Monografía "Las Cruzadas".
Alejo Comneno, emperador de Bizancio, había propagado en el mundo occidental su voz de alerta. Y el Papa Urbano II, en el famoso Concilio de Clermont, fue en su auxilio organizando la Primera Cruzada (1096-1099) bajo el lema: Deus vult! (¡Dios lo quiere!).
Sin embargo, aquella iniciativa papal no había sido el primer intento de lucha contra el Islam. En 1095, un clérigo francés llamado Pedro el Ermitaño, o Pedro de Amiens, había azuzado a los fieles a “tomar las armas y recuperar los lugares santos” con una desastrosa peregrinación de 12,000 hombres (integrada por campesinos, artesanos y nobles medianos) que fue masacrada por las fuerzas selyúcidas del Sultanato de Rüm. Justamente este nuevo y gran imperio, fue la causa y detonante del estallido cruzado. Veamos: Luego del conocido quiebre del mítico Imperio Romano gracias a la fuerza expansiva de las migraciones germánicas, una de sus dos divisiones, el Bizantino, se había apoderado de la parte Oriental de Europa. Débil, corrupto y sin carácter para instalarse con firmeza en la zona, muy pronto se vio amenazado por sus propias disensiones y el desafío de los croatas, normandos (que ya le habían arrebatado el sur de Italia) y sobre todo, los selyúcidas, un pueblo de origen turco de una calidad militar y guerrera tan o más avanzada que sus pares de Occidente. Este pueblo árabe suníe signado por los designios de Alá (y nacido en el 1077