- Origen de la
Inquisición - Contexto
histórico - Definición de conceptos y
terminología: - Inquisición
Episcopal - Inquisición
Pontificia - Inquisición en
España - La Inquisición en
América - Fin de la
Inquisición - Juicio crítico a la
Inquisición - Referencia en
Internet
La Inquisición fue creciendo gradualmente y
adaptándose a los acontecimientos históricos que se
dieron en Europa durante la
Edad Media y
el
Renacimiento.
Podemos distinguir tres formas de
Inquisición:
Recordemos un poco de historia: las invasiones de
los bárbaros al viejo imperio Romano
habían finalizado con la conversión a la
cristiandad, de los príncipes y reyes de éstas
tribus que provenían del norte.
El papado se fortalece en Roma y comienza a
influir marcadamente sobre los diferentes reinos cristianos. Se
consolida el canon del cristianismo
definiendo la Ortodoxia tal como la conocemos hoy. Los dogmas de
fe tales como la virginidad de María, la Trinidad, y el
más importante para nosotros y el que acentuó el
poder de la
Iglesia Romana
fue el concepto de
Salvación.
Definición de
conceptos y terminología:
Entonces quiero definir cuatro conceptos de importancia:
ortodoxia, salvación, herejía e
indulgencia.
Ortodoxo según el Diccionario de
la Real Academia Española (DRAE), significa: "conformidad
con el dogma de una religión."
Salvación: según el DRAE es:
"consecución de la gloria y bienaventuranza eterna."
Según el Espasa Calpe, de acuerdo a la concepción
teológica es: "la obtención del último fin
del hombre,
entrando el alma en el cielo, en contraposición a la
frustración de dicho fin por la eterna condenación
en el infierno."
Dijimos entonces que se define la ortodoxia
católica y se impone el criterio de salvación.
Surge el término hereje y herejía. Veamos la
definición de éstos vocablos:
Según el citado DRAE, hereje significa:
"Cristiano que en materia de fe
se opone con pertinacia (obstinación)a lo que cree y
propone la Iglesia Católica."
Herejía según el DRAE es: "error en
materia de fe sostenido con pertinacia."
Vemos en ésta definición de hereje un
punto muy importante a tener en cuenta: hereje es un cristiano, o
sea que no puede serlo un judío o un musulmán. Un
judío podía ser entonces sospechoso de
herejía desde el momento en que se convertía al
cristianismo, no antes. La Inquisición no persiguió
a los judíos, persiguió a los judíos
conversos.
Por último la palabra indulgencia que significa
según el DRAE: "remisión que hace la Iglesia de las
penas debidas por los pecados."
El edificio de la Inquisición comenzó a
construirse varios siglos antes de la gran conversión de
judíos españoles al final del siglo XIV.
Una vez establecida la ortodoxia, las desviaciones de
ella son inquiridas, estudiadas por el obispo de cada
diócesis y de comprobarse el delito, son
castigadas. Ésta es la primera forma de Inquisición
conocida como Inquisición Episcopal. Los castigos en
éstos casos eran castigos y penitencias canónicas,
como ser asistir en ocasiones determinadas a la iglesia, rezar
determinadas oraciones, hacer ayunos, etc.
Mientras tanto, la autoridad del
papado sobre los reyes y príncipes cristianos se afianza,
los reyes reinaban por mandato divino y para su coronación
era necesaria la bendición romana. Además, el
papado comienza a administrar las indulgencias.
En el año 1095, el papa Urbano II difunde la
necesidad de una cruzada para reconquistar Tierra Santa
que estaba en poder del Islam. Para
reclutar voluntarios, afirmó que una cruzada a Tierra
Santa era el sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba
una remisión total del pecado. Esto dio lugar al comienzo
de las Indulgencias.
