El Estado fue desarrollando su capacidad para hacer frente cada vez más compleja estructura económica de México, lo mismo sucedió con la gran empresa privada. Por una parte, las diferencias que había entre los miembros más importantes de este grupo en relación con la naturaleza de sus relaciones con el gobierno- los grupos más antiguos y fuertes, algunos con raíces en el porfiriato, rechazaban una relación de dependencia frente al Estado, mientras que la pequeña y nueva clase industrial, más débil, la aceptaba- se fueron aminorando.
Por otra parte, hubo un constante proceso de concentración del poder y capital alrededor de un número relativamente pequeño de grupos empresariales que constituyeron la espina dorsal del sector privado.