Oligosacaridos
¡ Diles que no me maten! Le repetía una y otra vez a su hijo, y le pedía, casi exigía, que abogara por él. Pero Justino ya no deseaba interceder, porque temía que lo juzgaran por lo que hizo su padre y ahora debía proteger a su familia, que era numerosa. Esa era su primer responsabilidad y quería cumplirla. Juvencio seguía pensando que ya había pagado por su crimen con creces: 30 años huyendo, 30 años escondido, 30 años viviendo miserablemente. No merecía morir. Al menos, eso creía él. Ya era viejo, pero ahora, debía responder por su crimen. Había dejado una viuda y dos huérfanos, apenas de 5 años. ¿ Podrían perdonarle? Tarde o temprano, el destino nos alcanza. Podemos huir, podemos darle la vuelta, pero un día, tendremos que enfrentarlo. Cada acto que el hombre realiza, debe hacerlo asumiendo su responsabilidad, porque nadie más, puede hacerlo por él, sin importar cuales sean los motivos… las razones…sin importar, cuales sean las