Indice
1.
Introducción
2. Medición
3. Causas
4. Modelo neoclásico del mercado de
trabajo y el desempleo
5. Modelo keynesiano del mercado de
trabajo y el desempleo
6. Las políticas de
empleo
Desempleo, paro forzoso o desocupación de los asalariados que pueden
y quieren trabajar pero no encuentran un puesto de trabajo. En
las sociedades en
las que la mayoría de la población vive de trabajar para los
demás, el no poder
encontrar un trabajo es un grave problema. Debido a los costes
humanos derivados de la privación y del sentimiento de
rechazo y de fracaso personal, la
cuantía del desempleo se
utiliza habitualmente como una medida del bienestar de los
trabajadores. La proporción de trabajadores desempleados
también muestra si se
están aprovechando adecuadamente los recursos
humanos del país y sirve como índice de la
actividad económica.
2. Medición
El método
más utilizado para medir el desempleo se desarrolló
en Estados Unidos
en la década de 1930; muchos países utilizan este
sistema bajo la
recomendación de la
Organización Internacional del Trabajo. Con un
seguimiento mensual de una muestra de familias representativas de
toda la población civil se obtiene información sobre la actividad de cada
persona en
edad activa. Para asegurar la precisión de los datos y facilitar
su recopilación, los encuestadores preguntan qué es
lo que hizo la gente en una semana determinada. Una persona que
realizó cualquier tipo de trabajo durante esa semana para
recibir una paga o un beneficio, trabajó quince o
más horas como un trabajador sin paga en una empresa
familiar o tuvo un trabajo del que estuvo temporalmente ausente,
es considerado como empleado. Una persona que no estuvo
trabajando pero que buscaba trabajo o estaba despedido y
disponible para trabajar se considera como desempleado. A
continuación, el número de desempleados se divide
por el número de personas de la fuerza
laboral civil
(es decir, la suma de empleados y desempleados) con el fin de
calcular la tasa de desempleo. En algunos países, en vez
de elaborar una encuesta
especial, la estimación del desempleo se realiza a partir
de los datos de la cantidad de personas que buscan empleo a
través de las oficinas públicas de empleo o de la
cantidad de personas que reciben compensaciones por desempleo. En
España
se utilizan los dos sistemas
simultáneamente. Por un lado, todas las semanas se realiza
la Encuesta de Población Activa (EPA) entre 60.000
familias y se publica la media trimestral cada tres meses. Por
otro lado, todos los meses se publica el número de parados
o desempleados apuntados al Instituto Nacional de Empleo (INEM).
Entre uno y otro dato se producen grandes discrepancias.
3. Causas
Los economistas han descrito las causas del desempleo como
friccionales, temporales, estructurales y cíclicas.
El desempleo friccional se produce porque los trabajadores que
están buscando un empleo no lo encuentran de inmediato;
mientras que están buscando trabajo son contabilizados
como desempleados. La cuantía del desempleo friccional
depende de la frecuencia con que los trabajadores cambian de
empleo y del tiempo que tardan
en encontrar uno nuevo. El cambio de
empleo se produce a menudo y un importante porcentaje del
desempleo es friccional y sólo dura un corto espacio de
tiempo. Esta clase de desempleo se podría reducir de
alguna manera con servicios de
colocación más eficientes. Sin embargo, siempre que
los trabajadores puedan abandonar libremente su trabajo se
producirá un desempleo cíclico.
El desempleo temporal se produce cuando las industrias tienen
una temporada de baja, como durante el invierno en la industria de
la construcción o en otros sectores de
producción cuyas tareas se realizan a la
intemperie. También se produce al finalizar el año
escolar, cuando muchos estudiantes y licenciados se ponen a
buscar trabajo.
El desempleo estructural se debe a un desequilibrio entre el tipo
de trabajadores que requieren los empresarios y el tipo de
trabajadores que buscan trabajo. Estos desequilibrios pueden
deberse a que la capacitación, la localización o las
características personales no sean las
adecuadas. Por ejemplo, los desarrollos tecnológicos
necesitan nuevas cualificaciones en muchas industrias, y dejan
sin empleo a aquellos trabajadores cuya capacitación no
está puesta al día. Una fábrica de una
industria en declive puede cerrar o desplazarse a otro lugar,
despidiendo a aquellos trabajadores que no pueden o no quieren
desplazarse. Los trabajadores con una educación inadecuada,
o los trabajadores jóvenes y los aprendices con poca o
ninguna experiencia, pueden no encontrar trabajo porque los
empresarios creen que no producirán lo suficiente como
para que merezca la pena pagarles el salario
mínimo legal o el salario pactado en el convenio colectivo
con los sindicatos.
Por otro lado, incluso los trabajadores muy cualificados pueden
estar desempleados si no existe una demanda
suficiente de sus cualificaciones. Si los empresarios discriminan
a algún grupo en
razón de su sexo, raza,
religión,
edad o nacionalidad de origen, se puede dar una alta tasa de
desempleo entre estas personas aunque haya muchos puestos de
trabajo por cubrir. El desempleo estructural es especialmente
relevante en algunas ciudades, profesiones o industrias, para
aquellas personas con un nivel educativo inferior a la media y
para otros grupos de la
fuerza laboral.
