Árbol de la esperanza: Antología de décimas hispanoamericanas (página 6)
(Ciego de Ávila, Cuba, 1934). Poeta, periodista y
editor. Miembro de la generación de los años
cincuenta, como el portugués Fernando Pessoa, Raúl
Luis Castillo es el poeta de los heterónimos en la isla.
Recibió el Premio de la Crítica
en 1986.
Pese a autorreconocerse en el "Epílogo reacio" de su
antología El sitio existe, es hermoso, co-mo "un
poeta aficionado" o "un poeta menor", el mesurado lirismo de la
obra, en la que no encarna el patetismo a veces ridículo
del tipo de composición, el alejamiento de la
monótona cantilena folclorista que ha perneado buena parte
de la creación decimística, el emparentamiento
conceptual con las promociones de poetas que comenzaron a dar
conocer sus faenas espinelianas desde finales de la década
del setenta y los decenios siguientes, la tersura de las imágenes,
el cuidado de la expresión, el empleo de
encabalgamientos que no interrumpen la fluidez ni la musicalidad
de las estrofas, hacen de la "Elegía a Pastor Urrutia
Moreno" un singular poema en décimas que merece figurar en
cualquier antología de la estrofa.
Obra:. Los días nombrados (1966); Las
pequeñas historias (1968); Versos del buen
querer (1980); La serena lámpara (1981);
El resplandor de la panadería (1982); El
cazador (1986); Libro de buen humor (1995); El
reino de la invención (1991); El sitio existe, es
hermoso (2006).
ELEGIA A PASTOR URRUTIA MORENO
1
Vengo enlutado y sombrío
Del corazón. Quiero ser
De tierra. El amanecer
Es de júbilo y rocío.
Vengo del duelo tardío
En que pierdo. Iluminado
Y atroz el cuerpo sagrado
Fatiga la melodía.
Y es de mármol la agonía
De tu rostro ensangrentado.
´
2
¿Quién adivinó la suerte
Pródiga que te negaba
El Orco? ¿Dónde abismaba
Tu rostro el coro de muerte?
¿Quién llega para ponerte
Pobre y feroz el sudario?
¿Quién vuelve desde el
santuario
De sombras por el camino
Descifrando en tu destino
Las ráfagas del Calvario?
3
¿Quién fatigó los
caminos
De la eterna cacería?
¿Qué mano la algarabía
De luces? Por los caminos
Corre presagios. Los trinos
Abaten el contrafuerte
De fuego. Puedo tenerte
En la vasta soledad
Como si en la inmensidad
Te soñaran con la muerte.
4
¿En qué aciagos corredores
Tu paso abrumó a la sombra?
¿Qué lejana voz te nombra
Con sus vagos resplandores?
De ti borran los fulgores
Ciegos la melancolía
Tenaz. Vuelve la elegía
Gentil al negro recinto.
Y en el fiero laberinto
Era la noche que ardía.
5
Era la noche y sediento
Y fiel mordías la calma
De la noche. Ibas del alma
Grave y mortal. En el viento
Oscuro tu pensamiento
Develabas el arcano
Mundo voraz de la Mano
Atroz que te perseguía
Queriéndote. La armonía
De horror estaba en tu mano.
6
Lívido y noble camina
Tu cuerpo en la oscuridad.
Es honda la soledad
En que tu frente germina
De esplendor. La piedra es fina
Donde grabas abismado,
Solar, el cuerpo soñado
Del augurio que te nombra
Como el sueño. Es de la sombra
Fugaz el enamorado.
7
Fugaz como su reflejo
Tu alma vi en las arboledas
Volar. Por las arboledas
Tu alma brillar. Su reflejo
Repetir en el espejo
Oscuro la cacería;
Los fierros de la agonía
Herir con rabia tu rostro
Y oscurecerlo: en tu rostro
El fuego de la agonía.
8
¿A qué sitio se aventura
Tu cuerpo desalojado
Del espacio? ¿Qué aterrado
Golpe vibró en tu locura?
¿Qué instrumento la hermosura
Puede coronar de abrojos
Mortales? Vuelven los rojos
Resplandores de tu frente.
Y llegan desde el Oriente
Carbones para tus ojos.
ENVIO
Que lleven los pabellones
De tu verso el paraíso
De la nube y del hechizo
Que vibra en los corazones.
Vengan las crepitaciones
A fundar la primavera;
Que bese tu calavera
La raíz del espartillo
Y aromas de romerillo
Deslumbren a la Quimera.
Que El Escambray te levante
El más alto monumento
Y que en las ondas del
viento
Tu límpido nombre cante.
Podrá el céfiro triunfante
Orquestar la sinfonía
Los temblores de armonía
En que firme tu voz suena
Por los montes. La serena
Lámpara del mediodía.
EL SITIO EXISTE, ES HERMOSO
A mi amigo Gil Toribio
En el espejo borroso
miro el rostro. No es aquel
rostro que vuelve; el tropel
es avaro y silencioso.
El vértigo silencioso
escucho; el ave cantar.
La sombra desdibujar
lenta la mano desnuda.
Sobre la página muda
la imagen brilla al
pasar.
Máscaras puede soñar
la tenacidad del día
que se pierde. La porfía
de la noche es barajar.
Nadie le puede borrar
el rostro desorejado.
Mas debe poner cuidado
quien abra su corazón
(puro y venturoso) con
el eterno enmascarado.
Las cartas sobre la
mesa
y grave el ojo a soñar
fuegos donde mitigar
la insoportable belleza.
Vuelve altiva la cabeza
al horizonte encendido:
soberbio el rostro vencido
fraguaba el reloj de arena
-y la cúspide serena
es de silencio y de olvido.
Urde la noche el espejo
en que la imagen perdura
clamorosa. La figura
es de horror en otro espejo.
Busco, lívido, el reflejo
por el viento rumoroso.
Y en el rostro venturoso
alarma la simetría
del rostro; la melodía.
El sitio existe, es hermoso.
SEVERO
SARDUY
(Camaguey, Cuba, 1937-París, 1993). Narrador, poeta y
ensayista.
En su ensayo "Sarduy
y el neobarroco" incluido en Severo Sarduy: Escrito sobre un
rostro (2003), Luis Álvarez afirma: Sarduy
especifica, de manera más insistente que Lezama y
Carpentier, la relación entre Hispanoamérica y el
barroco,
puesto que adelanta una explicación asentada en su
propósito culturológico de ancho aliento y, al
hacerlo implícitamente, subraya la cuestión de la
interrelación entre el exceso y el vacío, entre el
horror vacui y el mero juego
despojado de solemnes significaciones referenciales, la
agresión continua al lenguaje y la
ambición de establecer una gramática. [.]
La narrativa y la poesía de severo Sarduy trasuntan
esta vocación apasionada por la estética neobarroca.
Las décimas incluidas en la presente selección
dan crédito
de su cubanía raigal y sus deudas expresivas con el autor
de Paradiso. Sin embargo, son un ejemplo otro dentro de
la variedad creativa del camagüeyano, ejercicio de
sustanciales búsquedas y encuentros con el alma de la
nación.
Obra. Gestos (1963); De donde son los
cantantes (1967); Escrito sobre un cuerpo (1969);
Cobra (1972); Big Bang (1974); Barroco
(1974); Maitreya (1978); La simulación
(1982); Colibrí (1984); Un testigo fugaz y
disfrazado: sonetos, décimas (1984);
Cocuyo (1990); Pájaros de la playa
(1993).
SEXTETO HABANERO
(fragmento)
1
¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes de Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?
(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)
DECIMAS
(fragmentos)
Flauta. Son. La madrugada
se descompone en su prisma
de grises donde se abisma
el gris de tu voz rajada.
