El sí de las niñas-Guión
Escena I
(Sale Don Diego de su cuarto. Simón, que está sentado en una silla, se levanta)
Don Diego: ¿no ha venido todavía?
Simón: No, señor.
Don Diego: Despacio la han tomado por cierto.
Simón: Como su tía la quiere tanto, y no la ha visto desde que la dejaron a Guadalajara…
Don Diego: Sí. Yo no digo que no la vea,con media hora de visita y era suficiente.
Simón: Ello también ha sido extraña determinación la de estarse usted dos días enteros sin salir de la posada. Cansa estar encerrado.
Don Diego: Aquí me conocen todos y no he querido que nadie me vea.
Simón:. Pues ¿Hay más en esto que haber acompañado a Doña Irene hasta Guadalajara para sacar del convento a la niña y volvernos con ellas a Madrid?
Don …ver más…
Escena II
(Doña Irene, Doña Paquita, Rita, Don Diego)
Doña Paquita: Ya llegamos.
Doña Irene: ¡Ay que lujoso!
Don Diego: Muy bien venidas señoras.
Doña Irene: ¿Con que aún no sale? (se sientan Doña Irene y Don Diego)
Don Diego: No señora, mas tarde, daré una vueltecilla por ahí… Traté de dormir, pero en esta posada no se duerme.
Doña Paquita: En verdad que… ¡Y qué mosquitos! Mala peste en ellos. Anoche no me dejaron parar… P ero mire usted cuantas cosillas traigo. ¡tantas cosas!
Doña Irene: Chucherías que le han dado las madres. Locas estaban con ella.
Doña Paquita: ¡Cómo me quieren todas! Y mi tía, mi pobre tía, lloraba tanto... Es ya muy viejecita.
Doña Irene: Ha sentido mucho no conocer a usted.
Doña Paquita: Sí, es verdad. Decía: ¿por qué no ha venido aquel señor?
Doña Irene: El padre capellán y el rector de los Verdes nos han venido acompañando hasta la puerta.
Doña Paquita: toma--guárdamelo todo allí, en la escusabaraja. Mira, llévalo así de las puntas... ¡Válgale Dios! ¡Eh! ¡Ya se ha roto la santa Gertrudis de alcorza!
Rita: No importa; yo me la comeré.
Escena III
Doña Irene, Doña Francisca, Don Diego
Doña Paquita: ¿Nos vamos adentro, mamá, o nos quedamos aquí?
Doña Irene: Ahora, niña, que quiero descansar un rato.
Don Diego: Hoy se ha dejado sentir el calor en forma.
Doña Irene: ¡Y qué