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La arquitectura narrativa: Ambigüedad y simbología en el universo Kubrick (página 5)




Enviado por Andrés Angelero



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Playboy: En 2001 estas criaturas incorpóreas parecen manipular nuestros destinos y controlar nuestra evolución, aunque no queda claro si para bien o para mal, o para ambas cosas. ¿Cree usted realmente en la posibilidad de que el hombre sea un juguete de estas entidades? Kubrick: Yo no creo nada respecto a ellas: ¿cómo iba a hacerlo? La mera especulación sobre la posibilidad de su existencia es suficientemente imponente para ponerse a tratar de descubrir sus motivaciones. Lo importante es que los atributos que, a lo largo de nuestra historia, se han asignado a Dios, podrían ser también las características de entidades biológicas que muchos billones de años atrás estuvieran en un estado de evolución parecido al del hombre y se convirtieran luego en algo tan distinto del hombre como el hombre de la ameba.

Playboy: En filogenia cósmica que acaba usted de describir, ¿no sería posible que hubiera formas de vida inteligente superiores a esas entidades de energía pura, tal vez tan alejadas de ellas como ellas de nosotros? Kubrick: Naturalmente que sí; en un universo infinito y eterno todo es posible y no es probable que seamos capaces ni siquiera de arañar la superficie de la gama completa de posibilidades. Pero en una época (1968) en que el hombre se está preparando para poner el pie en la Luna, creo que conviene abrir nuestras mentes, demasiado apegadas a la tierra, a tales especulaciones. Nadie sabe lo que no está esperando en el universo. Creo que fue un astrónomo famoso quien escribió recientemente: "A veces pienso que estamos solos y a veces que no lo estamos. Una y otra idea me hacen temblar".

Playboy: Usted ha dicho que tiene que haber billones de planetas con vida considerablemente más avanzada que la humana pero que no ha alcanzado todavía una forma supra biológica o a biológica. ¿Cuál piensa usted sería el efecto si la Tierra entrara en contacto con una raza no de dioses, sino de seres técnicamente superiores? Kubrick: Las opiniones de científicos y filósofos sobre este punto divergen considerablemente. Algunos piensan que entrar en contacto con una civilización súper avanzada- incluso si su tecnología nos fuera esencialmente comprensible- supondría un shock cultural traumático para el hombre, arrebatándole su egocentrismo y destruyendo la ilusión de que él es el centro del universo. Carl Jung resumió esta postura cuando escribió, hablando del contacto con vida extraterrestre avanzada, que "nos quitarían las riendas de las manos y nos hallaríamos, como me dijo un viejo médico casi llorando, "sin sueños"… nuestras aspiraciones intelectuales y espirituales nos parecerían tan pasadas de moda que quedaríamos completamente paralizados". Personalmente, no acepto dicha postura, pero está muy extendida y no hay que pasarla por alto sumariamente.

En 1960, por ejemplo, el Comité de Estudios de Largo Alcance de la Brookings Institution preparó un informe para la Administración Aeronáutica y Espacial de la Nación afirmando que incluso el contacto indirecto- artefactos extraños que podemos descubrir en nuestras actividades espaciales en torno a la Luna, Marte o Venus o contactos radiofónicos con una civilización interestelar- podría causar graves trastornos psicológicos. El estudio añadía que "los archivos antropológicos contienen muchos ejemplos de sociedades muy tropológicos contienen muchos ejemplos de sociedades muy seguras de su lugar en el universo que se han desintegrado al asociarse con otras que les eran previamente desconocidas y adoptar ideas diferentes y formas de vida ajenas; las que sobrevivieron a una experiencia de este tipo, generalmente lo hicieron a costa de un cambio de valores, actitudes y conducta".

Concluía diciendo que, como fuera que en cualquier momento podía descubrirse vida inteligente y las consecuencias de un descubrimiento tal eran "imprevisibles por el momento", aconsejaban que el Gobierno iniciara una serie ininterrumpida de estudios sobre el impacto psicológico e intelectual que una confrontación con vida extraterrestre podría suponer. Desconozco qué medidas se tomaron, pero supongo que se estarán llevando a cabo estos estudios. Con todo, si bien no dudo que tal contacto causaría un impacto emocional adverso en muchas personas, personalmente lo contemplo con un enorme grado de interés entusiasmo. Pienso que lejos de destruir nuestra sociedad, podría enriquecerla inmensamente.

Otro aspecto positivo lo constituye la certeza virtual de que toda vida inteligente, en una etapa de su desarrollo tecnológico tiene que haber descubierto la energía nuclear. Esa es la prueba de fuego de toda civilización: ¿halla un modo de utilizar el poder nuclear sin destruir y lo dirige a fines pacíficos o se autodestruye con él? Yo diría que cualquier civilización que ha vivido mil años a partir del descubrimiento de la energía atómica tiene que haber hallado sistemas de acomodarse a la bomba y eso tiene que darnos seguridad, trazándonos las líneas fundamentales de nuestra propia supervivencia. En cualquier caso, en lo tocante al choque cultural, tengo al impresión de que la atención de la mayor parte de la gente no puede permanecer fijada en el mismo asunto durante mucho tiempo; tras un par de semanas de gran excitación y saturación en la prensa y televisión, el interés popular se apagaría y las Naciones Unidas– o el organismo universal que entonces tengamos- se encargarían de discutir con los extraterrestres.

Playboy: Usted parte de la idea de que los extraterrestres serán benévolos. ¿Por qué? Kubrick: ¿Por qué habría de molestarse en destruirnos una raza muy superior? Si una hormiga inteligente trazara de pronto un mensaje en la arena a mis pies: "Soy capaz de pensar; hablemos", dudo mucho que yo corriera a aplastarla bajo mi pie. Incluso en el caso de que no fueran super inteligentes sino sólo más avanzados que los humanos, yo me inclinaría más bien hacia la teoría de la benevolencia o, al menos, de la indiferencia. Como sea que es muy poco probable que nos visiten desde nuestro mismo sistema solar, cualquier sociedad capaz de atravesar años luz de espacio tiene que tener un altísimo grado de control sobre la materia y la energía. Por lo tanto, ¿qué motivos podrían tener para sernos hostiles? ¿Robarnos el petróleo, el oro o el carbón? Me cuesta pensar que una intención tan mezquina pueda justificar un viaje largo y arduo desde otra estrella.

Playboy: Con todo, admitirá usted que los extraterrestres suelen aparecer representados en nuestras revistas de dibujos y en las malas películas de ciencia ficción como monstruos de ojos saltones que persiguen, hambrientos, a las curvilíneas muchachas de la Tierra.

Kubrick: Eso se remonta, probablemente, a las revistas de ciencia ficción de los veinte y de los treinta, e incluso tal vez a la invasión marciana que radió Orson Welles en 1938 y a la histeria colectiva subsiguiente, que siempre se esgrime para apoyar la idea de que el contacto causaría un terrible shock cultural. En cierto modo, las líneas con que Welles empezó la emisión fueron definitivas en cuanto a la forma de considerar la vida extraterrestre por parte de la masa y ello ha durado casi hasta hoy. Me las sé de memoria:

"A través de la etérea inmensidad, mentes que, comparadas con las nuestras son lo que las nuestras respecto a las de los animales de la selva- estuvieron contemplando la Tierra con ojos envidiosos y trazando sus planes contra nosotros…" Todo lo que podamos imaginar respecto a esas otras formas de vida es posible, naturalmente. Pueden ser civilizaciones psicóticas, o decadentes que hayan elevado el dolor al terreno del arte y deseen gladiadores humanos u objetos de tortura, o civilizaciones que quieran ponernos en sus zoos, o utilizarnos para sus experimentos científicos, esclavizarnos o incluso comernos. Si bien yo soy mucho más optimista, no hay modo de estar seguros acerca de cuáles podrían ser sus intenciones.

