Repensando la intervencion social
¿Qué es, pues, el hombre? En sentido estricto, algo indefinible, un ser sin esencia: existencia únicamente determinada por su propia libertad. Partiendo de este presupuesto la obra de Simone de Beauvoir desarrolla con elocuente dramatismo lo que los escasos recursos expresivos de Sartre presentan de un modo frío y tosco.
Limitaremos el análisis a una de sus obras más conmovedoras: Una muerte muy dulce (Pocket/Edhasa, Barcelona, 1977). En ella Beauvoir describe la muerte de su madre, el modo en que durante los días previos al acontecimiento se le fue haciendo evidente un destino fatal que, aunque asumido, el ser humano siempre experimenta como algo imprevisto, extraño, violento. La enfermedad, el deterioro físico, la lenta agonía, se convierten en el vehículo a través del cual lo simplemente conocido se convierte en experiencia, la información pasa a ser sabiduría. Hemos dicho que para Sartre el ser humano sólo se puede definir como existencia sólo definida por la libertad. El hombre es, pues, proyecto, apertura al mundo; a un mundo en el que no hay rastro de trascendencia, pues las cosas son existencias clausuradas, llenas de sí, sin más realidad que lo que muestran (son en sí). El mundo clásico interpretó la contingencia, lo aparente, como la cara externa de los seres que movía a la inteligencia a la búsqueda de un fundamento absoluto. Sartre, por el