Hunley estaba destinado a atacar los barcos del Norte, que
estaban bloqueando los puertos del Sur. El submarino tenía
un largo poste con una carga explosiva en la proa, llamado
«torpedo pértiga». El submarino tenía
que acercarse al buque enemigo, ponerle el explosivo, alejarse y
entonces detonarlo. Era extremadamente peligroso de operar y no
tenía más suministro de aire que el contenido en el
compartimento principal. Se hundió en dos ocasiones: la
primera vez murió la mitad de la tripulación y la
segunda vez se ahogaron los ocho tripulantes, incluyendo al
propio Hunley. El 18 de febrero de 1864 el Hunley hundió
al USS Housatonic en la bahía de Charleston, siendo la
primera vez que un submarino lograba hundir otro barco, si bien
fue hundido en el mismo combate poco después de comunicar
su éxito. Otro submarino confederado fue hundido en su
viaje inaugural en el lago de Pontchartrain; fue hallado en
tierra en los años 1870 y actualmente se exhibe en el
Museo Estatal de Louisiana. Los submarinos no tuvieron un gran
impacto en el desenlace de la guerra, pero anunciaron su futura
importancia en la guerra naval, aumentando el interés por
ellos.
SUBMARINO
ALLIGATOR
América
Latina
El primer submarino fue el
Hipopótamo construido por José
Rodríguez Labandera en Ecuador, quien junto a José
Quevedo cruzó el río Guayas el 18 de septiembre de
1838. Rodríguez Labandera realizó arreglos al
Hipopótamo y cruzó el mismo rio Guayas en dos
ocasiones más. Sin embargo, por falta de interés
del gobierno u otra institución, la nave quedó
varada en las orillas del Guayas, donde el tiempo se
encargó de destruirla.
Luego, el Flach, diseñado y
construido por el ingeniero chileno-alemán Karl Flach, en
1865, comisionado por el gobierno de Chile, durante la guerra que
este país junto a Perú,
libró contra España entre 1864 y 1866. El invento
de Flach era simple. Totalmente hecho de hierro, el submarino
tenía una eslora de 12,5 metros, una manga de 2,5 metros y
un peso cercano a las 100 toneladas. Alcanzaba una velocidad de 2
a 3 nudos, impulsado a propulsión humana, con un sistema
de cigüeñales y pedales que movían sus dos
hélices, y se hundía con un ingenioso sistema de
arrastre de pesos de un lado a otro de la nave. Su armamento
consistía en dos cañones de retrocarga, ubicado uno
en la proa. Contaba además con un ingenioso sistema de
renovación de aire, por lo que su autonomía
sumergido podía llegar a las 8 horas aproximadamente.
Tenía una escotilla, pero no tenía periscopio, por
lo que, cada tanto, el buque debía salir a la superficie
para saber si iba en la dirección correcta. Su
tripulación constaba de 11 hombres. Luego de numerosas
pruebas, la nave se hundió en la bahía de
Valparaíso, con toda su tripulación el 3 de mayo de
1866.
Submarinos de
propulsión mecánica (finales del siglo
XIX)
El primer submarino cuyo sistema de
propulsión no era la tracción humana fue el
francés Plongeur, botado en 1863, que usaba aire
comprimido a 180 PSI.8
El primer submarino con motor de combustión fue el
Ictíneo II, propulsado por vapor y peróxido,
construido en Barcelona en 1867 por Narciso Monturiol y botado el
2 de octubre de 1864 en la Barceloneta. Medía 17 m de
largo y desplazaba 65 t. Inicialmente la propulsión era
una hélice que giraba mediante manubrios accionados por 16
hombres, pero en vista del escaso rendimiento dos años
más tarde se añadió un motor a vapor de 6
CV, realizando el 22 de octubre de 1867 la primera salida a
vapor.8 La nave estaba diseñada para albergar una
tripulación de 2 personas, sumergirse 30 m y permanecer
bajo el agua 2 horas. En la superficie usaba un motor a vapor,
pero bajo el agua dicho motor habría consumido
rápidamente el oxígeno del submarino, por lo que
Monturiol recurrió a la química para inventar un
motor que consumía una mezcla de clorato potásico,
zinc y peróxido de manganeso. La elegancia de este
método era que la reacción que movía la
hélice liberaba oxígeno, que tras ser tratado se
usaba en el casco para la tripulación y también
alimentaba un motor de vapor auxiliar que ayudaba a propulsar la
nave bajo el agua. A pesar de las exitosas demostraciones en el
puerto de Barcelona, Monturiol no logró interesar a la
armada española o de cualquier otro país.
En 1870, el escritor francés Julio Verne publicó
el clásico de ciencia ficción Veinte mil leguas de
viaje submarino, que narraba las aventuras de un inventor
inconformista en el Nautilus, un submarino más avanzado
que todos los existentes en la época. La historia
inspiró a los inventores para construir submarinos
más avanzados.