Me interesa el argumento del Profesor Freeman Dyson, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, que afirma que sería un error esperar que todos los visitantes espaciales posibles habrían de ser altruistas o creer que habrían de tener ideas éticas o morales comparables a las humanas. Dyson escribe, si recuerdo bien, que "la inteligencia podría ser una influencia benigna que creara grupos aislados de filósofos reyes en lugares distantes del cielo", pero existen las mismas posibilidades de que "la inteligencia sea un cáncer de absurda explotación tecnológica, que atraviese una galaxia con la misma fuerza irresistible que ha atravesado nuestro planeta". Dyson concluye que "tan poco científico resulta imputar sabiduría y serenidad a la inteligencia remota como atribuirle irracionales y asesinos. Hay que estar preparados para ambas posibilidades y encaminar nuestros estudios en este sentido".

Por esta razón muchos científicos aconsejan que, ahora que estamos tratando de interceptar señales de radio de otros sistemas solares, si percibimos algún mensaje, hay que esperar un poco antes de responder. Pero hemos estado transmitiendo señales de radio y de televisiones durante tantos años que cualquier civilización avanzada ha podido recibir ya nuestras emisiones. De modo que en última instancia no nos queda mucho para elegir: o se disponen a entrar en contacto con nosotros o no, y si sí se disponen a hacerlos, nada podemos decir acerca de su benevolencia o perversidad.

Incluso si resultan ser perversos, su llegada sería indirectamente útil ya que a las naciones de la Tierra no les quedaría más remedio que unirse y formar un frente común para defender el planeta. Creo que fue André Maurois quien sugirió hace muchos años que el mejor modo de lograr la paz del mundo consistiría en fingir una amenaza exterior; no es mala idea. Pero yo no pienso que debamos contemplar el contacto con extraterrestres con prevención o dudar en visitar otros planetas por miedo a lo que allí podamos hallar. Si los otros no toma contacto con nosotros, nosotros debemos tomar contacto con ellos: es nuestro destino.

Playboy: Ha indicado usted hace un momento que no es probable que exista vida inteligente en nuestro sistema solar. ¿Por qué? Kubrick: Por lo que sabemos de los demás planetas de este sistema parece improbable que exista en ellos inteligencia, dadas las temperaturas de sus superficies y atmósferas que los hacen inhabitables para formas de vida superiores. No es probable, pero no es imposible. Apuntaré que existen huellas que dan que pensar en el otro sentido. Por ejemplo, mientras la opinión común de los científicos rechaza la posibilidad de vida inteligente en Marte – en cuanto algo opuesto a la vida vegetal o a formas inferiores de vida orgánica – , no faltan eminentes personalidades que piensan lo contrario. El doctor Frank B. Salisbury, profesor de Fisiología Vegetal de la Universidad de Utah, ha afirmado en un estudio aparecido en la revista Science que si en un planeta existe vegetación, es lógico que haya formas de vida de orden superior que se alimenten con ella. "A partir de ahí", escribe, "falta un solo paso – aunque, lo reconozco, ha de ser largo – para llegar a ser inteligente.

También señala Salisbury que los astrónomos han observado extraños destellos de luz, posiblemente explosiones de gran magnitud, en la superficie de Marte, y algunos de ellos exhalan nubes: sugiere que podría tratarse de explosiones nucleares. Otro aspecto misterioso de Marte lo constituyen las extrañas órbitas de sus dos satélites gemelos. Phobos y Deimo, descubiertos en 1877, precisamente en el mismo año que Schiaparelli descubrió sus famosos "canales" marcianos que tantos problemas siguen planteando. Un astrónomo eminente, el doctor Josif Shklovsky, ponente del departamento de radioastronomía del Instituto Astronómico Shternberg de Moscú, ha sugerido la teoría de que ambas lunas son satélites artificiales lanzados al espacio por los marcianos hace miles de años en un esfuerzo para escapar a la muerte de la superficie de su planeta. Basa su teoría en el hecho de que esas dos lunas, a diferencia de los demás 31 satélites de nuestro sistema solar, giran más deprisa que su planeta. La órbita de Phobos, además, se está deteriorando de un modo inexplicable y el satélite se encuentra cada año más cerca de la superficie de Marte. Según Shklovsky, estas dos circunstancias sólo se explican si las dos lunas están huecas. Shklovsky cree que dichos satélites son los últimos restos de una civilización marciana extinguida, pero el profesor Salisbury va más allá y sugiere que ambos fueron lanzados al espacio en los últimos cien años. Apuntando que las lunes se descubrieron en 1877 mediante un telescopio relativamente poco potente y que, en cambio, un telescopio mucho más potente observaba a Marte en 1862 – año en que el planeta estaba más cerca de la Tierra – , se pregunta: "¿Hay que atribuir el error de 1862 a la imperfección del telescopio utilizado o hay que pensar que los satélites fueron lanzados entre 1862 y 1877?" Naturalmente, no hay respuestas sino sólo preguntas, pero resulta fascinante especular. De todos modos, en una valoración conjunta, creo que las pruebas presentadas hasta hoy se inclinan en contra de la existencia de vida en Marte.

Playboy: ¿Qué nos dice de la posibilidad, cuando no de la probabilidad, de vida inteligente en otros planetas? Kubrick: La mayor parte de los científicos descartan la posibilidad de vida en los demás planetas, ya que las temperaturas de sus superficies son de miles de grados por encima o por debajo de cero y su atmósfera debe de ser venenosa. Supongo que es posible que la vida aparezca en estos planetas sobre una base de amoníaco o metano líquido, pero no parece probable. En cuanto a Venus, las pruebas Mariner indican que la temperatura de la superficie de dicho planeta es aproximadamente de 800 grados Fahrenheit, lo cual descarta la base química para un desarrollo de vida molecular. Tampoco puede existir vida inteligente autóctona en la Luna, debido a la absoluta carencia de atmósfera, al menos vida en el sentido que nosotros la entendemos, aunque sé que no es imposible que la inteligencia se dé en rocas, cristales o estatuas, con una vida de base silícica, o en gases o partículas eléctricas. Estos seres no desarrollarían una tecnología. Pero si su inteligencia pudiera controlar la materia, ¿para qué iban a necesitarla? Nada habría en ellos con todo, ni remotamente humanoide.

Playboy: ¿Qué piensa usted que podemos hallar en la Luna? Kubrick: Creo que el aspecto más atractivo de la conquista lunar es el siguiente: que si razas extrañas llegaron a visitar la Tierra en un pasado remoto y dejaron artefactos para que el hombre los descubriera en el futuro, probablemente escogieron el árido vacío lunar, en el que no cabe el deterioro y cualquier objeto puede existir durante milenos. Sería inevitable que cuando el hombre evolucionara tecnológicamente, alcanzara su satélite más cercano y hallara la tarjeta de visita de los alienígenas: tal vez un mensaje de felicitación, un tesoro oculto de conocimientos secretos o simplemente una alarma cósmica que dé la señal de que otra raza domina ya el vuelo espacia. Esa era, naturalmente, la situación central de 2001.