Blanco. La línea borrada
de una guitarra. Lo sabes:
corresponden con los graves
las diferentes texturas
del tres. El color sutura
y da el compás de las claves.
(.)
No acudas a linimento,
alcanfor, miel o saliva,
que atenúen el momento
de más ardor. No se esquiva
con ardid, ni se deriva
esa quema: se convierte
en su contrario. Divierte
el placer así obtenido
por el sendero invertido:
más vida cuanto más muerte.
Ya lo ves: de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
el aparente sentido
del cuerpo oscuro y prohibido
– o del tuyo en el espejo
de la otra piel -. No me
quejo
de arder. Ni de haber ardido.
Tu cuerpo se recortaba
contra la persiana obscura
trazando una línea pura
–la del torso- que ondulaba
con tus gestos. La chilaba
–una línea paralela-
en el espejo, una vela
y la curva de una fruta
eran la doble voluta
que estructuraba la tela.
Tanto arder, tanto valor,
tanto ataque y retirada
ante ese umbral en que nada
alivia más el dolor
que su incremento. O mejor:
hay un punto en que el exceso
–y que mediten en eso
los mesurados- bascula
en su contrario. Calcula:
ir más allá en su regreso.
Se esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un cierto asustado.
La furia –más que el deseo-
de penetrar, era el reo
que lo impedía… Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
"más vale maña que fuerza".
No porfíes, no rememores,
que no se olvida el olvido
ni su embriaguez: lo que ha sido,
es y será. Sinsabores,
dramas discretos y amores
sin nombre, van a la quema
final, como un torpe emblema
de eternidad. No perdura
más que el goce y la textura
de un instante: ése es mi lema.
DECIMAS
CORONA DE LAS FRUTAS
(Fragmentos)
ANÓN
¿Quién no ha probado un anón
a la sombra de una ateje?
Danae teje y desteje
Empalagoso y dulzón
para el gusto no avezado;
ni verde ni apolimado (sic)
el paladar lo disfruta.
Fruta no: pulpa de fruta.
Goce: mas goce al cuadrado.
MANGO
Se formó el arroz con mango,
rey de la gastronomía;
si hilachas de oro, armonía
tenebrosa y cruel: de tango.
Manjar del más alto rango,
heráldica de lo poco.
Aguardiente, agua de coco:
las bebidas que reclama.
¡Qué cenit – diría Lezama – ,
qué corona del barroco!
[.]
MARAÑON
Si bien aprieta la boca
el marañón sabrosón,
ácido y luego dulzón
al paladar se trastoca.
Importancia tiene poca
si su jugo se derrama:
un súbito, un vago drama,
un ligero sobresalto,
cuando su rojo es más alto
que el colibrí, que la llama.
NISPERO
Níspero de ocre tranquilo
blasón de la piel mulata:
son que se ata y se desata
sobre una guitarra de hilo.
Noche que muere en el filo
de la luz que va brotando,
palmera garabateando
su penacho por el cielo;
níspero: gula y desvelo
del gallo que está cantando.
MAMEYA
Recuerdo el salón sombrío
y la estricta compotera,
la reja, la enredadera
y las mañanas de frío;
más que el silencio el hastío
del aciago Camagüey,
siempre añorando su grey
como un río su afluente.
Y recuerdo aún más la fuente
donde tronaba el mamey.
COLOFON
Se acabó lo que se daba
–que era nada- y es por eso
que la carencia en exceso
también sobra. Confrontada
con su rival, la Materia,
la Nada se puso seria
y la desafió –en allegro -:
"El viento –mas no las flores-
píntamelo de colores,
o gris con pespunte negro".
EN EL AMBAR DEL ESTIO
A Jorge y Miguel Barnet, a Los Orishas en Cuba,
de Natalia Bolívar
Aróstegui, y, claro está, a Lydia Cabrera y Pierre
Fatumbi Verger.
ORISHAS
(Fragmentos)
OLOFI, OLODUMARE, OLORUN
Al principio: la conciencia
ilimitada y ardiente
de Olofi, fábula y puente
de toda posible ciencia.
Del universo la
esencia
va a surgir: O surgió dentro
de un tiempo sin
tiempo. Encuentro
de opuestos, aunque distante
la llamarada es cegante
del Sol. Un ojo en el centro.
OBATALÁ
Ropa blanca si le rezas.
Dieciséis plumas de loro.
Majá, perfil –y nunca oro-
al dueño de las cabezas.
Con su bastón te enderezas.
Cuida de que no se vengue
si ve juerga, orgía o jelengue.
Cascarilla, algodón, nata,
dale con grajea de plata
y una torre de merengue.
CHANGÓ
Un hacha como sombrero,
rojo y blanco, blanco y rojo;
nada apacigua el enojo
del amo, jefe y guerrero.
Dando vueltas al carnero
se aproxima a los tambores
entre manzanas y flores.
Un rayo de luz quebrada
sobre el castillo y la espada.
Cabio Osile cuando le ores.
[.]
OYÁ
Monte oscuro, noche oscura;
centellas y dos espadas.
¡Deje sus puertas cerradas
la fúnebre arquitectura!
Su paso que se apresura,
y el mármol barroco y
serio,
sellará todo misterio.
Guarda, tras nueve colores,
guadañas, cirios y flores,
la dueña del cementerio.
[.]
IX
Mitad hombre, mitad
pez,
yace con siete cadenas
más allá de las arenas.
En sueño lo vi una vez:
del rostro la redondez
con hondas rayas tribales
y ojos blancos abisales
ahuyenta ese mal severo.
Boca abajo, en el tablero,
dieciséis cauris rituales.
X
Madre de agua. Luna
nueva:
una paloma, un cordero,
ofreceré al mar austero,
para pasar esta prueba.
La vida muerte
conlleva.
Una cruz de cascarilla
sobre la frente amarilla:
firmarás mi último aliento.
Y contra marea y viento
remaré. Hacia la otra orilla…
EPITAFIOS
(Fragmentos)
I
Yace aquí, sordo y severo
quien tantas suelas usó
y de cadera abusó
por delantero y postrero.
Parco adagio –y agorero-
para inscribir en su tumba
–la osamenta se derrumba,
oro de joyas deshechas -:
su nombre, y entre dos fechas,
"el muerto se fue de rumba".
II
Aquí reposa burlón,
ángel de la jiribilla,
el mago de la cuartilla
y hasta del más puro son.
Un trago de ron peleón,
un buen despojo, una misa
y un brindis seco y sin prisa
para aplacar a los dioses
ausentes, sino feroces:
¡Al que se murió de risa!
III
Volveré, pero no en vida,
que todo se despelleja
y el frío la cal aqueja
de los huesos.
¡Qué atrevida
la osamenta que convida
a su manera a danzar!
No la puedo contrariar:
la vida es un sueño fuerte
de una muerte hasta otra muerte,
y me apresto a despertar.
[.]
VII
Que den guayaba con queso
y haya son en mi velorio;
que el protocolo
mortuorio
se acorte y limite a eso.
Ni lamentos en exceso,
ni Bach; música ligera:
La Sonora Matancera.
Para gustos, los colores:
a mí no me pongan flores
si muero en la carretera.
PEDRO
PÉGLEZ
(Jesús del Monte, Ciudad de La Habana, 1945). Ha
obtenido en dos oportunidades (2000 y 2004) el Premio
Iberoamericano Cucalambé en décima escrita.
