La Conciencia
La conciencia es una realidad clave en nuestras vidas. En torno a ella gira la moralidad. Más aún, cuando optamos por la liberación o tratamos de iniciar una acción liberadora, comenzamos por exigirnos una toma de conciencia y hablamos con toda naturalidad de concientización. Veamos, pues en qué consiste la conciencia.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR CONCIENCIA?
La conciencia es una realidad muy compleja. Dicha complejidad se manifiesta ya desde las mismas imágenes populares con que se alude a ella. Se le denomina “voz de Dios” que nos habla en nuestro interior, “gusano” que muerte y remuerde, “voz del alma’. Cumple las funciones de “acusador’ “testigo” y “juez” al mismo tiempo.
Apelamos a ella en contra de los prejuicios o …ver más…
La conciencia moral es a misma conciencia psíquica en cuanto establece una valoración de la conducta humana. Cuando el hombre no solamente comprende sus actos como propios, sino que los comprende con sentido de perfección, está ejerciendo su conciencia moral.
La conciencia moral surge como la comprensión de la conducta en referencia a un determinado cánon de perfección. Este canon de perfección viene dado por el cuadro de valores que posee una persona. Por eso hemos hablado antes de los valores. Recordemos que describíamos los valores morales como aquellas cualidades que poseen determinado sentido de perfección para el hombre. La bondad y la maldad, que constituyen los polos de la actividad moral, no son otra cosa que la connotación de valor positivo o negativo atribuida a determinada conducta desde determinado cánon de perfección.
Así entendida la conciencia moral queda resuelto el problema de si ella es una realidad autónoma o heterónoma. La conciencia no es algo de la persona o añadido a ella. Es la misma persona expresándose en su dinamismo esencial hacia la plenitud de su ser. Las normas de la sociedad y los preceptos de carácter religioso constituyen puntos de referencia para integrar ese cuadro de valores con el son la conciencia misma. La conciencia no es la voz de Dios o la voz de la justicia, sino la voz de mi ser profundo que se hace eco de algún principio divino o humano aceptado