Pero otra cuestión igualmente fascinante es la de si podría existir otra raza de vida inteligente en la Tierra. El doctor John Lilly, cuyas investigaciones en torno a los delfines han sido financiadas por la Administración Aeronáutica y Espacial de la Nación, ha reunido pruebas considerables que apuntan a la posibilidad de que el delfín, ese animal de nariz de botella, pueda ser tan inteligente o más que el hombre. Apoya su hipótesis no sólo en el tamaño de su cerebro – que es mayor que el humano y tiene una corteza más compleja – sino en el hecho de que los delfines han desarrollado un verdadero lenguaje. Lilly está tratando – y ya ha obtenido algunos éxitos iniciales – de descifrar dicho lenguaje y establecer comunicación con los delfines. El interés de la NASA en el asunto es obvio, dado que aprender a comunicarse con los delfines sería un precedente muy instructivo a la hora de aprender a comunicarse con razas inteligentes de otros planetas. Naturalmente, si los delfines son inteligentes, su cultura tiene que ser forzosamente de tipo no tecnológico, ya que, al faltarles un pulgar prensil, no pueden crear herramientas. También podría ocurrir que su inteligencia fuera de un orden completamente distinto de la humana, en cuyo caso la comunicación sería mucho más difícil. El doctor Lilly ha escrito: "Es probable que su inteligencia sea comparable a la nuestra pero de un modo muy extraño… puede que tengan un nuevo tipo de cerebro grande tan distinto del nuestro que no sea imposible, en el curso de nuestra vida llegar a comprender sus procesos mentales." Su cultura podría haberse dedicado exclusivamente a componer poemas o establecer conceptos matemáticos abstractos, y podrían ser capaces de comunicarse telepáticamente para complementar su lenguaje subacuático.

Lo que resulta particularmente interesante es que los delfines parecen haber desarrollado un concepto de altruismo: las historias de marineros naufragados y rescatados por delfines que los llevaron a la playa no son cuentos de viejas. Pero estoy bastante preocupado por ciertos acontecimientos recientes que indican no sólo cómo podemos tratar a los delfines sino también cómo podríamos tratar razas inteligentes de otros planetas. Se dice que la Armada, impresionada por la aparente inteligencia de los delfines, ha estado utilizándolos para experimentos de destrucción submarinos, sujetando un torpedo a un delfín y haciéndolo explotar cuando se halla carca de un submarino enemigo. Oficialmente estos experimentos se han negado; pero si son ciertos, me temo que aprenderemos más acerca del hombre a través de los delfines que viceversa. En este aspecto, los rusos parecen estar, paradójicamente, mucho más avanzados que nosotros: recientemente han prohibido la caza del delfín en aguas rusas sobra la base de que el "camarada delfín" es un ser inteligente y matarle equivale a un asesinato.

Playboy: Aunque la gente suele tomarse a risa los platillos volantes, se ha discutido seriamente en medios científicos la posibilidad de que los ovnis sean fuerzas aéreas extrañas. ¿Qué piensa usted? Kubrick: El estudio más serio sobre los ovnis que he leído recientemente, ha sido escrito por L. M. Chassin, un general de las Fuerzas Aéreas francesas que ha formado parte de la NATO. Afirma que, desde cualquier punto de vista, se han reunido suficientes datos procedentes de fuentes fidedignas – astrónomos, pilotos, operadores de radar, etc.- como para empezar una investigación seria y a nivel mundial sobre el fenómeno de los ovnis. De hecho, si se para usted a examinar una parte de las pruebas, verá que muchos han sido enviados a la cámara de gas por mucho menos. Es posible que todos los gobiernos de la Tierra se tomen los ovnis en serio y tal vez estén ya llevando a cabo estudios secretos para determinar su origen, naturaleza y procedencia. Si es así, tal vez no hagan públicos sus resultados por miedo a que la gente se alarme: el peligro de un shock cultural derivado de la confrontación con lo desconocido del que estábamos hablando y que es uno de los elementos de 2001 (el silencio en torno al descubrimiento del monolito en la Luna). Pero pienso que incluso el dos por ciento de ovnis avistados, que el Proyecto de Libro Azul de las Fuerzas Aéreas admite como inexplicable por los medios convencionales, justificaría una investigación seria. Según parece, la investigación autorizada por el gobierno que se lleva a cabo en la Universidad de Colorado no tiene nada de serio.

Una señal esperanzadora de que acabará prestándose a este tema la atención seria que merece la constituye, sin embargo, la conversión tardía pero ejemplar del doctor. J. Allen Hynek, que fue desde 1948 asesor de las Fuerzas Aéreas en materia de ovnis y ahora es ponente del departamento de astronomía de la Universidad del Noroeste. Hynek, que se burló muchísimo de los ovnis, cree ahora que requieren una atención especialísimo – como escribió en Playboy (diciembre de 1967) – e incluso admite que las pruebas existentes puedan indicar una posible conexión con vida extraterrestre. Nos dice: "Quedaré muy sorprendido si un estudio intenso no da resultado. Al contrario, pienso que la humanidad puede estar en el umbral de la mayor aventura desde que la naciente inteligencia humana se puso a contemplar el universo." Estoy de acuerdo con él.

Playboy: Si los platillos volantes existen. ¿Quién o qué piensa usted que son? Kubrick: No lo sé. Las pruebas nos demuestran que están aquí, pero no nos dicen qué son. Alguno escritores de ciencia ficción teorizan medio en serio que se trata de lanzaderas que corren sobre el telar del tiempo atravesando eones en uno y otro sentido, y procedentes de un futuro en que el hombre ya dominaría el viaje en el tiempo; y creo que el biólogo Ivan Sanderson ha adelantado la teoría de que pueden ser algún tipo de animal espacial que habite la parte superior de la estratosfera, aunque me resisto a participar de esa idea. También es posible que se trate de un fenómeno perfectamente natural, tal vez de una cadena de relámpagos, según ha sugerido un científico americano. Aunque eso no explica algunas de las fotos tomadas por fuentes fidedignas, como la Armada argentina, que muestran claramente objetos metálicos esféricos flotando en el espacio. Como habrá usted notado, estoy fascinado por los ovnis y sólo siento que el tema haya sido desacreditado por los que hablan de platillos pilotados por humanoides verdes de tre pies de altura y con cabezas puntiagudas. Ese tipo de enfoques pueden llevar a dejar de lado el fenómeno, cosa que haríamos a nuestro propio riesgo.

Creo que otro problema – y una de las razones por las que, a pesar de la cantidad e pruebas aducidas, el interés público no ha sido grande – lo constituye el hecho de que la mayoría no quiere pensar en que extraterrestres puedan estar moviéndose por nuestro cielo y observándonos como si fuéramos chinches. La idea resulta demasiado incómoda: sacude nuestra pequeña Weltanschauung, ordenada, tranquilizadora, "sanitizada": el cosmos está ya a años luz de Scarsdale. Este podría ser un mecanismo para la supervivencia, pero también podría cegarnos respecto al que puede ser el momento más dramático e importante de la historia del hombre: el contacto con otra civilización.

Playboy: Entre las razones que aducen los que dudan del origen interestelar de los ovnis esta la teoría de la relatividad de Einstein, que afirma que la velocidad del a luz es absoluta y nada puede sobrepasarla. Un viaje desde la más cercana de las estrellas duraría miles de años. Declaran que los viajes interestelares deben descartarse por este motivo: al menos por lo que hace a seres inteligentes cuya vida dure lo que la de los humanos más longevos.