En 1879, durante la Guerra del Pacífico, el gobierno
peruano encargó la construcción de un submarino.
Así nació el completamente funcional Toro
Submarino, pero nunca fue empleado en batalla, ya que fue hundido
tras la derrota de Perú en la guerra para evitar la
captura por el enemigo.
El primer submarino construido en serie, sin embargo, era de
tracción humana. Fue el submarino del inventor polaco
Stefan Drzewiecki: 50 unidades fueron construidas en 1881 para el
gobierno ruso. El mismo inventor construyó en 1884 un
submarino impulsado por energía eléctrica.
Las discusiones entre el reverendo inglés George
Garrett y el experto industrial y comercial sueco Thorsten
Nordenfelt llevaron a una serie de submarinos impulsados a vapor.
El primero fue el Nordenfelt I (1885), un buque de 56 toneladas y
19,5 m de largo parecido al malogrado Resurgam de Garrett (1879),
con un alcance de 240 km y armado con un único torpedo.
Como el Resurgam, funcionaba a vapor en la superficie y apagaba
el motor para sumergirse. Grecia, temerosa del regreso de los
otomanos, lo compró. Nordenfelt construyó entonces
el Nordenfelt II, un submarino de 30 m de largo con dos tubos de
torpedos, que vendió a la preocupada armada alemana. Los
esfuerzos de Nordenfelt culminaron en 1887 con el Nordenfelt IV,
con motores y torpedos gemelos. Fue vendido a los rusos, pero
resultó ser inestable, encalló y fue
desguazado.
El primer submarino militar completamente útil fue el
submarino de Peral de propulsión eléctrica
construido por el ingeniero, marino y profesor español de
física matemática en la Escuela de
Ampliación de Estudios de la Armada, Isaac Peral y
Caballero para la Armada Española, prototipo que iba a ser
usado en la Guerra Hispano-Estadounidense. Se botó el 8 de
septiembre de 1888. Tenía un tubo lanzatorpedos, con dos
torpedos de recarga además del que iba ya montado en el
tubo, nuevos sistemas de aire, un casco ahusado, propulsor y
controles externos con forma de cruz, anticipando diseños
muy posteriores. Su velocidad subacuática era de 10 nudos,
pero adolecía de un corto alcance debido a la
alimentación por baterías de sus sistemas. Las
baterías eran una modificación de Peral de un
sistema zinc-dicromato potásico. En junio de 1890, el
submarino de Peral lanzó el primer torpedo de la historia
disparado con éxito, desde un submarino sumergido en el
mar. La armada española terminó cancelando el
proyecto. Muchos más submarinos fueron construidos en esta
época por varios inventores, pero no llegarían a
ser armas eficaces hasta bien entrado el siglo XX.
De finales del siglo XIX
a la Primera Guerra Mundial
El cambio de siglo supuso una época
crucial en el desarrollo de los submarinos, haciendo su debut un
número importante de tecnologías, y siendo
construidos y adoptados ampliamente por varios países. La
propulsión diésel-eléctrica pasaría a
ser el sistema de energía dominante y artilugios tales
como el periscopio serían normalizados. Se efectuaron un
gran número de experimentos sobre tácticas y armas
efectivas para los submarinos, lo que culminaría con el
gran impacto que supusieron en la próxima Primera Guerra
Mundial.
En 1895, el inventor irlandés John
Philip Holland diseñó un submarino que, por primera
vez, equipaba un motor de combustión interna en superficie
y un motor eléctrico alimentado por baterías bajo
el agua. En 1902, Holland recibió la Patente USPTO nº
708553. Algunos de sus buques fueron comprados por los Estados
Unidos, el Reino Unido, la Armada Imperial Rusa y Japón, y
encargados sobre 1900 (1905 para Japón: demasiado tarde
para la guerra).
Encargado en junio de 1900, el submarino a
vapor y eléctrico Narval, diseñado por el
francés Maxime Laubeuf y por el ingeniero español
Raymondo Lorenzo d'Equevilley Montjustin, introdujo el
clásico diseño de doble casco, con un casco de
presión dentro del casco exterior ligero. Este buque de
200 t tenía una autonomía de unas 100 millas en
superficie y unas 10 millas bajo el agua. El submarino
francés de 1904 Aigrette ("martinete")
mejoró el concepto al usar un motor diésel para la
navegación en superficie. Se construyó un gran
número de estos submarinos, con 74 terminados antes de
1914
Submarinos en la Primera
Guerra Mundial
Durante la Primera Guerra Mundial los estrategas
militares dieron verdadera importancia a las batallas navales.
Primero trataron con modelos que usaban energía
diésel y eléctrica pero requerían ser
recargados con frecuencia y solo alcanzaban una velocidad
máxima de 16 km/h.