Al decir del poeta Roberto Manzano: «La hechura de sus
décimas es incambiable. Son las credenciales de la hechura
de su mundo interior. Con sintética habilidad son
manejadas las operaciones
artísticas que conducen a un resultado de
apreciación anímica, o a un estado sutil
de pensamiento, o
a una representación de carácter onírico que no pierde
jamás sus poderosos visos de realidad. Son las
manipulaciones íntimas de la imagen, en que se
debe tener una singular capacidad de retención y
despliegue, pues las figuras movilizadas son ideales, y es como
levantar esculturas de niebla y empotrarlas silenciosamente en
palabras.»
Obra. Recuerdos de la amistad (1976); Esos
hombres que hicieron pueblos (1976); Canción
de abril y junio (1982); Hacer y hacer (1983);
La ciudad como testigo (1986); Glosa por ti
(1996); Los estertores del agua (1998);
Guaminiquinaje (2000); Viril mariposa dura
(2001); In)vocación por el paria (2001); La
noche es ella (2001); El ácana diluvia
(2001); Tribulaciones del arca (2002); Paflagonia de
noche según el condenado (2003); Cántaro
inverso (2005); El drama del iceberg (2006).
MENSAJE NO ENVIADO DE MIGUEL PARA ANA, ESCRITO EN LA NOCHE
FEBRIL DEL JUEVES SANTO DE 1595, Y HALLADO EN EL TERCAMENTE VIVO
FUERTE DE SAN TELMO
La puerta en medio
La puerta
que Dios no nos deja abrir
La puerta del buen morir
sobre la hoguera entreabierta
de la piel
El agua alerta
desteje labios prohibidos
en nuestros cuerpos
Latidos
que traspasan cada sombra
Mi voz sin voz que te nombra
Tú rehaciéndome en gemidos
que brotan entre los nidos
del alma
¿Será tan ciega
la mano de Dios que riega
cadenas a los uncidos
de amor?
No Relatos idos
nos avienen otra unción:
Ah mi Tamar Ah mi Amnón
El agua oculta florece
y la puerta se humedece
(La puerta es otro Absalón)
Madre dad la bendición
a estos cautivos
"Amaos
-nos dijo la muerte-
Daos
la fiebre del
corazón
y nunca os odiéis Perdón
no requiere el ansia alada
toda en Dios iluminada"
Tus manos Ana en mis manos
tantos iviernos veranos
tantas páginas sin nada
más que la dulce estocada
de sabernos
(Ah mon coeur
sera la mort sans la soeur
de ses sentis)
Tu mirada
desabrochándome cada
lágrima cada desvelo
Mi boca en cada consuelo
de tu boca en tu corpiño
bajo tu encaje mi niño
aliento tu aliento al cielo
tu mano y mi mano al vuelo
paciendo bajo tu enagua
a otra oveja estalla el agua
de Dios se funde el anhelo
de árbol y tierra.
Y en celo
sigue implacable el portón
(La puerta es la transgresión)
Ana adiós
Se oyen rebatos
queda en Eros
Yo en Tanatos
(La puerta es otro Absalón)
PARA UN RETRATO DE YAZMINA
Los cuerpos que se aman jamás son los
cuerpos
reales, sino otros que suscita y
proyecta
la imaginación de los
amantes.
Severo Sarduy
En tus ojos algún dios
se está tomando un café
Sentado está en su porqué
donde urgen dos llamas dos
Por el pliegue de a voz
(siempre es doble) no le avisto
el pudor
No sé si es Cristo
o Atabey Ochún o Pan
Juana de Arco o Gengis Khan
Sor Juana Inés o Mefisto
Por el pliegue de tu voz
la luna filtra un visaje
de Julieta
Algún tatuaje
lubrica idilio y adiós
Todo en uno Todo en dos
cuerpos que liban la piel
con la renuncia
Y en el
agua que lame tu fuente
se baña Fanny indolente
posponiéndote la hiel
Hay un orgasmo en tus pies
otro en tu puerto en tu oído
en tu azul y la libido
te erige en reto otra vez
Todo en una en dos en tres
derrotas de la costumbre
El mástil arde en tu lumbre
La Marteuil y Mesalina
nos rocían la opalina
extremaunción de la herrumbre
Luego Gioconda te alcanza
¿Qué me pides desde
dónde?
¿Qué desacato se esconde
en tu esfinge que me avanza
la ausencia?
¿Qué trunca danza
deja en tus ojos la voz
desabrochada en la tos
de Margarita Gautier?
(En tus ojos el café
se está bebiendo a algún dios)
MENSAJES DESDE ALTA MAR
(Manuscritos hallados en sendas botellas de
cerámica, en disímiles sitios
cercanos bajo el puente de la abadía de Alamar, muchos
años después de que el río se sacara, en el
Año del señor de mil y novecientos noventa y
nueve)
PRIMER MENSAJE
Papá:
Seguí tu consejo de bendecir los lunares y rescatarlos
en pares a bordo del barco viejo que me estrenaste. (El espejo me
dio un voto de paciencia pero no lo usé: Tu ausencia me
pidió zarpar muy pronto.) Ahora tirito en el ponto sin una
pizca de anuencia. (Diluvia). La culpa en la deriva. Los remos de
mi impaciencia naufragan en la clemencia de la barca. Me
acompaña Cupido con su guadaña.
Adiós. El puerto se aleja.
Un beso.
Tu hijo.
(Una vieja versión nueva de tu
hazaña)
SEGUNDO MENSAJE
Papá:
Un vencejo vibra en la cubierta. ¿Lo has enviado
tú por mi rescate? ¿O deberé ser yo quien le
desate las amarras y cierre la compuerta de la lluvia que sangra
su ala abierta? Con soledad de incauto yo dirijo la cura del
vencejo y su amasijo de coplas (¿negras?
¿blancas?). Sus efluvios ¿qué
anunciarán? ¿El sol?
¿Otros diluvios?
Cupido me vigila. Un beso.
Tu hijo.
TERCER MENSAJE
Mi querido papá:
Debió el vencejo conjurar otra lluvia sobre el arca
pero no pudo el pobre: De la barca quiso partir: Cierto lunar muy
viejo y otro antiguo acosaron su entrecejo. (Un golpe de agua
turbia, algún crujido, le tejieron de cruces el sentido).
desde su fuga en pena por acá diluvia tanto.
Sálvame, papá.
Tu hijo.
(reo infame de Cupido)
CUARTO MENSAJE
Papá:
Ya sé. No hay vencejo que exorcice la tormenta. De esta
lluvia truculenta ya el cuento se ha
puesto viejo y no queda animalejo que se aventure al conjuro.
Falta hace el ave (lo juro) siquiera para el rescate.
Papá, adiós.
(El barco late como un corazón
impuro)
ULTIMO MENSAJE
Papá:
Recibí tu aviso: nadie salvará esta nave sino
yo. Cruda es la clave. (Ahora diluvia granizo). Si escondo en el
entrepiso de la barca el remo roto nadie buscará el ignoto
vestigio de mi diatriba. Pero será la deriva mi
bumerán. Yo, el devoto de aquel cristal, hago un voto ante
tristísimo pares: Yo bendije los lunares. Yo
consagraré el remoto salvamento del piloto y de su
rémora. (No importa quién diluvió).
Cupido con su cadalso me tizna el pecho
descalzo.
Adiós, papá.
Tu hijo.
(Yo)
EL AMANTE INMÓVIL
¿Cuándo volverá el asedio
a Troya? Dispongo el arco
y me adivino algún barco
en el horizonte. (El tedio
es otro enemigo) En medio
del risco pienso en la noria
del tiempo (lenta victoria)
La ausencia Nunca la ausencia
me dio su voto y su anuencia
para ensillarme la gloria
¿Cuándo volverá la euforia
de gris? Mi cabalgadura
desespera su montura
para acabar esta historia
(La noria siempre la noria)
Troya ajena a los arrojos
del invasor Mis enojos
saben triste Llueve el ansia
Yo aferrado a la distancia
con la ausencia de mis ojos
OTRA VEZ SENTENCIA APOLO
Culpable el vino Cibeles
no tuvo la culpa. Su hijo
–rey de Frigia- ese prolijo
don recibió entre toneles
del buen Baco. Ahora las mieles
son metales.