¿Le parece válido este argumento? Kubrick: Me gusta creer que hayamos penetrado en las últimas profundidades del conocimiento acerca de las leyes físicas del universo. Parece bastante presuntuoso pensar que en unos pocos centenares de años hemos llegado a saber la mayor parte de lo que se puede saber. No creo, por tanto, que se pueda declarar dogmáticamente que la luz es el límite absoluto de la velocidad del universo. No me fío de los dogmas de la ciencia; suelen durar muy poco tiempo. Los científicos más eminentes de Europa del siglo diecinueve se reían de los meteoritos partiendo de que "las piedras no pueden caer del cielo", y un año antes del Sputnik, uno de los principales astrofísicos del mundo afirmó que "los vuelos espaciales son puro camelo". En realidad, ya se están llevando a cabo estudio teóricos extremadamente interesantes – uno de ellos por el doctor Gerald Feinberg, de la Universidad de Columbia – que indican que, en determinadas condiciones, ciertas cosas pueden sobrepasar la velocidad de la luz. Además existe la posibilidad de que la limitación que la velocidad de la luz supone, en el caso de que sea absoluta, pueda obviarse mediante un atajo de tipo espacio-tiempo, como ha sugerido Arthur Clarke. Pero tomemos otro medio, algo más conservador, de burlar esta limitación: si conseguimos desarrollar el contacto por radio entre nosotros y otra civilización, dentro de doscientos años habremos alcanzado un estadio en ingeniería genética en el que la otra raza podrá transmitirnos su código genético por radio y nosotros seremos capaces de recrear su estructura DNA y duplicar artificialmente un ser de su especie en nuestros laboratorios, y viceversa. Eso sólo puede parecer fantástico a los que no han seguido los adelantos tremendos que ha llevado a cabo la ingeniería genética.

Pero, incluso en caso de que no podamos conseguir la velocidad de la luz, los viajes interestelares no serían imposibles. Siempre que descartamos el vuelo espacial más allá de nuestro sistema solar basándonos en que duraría miles de años, estamos pensando en seres con una vida de duración parecida a la nuestra. Existen moscas que viven su entera existentica – nacimiento, reproducción y muerte – en 24 horas; pues bien, puede que el hombre sea, respecto a otras criaturas del universo, lo que dichas moscas son al hombre. Puede que haya muchísimas razas en el universo las vidas de cuyos individuos duren cientos de miles o incluso millones de años, para las cuales un viaje a la Tierra de 10.000 años sería algo así como un corto paseo por el parque. Pero incluso partiendo de nuestras propias posibilidades, dentro de relativamente pocos años será posible congelar a los astronautas o provocar una suspensión hibernatoria de sus funciones vitales que se prolongue durante todo el vuelo interestelar. Podrían pasar 300 o 1000 años en el espacio y verse despertados automáticamente, sintiéndose como si hubieran estado durmiendo ocho horas.

La teoría de la velocidad de la luz puede aplicarse, también, a favor de los viajes largos: el factor de la "dilatación temporal" en la teoría de la relatividad de Einstein dignifica que a medida que un objeto acelera hacia la velocidad de la luz, la velocidad del tiempo decrece. Todo seguiría normalmente a bordo de la aeronave, pero si hubieran estado lejos de la Tierra durante cincuenta y seis años, por ejemplo, a su regreso serían sólo veinte años más viejos que cuando partieron. Por todo lo cual, no me dejo impresionar por la afirmación de algunos científicos de que el límite de la velocidad de la luz hace imposibles los viajes interestelares.

Playboy: Acaba usted de hablar de congelar a los astronautas para viajes espaciales muy largos, como en los "hibernáculos" de 2001. Como usted sabe, el físico Robert Ettinger y otros han lanzado la idea de congelar cuerpos muertos en nitrógeno líquido hasta el día en que puedan ser resucitados. ¿Qué le parece la idea? Kubrick: Me he interesado en ella durante muchos años y me parece muy factible. De hecho, pienso que dentro de diez años una de las industrias más florecientes en Estados Unidos y en el resto del mundo será la congelación de cadáveres: lo recomiendo como un buen campo de inversiones a los especuladores con imaginación. La tesis del doctor Ettinger es muy simple: si un cuerpo se congela en nitrógeno líquido a una temperatura cercana a cero – menos de 459.6 grados Fahrenheit – y se conserva adecuadamente, puede ser posible en un futuro más o menos inmediato descongelar el cuerpo y curar la enfermedad o reparar el daño físico que fue la causa de la muerte. Desde luego, en este asunto quedan muchos puntos al azar: no tenemos manera de saber si la ciencia futura llegará a descubrir algún medio de curar supuestos extremos de cáncer o incluso si llegará a resucitar con éxito un cuerpo congelado. Además, el cadáver sufre daños en el curso del proceso congelador: se forman cristales de hielo en el torrente circulatorio. Y a menos que el cuerpo se congele en el mismo momento de la muerte, empiezan a deteriorarse las células del cerebro. Pero ¿qué podemos perder con ello? Nada, y podríamos ganar la inmortalidad.

Permítame que le lea lo que ha escrito el doctor Ettinger: "Se ha creído durante mucho tiempo que la frontera entre la vida y la muerte era simple y obvio. Un hombre vivo respira, suda y hace observaciones absurdas; un muerto se limita a yacer, no presta atención y con el tiempo se pudre. Pero hoy se sabe que la cosa no es tan sencilla".

De hecho, si examina seriamente la idea de congelar a un muerto, no resulta ni mucho menos tan fantástica como parece a primera vista. Después de todo, muchísimos pacientes "mueren" sobre la mesa de operaciones y son resucitados mediante la estimulación artificial del corazón al cabo de algunos segundos o incluso de algunos minutos, y no hay diferencia sustancial entre resucitar a un paciente al cabo de tres minutos de su muerte clínica o tras un intermedio de trescientos años. Afortunadamente, la idea de la hibernación está recibiendo cada día más atención en el mundo de la ciencia. El doctor francés Jean Rostand, biólogo internacionalmente respetado, ha propuesto la idea de que todas las naciones empiecen un programa de congelación, costeado con fondos del gobierno y dirigido por los mejores científicos de la nación. "porque cada día que pasa", dice, "se van miles de hombres a una tumba innecesaria".

Playboy: ¿Ha pensado en hacerse congelar? Kubrick: Me haría congelar si existieran ya las facilidades adecuadas, pero, por desgracia, todavía no existen. Algunas organizaciones están tratando de divulgar información y de conseguir fondos para desarrollar un programa efectivo de congelación – la Sociedad para la Extensión de la Vida de Washington, la Cryonics Society de New York, etc -, pero aún estamos en la infancia de la criobiología. Hasta hoy, todos los sistemas de hibernación existentes – y hay bastantes – no están lo suficientemente perfeccionados como para ofrecer verdaderas esperanzas. Pero esta situación cambiará probablemente antes de lo que suponemos.

Debemos Recordar – especialmente aquellos que tienden a calificar el tema del descabellado – que la ciencia ha hecho progresos formidables en los últimos cuarenta años; en ese breve período de tiempo, una amplia gama de enfermedades que fueron el azote de la humanidad, desde la viruela a la difteria, han sido virtualmente eliminadas mediante las vacunas y los antibióticos; mientras que otras, como la diabetes, han sido controladas – aunque no completamente eliminadas -mediante específicos como la insulina. Los trasplantes de órganos son ya remedio corriente y ya se están preparando bancos de riñones, pulmones, brazos y corazones con vistas a un futuro próximo.

El doctor Ettinger predice que un "hibernado" que hubiera muerto en un accidente o a causa de profundos daños internos podría verse resucitado en un hospital del futuro. Sus órganos internos – corazón, pulmones, hígado, riñones, estómago y demás – podrían ser injertos, implantados tras haber sido desarrollados en un laboratorio a partir de células de algún donante. Sus brazos y piernas podrían ser "artefactos de metal o de plástico, gobernados por pequeños motores". Sus células cerebrales, escribe Ettinger, "podrían ser nuevas en su mayoría, regeneradas a partir de las pocas que se hubiesen salvado y algunos de sus recuerdos y rasgos de la personalidad podrían haberse imprimido en esas nuevas células con micro técnicas de química y física". El desafío principal del científico del futuro no será la resurrección sino la eliminación de la causa originaria de la muerte y en este campo recientes experimentos nos obligan a ser optimistas De modo que, antes de rechazar la idea de la congelación, vale la pena dar un repaso a lo que se ha alcanzado en unas pocas décadas, y pensar en qué podemos ser capaces de conseguir en los siglos venideros.