La primera vez que los submarinos militares tuvieron un
impacto significativo en batalla fue en la Primera Guerra
Mundial. Cuerpos como los U-Boot alemanes actuaron en combate en
la Batalla del Atlántico y fueron responsables del
hundimiento del RMS Lusitania, lo que recibe buena parte del
crédito de la decisión de Estados Unidos de entrar
en la guerra.
La capacidad de los U-Boot para servir como máquinas de
guerra útiles residía en nuevas tácticas, en
su número y en tecnologías submarinas tales como el
sistema de energía diésel-eléctrico que
había sido desarrollado en años anteriores.
Más como barcos sumergibles que como submarinos modernos,
los U-Boot operaban primordialmente en superficie usando motores
convencionales, usando sus baterías para sumergirse
ocasionalmente y realizar ataques. Su casco tenía una
sección aproximadamente triangular, con una quilla
distintiva, para controlar el oleaje, y una proa distintiva. En
1916, el serbio Konjovic entró en la historia como el
primer piloto que destruyó un submarino desde el aire,
concretamente un submarino francés en el Adriático.
Cuando vio que había supervivientes tras el bombardeo,
amerizó su hidroavión y los salvó. Por esta
acción heroica, el gobierno francés le
condecoró el 14 de febrero de 1968 con un reconocimiento
especial por el heroísmo, humanidad y compasión en
las batallas marítimas. Todavía hoy hay un retrato
de Konjovic salvando a los marineros en la sede oficial de la
armada francesa.
Submarino alemán
U9 (1910). Hundió tres cruceros británicos
en pocos minutos en septiembre de 1914.
Avances entre las
guerras mundiales
Varios diseños de submarinos nuevos
fueron desarrollados en los años entre las guerras
mundiales. Entre los más notorios estaban los submarinos
portaaviones, equipados con un hangar impermeable y una catapulta
de vapor, que podía lanzar y recoger uno o más
pequeños hidroaviones. El submarino y su avión
podían así actuar como una unidad de reconocimiento
por delante de la flota, un papel esencial en una época en
la que el radar aún no existía. El primer ejemplo
fue el HMS M2 británico, seguido del francés
Surcouf y numerosos buques de la Armada Imperial Japonesa. El
Surcouf de 1929 también fue diseñado como
un «crucero subacuático», destinado a buscar y
entrar en combate en superficie.
Submarinos en la Segunda
Guerra Mundial
ALEMANIA:
Alemania tuvo la mayor flota de submarinos
durante la Segunda Guerra Mundial. Debido a que el Tratado de
Versalles limitaba las fuerzas navales de superficie, la
reconstrucción de las fuerzas navales alemanas no
había hecho más que empezar seriamente un
año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sin
esperanzas de derrotar a la inmensamente superior Marina Real
Británica en el combate en superficie, el alto mando
alemán detuvo de inmediato la construcción de
grandes barcos de superficie con excepción del casi
terminado Bismarck y dos cruceros, y dedicó sus recursos a
los submarinos, que podían terminarse mucho más
rápidamente. Aunque ampliar las instalaciones de
producción y empezar la fabricación masiva
costó la mayor parte de 1940, al final de la guerra se
habían construido más de 1.000
submarinos.
Los submarinos alemanes tuvieron un efecto
devastador en la Batalla del Atlántico, intentando (pero
finalmente fracasando) cortar las rutas de suministro
británicas al hundir más barcos de los que los
ingleses podían reemplazar. Estas rutas eran vitales para
la alimentación y la industria británicas,
así como para el armamento estadounidense. Aunque los
U-Boot habían sido mejorados en los años
anteriores, las mayores mejoras fueron las de las comunicaciones,
cifradas gracias al uso de la famosa máquina de cifrado
rotativo Enigma. Esto permitió las tácticas de
ataques masivos o wolfpacks (en alemán
Rudeltaktik), pero también la caída
definitiva de los U-Boot.
Tras hacerse a la mar, los U-Boot
operaban de forma prácticamente independiente para
localizar convoyes en las zonas que les había asignado el
alto mando. Si encontraban uno, el submarino no atacaba
inmediatamente, sino que lo seguía de cerca para permitir
que otros submarinos de la zona encontrasen al convoy. Luego se
agrupaban en una fuerza mayor y atacaban simultáneamente
al convoy, preferiblemente de noche y en superficie.
En la primera mitad de la guerra, los
submarinos lograron éxitos espectaculares con estas
tácticas, pero muy pocos tuvieron algún efecto
decisivo. En la segunda mitad, Alemania tenía submarinos
suficientes, pero esto era contrarrestado por el número
igualmente mayor de buques de escolta, aviones y avances
técnicos como el radar y el sónar.
Huff–Duff y Ultra permitieron a los aliados guiar a los
convoyes entre los wolfpacks cuando los detectaban por
sus transmisiones de radio.