Al principio, una cruzada suponía penas y
sacrificios muy arduos para un cristiano y era la única
forma de obtener indulgencias, pero con el tiempo y con las
necesidades crecientes de fondos, éstas indulgencias se
fueron extendiendo a todos los que ayudaban con bienes o
dinero a los
cruzados, y luego se comenzaron a vender por ejemplo a los
peregrinos a Roma para la construcción de la catedral de San Pedro,
hasta que finalmente se vendieron por cualquier motivo y por
sumas ínfimas.
Otro hecho importante fue que a mediados del siglo XIII
se fundan las órdenes mendicantes: los franciscanos y los
dominicos. Éstas órdenes tienen un crecimiento
rápido. En pocos años construyen monasterios en
casi todas las ciudades de Europa. Éstos monjes
mendicantes hacen un marcado contraste con el opulento clero
episcopal establecido. Dependen directamente de Roma. Su
ortodoxia es extrema. La Orden Dominica es encargada por el papa
para predicar el evangelio y actuar en alguna región
infectada de herejía. También se ocuparon de
la
educación e influyeron y obtuvieron las principales
cátedras de las universidades.
Las ideas no ortodoxas, paradójicamente,
comienzan a llegar a Occidente de la mano de los cruzados que
regresaban de Tierra Santa. Ellas consistían en considerar
que Cristo no había creado una iglesia organizada,
entonces –decían– la enseñanza católica acerca de las
imágenes, los santos, el bautismo de los
infantes, la inmaculada concepción, eran falsos. Estas
ideas se difundieron rápidamente por Occidente. Los
herejes sostenían que las únicas garantías
de salvación eran la castidad, la pureza, el ascetismo
(Doctrina moral que
impone al hombre una vida rigurosamente austera, con la renuncia
de todas las cosas terrenas, la mortificación de las
tendencias naturales de la sensibilidad y la lucha constante
contra los instintos carnales), la humildad, virtudes que ellos
(los herejes) practicaban y el clero establecido no. Esta
herejía se inició en el sur de Europa y se
expandió rápidamente tomando diversos nombres:
cataros, arrianos, albigenses, valdenses, dependiendo del
líder o
de la región donde predominaba. La Iglesia se
sintió aterrorizada por la posibilidad de una
división y desintegración de la
cristiandad.
El Papa Inocencio III reaccionó y envió
varias inquisiciones de los monjes cistercienses (orden religiosa
de San Benito)y también a Domingo de Guzmán (que
luego fuera canonizado Santo Domingo). Si bien consiguieron
algunas retractaciones, la herejía continuaba. Finalmente
el papa terminó llamando a una cruzada interna contra los
albigenses, en la región del sur de Francia cerca
de los Pirineos, a partir de 1208. Los cruzados recibían
una indulgencia plenaria luego de los 45 días de servicio, la
condenación de sus deudas e intereses, y la posibilidad de
recibir las tierras confiscadas a los herejes derrotados. Estos
beneficios congregaron un ejercito de 500.000 hombres quienes,
capitaneados por el duque de Borgoña y el conde de
Monfort, marcharon hacia la región de Albi. Encabezaban el
bando de los herejes Rogerio, vizconde de Albi, y Raimundo, conde
de Touluose. Los papistas tomaron la ciudad de Beziers, pasaron a
cuchillo a 60.000 habitantes, sin respetar a mujeres, ancianos y
niños;
la saquearon y luego incendiaron en julio de 1209. La
anécdota que quedo de estos hechos es que los soldados,
cuando preguntaron a los prelados (Superior eclesiástico
constituido en una de las dignidades de la Iglesia, como abad,
obispo, etc.) como distinguían entre católicos y
herejes, la respuesta fue: "Matad a todos que luego Dios los
distinguirá en el cielo".
Luego se dirigieron a Carcasona donde se rindió
el vizconde Roger y fueron quemados algunos centenares de
habitantes. Pero la fuerza de la
cruzada se debilito cuando transcurrieron los 45 días
necesarios para alcanzar la indulgencia. El foco hereje continuo
vivo en Touluose, apoyada por su aliado, al rey de Aragón.
