ciudad del interior, Río Cuarto,
provincia de Córdoba. De igual manera se pretendió
determinar las características de esta revolución
y especificar los conflictos
generados a partir de la misma.
La revolución del 6 de Septiembre de 1930 que
llevó al gobierno al
General Uriburu fue, como tantas otras revoluciones,
bicéfala. El ejército y los apoyos políticos
de la revolución estaban divididos entre partidarios de un
régimen corporativo que urgía una reforma
constitucional y aquellos que sólo querían
restaurar el orden plesbicitario, herido por las prácticas
yrigoyenistas y llamar a elecciones lo antes posible. Asimismo,
fue un gobierno en donde se ejerció una dura
represión, con torturas sistemáticas a obreros,
estudiantes y aún militares jóvenes opositores,
pero, sobre todo, fue un gobierno atacado por una profunda
crisis
económica que generó un incremento de la prostitución, de la desocupación, de las villas miserias en
donde los pobres eran cada vez más pobres y en donde la
delincuencia y
las ilusiones colectivas se intensificaron.
De esta manera nombrar al régimen de facto
presidido por el General José Félix Uriburu como
dictadura, no es peyorativo. Implica simplemente definirlo tal
como fue, un poder surgido
de un hecho revolucionario, carente de control constitucional y
en consecuencia, arbitrario. Era la primera vez que
existía en la Argentina un sistema de tales
características desde la época de la
organización constitucional y la conciencia de
esta situación fue una experiencia traumática para
la mayoría de la población. No obstante ello, la
sucesión del gobierno de facto constituyó la
demostración de que la Argentina no era propicia a
ensayos de
tipo fascista como lo que soñaba el jefe de la
Revolución.
En cuanto al método
utilizado para esta investigación fue el
hipotético-deductivo y las técnicas a
disponer más confiables y adecuadas para con esta fueron
las cualitativas de observación documental como el análisis de prensas y de textos
bibliográficos.
Con respecto a las fuentes se
utilizó los diarios de la época: como el diario El
Pueblo y el diario Justicia,
conociendo desde un inicio las dificultades que este tipo de
documento presenta para su análisis y por su alto nivel de
posicionamiento se intentó, mediante la
comparación de los diferentes matutinos, depurar los
datos
extraídos.
Dicha investigación se dividió en tres
capítulos: en el primer capitulo se trató de
exponer diferentes conceptualizaciones y descripciones sobre el
Golpe de
Estado del ‘30; en el segundo capitulo se
especificó sobre algunos de los objetivos
propuestos por el General Uriburu: orden, vigilancia y
represión y en el tercer capítulo se realizó
un análisis sobre los efectos de esta dictadura en la
sociedad riocuartense a través de la lectura de
las fuentes como el diario El Pueblo y el diario
Justicia.
Consideraciones Previas
Una vez Tulio Halperín Donghi dijo:
"Alguien decía que los hombres hacen la historia pero no saben
qué historia están haciendo […] habitualmente
creen saber qué consecuencias tienen las acciones que
ejecutan. Lo característico de la revolución del 30
fue que quienes la realizaron no sabían de antemano
cuál iba a ser el resultado (…)". [1]
Según Halperín, la situación en ese
entonces debe haber sido muy peculiar para que figuras
influyentes del ejercicio en la política hicieran una
cosa tan alocada como era interrumpir la continuidad
constitucional de la Argentina (mantenida desde 1862) sin saber
qué rumbo podía tomar el destino. Generalmente, las
revoluciones suelen ser trágicas para algunos y buenas
para otros, pero la revolución argentina de 1930 tuvo un
curso decepcionante para todos.
En cuanto a las causas de la revolución no fueron
pocas expresó el autor. En primer lugar, a partir de 1916,
con la primera victoria de Yrigoyen, lo que había vivido
la Argentina era la consolidación acumulativa e
irreversible de la hegemonía radical. El resto de los
partidos asistían a una gradual decadencia y a una
ausencia en el obrar público que parecía no tener
vuelta atrás. Esa situación se agravó en
1928 cuando el ritmo de avance radical sufrió una
intensificación formidable por el famoso plebiscito de
Yrigoyen.
Otra causa fue la segunda presidencia de Yrigoyen que no
era más que un vacío de poder. El presidente, en su
estado de
beatitud, era el blanco de los ataques más fuertes ya que
en ese entonces el país gozaba de una libertad de
prensa que
hasta hoy no se ha vuelto a ver. Al mismo tiempo se
decía que Yrigoyen era un tirano y que su indiferencia
ante las críticas era una forma particularmente cruel de
ejercer la tiranía.
Y por último, antes de la crisis de 1929, la
Argentina sólo pudo cerrar sus cuentas
recurriendo al crédito
externo, descubría también que el crédito
era mucho más difícil. La crisis del `29 no
encontró respuesta en el gobierno y halló en la
oposición explicaciones muy sencillas como por ejemplo que
las consecuencias de la crisis no eran las consecuencias de la
crisis sino de la perversidad del doctor Yrigoyen.
A comienzos de 1930 el radicalismo se deshonraba porque
perdía su justificación más legítima,
la honestidad y también la hegemonía
conquistada por la clase
fundamental de la Argentina moderna empezaba a ser cuestionada y
el ejercicio de la pura coacción continuaba conviviendo
con el consenso. Según Ansaldi, esta peculiar
relación dirección–dominio
signó la experiencia gubernamental desembocando en 1930 en
la interrupción de la experiencia democrática y en
la instauración de la dictadura. De esta manera, el autor
concluye diciendo que "la Argentina moderna muere con el golpe
del 6 de Septiembre de 1930, pero la Argentina
contemporánea que nace en la década infame
prácticamente está en la misma condición que
en la anterior ya que no da respuesta a los nuevos
problemas". [2]
Lo que Ansaldi quiso demostrar es que a pesar de que el
radicalismo poseía un cierto control y dominio en la
sociedad argentina, su gran heterogeneidad hizo que este grupo
dominante se tornara incapaz de dirigir al país, sumado a
la incapacidad de las clases subalternas para construir un
sistema hegemónico alternativo.
De hecho la cuestión de la democracia
implicaba convocar a una construcción de un nuevo orden social y
político más justo, más racional, en donde
estuviesen ausentes la arbitrariedad, el miedo y la inseguridad,
en el que la libertad y la igualdad no
fuesen meras formalidades legales y en que la
participación de las clases populares fuese decisiva en el
plano de resoluciones fundamentales. Pero esto no sucedió
porque la burguesía argentina no quiso construir un
partido político orgánico que expresase sus
intereses en el sistema de articulación entre la sociedad civil y
la sociedad política. Y no quiso por varias razones: por
ser antidemocrática, por delegar esa función a
las instituciones
corporativas y fuerzas armadas y por tornarse paternalista y
elitista cuya expresión se reflejó en el fraude y las
restricciones electorales.
Con respecto a las ideas de Tulio Halperín
Donghi, básicamente lo que quiso demostrar es que cuando
se emprende una revolución sin saber que va a pasar,
probablemente las consecuencias decepcionan a todos los que
participan de ella y permite, a su vez, observar que la
revolución puesta en marcha por el General Uriburu no era
necesaria.
La finalidad de exponer estas consideraciones previas es
simplemente brindarle al lector algunas de las posibles causas
que permitieron que la revolución del 6 de Septiembre de
1930 fuese posible y se convirtiese en una
realidad.
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