Winston Churchill escribió que la
amenaza de los U-Boot fue lo único que le
llegó a provocar dudas sobre la victoria final de los
aliados (en referencia al tipo XXI).
JAPON:
Japón tuvo la flota más
diversa de submarinos de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo
torpedos tripulados (Kaiten), submarinos enanos
(Ko–hyoteki, Kairyu), submarinos de tamaño medio,
submarinos especializados en el aprovisionamiento (la
mayoría para uso del ejército), flotas de
submarinos de larga distancia (muchos de los cuales llevaban un
avión), submarinos con las mayores velocidades
subacuáticas de la guerra (clase I-200) y
submarinos que podían transportar múltiples
bombarderos (el mayor de la guerra, el I–400). Estos
submarinos también estaban equipados con los torpedos
más avanzados de la guerra, los tipo 95, propulsados por
oxígeno.
En general, y a pesar de sus virtudes
técnicas, los submarinos japoneses fueron relativamente
ineficaces. Se usaron a menudo en ataques contra barcos de
guerra, que eran rápidos y maniobrables y tenían
mejores defensas que los barcos mercantes. En 1942, los
submarinos japoneses hundieron dos portaaviones además de
otros buques de guerra, pero no fueron capaces de repetir estos
éxitos más adelante. A finales de ese año,
los submarinos pasaron a usarse en el transporte de suministros a
las guarniciones isleñas.
ESTADOS UNIDOS:
Los Estados Unidos usaron sus submarinos
para atacar barcos mercantes (asalto comercial o guerre de
course), destruyendo más barcos japoneses que todas
las demás armas juntas.
Donde Japón tenía los mejores
torpedos de la guerra, la marina estadounidense tenía
quizá el peor, el torpedo a vapor Mark 14, con una
espoleta de detonación magnética Mk 6 y
una espoleta de contacto Mk 5, ninguno de los cuales era
fiable. El mecanismo de control de profundidad del Mark
14 fue corregido en agosto de 1942, pero las pruebas de
campo de los explosivos no fueron realizadas hasta mediados de
1943, cuando los ensayos en Hawái y Australia confirmaron
los fallos. En un intento de corregir los problemas se puso en
servicio un torpedo eléctrico sin estela, lo que
provocó las pérdidas del USS Tang y el USS Tullibee
como resultado de impactos de sus propios torpedos y graves
daños en el USS Wahoo debidos a un impacto circular en su
proa antes de sufrir un bombardeo aéreo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, 314
submarinos prestaron servicio en la armada estadounidense, de los
que 111 estaban en servicio el 7 de diciembre de 1941 y 203, de
las clases Gato, Balao y Tench, lo hicieron durante la guerra, en
la que se perdieron 52 de ellos y 3.506 vidas. Los submarinos
estadounidenses hundieron 1.392 barcos enemigos con un tonelaje
total de 5,3 millones de toneladas, incluyendo 8 portaaviones y
unos 200 barcos de guerra.
LOS SCHNORCHEL :
Los submarinos diésel necesitaban
aire para hacer funcionar sus motores, por lo que equipaban
enormes baterías eléctricas para la
operación subacuática. Esto limitaba su velocidad y
autonomía cuando estaban sumergidos. Los schnorchel (una
invención holandesa anterior a la guerra) fueron usados
por los submarinos alemanes para navegar justo por debajo de la
superficie, intentando evitar la detección visual y del
radar. La armada alemana experimentó con motores de
peróxido de hidrógeno para permitir el uso del
diésel bajo el agua, pero las dificultades técnicas
eran enormes. Los aliados experimentaron varios sistemas de
detección, incluyendo sensores químicos para
«oler» los gases de combustión de los
submarinos
Submarinos
modernos
En los años 1950, la energía
nuclear reemplazó parcialmente a la propulsión
diésel-eléctrica. Este sistema se desarrolló
para extraer también oxígeno del agua del mar.
Estas dos innovaciones dieron a los submarinos la habilidad de
permanecer sumergidos durante semanas o meses, y permitieron
viajes previamente imposibles, como la travesía del Polo
Norte bajo la capa de hielo ártico por el USS Nautilus en
1958. La mayoría de los submarinos militares construidos
desde esa época en los Estados Unidos y Rusia han sido
propulsados por reactores nucleares. Los factores que limitan la
permanencia subacuática de estos buques son los
suministros alimenticios y los problemas psicológicos de
una tripulación confinada en un espacio tan
limitado.
Aunque la mayor autonomía y
rendimiento de los reactores nucleares implica que estos
submarinos son mejores para misiones de larga distancia o de
protección de una fuerza de portaaviones, los submarinos
diésel-eléctricos han seguido siendo producidos por
países con y sin capacidad nuclear, pues pueden ser
más difíciles de detectar, salvo cuando necesitan
usar su motor diésel para recargar las baterías.