La lucha continuo por muchos años hasta que los herejes
fueron derrotados finalmente en 1253.
El Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por
el papa Inocencio III, dictó un reglamento que dio forma a
la Inquisición pontificia, reagrupando disposiciones de
los papas que lo precedieron en concilios anteriores.
Los puntos principales eran:
- Toda herejía debía ser perseguida
concertadamente por las autoridades civiles y
eclesiásticas. - Los procesos
deberán ser iniciados de oficio —sin instancia de
parte—. - Los obispos deberán disponer la
realización de inquisición en cada parroquia de
su diócesis. - Las propiedades de los herejes deberán ser
confiscadas. - Los recalcitrantes deberán ser relajados al
brazo secular para ser sancionados.
La palabra relajar significa según el DRAE:
"entregar el juez eclesiástico al secular un reo digno de
pena capital." En
buen romance, los mandaban al verdugo.
Si bien los papas habían encomendado a los monjes
cistercienses algunas inquisiciones aisladas contra grupos de
herejes, aún no había una Inquisición
organizada.
Como consecuencia de tantos desmanes cometidos a
inocentes en la represión de la herejía albigense,
se levantaron voces de protesta en toda la cristiandad, las que
dieron lugar al concilio de Touluose (1229) que creó el
Tribunal de la Inquisición. La Inquisición se
encomendó a la orden Dominicana en donde se conformo un
tribunal permanente que actuaba en concordancia con el obispo de
la región infectada por la herejía, por ello se la
denomina Inquisición Pontificia. Es ésta la segunda
forma de Inquisición. Esta institución creada en
principio para mitigar los excesos de las actuaciones no
controladas contra los herejes, finalmente incorporo los abusos
de la practica anterior y agrego otros.
Además, los papas impulsaban a los reyes y
príncipes a la adopción
de leyes civiles que
penaran a los recalcitrantes (terco, obstinado en la resistencia) de
herejía con la pena capital. Para la coronación del
emperador Federico II, el papa Inocencio III insistió para
que organice en su imperio la persecución de la
herejía. Federico II sancionó, a instancias del
Papa, leyes que condenaban a los herejes dentro de su imperio, a
la pena de muerte
en la hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda a todos
los reyes y príncipes cristianos incorporar a sus
legislaciones locales leyes similares a las del emperador
Federico II.
Ya en 1231 queda constituido en Roma el tribunal de la
Inquisición, o del "Santo Oficio"; su constitución fue encomendada la orden
dominica. El primer inquisidor había sido Domingo de
Guzmán quien predicó ante los albigenses ya en
1208.
La Inquisición podía actuar por
acusación, por denuncia o de oficio.
Había tres opciones posibles:
Que los procesados se presentasen libre y
voluntariamente a confesar sus faltas; en este caso serían
sancionados con medidas espirituales, generalmente
leves.
Que se arrepintiesen solamente por miedo a la muerte;
sufrirían entonces penas de prisión.
Que se mantuvieran obstinados en sus errores;
serían relajados al brazo secular para que se les aplique
la pena de muerte en la
hoguera.
Los inquisidores se dirigían al sitio donde se
sospechaba que había un foco de herejía.
Pedían el apoyo de las autoridades locales que estaban
obligadas a otorgarla so pena de excomunión y ser a su vez
acusados de herejes. Se leía un edicto de gracia en la
iglesia mayor donde se detallaba cuales eran los errores contra
la fe y se daba un plazo para el arrepentimiento. Además
se instaba a quien conociera herejes los delatara. El plazo era
generalmente de un mes.
Los que confesaban voluntariamente eran sentenciados
inmediatamente con penas religiosas que consistían en
oraciones diarias, peregrinaciones, ayunos y multas. En el caso
de existir pruebas
suficientes contra el reo y éste no confesaba la verdad,
se aplicaba el tormento. Los elementos de tortura eran: el potro,
la garrucha y el castigo de agua. Si el
acusado confesaba, entonces era condenado a varios años de
prisión o de galeras, confiscación de bienes,
prohibición de ejercer ciertos oficios pare él y
sus herederos, llevar vestimentas que denotaran su
condición de arrepentido.