Playboy: Los que se oponen a la hibernación afirman que la muerte es la culminación natural e inevitable de la vida y que no hay que eliminarla, anquen podamos hacerlo. ¿Qué les respondería? Kubrick: La muerte no es más natural que la viruela o la difteria. La muerte es una enfermedad, tan susceptible de ser curada como otra cualquiera. Durante millones de años la impotencia del hombre ante la muerte le ha llevado, en interés de su propia salud mental a aceptarla como un fin inevitable. Pero con el progreso de la ciencia esa ya no es necesario ni siquiera deseable. La congelación es tan sólo uno de los medios posibles de vencer a la muerte; los que deseen una muerte "natural", que se mueran, del mismo modo que los que en el siglo pasado querían pasar por los sufrimientos "que Dios había previsto para ellos" se oponían a la anestesia. Como ha escrito el doctor Ettinger: "A cada cual los suyo y todo cuanto puedo decir a los que no escojan la congelación es que… se pudran tranquilamente" Playboy: La congelación y la resurrección de los muertos son técnicas científicas revolucionarias que podrían transformar nuestra sociedad. ¿Qué cambios sociales y científicos prevé usted para el año de su película, el 2001? Kubrick: Quizás el mayor adelanto que hayamos conseguido en el año 2001 es la eliminación de la vejez. Hemos estado hablando de la lucha de los científicos contra la enfermedad; incluso suponiendo que venzan en ella, queda el azote de la ancianidad. Demasiada gente cree que la decrepitud senil es, como la muerte, inevitable. En absoluto. El respetadísimo científico ruso V. F. Kuprevich ha escrito: "Estoy convencido de que acabaremos hallando el medio de desconectar los mecanismos que hacen que las células envejezcan." El doctor Bernard Strehler, gerontólogo eminente, afirma que no es característica ineludible de las células o de los metazoos la imposibilidad de funcionar perpetuamente y auto regenerarse.

Un indicio alentador en este sentido es el libro del doctor Hans Selye Calciphylaxis, en el cual mantiene el autor que la vejez viene causada por el desplazamiento del calcio en el interior del organismo, desplazamiento que puede detenerse haciendo circular por el sistema determinados compuestos del hierro que neutralicen el calcio, lo absorban y eviten que impregne las mucosas. El doctor Selye predice que pronto estaremos en condiciones de evitar que el hombre de sesenta años pase a la condición de noventa. Selye podría haber añadido que el sexagenario podría permanecer sexagenario durante cientos o incluso miles de años si se eliminaran todas las demás enfermedades. Dicha inmortalidad podría incluso quedar sustraída a los accidentes: suponiendo que un hombre fuera atropellado por una apisonadora, sería posible regenerar su cuerpo y mente a partir de una partícula mínima, si la ingeniería genética sigue progresando con la misma rapidez que lo ha hecho hasta hoy.

Playboy: ¿Qué efectos producirán esos adelantos científicos en el modo de vida a principios del próximo siglo? Kubrick: Es casi imposible decirlo. ¿Quién hubiera podido prever en 1900 cómo iba a ser la vida en 1968? Es mucho más fácil hacer predicciones en torno a la tecnología que en torno a la vida humana. La política y las cuestiones mundiales cambian tan rápidamente que resulta muy difícil predecir el futuro de las instituciones sociales incluso a diez años vista. En el año 2001 tanto podemos estar viviendo en un paraíso gandhiano en el que todos los hombres sean hermanos, como en una dictadura neofascista, o incluso seguir trampeando como en el presente. De todos modos, a medida que la tecnología avance, es indudable que todo el concepto del ocio mejorará cuantitativa y cualitativamente.

Playboy: ¿Qué nos dice del campo de las diversiones? Kubrick: Estoy convencido de que tendremos cine y televisión sólo en tres dimensiones y es posible que aparezcan formas absolutamente nuevas en diversión y educación. Puede que exista una máquina que se conecte al cerebro y nos lleve a una experiencia onírica "real" en la que nos convirtamos en el héroe de una historia de amor o de aventuras. En un nivel más serio, una máquina parecida podría servir para inyectar conocimientos; de este modo cabría, por ejemplo, aprender a hablar el alemán perfectamente en veinte minutos. Hasta ahora los procesos de aprendizaje han sido tan lentos que se necesita un adelanto.

Por otra parte, esas cosas comportan también peligros; parece ser que en Yale han estado haciendo experimentos en los que han conseguido localizar y estimular mediante electrodos el centro de placer del cerebro de un ratón, con el resultado de que el ratón experimentó un orgasmo de ocho horas. Si todos tuviéramos fácil acceso a un placer tan intenso, podríamos muy bien convertirnos en una raza de zombies sensualmente estupidizados encerrados en aparatos estimulantes, con el resultado de que nuestros cuerpos y mentes acabarían por atrofiarse. El mismo problema podría presentarse con las drogas psicodélicas: nos prometen un mundo de sensaciones desatadas, pero tienen el peligro de acabar por retraernos a un mundo somático absolutamente interior desconectándonos de la vida. Por el momento no existen drogas ideales: supongo que en el 2001 habremos descubierto productos químicos libres de efectos físicos, mentales o genéticos adversos y capaces de dar alas a nuestras mentes y ensanchar el campo de la percepción más allá de los límites que la evolución le ha señalado.

De hecho, hasta ahora la percepción en los niveles más profundos ha resultado, desde el punto de vista de la evolución, perjudicial para la supervivencia: si el hombre de las cavernas se hubiera sentado en una roca a admirar un hermoso crepúsculo o la compleja configuración de una nube, no hubiese exterminado a las especies rivales, pero tampoco hubiese llegado a dominar el planeta. Hoy, sin embargo, el hombre se halla ante la situación sin precedentes de ser dueño de una serie de recursos materiales y tecnológicos potencialmente ilimitados, y disponer al mismo tiempo de mucho tiempo libre. Por fin se le ha presentado la oportunidad de mirar hacia su propio interior y más allá de sí mismo con una nueva perspectiva, sin poner en peligro ni frustrar el progreso de su especie. Las drogas, bien utilizadas, pueden resultar un guía valioso en esa nueva expansión de nuestra conciencia. Pero si se emplean para enturbiar en vez de extender la percepción, pueden tener una influencia muy negativa. En el 2001 habrá sin duda drogas fascinantes: el problema reside en cómo las utilizaremos.

Playboy: ¿Ha tomado usted LSD alguna vez o alguna otra de las llamadas drogas "ampliadoras" de la percepción? Kubrick: No. Creo que las drogas prestan mayor utilidad al público que al artista. Pienso que la ilusión de fundirse con el universo, la identificación con los objetos de nuestro alrededor y la sensación de paz y reposo absolutos no son el estado ideal para el artista. Tranquiliza la personalidad creadora, que sólo medra con el conflicto, el choque y la fermentación de las ideas. La trascendencia del artista tiene que estar en su obra: no tiene que poner barreras entre él mismo y la fuente de su subconsciente. Una de las razones que me ha llevado a oponerme a el LSD reside en que las personas que conozco que lo usan son absolutamente incapaces de distinguir entre las cosas que son verdaderamente interesantes y estimulantes y las que sólo parecen serlo en el estado de beatitud que la droga proporciona en un "buen" viaje. Pierden por completo sus facultades críticas, perdiendo contacto con uno de los campos de la vida que resultan más apasionante. Quizás cuando todo es necesario, nada es hermoso.

