Soy el intestino de juan
Cierto que a veces me quejo, pero ¿acaso no tengo derecho? Juan no hace más que comer (¡y hay que ver lo que come!), mientras yo soy el que trabaja.
Soy el patito feo de la anatomía de Juan. Otros órganos se hacen notar mucho menos que yo. Siempre estoy recordándole a Juan que existo: con ruidos que lo incomodan, cólicos, excesos de actividad algunas veces y pereza en otras. Soy el tracto intestinal y mido ocho metros de longitud.
Juan tiene una idea vaga de mi; piensa que soy un tubo enrollado dentro de su cuerpo. Pero soy mucho más que eso. Preferiría que me describieran como una complicada fábrica transformadora de alimentos. Juan cree que me alimenta, pero soy yo en realidad quien lo alimenta a él. Casi …ver más…
Sin embargo, el microscopio revela intrincados dobleces, cavidades y protuberancias. Si mi pared interior fuera totalmente lisa, tendría solamente medio metro cuadrado de superficie absorbente; pero en realidad tiene más de ocho metros cuadrados. Quizá mis componentes más importantes son los millones de vellosidades (proyecciones microscópicas en forma de dedos que salen de mis paredes). Su función es tomar de mi interior el alimento ya digerido y ponerlo en circulación par que llegue a todo el cuerpo de Juan (las proteínas y los carbohidratos, por su corriente sanguínea; las grasas por su sistema linfático).
En toda su longitud, mis paredes están recubiertas de complicados grupos de músculos. Un grupo produce un movimiento de oscilación (mi unión con la pared del abdomen es muy laxa) que bate el alimento con sus jugos digestivos. Cuando estoy trabajando, hago de diez a quince de estos movimientos por minuto. Otro grupo muscular produce una acción ondulante; las ondas hacen avanzar varios centímetros mi contenido pastoso antes de extinguirse. Mis más de seis metros de intestino delgado no están nunca en completo reposo.
Se requiere de tres a ocho horas para digerir una comida. Después, dejo pasar el húmedo contenido al intestino grueso, que le extrae el agua y la devuelve a la sangre. Esto es de vital importancia. Si Juan perdiera los ocho litros segregados en la producción diaria de jugos digestivos, muy pronto se convertiría en una momia seca.