Qué ebrio dios
me trueca el néctar en los
destellos (Qué bien va Midas
llevando por mí prendidas
dos orejas de asno, Oh Dios)
SI EL EGEO NO ME BAÑA
cómo creo cómo creo
en Tracia si muere Orfeo
talado por la guadaña
de una deidad
(su pestaña
tan filosa)
Cruel engaste
sin que Calíope gaste
ni una lágrima.
No tientes
la mar.
Yo tendí los puentes.
Sólo que tú no cruzaste.
Raúl
Hernández Novás
(Ciudad de La Habana, 1948 – 1993). Poeta y ensayista.
Obtuvo los Premios 13 de marzo, 25 Aniversario del periódico
Juventud Rebelde, Julián del Casal y el Premio de
la Crítica
en dos oportunidades.
Poeta medular, transformado en mito por sus
exégetas y por los valores
intrínsecos de su obra, es uno de los autores cubanos que
mayor comunión estableció con las esencias
líricas y espirituales que envuelven la Isla. Su poesía
y sus ensayos
rebasan lo puramente idealista, metafísico o materialista
y se convierten en símbolos de la cubanía que va
más allá de confitados mirabeles, voluptuosos
fruteríos y alucinantes paisajes del trópico, para
ser una actitud muy
peculiar de asumir e interpretar la realidad y el espacio
físico.
Hernández Novás, uno de los pináculos de
la catedral poética nacional, padeció la
poesía, concibió su obra como una poética
del padecimiento y la enfrentó al reto de la posteridad.
Hondo y desgarrado, lúcido y sobrecogedor, el R.H.N.
vertido en las décimas escogidas para esta selección
no puede ser otro que el escribió "Sobre el nido del cuco"
y los conmovedores Sonetos a Gelsomina.
Sus angustiados y autodestructivos versos dan la
impresión de haber sido concebidos en un rapto, en medio
de un desequilibrante disturbio emocional, y en ocasiones
insinúan una especie de modelo
inalterable, de recipiente originado por un vaciado.
Las estrofas incluidas en esta selección, escritas
fundamentalmente en endecasílabos –metro en el que
el poeta se movió con mayor libertad–
sobrevivieron gracias a la publicación de la
antología Amnios. "Est", sombría
anticipación de su trágica desaparición, sin
ser una elegía es un texto
estremecedor, de esos que conmocionan y obligan al lector a hacer
una dilatada pausa en la lectura,
como ocurre en nuestra poesía ante "La vuelta al bosque"
de Luisa Pérez de Zambrana, "Doña Martina" de
Navarro Luna o "La fuga del Ángel" del Indio
Naborí.
Hernández Novás escribió un libro de
décimas: Figuras decimazas y cantadas, que no
llegó a publicar.
Obra. Da Capo (1982); Enigma de las aguas
(1983); Embajador en el horizonte (1984); Al
más cercano amigo (1987); Animal civil
(1987); Sonetos a Gelsomina (1991); Atlas salta
(1994); Amnios (1998).
MACK SWAIN
Sobre la nieve suave, bajo el cielo
arde mi huella grávida y cansada:
cuando sueño, una estatua iluminada;
una sábana blanca cuando velo.
Aún tiembla de candor the little
fellow
en mis ojos sumidos y sin brillo:
el David peregrino, el hombrecillo
me asaltó, y en la tierra ha
derribado
al Goliat santurrón que guarda inflado
su botella de whisky en el bolsillo.
II
Ya sin moneda, sin botella fría,
al viento el alma que el
alcol (sic.) calienta,
nieva en mi piel oscura la
tormenta
y mis pasos exánimes desvía.
No me desvela con su algarabía
la tropa de aves blancas,
y su coro
cae lentamente sobre mi tesoro:
cante y grite de júbilo mi ave,
grite y chille su azar, que nadie sabe
dónde he encontrado mi montaña de
oro.
III
Si pierdo la memoria, no
me falla
la luz interna con bastón de
caña,
la flor prendida a su chaqueta extraña
y su hongo que penetra en la muralla.
Black Larson pasa, el látigo restalla
en los gozques de nieve y en mi lloro
con un golpe de sal.. Yerra mi azoro,
grito, y el ave fría no responde,
mas aún vivo, pues sólo él
sabe dónde
tengo escondida mi montaña de oro.
IV
donde en alto fulgure tu cabeza
allí está el girasol,
allí su norte
EMILIO BALLAGAS
Yo te busco en la nieve, huraño amigo.
Donde dejaste tu desnuda huella,
allí está tu portal, allí la
estrella
nieva la sola que otorga abrigo.
Vamos contigo, luz, vamos conmigo,
recuérdame los tránsitos que
ignoro
y la morada donde en sueños moro,
sobre el abismo la casucha helada
que cruje de puntillas en la nada,
y será nuestra mi montaña de
oro.
V
"Big Jim, Big Jim, tu estatua llora un
río."
Dirán que amontonabas sobre el hondo
astro, la nieve de un muñeco
frío.
"Fuiste –dirán- el ancla que en el
fondo."
-O how he liked to suffer.
No respondo.
Como si fuese nieve piso el cieno.
Ha licuado la estatua su veneno.
No importa. Labraré una estatua nueva.
Iré adormir con los pequeños.
Nieva.
Recordadme como un gigante bueno.
CHAPLIN, The Pilgrim, The Gold
Rush.
EST
A Enrique Sainz
I
A veces en la noche cenagosa
o en la tarde desierta que no pasa
llena el ámbito frío de la casa
esa voz del teléfono angustiosa.
Sé que hay alguien detrás de la
ruinosa
muralla de la tarde y la distancia:
la metálica voz que nos escancia
una lluvia de agudas campanillas
calza sus botas de insondables millas,
inquieta funda en la amistad su
errancia.
II
Y sé que estás allí, porque
parece
que ya no estoy tan solo en mi recinto
y tu hilo a mi oscuro laberinto
viaja en el aire y en la
sombra crece.
será que piensas en el que padece
y que tu voz hasta mi entraña vuela
porque el frío que siento se nos cuela
al corazón desde algún mismo
polo.
Será que tú también te
sientes solo
a pesar de tu grávida parcela.
III
Sé que estamos aquí por una
hora,
cae la nieve, la estrella y el momento,
todo sigue callado el movimiento
de bendición con que la lluvia llora,
todo sube a caer.
Paulo maiora
canamus:
Se alza el sol desde esta orilla,
la savia asciende para la avecilla
y nutre el río insomne de su canto,
eleva el cielo su inasible manto
y abre sus alas tiernas la semilla.
IV
Se alza en el seno de tu casa el vuelo
de la conversación, grato a la vida.
Un libro insomne, siempre abierto, anida
en los ojos como un ungido abuelo.
casa de estrellas para el reyezuelo,
vía de nardos a la mariposa,
humo de la palabra en que se posa
la luz, como la estrella en su penumbra,
portal inexistente que me alumbra
el regreso a la noche cavernosa.
V
Yo estoy aquí, esperando tu llamada,
sentado, incómodo, con la angustiosa
certidumbre de ser, extraña cosa
a un sepulcro de carne arrebatada.
Tú estás allá, en la vida,
en la asonada
de gritos y de llantos y de risas,
desde esa lumbre de verdad me avisas
que estás donde yo estoy, donde me
llamas,
y aún estarás cuando tras de las
llamas
responderte no puedan mis cenizas.