Playboy: ¿Qué estadio cree que habrá alcanzado la revolución sexual en el 2001? Kubrick: También en este terreno sólo caben especulaciones. Tal vez haya una reacción contra las corrientes actuales y el péndulo retroceda hacia una especie de neo puritanismo. Pero es más probable que la revolución sexual, bajo los auspicios de la píldora, se extienda. Tal vez sea posible que ambos participantes en el acto sexual experimenten simultáneamente las sensaciones del otro mediante drogas, o bien aguzando o amplificando mecánicamente las funciones ESP latentes. Tal vez nos convirtamos en seres sexualmente polimorfos, con infinitas posibilidades de intercambio. La posibilidad de explorar nuevas áreas de experiencia sexual no tiene límites.

Playboy: ¿Si prevalecen estas corrientes, piensa usted que el amor romántico estará pasado de moda en el 2001? Kubrick: La gente halla más fácil cada día tener relaciones íntimas satisfactorias fuera del concepto de amor romántico, que por cierto, es una adquisición bastante reciente, que se desarrolló en la corte de Eleonor de Aquitania en el siglo XII. Pero la relación amorosa básica está demasiado arraigada en la psique del hombre para no perdurar en una u otra forma. No va a ser fácil vencer nuestra programación emotiva originaria. El hombre sigue teniendo los mismos instintos que atan a la pareja – amor, celos, posesividad -; hace millones de años las necesidades de supervivencia tribal e individual se los inculcaron y siguen ahí, muy cerca de la superficie, incluso en esos tiempos pretendidamente ilustrados y liberados.

Playboy: ¿Piensa usted que en el 2001 la institución de la familia, que algunos científicos han calificado de moribunda, se habrá convertido en algo muy distinto de lo que es ahora? Kubrick: Es fácil soltar una serie de argumentos intelectualmente impresionantes contra la familia como institución (su autoritarismo intrínseco, etc.), pero, si las cosas se miran fríamente, la familia resulta ser la unidad más primitiva y vital de la sociedad. Puede usted hallarse junto a la puerta de la habitación de su esposa, en el hospital, cuando está dando a luz, y mascullar: "¡Dios mío! ¡Qué responsabilidad! ¿Hago bien aceptando una obligación tan terrible? ¿Qué estoy haciendo aquí?", pero luego, cuando entre y vea la cara del niño – ¡zas! – la programación primitiva se sobrepone a todo lo demás y su respuesta será gozosa y alegre. Es un caso clásico de estructuras sociales genéticamente implantadas en el individuo. Hay muy pocas cosas en el mundo que tengan una importancia incuestionable en sí mismas y no sean susceptibles de debate o argumentación racional, pero la familia es una de ellas. Tal vez el hombre se haya "liberado" demasiado a través de la ciencia y las corrientes sociales. Se ha apartado de la religión y ha saludado la muerte de los dioses; las lealtades imperativas del viejo estado nacional se están disolviendo y dodos s antiguos valores sociales y éticos, por más reaccionarios y estrechos que fueran, están en trance de extinguirse. El hombre del siglo veinte se encuentre, sin carta de navegar, en un bote desprovisto de timón; si no quiere enloquecer durante el viaje, ha de tener algo de qué preocuparse, algo que sea más importante que él mismo.

Playboy: Algunos críticos han notado en gran parte de su obra, no sólo un profundo pesimismo, sino también una especie de misantropía. En Dr. Strangelove, por ejemplo, un crítico comentó que su actitud, en cuanto director, a pesar del mensaje antibelicista de la película, parecía absolutamente ajena y despreocupada por la aniquilación de la humanidad, casi como si se estuviera purgando a la Tierra de una infección. ¿Hay algo de verdad en ello? Kubrick: ¡No, por Dios! El hecho de que un hombre reconozca el absurdo esencial de la humanidad, sus fallos y pretensiones, no quiere decir que deje de preocuparse por ella. A mi modo de ver, la única inmortalidad es la que pone en peligro la especie y el único mal absoluto, el que la amenaza de aniquilación. Creo en las posibilidades del hombre y en su capacidad de progresar. En Strangelove traté de esa irracionalidad inherente en el hombre que amenaza con destruirle; esta irracionalidad está dentro de nosotros y debemos vencerla; pero el reconocimiento de la locura no implica su elogio, ni la desesperación ante la posibilidad de curarla.

Playboy: En los cinco años que han seguido al estreno de Dr. Strangelove, las dos máximas potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, han llegado a acuerdos sustanciales. ¿Piensa usted que ello ha reducido el peligro de una guerra atómica? Kubrick: No. Más bien creo que la confiada détente americano-soviética aumenta la amenaza de una guerra accidental por negligencia; esa ha sido siempre la mayor amenaza y la más difícil de suprimir. El peligro de que las armas nucleares sean usadas (por una potencia de segundo orden, tal vez) es tan grande, si no mayor que nunca, y ms sorprende que el mundo haya podido acomodarse a él sin perturbaciones aparentes.

Me preocupa, sobre todo, la posibilidad de que la guerra surja como consecuencia de una explosión repentina en alguna parte del mundo, que desencadene una reacción de pánico y lance a hombres asustados y confusos a decisiones que no tomarían jamás de forma racional. Por si esto fuera poco, la amenaza más seria reside en que un psicópata que se haya alzado hasta el poder en alguna parte del mundo empiece una guerra o al menos intercambio limitado de armas nucleares que devasten extensos territorios y causen innumerables víctimas. Este era el tema de Dr. Strangelove; y yo no estoy absolutamente seguro de que en algún lugar del Pentágono o del Ejército Rojo no se encuentre un auténtico General Jack D. Ripper.

Playboy: Los estrategas de la seguridad han sugerido que un medio de evitar que un chalado empezara una guerra consistiría en someter a test psicológicos a todo el personal clave en la organización nuclear. ¿Sería efectiva esta medida? Kubrick: No, porque cualquier perturbado que hubiera sido capaz de elevarse dentro del sistema, poseería forzosamente un autocontrol considerable y sería capaz de enmascarar sus obsesiones. Hasta cierto punto ya existen dichos test, pero hay que estar muy loco para traicionarse en ellos y ahora nos estamos refiriendo a una personalidad de tipo psicopático, pero capaz de controlarse. Más dejando aparte los test, ¿cómo asegurarse objetivamente de la salud mental del Presidente, en el cual, como General en Jefe, recae en última instancia la responsabilidad del uso del arma nuclear? No es probable pero tampoco imposible que un día tengamos un Presidente psicópata o que sufra una crisis nerviosa, o un Presidente alcohólico que, en plena borrachera, empiece una guerra. Me dirá que sus ayudantes se darían cuenta de ello y lo detendrían, pero ¿quién sabe? Menos rebuscado y todavía más peligroso resulta la posibilidad de que un psicópata se introduzca en el servicio de la Casa Blanca. ¿Se imagina lo que hubiera podido suceder si, cuando el asunto de los misiles de Cuba, un camarero desequilibrado hubiese echado LSD en el café de Kennedy o, al otro lado, en el vodka de Kruschev? Las posibilidades son escalofriantes.