En caso de persistir en su error, era relajado al brazo
secular que aplicaba la pena de muerte. Encontramos entonces un
eufemismo (Modo de expresar con suavidad o decoro ideas cuya
franca expresión sería malsonante). Se pedía
clemencia para el reo por un lado y se impulsaba a las
autoridades civiles (los reyes y príncipes) a promulgar la
pena de muerte para los herejes.
Cuando había suficientes sentencias y se
consideraba que la herejía estaba conjurada, se
hacía lo que finalmente se conoció como auto de fe.
Era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a
primeras horas de la mañana, cuando los reos eran llevados
a la casa del inquisidor, en la que se los vestía con una
túnica amarilla y un bonete en pico. Se hacía un
desfile hasta el lugar donde se llevaría a cabo el acto;
en general una plaza importante. Se celebraba misa con un
sermón que se refería a lo horrendo de la
herejía. Luego se leían las sentencias, comenzando
por las más leves. A los que se relajaban al brazo secular
para ser quemados se los conducía hacia otro lugar que se
llamaba quemadero, donde había preparado una pira y
allí eran quemados vivos.
Esta Inquisición cumplió con los objetivos
fijados de eliminar la herejía de los reinos y principados
cristianos. Luego de algunos siglos de funcionar fue quedando en
desuso y en el olvido. En la Inquisición Pontificia, las
sentencias de los juicios eran apelables ante la Santa Sede y
generalmente los acusados eran absueltos allí por dinero,
posición social o mediante un favor importante a los ojos
de la Iglesia.
Se debe hacer aquí una distinción entre la
Inquisición en España y
la Inquisición Española, expresiones que parecen
iguales pero no lo son. La Inquisición Española es
la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando de Aragón
establecen en España a partir de 1478 y que fue
independiente y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin
embargo, en España también funcionó la
Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia,
como veremos enseguida.
La Inquisición era casi desconocida en la
Península hasta la fecha mencionada. En Castilla no
había tribunal de la Inquisición y los delitos de la fe
se atendían en los obispados. Era la Inquisición
Episcopal que ejercían los obispos en su diócesis;
pero éstos estaban ocupados en otros asuntos y le
prestaban poca importancia a la herejía.
Por el contrario, en Aragón, había un
tribunal de la Inquisición Pontificia establecido desde la
época de la herejía albigense que se había
extendido desde Touluose hasta la vecina Aragón. Domingo
de Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a
principios del
siglo XIII a Raimundo de Peñafort como comisario y a
instancias de éste, el papa Gregorio IX designó un
tribunal de la Inquisición que se ocupó de
erradicar la herejía albigense en Aragón luego de
largas vicisitudes. Pero para la época que nos interesa,
mediados del siglo XV, también el tribunal de
Aragón estaba casi olvidado.
De la misma forma que los acontecimientos se fueron
desencadenando para dar lugar a la creación de los
tribunales de la Inquisición Pontificia, también en
España los hechos se sucedieron de tal forma que los reyes
consideraron necesario crear la Inquisición
Española. Podemos señalar como la primera causa el
fenómeno de conversión masiva de judíos que
se produce durante las revueltas y motines antijudíos de
1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray
Ferrant Martínez. Continuaron con la prédica de
Vicente Ferrer en Castilla entre los años 1400 y 1420, que
también lograron una conversión masiva de
judíos. Estas conversiones, en su mayoría, no
fueron sinceras sino que se hicieron a la fuerza, ante la
presión
de un pueblo enardecido, excitado por sacerdotes
fanáticos.
Entonces comienza el fenómeno de los "conversos"
y su calvario, que signará la historia de España y
de los judíos hasta mediados del siglo pasado.