Los avances tecnológicos en insonorización,
aislamiento y cancelación del ruido han erosionado
sustancialmente esta ventaja. Mucho más limitados en
cuanto a velocidad y capacidad armamentística, los
submarinos convencionales son también más baratos
de construir. La introducción de buques con
propulsión anaeróbica ha provocado un resurgimiento
de este tipo de submarinos.
Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos
y la Unión Soviética mantuvieron grandes flotas de
submarinos que se jugaban al gato y el ratón. Esta
tradición permanece en la actualidad a una escala mucho
menor. La Unión Soviética sufrió la
pérdida de al menos 4 submarinos durante este periodo: el
K-129 se hundió en 1968 (la CIA intentó recuperarlo
del fondo de océano con el buque Glomar Explorer
diseñado por Howard Hughes), el K-8 en 1970, el K-219 en
1986 (episodio narrado en la película Hostile Waters) y el
Komsomolets (el único submarino de clase Mike) en 1989
(que ostentaba un récord de profundidad entre los
submarinos militares: 1.000 m). Muchos otros submarinos
soviéticos, como el K-19 (el primer submarino
soviético nuclear y que navegó bajo el Polo Norte)
sufrieron graves daños por incendios o fugas radiactivas.
Los Estados Unidos perdieron al menos tres submarinos en esta
época: el de propulsión diésel USS Cochino
(por un fallo técnico en el mar de Bahrents el 25 de
agosto de 1949); y los nucleares USS Thresher (también por
un fallo técnico) y Scorpion (por causa desconocida). En
agosto de 2000 ocurrió el desastre del submarino ruso
K-141 Kursk.
El hundimiento del PNS Ghazi en la guerra
indo-pakistaní de 1971 fue la primera baja de un submarino
en la región del Subcontinente Indio. El Reino Unido
usó submarinos nucleares contra Argentina en 1982 durante
la Guerra de Malvinas. El submarino atómico HMS Conqueror
fue el primer submarino nuclear en entrar en combate, hundiendo
al buque de guerra argentino ARA General Belgrano en zona neutral
mientras se negociaba un acuerdo de paz promovido por la ONU.
Un narco submarino es comúnmente construido por
narcotraficantes para transportar cocaína a los Estados
Unidos. Debido a que los narco submarinos son de fibra de vidrio
y que se desplazan prácticamente al raz de la superficie
del mar, es muy difícil detectarlos por medio visual,
radar o por sonar.
SUBMARINOS
MODERNOS:
En las redes del
tiempo
La historia de los sumergibles y
submarinos es centenaria, pues desde el Siglo XVI
el hombre comenzó a pensar seriamente en diseñar
uno de estos navíos.
En 1578, William Bourne, un
artillero retirado de la Marina Real Británica,
diseñó la primera embarcación para la
navegación submarina. Era un barco completamente cerrado
que podía ser sumergido y conducido con remos bajo la
superficie del agua. Con un marco de madera y piel impermeable,
estaba basado en tanques de lastre que eran llenados para
sumergirse y vaciados para emerger, los mismos principios que hoy
se usan en los submarinos.
Aunque la idea de Bourne nunca pasó
de la mesa de dibujo, un aparato similar fue lanzado en
1605, pero los diseñadores no tomaron en cuenta la
tenacidad del lodo submarino y el artefacto se atascó en
el fondo del río durante su primera prueba.
En 1620, Cornelius Van
Drebbel, un médico holandés residente en
Inglaterra, desarrolló el primer sumergible
"práctico", un buque cubierto con piel engrasada e
impulsado con remos que salían por orificios sellados pero
flexibles en el casco. Unos tubos de aire eran mantenidos sobre
la superficie mediante flotadores, permitiendo la
inmersión durante varias horas. La nave maniobró
exitosamente a profundidades de 4 a 5 metros en el Río
Támesis.
Van Drebbel diseñó
otros dos modelos más grandes. Se dice que el Rey Jacobo I
de Inglaterra paseó en uno de ellos para demostrar su
seguridad. Pese a sus exitosas demostraciones, la
invención no consiguió despertar el interés
de la Armada Británica, en una época en la que la
posibilidad de un combate submarino estaba aún muy lejana
en el futuro.
En 1680, el italiano Giovanni
Borelli ideó un artefacto capaz de sumergirse y
emerger. Se trataba de una embarcación con varias pieles
de cabra insertadas en el casco, cada una conectada a una
abertura en el fondo. El inventor planeaba sumergirla llenando
las pieles con agua y emerger sacándola con una barra de
torsión. Aunque nunca se construyó, el submarino
de Borelli aportó la primera aproximación al
moderno tanque de lastre.
El primer submarino de los Estados
Unidos apareció en 1776, año en que ese
país proclamó su Independencia. David
Bushnell, un graduado de Yale, construyó un buque
torpedero submarino. Diseñado para un solo tripulante, se
sumergía admitiendo agua dentro del casco y emergía
sacándola con una bomba manual.
