Museo de la tortura
“Tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará.” (Génesis 3:16.) Según los críticos, esta sentencia de Dios autoriza al hombre a avasallar a la mujer. Ahora bien, esta no es una declaración del propósito divino, sino una descripción exacta de las tristes consecuencias que tendría el pecado y el rechazo de la soberanía del Creador. Tales atropellos no se deberían a la voluntad de Dios, sino a la imperfección del ser humano después de su caída. En efecto, aunque en muchas culturas el marido ha tenido dominada a la esposa, frecuentemente con mano dura, este no era el propósito de Dios.
Tanto Adán como Eva estaban hechos a la imagen del Creador, quien les había impuesto el mismo mandato: ser …ver más…
8 Ahora bien, ¿qué significó el cumplimiento de Génesis 3:16 para las mujeres que adoran a Jehová? ¿Se las relegó a una posición humillante de sumisión ciega? En absoluto
Es cierto que Dios le había dicho a Eva, la primera mujer: “Tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará”. (Génesis 3:16.) Pero aquellas palabras solo indicaron cómo les iría a las mujeres en general, no que esa debiera ser la situación entre los adoradores verdaderos de Dios. Los esposos temerosos de Dios debían tener presente Su propósito original. Jehová hizo a la mujer para que fuese una “ayudante como complemento” del hombre, no su esclava. (Génesis 2:20.)
Los efectos perjudiciales de este alejamiento del orden divino se hicieron patentes de inmediato. Adán y Eva, que ya no eran puros ni inocentes, reaccionaron con vergüenza y sentimientos de culpa. Aunque al principio Adán había aludido a su esposa en términos afectuosos y poéticos, ahora se refirió a ella fríamente como ‘la mujer que me diste’. Ese comentario negativo fue solo el comienzo de la infelicidad matrimonial. Los esfuerzos infructíferos de Adán por recuperar su jefatura resultarían en ‘la dominación’ de su esposa. A su vez, Eva tendría un “deseo vehemente” por su esposo, probablemente de manera excesiva o desequilibrada. (Génesis 2:23; 3:7-16.)
Eva debería haber consultado cuidadosamente con su esposo respecto a