El desempleo cíclico es el resultado de una falta de
demanda general de trabajo. Cuando el ciclo económico cae,
la demanda de bienes y
servicios cae también y, por lo tanto, se despide a los
trabajadores.
Un aspecto político muy relevante se refiere a la
relación entre el desempleo y la inflación. En
teoría,
cuando la demanda de trabajo se eleva hasta el punto de que el
desempleo es muy bajo y los empresarios tienen dificultades a la
hora de contratar a trabajadores muy cualificados, los salarios
aumentan, y se elevan los costes de producción y los
precios, con
lo que se contribuye al aumento de la inflación; cuando la
demanda se reduce y aumenta el desempleo, se disipan las
presiones inflacionistas sobre los salarios y los costes de
producción.
4. Modelo
neoclásico del mercado de
trabajo y el desempleo
Los economistas neoclásicos consideraron el mercado del
factor trabajo en la misma forma que al resto de los mercados de
factores bienes, y servicios. Los salarios son el precio que hay
que pagar por los servicios prestados por el factor trabajo.
Cuanto mayores sean los salarios, menor será la cantidad
demandada y mayor la cantidad ofrecida.
El análisis neoclásico se basa en el
supuesto de la flexibilidad de los salarios. Los desplazamientos
que se puedan producir en las funciones de
demanda y oferta de
trabajo provocarán reajustes salariales que en cualquier
caso quedarán determinados en el punto en que se igualen
la oferta y la demanda. Hay dos clases de paro, voluntario e
involuntario, que pueden producirse dentro de este esquema. En el
punto de
equilibrio todos los trabajadores que lo deseen encuentran un
empleo, pero habrá una cierta cantidad de personas que no
estarán dispuestas a trabajar por encontrar excesivamente
bajos los salarios, eso será desempleo voluntario. Si
algun factor externo -sindicatos, gobierno– impide
el reajuste de los salarios, aparecerá el paro
involuntario.
La persistencia de un cierto nivel de paro involuntario
permanente es explicada en el modelo neoclásico mediante
dos tipos de razones: el desempleo friccional y el estructural.
Incluso en la coyuntura económica más favorable, en
las situaciones de pleno empleo, permanecerá siempre un
cierto número de trabajadores en paro por razones
friccionales o estructurales. Es la llamada tasa "normal" o
inevitable de paro.
5. Modelo keynesiano del mercado de
trabajo y el desempleo
En el modelo keynesiano, la causa principal del paro hay que
buscarla en la insuficiencia de la demanda agregada.
Un simple cambio negativo en las expectativas de los empresarios
puede provocar una disminución de su demanda de bienes de
inversión lo que originará una serie
de reacciones en cadena en la que se irá perdiendo empleo
sucesivamente en diferentes ramas industriales. La consiguiente
disminución en la capacidad adquisitiva de los
trabajadores puede agravar el círculo vicioso prolongando
indefinidamente la situación de desempleo.
Los keynesianos rechazan la capacidad del mercado laboral de
ajustarse a la nueva situación modificando los salarios. Y
si el equilibrio en
el mercado de un factor o un bien no puede alcanzarse por la
vía de los precios, se conseguirá por la vía
de las cantidades, apareciendo una disparidad entre las
cantidades ofrecidas y demandadas. Es la rigidez a la baja de los
salarios la que impide que la disminución de la demanda se
traduzca en descensos salariales por lo que se producirá
una situación de desempleo involuntario. El supuesto de la
rigidez de los salarios puede suavizarse si se considera que los
trabajadores tienen ilusión monetaria, es decir, que lo
que negocian en sus convenios son salarios nominales, no reales,
por lo que, si se dan simultáneamente situaciones de
desempleo e inflación, puede producirse un cierto reajuste
de los salarios reales. Esta posibilidad quedaba excluida por las
modernas propuestas del modelo de las expectativas racionales: No
hay ilusión monetaria, por lo que la política
monetaria expansiva se traduce inmediatamente en subidas de
precios y salarios sin que tenga ningún efecto sobre la
producción real. Los keynesianos, en respuesta, dieron la
vuelta al argumento. Aceptando el supuesto de las expectativas
racionales conjuntamente con el de la rigidez de los salarios
nominales, dedujeron que las políticas
expansivas sí pueden tener efecto sobre la
producción real. Por ejemplo, el anuncio de un aumento en
la cantidad de dinero en
circulación provocará subidas en los precios, pero
no en los salarios nominales, por lo que los salarios reales
bajarán; esto permitirá el aumento del empleo y de
la producción real
Pero si los trabajadores tienen expectativas racionales
¿Porqué serían rígidos los salarios
nominales? Actualmente, cuando se firman convenios colectivos
suele incluirse una cláusula de revisión
condicionada al comportamiento
del IPC por lo que los aumentos salariales acordados son reales.