Playboy: ¿Comparte el punto de vista de algunos psiquiatras, según los cuales la tensión producida por el equilibrio del poder nuclear, con todos sus riesgos de una catástrofe universal, podría reflejarse en una especie de deseo de muerte colectivo? Kubrick: No, pero pienso que el miedo a la muerte nos ayuda a explicar la razón de que la gente acepte esa espada de Damocles sobre sus cabezas con tanta ecuanimidad. El hombres es la única criatura que tiene conciencia de su propia mortalidad y que, al mismo tiempo, es en términos generales incapaz de conformase con todas las implicaciones de dicha certeza. Millones de personas, en mayor o menor grado, experimentan ansiedades, tensiones y conflictos emocionales que frecuentemente se manifiestan en forma de neurosis y esa falta de alegría que impregna sus vidas de frustración y amargura y que aumenta a medida que envejecen y ven que la tumba se abre a sus pies. Como sea que cada vez hay menos gente que se acoja en la religión, pienso que de una forma inconsciente la idea de que, en caso de guerra nuclear, el mundo morirá con ellos, les produce un cierto placer. Dios ha muerto, pero la bomba perdura; así no se sienten tan solos ante su propia mortalidad. Sartre escribió que si hay algo que alegraría a un hombre a punto de ser ejecutado, sería decirle que, al día siguiente, un cometa haría saltar la tierra en pedazos, destrozando a todos los humanos. No hay que ver en ello un deseo de muerte colectiva o una tendencia general a la autodestrucción, sino más bien un reflejo de la terrible soledad de la muerte. Eso es muy pernicioso, naturalmente, porque aborta la posibilidad de que el mundo se vea galvanizado por la ira y la indignación y le lleve a poner término a una situación en que unos líderes políticos de los dos bandos están seriamente dispuestos a incinerar a millones de personas en nombre de un mal llamado interés nacional.

Playboy: ¿Es usted un pacifista? Kubrick: No estoy muy seguro de qué quiera decir pacifismo. ¿Hubiera sido un acto de moral superior haberse sometido a Hitler para evitar la guerra? No lo creo. Pero la historia está llena de guerras absurdas como la Primera Guerra Mundial, lo que está pasando en Vietnam o todas las guerras religiosas. Sin embargo, lo que convierte la situación actual en algo absolutamente distinto de todo lo que se ha vivido hasta hoy es el hecho de que el hombre tenga miedos suficientes para destruir toda su especie y posiblemente el planeta. El problema que se ofrece en el momento de querer dramatizar esto para el público es que todo parece abstracto y poco real. Es como decirle: "El sol va a morir dentro de un billón de años." Se necesita un cambio hacia una situación alternativa al presente equilibrio de terror, una situación que la gente pueda entender y apoyar.

Playboy: ¿Piensa usted que un gobierno mundial poderoso o un sistema social, político y económico radicalmente nuevo sería capaz de conjurar de un modo inteligente y duradero problemas como el de la guerra nuclear? Kubrick: Ninguno de los sistemas ensayados hasta hoy ha dado buenos resultados, pero no se me ocurre con qué reemplazarlos. La idea de que un grupo de filósofos reyes lo gobiernen todo con paternalismo omnisciente y bondadoso siempre ha resultado atractiva, pero ¿dónde hallar a esos filósofos reyes? Y en caso de hallarlos, ¿cómo buscarles sucesores? No, hay que reconocer que la sociedad democrática, a pesar de sus deficiencias y contradicciones, sigue siendo el mejor sistema que se ha inventado. Creo que fue Churchill quien comentó que la democracia es el peor sistema del mundo, exceptuando a todos los demás.

Playboy: Se le ha acusado de manifestar en sus películas una fuerte hostilidad a la sociedad industrializada moderna de las democracias occidentales y un peculiar antagonismo – ambiguamente unido a una especie de fascinación – contra el automatismo.

Sus críticos afirman que ello se ponía de relieve en 2001, película en que el "malo", la computadora HAL-9000, era, en cierto modo, el único ser humano que en ella aparecía.

¿Cree usted que las máquinas se van acercando cada día más al hombre y el hombre a la máquina y nota la existencia de una lucha por el poder entre ambos? Kubrick: En primer lugar, yo no soy enemigo de las máquinas, sino todo lo contrario. Es indudable que estamos entrando en una mecanarquía, y que nuestra ya compleja relación con la máquina se irá volviendo más compleja a medida que la inteligencia de la máquina aumente. Tendremos que compartir el planeta con máquinas cuya inteligencia y habilidad sobrepasarán con mucho las nuestras. Pero esta interrelación – si el hombre sabe dirigirla inteligentemente – puede tener efectos enormemente enriquecedores para la sociedad.

Mirando hacia un futuro todavía lejano, supongo que no resulta inconcebible que llegue a aparecer una subcultura de computadoras-robots que decida que ya no necesita del hombre. Usted habrá oído seguramente la historia de la computadora más perfecta del mundo: los científicos pasan meses tratando de establecer cuál será la primera pregunta que le propondrán. Al fin dan en la mejor: "¿Existe Dios?" Tras unos momentos de destellos luminosos, aparece una ficha con la respuesta: AHORA SI. Pero este problema queda lejos y no me paso las noches en blanco dándole vueltas; están completamente domesticados, aunque no me atrevería a decir tanto de los circuitos telefónicos integrados, que a veces parecen tener una perversa vida propia.

Playboy: Hablando de la electrónica y mecánica del futuro, la escenografía y las escenas del vuelo espacial de 2001 han sido saludadas por la crítica – incluso por la más hostil – como un adelanto extraordinario en el campo cinematográfico. ¿Cómo consiguió unos efectos especiales tan extraordinarios? Kubrick: No puedo responder a esta pregunta desde un punto de vista técnico en el tiempo de que disponemos, pero le diré que fue necesario idea, proyectar y construir técnicas completamente nuevas en el campo de los efectos especiales. Ello supuso 18 meses y 6.500.000 dólares de un presupuesto de 10.500.000. Creo que hay que agradecérselo en primer lugar a Robert H. O?Brien, presidente de la M.G.M., que puso la suficiente confianza en mí como para dejarme perseverar en una labor que a veces parecía que no iba a terminar nunca. Pero yo sabía que esta película debía hacerse de modo que todos los efectos especiales resultaran convincentes, algo que no se había logrado todavía.

Playboy: Gracias a esos efectos especiales, 2001 es sin duda alguna la mejor descripción gráfica del vuelo espacial de la historia del cine. Y, sin embargo, usted reconoce que se niega a volar incluso en un avión normal, ¿Por qué? Kubrick: Supongo que ello se debe a un sentimiento terrible de la propia mortalidad. El hecho de que podamos tomar conciencia de nuestro propio fin, a diferencia de lso demás animales, crea en nuestro interior tremendas tensiones psíquicas: nos guste admitirlo o no, en el interior de cada hombre vive un pequeño hurón de miedo a ese fin cierto que roe su ego. Tenemos la suerte de que nuestro cuerpo y la satisfacción de sus necesidades y funciones jueguen un papel tan imperativo en nuestra vida; este caparazón físico levanta un muro entre nosotros mismos y la idea paralizadora de que sólo unos pocos años separan nuestro nacimiento de la muerte. Si el hombre se sentara a pensar sobre su fin, sobre su terrible insignificancia y soledad en el cosmos, se volvería loco o se hundiría ante un sentimiento aplastante de futilidad. Se preguntaría, ¿por qué voy a molestarme en escribir una gran sinfonía, o en lugar para ganarme la vida, o en amar a otro, si no soy más que un efímero microbio sobre una mota de polvo que gira por la inmensidad inconcebible del espacio? Aquellos de nosotros cuya sensibilidad les fuerza a contemplar su vida desde esta perspectiva – que reconocen que no existe una finalidad que ellos puedan entender y que su existencia es algo desconocido y sin historia entre miríadas de estrellas – pueden convertirse fácilmente en presas de la anomíe. Entiendo que, para Matthew Arnold, la vida fuera "una llanura tenebrosa… en la que ignorantes ejércitos chocan por la noche… y no hay ni amor, ni esperanza, ni certidumbre, ni fe ni fin del dolor". Pero incluso para aquellos cuya falta de sensibilidad les impide penetrar en su propia futilidad, esa certeza despoja sus vidas de sentido y propósito; ésta es la razón de que "la masa viva una vida de callada desesperación", de que tantos de nosotros crean que nuestras vidas están tan vacías de significado como nuestras muertes.