La nave, llamada Tortuga,
flotaba con aproximadamente 12 centímetros de su
superficie expuesta y era impulsada por una hélice de
pedales. El operador se sumergía bajo su objetivo y le
colocaba un torpedo con una carga explosiva de pólvora,
que era detonada mediante un mecanismo de reloj.
La Tortuga dio a los
revolucionarios la esperanza de poder destruir los barcos de
guerra británicos anclados en la bahía de Nueva
York. En la noche del 7 de septiembre de 1776, un voluntario del
ejército, el Sargento Ezra Lee, condujo la nave para
atacar al Buque de Su Majestad Eagle.
Sin embargo, la herramienta de
perforación no pudo penetrar el casco y cuando el Sargento
Lee intentó trasladar la Tortuga a otra posición
bajo el buque británico, perdió contacto con
éste y se vio forzado a abandonar el torpedo, que sin
estar fijo a su objetivo fue detonado por el mecanismo de reloj
una hora después.
El resultado fue una espectacular
explosión que forzó a los británicos a
incrementar su vigilancia y a mover sus buques hacia las afueras
de la bahía. Sin embargo, las bitácoras y reportes
de la Marina Real de este periodo no mencionan el incidente, por
lo que el ataque de la Tortuga pudiera ser más una leyenda
submarina que un evento histórico.
22 años después, el
estadounidense Robert Fulton construyó en Francia
el primer sumergible en incorporar dos sistemas separados de
propulsión: una vela mientras navegaba en la superficie y
una hélice con una manivela mientras estaba sumergido.
También llevaba grandes frascos de aire comprimido que
permitían a sus dos tripulantes permanecer sumergidos
durante cinco horas. Tras probar exitosamente su nave, Fulton se
dedicó a construir barcos de vapor.
Durante la Guerra Civil de los Estados
Unidos, los bandos en conflicto probaron diversos prototipos de
sumergibles como el Caimán y la Ballena, pero todos
fracasaron. El Hunley, rediseñado a partir
de un modelo de Horace Lawson Hunley, inventor que se
ahogó al probar su creación, logró atacar y
hundir al barco de vapor Housatonic en la bahía de
Charleston, tras lo cual desapareció. Fue encontrado 131
años después, en 1995.
Los inventores se dieron cuenta de que
debían encontrar un método de propulsión
mejor que la fuerza humana; mientras tanto, no valía la
pena el esfuerzo de construir submarinos.
Durante la última década del
Siglo XIX, el vapor reemplazó a las velas como
fuente de propulsión en la Marina de los Estados Unidos,
que en 1896 pidió al inventor John
Holland, un inmigrante irlandés, que construyera un
sumergible propulsado por vapor.
Holland objetaba su uso en
submarinos, pero accedió a cumplir el contrato y
construyó un sumergible con tres motores de vapor para
cumplir con las necesidades de velocidad de la Marina. Durante
las pruebas en el muelle, la temperatura alcanzó
más de 700 grados Celsius, convirtiendo el lugar en un
infierno en el que era imposible permanecer cuando intentaban
sumergirse.
Más tarde, el motor de
combustión interna ofreció mayor velocidad y
resistencia en la superficie, pero sus mortales emanaciones de
monóxido de carbono y su alto consumo de oxígeno
eran obstáculos para la vida bajo el agua.
En 1900, los diseñadores
resolvieron el problema de propulsión con el uso de
acumuladores y motores eléctricos. John Holland
fue el primero en concebir el empleo de motores de
combustión interna para impulsar las naves sobre la
superficie del agua y de motores eléctricos para las
operaciones submarinas.
El submarino denominado
Holland alcanzaba la "sorprendente velocidad" de
7 nudos en la superficie gracias a su motor de combustión
interna de 45 caballos de fuerza y podía mantenerse
sumergido durante varias horas, impulsado por baterías
eléctricas recargables. Su diseño le
permitía balancear el peso con el del agua que desplazaba,
así como sumergirse y emerger diagonalmente.
Estaba armado con un tubo de torpedos y una
pistola neumática de dinamita que se disparaba a
través de una abertura en la proa. Llevaba tres torpedos
con un pistón sensible a la presión para controlar
la profundidad de su recorrido. La estabilidad de los torpedos
era controlada por un péndulo y la dirección con un
giroscopio. Muchos torpedos modernos han usado dicho
sistema.
Pese a todas sus innovaciones, el
Holland tenía un gran defecto, la falta de
visión mientras estaba sumergido. La nave debía
asomarse a la superficie para que la tripulación pudiera
mirar por las ventanas de una pequeña torre, lo que le
quitaba una de las mayores ventajas de los submarinos, permanecer
oculto.
El principal competidor de Holland
era otro estadounidense, Simon Lake, quien
diseñó su Argonauta, con ruedas para
arrastrarse por las aguas poco profundas y compuertas de aire
para permitir a los buzos entrar y salir del casco de madera
mientras estaba sumergido.