Además, si los salarios nominales fueran rígidos,
los salarios reales actuarían anticíclicamente,
bajando en los procesos
inflacionistas y subiendo en los deflacionistas, lo que no
sólo no es lógico sino contrario a la experiencia
empírica.
El modelo del mercado interno de las empresas trata de
explicar porqué la existencia de trabajadores en paro,
teóricamente dispuestos a aceptar un empleo a cualquier
precio, no provoca la caída de los salarios. En cada
empresa hay un
gran número de puestos de trabajo que requieren cierto
grado de confianza en la persona que los ocupa. Para esos empleos
se buscarán trabajadores conocidos, que ya lleven un
tiempo en la empresa.
Muchos otros puestos exigen una formación muy
especializada que sólo se consigue permaneciendo mucho
tiempo en el mismo empleo. Por tanto los trabajadores en paro no
sirven para ocupar esos empleos y, aunque estuvieran dispuestos a
aceptar salarios más bajos, no representan una competencia real
para los que ya están empleados desde hace tiempo en la
empresa.
El modelo del pago de la lealtad se fija en ciertos
comportamientos que, aunque no sean fácilmente explicables
racionalmente, todo el que haya trabajado en una empresa sabe que
son muy comunes. Hay un amplio grupo de trabajadores que se
esfuerza más de lo que les exige la empresa. Es
comprensible por tanto que la empresa les pague más de lo
estrictamente necesario para que permanezcan en sus puestos. Se
produce una especie de lealtad mutua entre empleados y
empleadores.
El modelo de los salarios anti-escaqueo (shirking)
considera que la empresa no puede estar detrás de cada
trabajador controlándole minuto a minuto para que cada
uno rinda al máximo posible. La mejor forma de incentivar
el trabajo es
ofrecer buenos sueldos. Si los salarios fueran bajos no se
tendría miedo al despido y los trabajadores
adoptarían comportamientos indolentes. Es interesante
constatar que en los países comunistas del este de
Europa, la
falta de temor al despido y los bajos salarios provocaban que el
rendimiento de los trabajadores fuese mucho más bajo que
en los países occidentales; ésa está
considerada una de las razones principales de la caída de
aquel sistema.
El modelo de la selección
inversa subraya el temor de los empleadores a que, en el caso de
que bajasen los salarios cada vez que la empresa atravesara una
coyuntura difícil, los primeros trabajadores en
abandonarles serían los mejores, los que se sintieran
confiados en encontrar fuera otro puesto mejor pagado. Se
produciría así un fenómeno de
selección darwinista de los menos eficaces que
redundaría en perjuicio de la empresa. Es preferible por
tanto no bajar los salarios y adaptarse a las crisis
mediante reajustes de personal en los que se despidan sólo
a los peores.
Es fácil detectar algunas características comunes a
todos estos modelos.
Consisten principalmente en análisis de tipo
psico-sociológico sobre el razonamiento seguido en la
adopción
de decisiones por los empleadores y sobre los mecanismos de
funcionamiento interno de las empresas. Ciertamente consiguen
complementarse mutuamente para explicar porqué los
salarios permanecen altos en coexistencia con altas tasas de
desempleo en el mercado laboral. Comparten un cierto
"espíritu" keynesiano ya que, al mostrar la incapacidad
del mercado de trabajo para alcanzar automáticamente el
equilibrio, están justificando la necesidad de
intervención del Estado: la
única solución para el desempleo consiste en hacer
crecer la demanda agregada.
La intervención del Estado para fomentar el empleo topa
con grandes dificultades. Las políticas expansivas pueden
producir desagradables efectos secundarios, provocando
inestabilidad monetaria y otros desequilibrios. Si lo que se
busca es una oferta de empleo bien remunerado, sostenida a largo
plazo, habrá que actuar de forma muy cuidadosa para que no
sea peor el remedio que la enfermedad.
El aumento de la demanda de trabajadores puede conseguirse con
medidas fiscales que reduzcan los costes salariales para las
empresas, bien reduciendo las contribuciones obligatorias a la
Seguridad
Social (que tendrían que ser substituidas por otros
ingresos del
Estado), bien subvencionando la contratación de
trabajadores que por alguna circunstancia sean menos eficientes,
minusválidos, jóvenes en su primer empleo, etc. La
flexibilización de los empleos, autorizando contratos
temporales y facilitando los despidos, supone de hecho abaratar
los costes laborales de las empresas aunque a costa de la
precarización del empleo.
Finalmente siguen siendo muchos los partidarios de las
tradicionales medidas keynesianas de aumentar la demanda agregada
mediante el aumento del gasto
público, bien mediante contratación directa por
el
Estado-patrón, bien mediante la realización de
obras o inversiones
públicas. A pesar de las argumentaciones de Friedman, los
programas y
gobiernos socialdemócratas siguen siendo partidarios de
políticas activas de creación de empleo
especialmente en países con tasas altas de paro.
Autor:
Auil, Miguel Alejandro
Capdel S.A.
Administración
Nuevocentro Shopping
Duarte Quiros 1400 – Cba.
Tel. (0351) 482-8342 / 351 / 352