A mediados del siglo XV encontramos en la
península Ibérica varias clases
sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el poder, manejan
las armas, hacen la
guerra a los
moros y son dueños de las tierras, desprecian el trabajo
manual; el
pueblo, que es esclavo de la gleba, o sea que depende de los
señores feudales y son los que cultivan la tierra, son
incultos e iletrados; el clero, que depende de Roma y está
agrupado en conventos de diferentes órdenes, las
más importantes, ya vimos, son los dominicos y los
franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la
vida dedicada a la oración y dependen directamente de
Roma, no del obispo local, dominan el saber, los libros y las
bibliotecas, son
los cristianos educados; las minorías de otros credos:
judíos y moros. Los moros son el pueblo vencido que
retrocede a medida que los cristianos conquistan el territorio
hasta concentrarse finalmente en Andalucía, en la
provincia de Granada. Los judíos, que habitaban la
Península desde tiempos inmemoriales, son habitantes
urbanos, que ejercen toda clase de oficios, hasta los más
elevados como consejeros de los reyes. Son letrados y conocen la
contabilidad y
la numeración decimal.
Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez
más las posibilidades de trabajo de los judíos
impidiéndoles ejercer diversos oficios. Sus actividades
son cada día restringidas y son obligados a vivir en
barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida
económica.
En éste panorama se insertan los conversos,
llamados también marranos o cristianos nuevos, en
contraposición a los cristianos viejos o lindos que son
los originarios cristianos. Los conversos ven que al cambiar de
religión, los impedimentos que tenían como
judíos son eliminados y tienen acceso a todos los oficios
y puestos del reino, que antes les eran vedados. Enseguida
comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por
su capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos
lindos.
Con el correr del siglo XV, éstos cristianos
nuevos despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos
y comienzan las intrigas y las demandas en su contra.
La sucesión del trono de Castilla luego de la
muerte del rey Enrique IV recae, no sin ciertas intrigas y
luchas, en su hermana Isabel en el año 1465. Isabel
contrajo matrimonio con
Fernando, sucesor del trono de Aragón, por lo que ambas
coronas se unieron, a la muerte de Juan II de
Aragón.
Era confesor de la reina Isabel, Tomás de
Torquemada, prior de los Dominicos y influyente en la
corte.
Torquemada se hizo eco de las protestas de los
cristianos viejos y comenzó a predicar acerca de la
conveniencia de crear una Inquisición en Castilla. En 1478
se produce un acontecimiento fortuito en el cual se descubre en
Sevilla a un grupo de
cristianos nuevos que hacían ceremonias extrañas a
la religión cristiana. Esto convence a la reina, quien
ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al
papa la creación de una Inquisición para Castilla y
Aragón. El papa Sixto IV expide una bula en noviembre de
1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar
inquisidores y removerlos a perpetuidad.
Se crea el tribunal y los primeros inquisidores, Miguel
de Morillo y Juan de San Martín, llegan a Sevilla en
septiembre de 1480. Sus indagaciones les llevan a hallar un grupo
de criptojudíos (judíos ocultistas)cuyo
líder era Diego de Susán. Se levanta la
acusación de herejía y luego de un proceso, los
principales autores son condenados a la hoguera en el primer auto
de fe en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el quemadero de la
Tablada.
Características especiales de la
Inquisición Española
La Inquisición Española se diferenciaba de
la Inquisición Pontificia en primer lugar por que a los
Inquisidores los nombra el rey, no el papa, o sea que pasan a ser
funcionarios de estado y
responden a las políticas
del reino; la segunda diferencia es que en que los procesos no
eran apelables en Roma. El tribunal se organizó dé
tal manera que Torquemada fue nombrado Inquisidor Supremo para
Castilla, Aragón y Sicilia, formando parte del tribunal el
cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan de San Martín. La
sede primitiva estaba en Sevilla, trasladándose luego a
Toledo. La autoridad del Inquisidor Supremo era inapelable. El
Inquisidor Supremo presidía un consejo llamado supremo,
compuesto por cinco ministros.