El submarino Foca fue el primero que
Lake construyó para la Marina, el cual
podía ascender verticalmente e incluía, para
resolver el problema de visibilidad, un mecanismo de prismas y
lentes llamado omniscopio, precursor del periscopio.
Sir Howard Grubb, diseñador
de instrumentos astronómicos, desarrolló el
periscopio moderno, un artefacto que es izado para observar el
exterior desde poca profundidad y que fue usado por primera vez
en los submarinos diseñados por Holland para la
Real Armada Británica. Durante más de 50
años, el periscopio fue la única ayuda visual para
los submarinos.
En 1904, el submarino
francés Aigette fue el primero en ser construido
con un motor diesel para su propulsión en la superficie y
un motor eléctrico para las operaciones bajo el agua. El
diesel es un combustible menos volátil que el
petróleo usado hasta entonces y pronto fueron reemplazados
los antiguos motores.
Durante la I Guerra Mundial, los estrategas
militares le dieron verdadera importancia a las batallas navales,
por lo que fue hizo necesario cambiar las prioridades en la
construcción y operación de submarinos. Para
ser efectivos, requerían mejorar su capacidad de
permanecer ocultos, ser capaces de realizar violentas zambullidas
y tener una larga resistencia mientras se retiraban tras un
ataque de torpedos.
Los modelos existentes en ese entonces eran
demasiado pequeños para ser exitosos, pero eran los
únicos que podían ser construidos
rápidamente. Un ejemplo típico de esa época
es el H-boat o buque-H, que estaba sobrecargado con la
adición de armamento e instrumentos como oscilador,
giroscopio y ventiladores para el cuarto de torpedos.
Además, requería ser recargado con
frecuencia.
Los Estados Unidos participaron con 24
submarinos, cuya misión principal era escoltar a
los barcos aliados y repeler las amenazas de los submarinos
alemanes. Aunque las naves demostraron ser efectivas para
defenderse de los ataques, no lograron hundir ningún
submarino enemigo.
Los submarinos alemanes llamados
U-boats o buques-U eran muy superiores a
los estadounidenses. Algunas de sus ventajas eran mejores motores
diesel, la construcción de un doble casco con mayor
protección contra ataques profundos, válvulas en
los tanques de lastre que operaban rápidamente para
veloces zambullidas, mayor rango de operación y un
impresionante sistema de ventilación.
Por su parte, los británicos
desarrollaron el sonar para poder detectar a los
U-boats alemanes. Se trata de un sistema de
sonido para detectar submarinos y barcos dentro del
agua.
Existen dos tipos de sonar: activo y
pasivo. Al usar un sonar activo, un submarino transmite un
pulso de sonido dentro del agua y escucha cuando éste
rebota en algún objeto, como otra nave. Esto le da
información sobre la dirección y distancia de
ésta, pero al usarlo delata su presencia para cualquier
otro barco o submarino con un equipo similar.
Por lo tanto, los submarinos de
guerra utilizan el sonar pasivo para, sin emitir ruido alguno,
escuchar los sonidos de otras naves y así obtener
información sin revelar su propia posición. Este
sistema requiere de operadores muy bien entrenados, que son como
detectives capaces de determinar cuestiones como la velocidad de
una nave, el número de hélices y hasta el tipo
exacto de barco con tan sólo escuchar sus sonidos. Los
primeros sistemas de sonar pasivo fueron instalados en
1917, casi al final de la I Guerra Mundial.
En las décadas siguientes, hubo
muchas mejoras en el diseño de los motores diesel y
eléctricos, un aumento en la capacidad de sus
acumuladores, el desarrollo de sofisticados sistemas de disparo
de torpedos y un perfeccionamiento de la tecnología del
sonar para filtrar los ruidos naturales del mar y otras
interferencias.
Otro importe avance tecnológico fue
el radar, desarrollado en la década de los 30 para
detectar aeroplanos, que junto con el sonar fue instalado en
todos los submarinos aliados durante la II Guerra Mundial
para poder detectar ataques marinos y aéreos.
Los alemanes instalaron los primeros
artefactos conocidos como snorkel en sus
submarinos U-264. Se trata de un ingenioso sistema que
mediante mástiles y válvulas provee el aire
necesario para que pueda funcionar el motor diesel a baja
profundidad y recargue así las baterías del motor
eléctrico.
La desventaja del snorkel es que,
al sobresalir ligeramente en la superficie, los submarinos
pueden ser detectados por el radar durante su uso.
Sin embargo, el mayor problema que tuvieron
los alemanes fue que desarrollaron sus innovaciones ya muy
avanzada la guerra, lo que los puso en desventaja desde un
principio.