ROBERTO
MANZANO
(Ciego de Ávila, Cuba, 1949).
Profesor,
escritor, editor y diseñador gráfico. Fue nominado
al Premio Reina Sofía de España. Ha
obtenido, entre otros, el Premio Silvestre de Balboa 2004; el
Premio Internacional de Poesìa Nicolás
Guillén, México,
2004 y el Premio Nacional de Poesía Nicolás
Guillén, Cuba, 2005.
En el contexto de las letras cubanas el decimario El
racimo y la estrella es un libro distinto. Cercano a la
tradición del canto a la naturaleza
cubana y perteneciente al ciclo que el propio poeta ha denominado
"Poesía de la tierra", este volumen filtra a
través de una dialógica brecha intelectiva la
emanación filosófica consustancial al poeta y a su
comprensión del universo. A horcajadas sobre los
entrañables dictados del Apóstol, el hálito
cucalambeano, tamizado una y otra vez por la sensibilidad y la
cosmovisión de Manzano, se adueña de una zona
permanente pero redescubierta, de un fónico islote
visible-invisible, develado gracias a la intensidad del
poietés y a su peculiar conformación del
entramado artístico. Imágenes y
metáforas sorprendentes, infrecuentes asociaciones
lingüísticas y contenidistas, participan en el
discurso de
uno de los mejores poetas cubanos vivos en el momento en que se
prepara esta muestra de la
décima iberoamericana.
Obra: Canto a la sabana (1983); Tablillas de
barro (1996); Puerta al camino (1992); Mito y
texto de José Martí (1996); Canto a la
sabana (1996); El hombre cotidiano (1996); Pasando
por un trillo (1997); Pasando por un trillo (1997);
El bosque del alma (1998); Transfiguraciones
(1999); Miel sobe hojuelas (1999); Tablillas de
barro (2000); El racimo y la estrella (2002);
Synergos (2005); Encaminismo (2005);
Poesía de la tierra (2005); Pensamientos
libres (2006).
EL RELAMPAGO EN LA ESPIGA
(Fragmentos)
4
En la noche la tablilla
de barro se va esculpiendo.
Estilete sin estruendo.
Frase desnuda de arcilla.
Bajo la luna amarilla
el susurro de lo oscuro.
Por delante el libro puro,
como un salmo de piedad.
Y esta abierta claridad
despuntando en lo futuro.
Simbolismo del que junta
lo que muere, lo que vive.
Escritura del que escribe
con el corazón en punta.
Del callado que barrunta
lodoso sur, pétreo norte,
queriendo dar el aporte
del más oculto olivino
bajando, loco y cetrino,
por la estrechura del corte.
Qué obcecado escribidor.
Con los fragmentos de mundo
resonando en lo profundo
del olvido y del amor.
Suena el platillo de honor
para el escriba reciente.
Y este escribidor paciente,
qué esculpe con tanto afán?
Las iniciales del pan,
del esfuerzo y de la fuente.
Tras qué trillo oscurecido
desaparece el ganado?
En qué horizonte borrado
arde el carbón del olvido?
Al escribir, un sonido
lleno de crepitaciones
propaga sus efusiones,
y la soledad más tarda
se levanta en la gallarda
cerrazón de los plantones.
10
Para vivir, qué manera
de juntar carbón y astro.
Pisar sobre el mismo rastro
con la suela venidera.
Lo que será, lo que era
se amalgama con el es.
El antes con el después,
lo solar con la penumbra:
algo se apaga y alumbra
al derecho y al revés.
Bituminoso el destino
va ganando irradiación..
Sólo quiere combustión
que cristalice el camino.
Y acabará cristalino,
gastado, pero en cristal.
Sombra cegante: fanal.
Gota solar que se ofrece.
Lo vivido se escandece
como un hornillo mortal.
De qué manera el vivir
pide muerte sucesiva.
Nuca a la vida se arriba
sino a través del morir.
Para quedarse, partir.
El adiós que se dirá
retiene al que parte, y da
un círculo comprimido.
Dilatado, y contraído,
va volviendo en lo que va.
Corriendo veloz a un punto
donde gira, ya sumado.
A brasas huele el pasado
y es de brasas su trasunto.
Condensado contrapunto.
Astral carbón que culmina
con el astro que germina
como una resurrección:
hay un astro en el carbón
y en la brasa mortecina.
11
Adónde, águila mental,
alzas vuelo presurosa?
Al ascender, espaciosa,
cuál es tu reino total?
Hacia qué oriente natal
o cielo sin angostura?
Chispa de desplegadura
es tu corazón: ascenso
que quiere tocar lo inmenso
con ademanes de hondura.
Adónde, águila mental,
vas con ala portentosa?
Qué columbras acuciosa
sobre el celaje rural?
Qué brindas al cenital
sentido de la andadura?
Ala soberbia y oscura,
ala que en fulgor propenso
con un aletear intenso
cubre de luz la llanura.
Adónde, águila mental,
ojo que capta y acosa,
marchas con la numerosa
fuerza de lo natural?
Eres turbión, o un astral
relámpago, la locura
del silencio, la premura
del elevarse más tenso?
Mensaje de lo que pienso
en la distancia más pura.
Subes, águila mental,
y lo que tu vuelo osa
me multiplica la rosa
viva de lo cerebral.
Bajo tu golpe caudal
el oxígeno
se apura,
y la leve arquitectura
de tu volar más extenso
es un pensamiento inmenso
abovedando la altura.
21
Cuando me miro la vida
en el trillo cantarino
miro un polvo de camino
y una suela consumida.
Orillada y florecida
voy mirando la arboleda.
Y con la mente que rueda
por llanos de ayer y hoy,
siento la raíz que soy
en la fonda que se hereda.
Yo también seré heredad
del futuro caminante
cuando mire lo distante
revelado en claridad.
Esculpí en sonoridad,
con buriles, la llanura,
y buscador de la hondura
germinadora del hueso
siempre estaré de regreso
cuando suene la hermosura.
En medio de luz batiente
y en medio de sombra espesa
he grabado la belleza
de lo que he tenido enfrente.
Con el ojo adolescente
atisbé en mi corazón,
y hallé adentro la razón
terrestre de mi existir
cantando con un latir
de ráfaga en el plantón.
Siento ahora en mi osamenta
un fósforo ya maduro
que puede cantar seguro
en la nuez de la tormenta.
El corazón me presenta
un torbellino sonoro,
y en ese bullir del oro
que mi corazón levanta
oigo que la vida canta
como mismo canta un coro.