Las religiones del mundo, con todos sus defectos, ofrecían un consuelo a ese gran dolor; pero como los clérigos proclaman ahora la muerte de Dios y, citando una vez más a Arnold, "el mar de la fe" se retira en todo el mundo con "un largo y triste rugido de derrota", el hombre se ha quedado sin muleta en que apoyarse y sin esperanza que, aun de un modo irracional, dé sentido a su existencia. Pienso que este conocimiento terrible está en la base de muchas más enfermedades mentales de las que los psiquiatras creen.

Playboy: Si la vida no tiene sentido, ¿piensa usted que vale la pena vivirla? Kubrick: Sí, al menos por parte de aquellos de nosotros que somos capaces de contender con nuestra propia mortalidad. La misma falta de sentido de la vida fuerza al hombre a crearse su propio sentido. Los niños comienzan su vida con una capacidad de admiración intacta, pudiendo experimentar un goce absoluto ante algo tan sencillo como el verdor de una hoja, pero a medida que envejecen, la idea de la muerte y de la vejez empieza a penetrar en su conciencia y erosionar sutilmente su joi de vivre, su idealismo, y la creencia en su propia inmortalidad. A medida que el niño va madurando, descubre la muerte y el dolor a su alrededor y empieza a perder la fe en la bondad del hombre. Pero si es fuerte – y tiene suerte – puede resurgir de este crepúsculo del alma en un renacimiento de élan vital. A causa de su conocimiento de lo absurdo de la vida y a pesar del mismo puede llegarse a forjar un nuevo sentido de autoafirmación. Probablemente no recobrará la capacidad admirativa de su infancia, pero puede conseguir algo más duradero. Lo más terrible del universo no es que sea hostil sino que es indiferente; pero si podemos llegar a pactar con su indiferencia y a aceptar los desafíos de la vida dentro de los límites de la muerte, nuestra existencia como especie puede llegar a tener sentido. Por más grande que sea la oscuridad, debemos procurarnos nuestra propia luz.

Playboy: ¿Seremos capaces de hallar un sentido profundo, bien como individuos, bien en cuanto especie, si seguimos viviendo con el conocimiento de que una catástrofe nuclear puede borrar la vida humana en un momento? Kubrick: Debemos hacerlo, porque, en última instancia, puede que no haya manera de eliminar la amenaza de autodestrucción sin cambiar la naturaleza humana. Incluso en caso de que pudiéramos desarmar todas las naciones, sería imposibles robarles el conocimiento de cómo fabricar armas nucleares o la perversidad que nos permite racionalizar su uso. Dados esos dos imperativos categóricos en un mundo desarmado, el primer país que consiguiera unas cuantas armas tendría un gran incentivo para usarlas deprisa. De modo que cabe pensar que habría más posibilidades de que alguien usara armas nucleares en un mundo desarmado, aunque las probabilidades de una extinción global fueran menores: mientras que en un mundo armado hasta los dientes, si la probabilidad de uso es menor, la de extinción, en caso de que ocurra, es mucho más grande.

Si tratamos de prescindir de la perspectiva terrena y miramos esta paradoja trágica con la frialdad de extraterrestres, todo eso nos parecerá irracional. Como usted ha dicho, el hombre tiene ahora poder para exterminar a toda la especie en un momento; nuestra generación podría ser la última de la Tierra. Una equivocación y todos los logros de la historia podrían desaparecer en un hongo de humo; un tropezón y las aspiraciones y luchas que durante milenios han hecho vivir al hombre, podrían acabarse. Un cortocircuito en una computadora, un loco en un puesto de mando y podríamos rechazar la herencia de los billones que han muerto desde la aurora del hombre y abortar la promesa de los billones por nacer: el último genocidio. Resulta una ironía que el descubrimiento de la energía nuclear, con todo su poder de aniquilación, constituya también el primer paso hacia la conquista del universo. Desgraciadamente, tal vez la mortalidad infantil entre las civilizaciones que empiezan a levantar la cabeza hacia el cosmos sea elevada. Aunque la cosa sólo nos afectaría a nosotros; en una escala cósmica la destrucción de este planeta no tendría ningún significado; para un observador de la nebulosa de Andromeda nuestra extinción no sería más que la combustión de una cerilla en los cielos; y si la cerilla se extingue en la oscuridad, no habrá nadie que llore a una raza que utilizó un poder que pudo haber encendido una antorcha entre las estrellas para prender su propia pira funeraria. A nosotros nos toca elegir.

Imágenes relevantes de la filmografía de Kubrick. Spartacus (1960) Paisajes, escenografías y representaciones de época.

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Lolita (1962)

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Dr. Strangelove (1964) Arquitectura subterranea.

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2001: A Space Odyssey (1968) Corte y plantas de Ia "cabeza" de Ia nave.

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A Clockwork Orange (1971) Primera y segunda intromisi6n de Alex en Ia casa del escritor. Mutaci6n de espacios y personajes.

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Barry Lyndon (1975) Fotografla, simulaci6n de pinturas. Fiel recreaci6n de Ia epoca (escenografla, iluminaci6n y vestuario)

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Full Metal Jacket (1987) Arquitectura militar. Habitando un corredor.

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Eyes Wide Shut (1999)

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Arquitectura heterogénea. Simbología del color.

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Escenas de películas de Kubrick en la serie The Simpsons Dr. Strangelove

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2001: A Space Odyssey

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A Clockworll Orange

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The Shining

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Universidad ORT Uruguay

Agradecimientos

A nuestro tutor el Arq. Emilio Nisivoccia, quien con gran paciencia y dedicación nos ha orientado a lo largo de todo el trabajo transmitiéndonos con generosidad sus conocimientos.

A los funcionarios de la Biblioteca ORT pocitos y centro que siempre estuvieron con buena disposición para brindar el material y el asesoramiento necesarios.

Finalmente a nuestras familias quienes con su apoyo incondicional desde el comienzo de nuestros estudios, nos brindaron el apoyo y el estímulo necesarios para la realización de la presente memoria.

Nosotros, Andrés Angelero Ferronato y Leticia Mut Capdevielle, declaramos que el trabajo que se presenta en esa obra es de nuestra propia mano. Podemos asegurar que:

– La obra fue producida en su totalidad mientras realizábamos la Memoria fin de carrera; – Cuando hemos consultado el trabajo publicado por otros, lo hemos atribuido con claridad; – Cuando hemos citado obras de otros, hemos indicado las fuentes. Con excepción de estas citas, la obra es enteramente nuestra; – En la obra, hemos acusado recibo de las ayudas recibidas; – Cuando la obra se basa en trabajo realizado conjuntamente con otros, hemos explicado claramente qué fue contribuido por otros, y qué fue contribuido por nosotros; – Ninguna parte de este trabajo ha sido publicada previamente a su entrega, excepto donde se han realizado las aclaraciones correspondientes.

Monografias.comAndrés Angelero Ferronato. Monografias.comLeticia Mut Capdevielle.

 

2013.

Facultad de Arquitectura.

La arquitectura narrativa.

Ambigüedad y simbología en el universo Kubrick.

Entregado como requisito para la obtención del título de Arquitecto.

Tutor: Arq. Emilio Nisivoccia

 

 

 

Autor:

Andrés Angelero Ferronato.

Leticia Mut Capdevielle.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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