Del otro lado del mundo, tras el ataque a
Pearl Harbor, el uso de los submarinos fue decisivo para
que los estadounidenses pudieran destruir a más del 30% de
la Armada Japonesa, así como al 60% de su marina mercante,
lo que aceleró la rendición de Japón y el
fin de la II Guerra Mundial.
Durante los años posteriores
aparecieron submarinos con mayor autonomía, pero
los motores diesel y eléctrico permanecieron como sus
únicas fuentes de propulsión hasta que en los
años 50 apareció la energía nuclear, lo
más parecido a la mágica fuerza que impulsaba al
legendario Nautilus del Capitán Nemo en la novela "20,000
Leguas de Viaje Submarino" de Julio Verne.
En 1954 fue fabricado en los Estados
Unidos el primer submarino nuclear, basado en el tipo XXI
alemán. Obviamente, fue bautizado Nautilus en homenaje al
visionario escritor francés.
El nombre "nuclear" o "atómico" se
refiere a la forma de propulsión de los submarinos
y no al tipo de armamento con el que cuentan, el cual puede ser
de misiles nucleares, pero que comúnmente es de explosivos
convencionales como los torpedos.
Un submarino nuclear funciona con un
reactor que usa como combustible uranio, un metal radioactivo. El
reactor genera calor por un proceso llamado fisión, que
ocurre cuando los átomos del uranio se separan. El calor
generado es usado para calentar agua y producir vapor, que hace
girar los motores y generadores eléctricos, de la misma
manera en que lo hacen las calderas que queman combustibles
derivados del petróleo.
La seguridad es un punto crucial, por lo
que el reactor está rodeado por un escudo que reduce casi
totalmente los niveles de radiación. De hecho, un
tripulante de un submarino recibe menos radiación a
bordo que una persona que se asolea en la playa.
Los submarinos de la II Guerra
Mundial no podían avanzar a su máxima velocidad, 10
nudos, durante más de una hora, ya que debían
economizar energía y no podían permanecer bajo el
agua más de un día, porque tenían que
recargar sus baterías. Llevaban combustible diesel para
menos de 90 días y no podían bajar a más de
100 metros de profundidad.
La energía nuclear permite a los
submarinos navegar a una velocidad de más de 25
nudos, sumergirse a más de 250 metros y operar bajo el
agua por un periodo indefinido de tiempo. No deben subir a la
superficie para recargar su energía, pues el combustible
nuclear dura décadas y cuentan con equipo para fabricar
oxígeno y mantener el aire limpio de
contaminantes.
Mientras que las naves anteriores eran
"sumergibles", es decir, buques torpederos dedicados a realizar
sus misiones sobre las aguas del mar pero con posibilidad de
sumergirse por breves períodos de tiempo, el modelo
nuclear es el primer "submarino" verdadero, capaz de navegar por
las profundidades del mar sin necesidad de emerger, limitado
sólo por la duración de sus provisiones o a la
capacidad de aguante de sus tripulaciones.
Otro avance tecnológico fue la
instalación de una televisión submarina a bordo del
submarino nuclear Nautilus, de gran ayuda para no depender
exclusivamente del periscopio.
En los años siguientes, el
submarino fue perfeccionado con el diseño de un
nuevo casco en forma de lágrima que reduce tanto el ruido
como la resistencia del agua, además de permitir mayor
velocidad y maniobrabilidad.
Hoy en día existen submarinos
civiles, que se utilizan para la investigación o el
turismo, y militares, que se usan para operaciones de espionaje
y, en caso de guerra, torpedear a submarinos y buques
enemigos.
Con la combinación de
tecnología de computadora, navegación de
precisión, regeneración atmosférica, equipo
sensitivo de sonar y armas de precisión, los submarinos de
guerra se cuentan entre las máquinas más avanzadas
que jamás se han construido.
A pesar de su poderío bélico,
sólo se han probado una vez en una batalla. Fue en
1982, durante la Guerra de las Falkland o Malvinas entre
Inglaterra y Argentina, cuando el Submarino de Su Majestad
Conqueror apuntó sus torpedos convencionales contra la
nave de guerra argentina ARA General Belgrano y la hundió
de dos impactos, matando a sus 323 tripulantes.
En la actualidad, existen más de
600 submarinos en el mundo, pertenecientes a 43
países. Todos los de Estados Unidos y el Reino Unido son
nucleares, pero muchos submarinos modernos aún son
propulsados por motores diesel. China, Francia y Rusia cuentan
con algunos submarinos nucleares, siendo este
último país el que cuenta con mayor número
de naves, de ambos tipos.
Dentro de un submarino, que puede
medir lo mismo que un campo de futbol, pero de tres pisos de
altura, hasta 140 tripulantes trabajan y conviven durante meses,
viajando por todo el mundo bajo la superficie del mar. Sin
embargo, a diferencia del Capitán Nemo, carecen de
ventanas y no pueden ver nada del aún misterioso mundo
marino.
Autor:
Alam Miguel Loyo Ramos
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