16
Bajo la sombra del ilang-ilang
escribo con el sol majado en el mortero del
follaje;
allí sentado escribo, en medio del
paisaje
interior que los hombres en sus casas se dan;
escribo, mientras los minutos van
cayendo, como mismo baja las hojas demoradas;
las manos, alertadas,
copian en verbo rápido el suceso;
de cuando en cuando advierto el leve peso
de monedas solares desde arriba lanzadas;
pero la sombra gana la partida
y se siente un frescor que estimula a cantar;
en este manso sitio se puede oír el
mar
cuando quiebra su frente
en la margen herida;
se podría escuchar la boda enardecida
del basalto y la estrella;
o el texto aquel que dice la querella
-lo cantó Juan Cristóbal- dentro
del bosque umbrío;
soy del planeta, pero tengo un fragmento
mío
donde poner la huella;
ahora mismo las voces de los
que allí trabajan
escucho;
me gusta mucho
sentir cómo el sonido y lo
silente encajan;
las raíces que suben, los follajes que
bajan
arriban solos a mi copa honda;
soy la cepa y la fronda
de un viejo eslaboneo;
percibo, más allá de lo que
veo,
una luz más redonda;
tiene que haber un reino de mayor
señorío
y un espacioso de más delgada
transparencia;
porque lo eterno nace desde la contingencia
y a la cumbre se llega transitando el
bajío;
distingo ahora el impalpable envío
de los otros, adentro de esta honda soledad;
siento, por sobre la inconformidad
de mi sangre, una
médula posible;
es algo unible
que se columbra hacia la oscuridad;
oh tarde silenciosa,
me siento sin edad, con todo el tiempo unido;
cómo es posible si yo no he vivido
mucho más que la rosa?;
y he sido una centella de carencia imperiosa
y un duro rayo de dolor tremendo;
cómo es posible, qué es lo que no
aprendo
dentro de esta obcecada lucidez?;
ah la altivez
enarbolada en medio del remiendo;
y no eres dueño
ni de tu propio sueño;
sólo has tenido, y al desgaire,
el aire;
pero has sido monarca del empeño
y de la trémula mensajería de lo
invisible;
se te volvió escribible
el mundo;
y ardes profundo
igual que un combustible;
azul derribo, el resplandor ahora
cae trucidado de la altura;
dentro de la blancura
de la página es una rabia invasora;
hacia la sombra protectora
corro el asiento;
y en este movimiento
toco los nudos del espacio;
congruencia viva, todo va despacio
dentro del pensamiento;
el discurrir preludia
la idea;
el interés
– polea
pertinaz –interludia;
la gana estudia
alrededor;
en la boca la música del verso, ese
temblor,
convoca;
y la demanda de
seguir provoca
una honda búsqueda interior!
20
Entro, por lo compacto, rumbo al fondo
y escarbo las raíces;
levanto las matrices
del silencio a la luz de lo redondo;
yo mismo me respondo
desde la gravedad tremenda;
en medio del descenso, y a través de la
venda
de lo nocturno veo lo que esconde la lumbre;
miro la reciedumbre
azul de la medalla, el anillo total de la
leyenda;
veo venir los muertos
a la reunión inquieta de los vivos;
sus huesos sensitivos
se juntan en anillos ciertos;
en sus ojos abiertos
el sol titila;
algo se hila
en el hondón;
algo que vienen desde el corazón
y en la punta del ojo interpela y vigila;
sí, venid, aquí estamos,
aquí estamos, ved nuestros dedos;
mirad nuestras coronas, nuestros miedos,
nuestros orgullos, nuestras espigas, nuestros
ramos;
mirad por dónde vamos
para que el porvenir, ay, se nos abra;
mirad cómo el vapor nuestro se labra
de los impulsos encontrados en que nos
detenemos;
en una sola mano van los ágiles remos
y en un único labio la nítida
palabra;
los muertos se deslizan
tremolando las íntimas banderas;
dentro de esas escuálidas fronteras
sus torres movilizan;
desde allí avisan
con bocinas profundas;
corren, trepidan, suben por las gradas
rotundas
llenas de lámparas las finas manos;
los muertos son livianos
y de voces fecundas;
pero los vivos van de dos en dos
marchando en dividida tropa;
entre los vivos arde la lluvia como estopa,
cautivos de la espina o heridos de la coz;
los vivos padecemos una escisión atroz
que todo lo fragmenta;
el dolor nos avienta
y la esperanza;
entramos, como lanza,
en la tormenta;
y los muertos son como un peso puro
o una diosa que dice su recado;
parecen una espalda que ha llegado,
ya obnubilada, del futuro;
desde su pecho oscuro
mana un perfume neto;
en lo secreto
se les oye la plática encendida;
allí dicen, y ofrecen a la vida
un litoral movido, una sortija de fulgor
completo;
los vivos oyen, con oído
fino,
el silencio insepulto;
la palabra aparece como un bulto
en el camino;
como un roce divino
se oye la brisa;
es un frío que avisa
con la sintaxis de lo ignoto;
como el sonar de un fuelle roto
que apenas escuchado se organiza;
venid, venid por finas coincidencias
y por azares largos;
quebrantad los letargos
y las interferencias;
coliguemos los himnos y las ciencias,
los hierros y el pistilo, la espuma y el
cristal;
los vivos y los muertos, en la unidad total
de la semilla;
para que brote de la arcilla
el ala de la patria germinal!
EL PÁRAMO
A Mayra y Waldo
Afuera
me siento
y coloco el pensamiento
en la salmuera.
Atiendo a la primavera,
a la justicia, a la
hora.
Se dora
el día.
Y me absorbo la energía
reparadora.
Yo vivo.
Tú vives.
Percibes.
Percibo.
En mi pecho lo suscribo.
Lo confirmas con tu pulso.
Compulso.
Impelas.
Tu nave de verdes velas
es igual a lo que impulso.
Dormitas.
Despiertas.
Cruzas las puertas.
O las evitas.
Palpitas
en silencio, o bullicioso.
Al pozo
desciendes,
o asciendes
al gozo.
La silla.
La mesa.
Cómo piensa la cabeza.
Cómo la pupila brilla.
La orilla.
El centro.
Todo es irse para adentro.
O partir a lo solar.
Zarpar
hacia el encuentro.
Salir,
beber el aire,
gozar al luz, el donaire
alumbrado de vivir.
Latir.
Todo en su justo lugar.
La vidriera y el lagar.
La dalia y el monolito.
El grito
del mar.
Amar.
Abierta
la puerta.
Entrar.
En aros dulces cantar
las melodías pueriles.
Febriles.
Perfectos.
Fosforescentes y rectos,
encendemos los candiles.
A la sustancia
nos devolvemos.
Lo que fuimos, lo seremos.
Aunque a una mayor distancia.
El ansia.
La sed.
Frente a la diaria pared
abrimos el ojo loco.
Vamos entrando de a poco
hacia la red.
Un día
caemos
imprimiéndole a los remos
una síncopa sombría.
El olvido es la gran vía.
Ay, mientras tanto
tú plantas, yo me
planto.
Anhelamos los racimos.
Lo que quisimos
nos nutre el canto.
Esto es lo diario
que llamamos el vivir.
Escurridizo de asir:
extraordinario!
Lo sencillo es lo precario.
Dolor.
La existencia es un vapor,
una bujía.
Cuál es la sabiduría
que da la chispa mejor?
Ah la ignición.
Instante
que atraviesa coruscante
a la extensión.
Dispón
tu vena
más plena
para el pálpito sombrío.
Todo vacío
se llena.
Y los nudillos
se afilan
con las llamas que se hilan
en los hornillos.
Ásperos trillos
desanda el pulso.
Convulso
se ve el paisaje.
Detiene la sangre el viaje
prometedor del impulso.
En cualquier punto,
bajo una rabia sin nombre,
el hombre:
Un cejijunto
animal de contrapunto.
La garra. La dentadura.
Locura.
Metralla.
El arte de la
batalla:
he aquí la diplomatura.
Mortal
cruza la Vida
con una herida
total.
Brutal,
atroz,
la coz.
Y contra el muro
se oye el relámpago duro
de Dios.
Cuajo de ira
es todo el Sueño.
Empeño
que gira,
drástico, sobre la pira.
Su planta
levanta
del suelo.
Y toca al cielo
con un grito en la garganta.
Cómo es posible?
Qué pasa?
Quién distribuye la brasa,
si no es asible?
Visible
es ya lo hondo.
Con tarso mondo
va la pisada.
Bajo la piel desgarrada
el fondo.
Desde lo oculto
salta la lengua.
La rosa mengua
en lo insepulto.
Insulto.
Calor.
Arquitrabe de espesor,
escindido, se desploma.
Y sólo asoma
dolor.
La sucesión
se alarma.
Se vive al filo del arma
y en peligro de extinción.
Degradación
del fruto,
del espacio, del minuto:
la mano
palpa lo humano
con un dolor absoluto!
Eduardo
Langagne
(México, 1952). Poeta, traductor, escritor para
niños.
Fue el primer poeta mexicano en obtener el Premio Casa de las
Américas, de Cuba. Ha obte-nido, además, el Premio
Gilberto Owen y el Premio Aguascalientes, el más
importante de su país.
«La materia del
canto es la memoria»,
dice Langagne en uno de sus poemas
más conocidos y, precisamente, ese es uno de los temas
más recónditos de su obra. La memoria,
autónoma criatura, transcribe y trasciende las
trayectorias vitales de entidades que cobran vida, en la urdimbre
donde se mueve el poeta con maestría. Coloquial,
filosófico, mordaz, cáustico, Eduardo Langagne es
uno de esos autores que se aproximan al texto con la compleja
precisión que acarrean la madurez y la certeza de sus
dotes, pero, sobre todo, con la pasión ingénita de
los seres virtuosos. Conocedor de los metros clásicos,
escancia sus décimas en la resistente y ecléctica
factoría hispanoamericana de la estrofa y contribuye, con
la magnitud indeleble de su voz, a la diversificación e
intensificación de una historia y un
símbolo.
Obra: Donde habita el cangrejo (1980);
Crónica de la conquista de
la nueva extraña (1981); Poemas para hacer una casa
(1982); Para leer sobre un tambor (1986); Los
abuelos tercos (1987); …A la manera del viejo
escarabajo (1991); Mi caballito rojo (1991);
Tabacalera (1992); Como calles estrechas
(1994); Cantos para una exposición (1995);
Cebolla de cristal (1997); XXX Sonetos (1998);
Romances anónimos (1999); La manzana en la
cabeza (2000); El álbum blanco (2004);
Historia del hombre que vivía solo (2004);
Décima Ocasión (2004); Vagabundo
(2005).
LA DÉCIMA
El poema no es la rosa,
la rosa no es la poesía,
me empecinaré día a día
en lograr la misma cosa.
El poema viene, acosa,
sobre el papel, muy campante,
busca seguir adelante
y le cuesta gran trabajo.
La décima es del carajo
si no encuentra consonante.
DÉCIMA GLOSA
He emblanquecido mi pelo
en busca de una virtud;
no perdí la juventud,
pues la invertí en ese anhelo.
Supe de amor y desvelo
cuando nacieron mis hijos,
mantuve los ojos fijos
al descubrir la Belleza
y ha podido mi cabeza
descifrar sus acertijos.
Cuando nací no sabía
lo que había de padecer,
luego entendí que al nacer
una conciencia
nacía.
Para aprender, resolvía
entre el festejo y el duelo,
entre el infierno y el cielo,
vivir en la libertad.
Por esa sola verdad
he emblanquecido mi pelo.
Porque al crecer aprendemos
y somos sobrevivientes
de la infancia.
Diferentes
uno del otro en el vuelo.
Hay que descorrer el velo
que oculta la plenitud.
Tener el alma en salud
es condición obligada,
pues camina empecinada
en busca de una virtud.
No importa si los dolores
lastimaran nuestro pecho,
adquirimos el derecho
de conservar los amores.
Sabe existir en las flores,
el olor de la virtud.
Puede sonar un laúd
en la orilla del pantano.
Por eso yo digo ufano:
no perdí la juventud.
Lo que gané fue la vida
que late en mi corazón
o en mis manos. Su expresión
se advierte comprometida.
Si la muerte, decidida,
llega con su negro velo,
no la veré con recelo
aunque tenga ese matiz.
Vivo una vida feliz,
Pues la invertí en ese
anhelo.
Porque no hay desilusión
aun cuando se fracasa,
incluso si el fuego arrasa
la esperanza y la emoción.
Yo tengo la convicción
-ni en lo adverso la cancelo-
que puedo ejercer con celo
la terquedad que asumí,
porque desde que nací
supe de amor y desvelo.
Creo que algún día
comprendí
que la vida es azarosa,
y la rosa es esa rosa
por la que me decidí.
Entre las rosas que vi,
las que inventé, las que elijo,
una al oído me dijo
que el verbo fiel es cantar.
Así pude festejar
cuando nacieron mis hijos.
Y tan intensa emoción
muchos la pueden tener,
si son testigos, al ver
venir a la vida con
esa vital expresión,
cuando nacen, a sus hijos.
No exagero cuando exijo
que la vida siempre exista;
con la Belleza a la vista
mantuve los ojos fijos.
Digo que en esa alegría
seguí con la vista el paso
de esa cualidad, acaso,
que expresa la luz del día.
Con cierta melancolía,
que no es igual a tristeza,
pienso que vivir no pesa
si se vive con lealtad.
Sentí plena libertad
al descubrir la Belleza.
No conservo otra ambición
que conocer el futuro,
y aunque nunca está seguro
el reto es la condición.
Por eso es que una emoción
ahora mi oficio expresa,
procurando con destreza
celebrar a la poesía.
Hay que resistir el día…
y ha podido mi cabeza.
Quiero decir que esta vida,
que viene como heredad
demanda tenacidad
para resistir la herida.
Porque está muy decidida
a luchar, y se lo exijo.
Hallo en el amor
cobijo,
y del complicado amor,
yo requiero con fervor
descifrar sus acertijos.
DÉCIMAS A LA MANERA DE DON FRANCISCO
DE QUEVEDO Y VILLEGAS
Mientras Belinda dormía,
Con Olga soñaba Juan:
El queso, el vino y el pan
Con ella lo compartía.
Angélica aparecía
Con su rostro angelical,
Y en el momento crucial
A ese sueño se asomaba
Cuando Don Juan despertaba
Confuso, asustado, mal.
Que mientras Olga dormía
Juan soñaba con Belinda
Y Angélica con su linda
Sonrisa se aparecía.
El sol aún no salía
Por eso Don Juan Villegas
Buscaba en el cuarto a ciegas
Una vela que alumbrara
La escalera que llevara
Su insomnio hacia las bodegas.
Habría de alcanzar el vino
Este Don Juan somnoliento
Si le quedara el aliento
Para alcanzar el camino.
Por descorchar al destino
Buscaba ansioso un Jerez[22]
Que lo trajera otra vez
A un sentir tierno y tranquilo
Para continuar el hilo
Del sueño con sencillez.
Que Angélica ya dormía
Como satisfecha esposa
Mientras Don Juan –ay, qué cosa-
Con Belinda y Olga había
Soñado que todavía
Muchas cosas podía hacer.
Luego de un trago beber
Sintió un raro desconcierto
Cuando recordó, por cierto,
Que Lidia era su mujer.
Tal vez despertase Lidia
Inquiriéndole a su esposo
Por la falta de reposo
O la nocturna desidia.
Angélica, sin envidia,
Lidia, sin rencor, se unieron,
Olga y Belinda cupieron
En la cama todavía,
Don Juan soñó con María
Y todos, al fin, durmieron.
NOSTALGIA
Con nostalgia de aquel día
Pienso en aquella mujer
Que me llevó a conocer
En mi infancia la alegría.
La recuerdo todavía
De modo muy especial,
Fue musa fundamental
Y con su espíritu irónico
Provocó el amor platónico
De mi erotismo manual.
DÉCIMA DE LA MUERTE
Pobre muerte, llega tarde;
si hoy llegara, llegaría
tarde porque todavía
la vida en mi pecho arde.
Lo declaro sin alarde,
pero amé y soy amado,
fui dulcemente besado
cuando en el vino canté.
De la muerte me alejé
y si hoy viene se ha tardado.
Jesús
David Curbelo
(Camagüey, Cuba, 1965). Poeta, narrador, ensayista,
crítico y traductor literario.
Integrante del grupo de
poetas cubanos que comenzó a dar a conocer su obra en la
década del 90, Curbelo ha frecuentado la mayoría de
las estrofas clásicas, y específicamente en la
décima ha logrado expresar la singularidad de su voz.
Torrencial, armónico, cuestionador, el poeta arma sus
estrofas como una velada biografía de
ascendencia culta, filosófica, intertextual. Sus
imágenes, intensas y sensuales, intentan fusionar vivencia
y escritura en
un cuerpo que se distancia del autor, que establece su
autonomía de sentidos, ritmos y metros bajo los dictados
de una raigal vocación. Lírico, coloquial, purista,
Curbelo esculpe su obra con la serenidad de quien tiene, como
pedía Brodsky, la única obligación de
escribir bien.
Ha obtenido los premios David 1991; Emilio Ballagas 1993;
Regino Boti
l992; Adelaida del Mármol l994; Fundación de la
Ciudad de Santa Clara 1996; Bustarviejo (Madrid, 1998);
Revolución y Cultura l996; José Soler Puig
1998; Reina del Mar 1999, Ser fiel 2000 y el Premio de la
Crítica 2002.
Obra: Insomnios (l994); Extraplagiario
(l995); Salvado por la danza (l995); Cuentos para
adúlteros (l995, l997); Libro de cruel
fervor (l997); Libro de Lilia Amel (1998);
Inferno (1999); Diario de un poeta recién
cazado (1999, 2001); Tres tristes triángulos
(2000); El peor de la manada (2002); Conexión
Gráfica (2002); El lobo y el centauro
(2001); Cirios (2002); Poemas escogidos (2002);
El peor de la manada (2002); Apología del
silencio (2003); Las (di) versiones de Eva (2003);
Los parques (2003); Éxodo (2004);
Deuda
Hembra feroz: lengua míaque tu brutal
paradojade madre viril me acojapor eslabón de su
orgía.
Seré tu macho y tu críaen el
armónico incestode copar el sexo prestoa
devorarme y gozaren el perpetuo rumiarla sangre del hijo
apuesto.
Húndeme en el acertijode tus acentos
sonoros.
Sé libre y fiel en los porosde mi canto.
Regocijosiente en el semen que elijopara hacerte parir
dudas,certezas, pánicos, crudasmentiras, nimias
verdades,algazaras, oquedadesy perfecciones desnudas.
Porque desnudos caemosen el alud de la herencia:tú la paz, yo la violencia,tú el huracán, yo los
remosy las velas: los supremosartes de cazar agobios,tú el
mito, yo los oprobios,la meta
tú, tú y yo el viaje,la ley, el
aprendizajeen esta pugna de novios:los que antes de mí
pisarontu pubis, tu piel, tus labios,y te infligieron agravioso
placeres que pasaron;exploradores que hollarontu ser y tú
los hallaste:los pariste, los criaste,les cediste virtud,
suerte,ergástula, abrigo y muerte:fueron tuyos: los
callaste.
Pero antes de la mudezpude copiar sus
aullidos.
Plagié conceptos, sonidos.
Te puse, esclava, a mis pies.
Te di el diamante y la hez,me diste el fuelle y
el horno,violé, sometí a sobornoal templo de la
memoriay bajé, turbión de euforia,a beber
—fuga y retorno—la leche de tu
ubre hispana:de San Juan el vado oscuro,el verbo de Martí,
puro,la blasfemia de Sor Juana,el río de Lope, la
ganaubérrima de Vallejo,de Nicolás el
gracejo,la befa de Don Francisco,de Rubén el monte, el
riscoy de Lezama el reflejode Narciso en el espejodivino, el
sol de Don Luis,de Machado el terco gris,de Octavio el tapiz que
tejocon las palabras y el dejoinicial de Garcilaso,para elegir un
parnasoque va del cielo al delirioy del estiércol al
liriosin más réquiem que su paso.
Y pasé. Todos pasamos.
Sólo tú, madre, te quedas.
Eres. Estás. Nos remedas.
Nosotros te eternizamos.
Somos amos que nos vamoscon ese pueril orgullode
hacer coro en el murmullode otros varones que
estánposeyéndote, y podrán(Manzano, Almanza,
Sotuyo)[23]
ser reyes, príncipes, dioses,magos,
patriarcas, profetasde tus canorcas secretascon el riesgo de sus
voces,pero al final de los gocesdejarán su alma en tu
hogueratorrencial, en la certeraazagaya que es tu sombracuando un
soberbio te nombra:madre, lengua, virgen, fiera.
Entonces seremos hordaellos y yo, tú y tu
mito,en el abismo infinitode hallar esa fuerza sordade
la verdad, la que bordala cadena de la orgía:lengua,
hacedor, letanía,fisura, conquista, hoz,túnel,
máscara feroz de Dios y Dios: lengua mía.
Coronación de Eva
¿Qué es Eva si no la pruebade la
ambigüedad de un Diosharto de ser Uno y Dosy Tres,
desdoblado en Evay en Adán: yunta que cebala
añagaza de lo humano?:¿Caín ultima a su
hermano?:
¿la raza cae el nacerdel vientre de una
mujerque Dios nos dio por su mano?
¿O comenzó la caídaantes: en
la piel de Evacuando le insinuó la cueva,a Adán, de
la fe perdida?
¿Él, el potro; ella, la
brida:fiebre, arrojo, sal, gobiernode un desequilibrio
eternoentre posesión y paz,entre acatamiento y faz,entre
el Edén y el Infierno?
Mas, ¿quién es Eva? ¿La
esposaque viola toda armonía?
¿La madre en su alegoríade ser
continua y jugosacomo carne que retozaen cada barranca
nuestra?
¿La lengua? ¿La obra maestra?
¿La pasión? ¿La caridad?
¿La duda? ¿La eternidad?
¿La ley que nos defenestradel origen y nos
muestrala profusión del vacío?
¿La orilla opuesta del río?
¿La vibración? ¿La
palestradonde, de diestra a siniestra,la política nos
traga?
¿La miel? ¿La bilis? ¿La
llagaque en la espalda el hambre deja?
¿La altivez? ¿La sed? ¿La
queja?
¿El agua?
¿La luz? ¿La sagaen donde zarpa y naufragael
ejercicio virilde domar y ser servil?
¿El alma tenaz que vaga?
¿La cumbre que siempre amagacon la entrega
y no se entrega?
¿La muerte? ¿El alfa? ¿La
omega?
¿La hija que crece y frutecey reinicia el
ciclo, el ceseque es, a la vez, siembra y siega?
¿La confusión? ¿La
talegadonde se encubre la culpa?
¿La gestión? ¿La cruz? ¿La
pulpaque el amor fecunda y riega?
¿La necesidad? ¿La ciegabalanza de
la justicia?
¿La nobleza? ¿La sevicia?
¿La oscuridad? ¿La premura?
¿La yema? ¿La sepultura?
¿La deslealtad? ¿La caricia?
¿La circunstancia propiciapara el salto?
¿La oración?
¿La estrategia?
¿La canción?
¿La voluntad? ¿La impericia?
¿La defensa? ¿La estulticia?
¿La casa? ¿La red? ¿La
prosa?
¿La rima? ¿La veleidosasoberbia que
hay en la idea?
¿La pez? ¿La rama? ¿La
tea?
¿La urgencia? ¿La acción?
¿La rosa?
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