El papa Clemente VIII les otorgó facultades de
revisar todo tipo de impresos y manuscritos y de prohibir
la lectura y
circulación de todos los libros y papeles que juzgasen
perjudiciales a la moral o
contrarios a los dogmas ritos y disciplina de
la iglesia.
Composición del Tribunal
El consejo Supremo nombraba a los miembros de los
Tribunales Subalternos con jurisdicción sobre todo el
territorio del reino y de ultramar.
Los tribunales eran formados por dos jueces letrados y
un teólogo, tenían el trato de
Señoría y debían vestir traje
eclesiástico. Había un fiscal
acusador y un juez de bienes que tasaba (dar un precio)las
posesiones confiscadas a los acusados. Los asistía un
numero de personal auxiliar
que cumplía diversas funciones; entre
ellos, los más importantes para la historia fueron los
notarios, que escribían todas las preguntas y respuestas
hechas a los presuntos herejes y que hoy son muy valiosos
documentos,
inclusive anotaban las declaraciones hechas cuando el acusado era
sometido a tortura, como veremos en éste ejemplo de una
confesión arrancada bajo la tortura.
Además, en cada pueblo o ciudad había
comisarios que debían cumplir las órdenes del
tribunal de la región. Sus funciones eran las de
difusión de los edictos de la Inquisición,
especialmente el
edicto de fe que se leía en las
iglesias. Debía hacerlos cumplir, investigar los casos de
herejía que pudieran presentarse y arrestar a los
sospechosos.
Luego estaban los "familiares" que ejercían la
función
de vigilancia y protección de los miembros del Santo
Oficio y secundaban a los comisarios en los arrestos. Es
importante hacer notar que todos los miembros, comisarios y
familiares del tribunal gozaban de una indulgencia plena mientras
duraran sus funciones. Esto quiere decir que iban directamente al
cielo.
Delitos
En esta perspectiva, los principales delitos contra la
moral cristiana de competencia
Inquisitoriales eran:
1. Blasfemia
Las blasfemias eran afirmaciones injuriosas contra Dios,
la Virgen y los santos, así como contra las cosas sagradas
en general. Podían ser de dos tipos: heretical o simple.
La primera era consecuencia de alguna herejía y la segunda
fruto de la ira del momento o de alguna circunstancia particular.
En el primer caso la jurisdicción correspondía
exclusivamente a la Inquisición; en el segundo, a la
autoridad que hubiese conocido la causa inicialmente.
Las autoridades civiles eran sumamente severas en el
tratamiento de este delito y, en cumplimiento de las
disposiciones reales, imponían sanciones drásticas
contra los blasfemos, incluyendo la pena de muerte. Cuando la
blasfemia era contra la Virgen o los santos se decretaba
mutilación de la lengua,
azotes, prisión, destierro, galeras, confiscación
de bienes, etc. Cualquier persona
podía detener y conducir a la prisión a aquellos
que blasfemasen, debiendo encargarse los jueces de la
aplicación de la respectiva sanción.
Por su parte, el Tribunal del Santo Oficio aplicaba
sanciones más benignas: aquel que se auto denunciaba y
retractaba no era detenido. Si era denunciado y la blasfemia era
grave saldría al auto de fe con vela en mano, soga al
cuello y mordaza en la boca, a lo cual se agregaban,
después del referido acto, la aplicación de 100
azotes o el destierro. En las blasfemias leves las penas eran
suavizadas: asistir a misa en calidad de
penitente llevando un cirio encendido en la mano. Después
de dicha ceremonia se procedía a la lectura de la
sentencia, por la cual se
imponía la realización de ayunos, el rezo
de oraciones y el pago de multas.
2. Bigamia
Esencialmente consiste en contraer un segundo matrimonio
sin estar disuelto legalmente el primero. En estos casos, antes
de detenerse al inculpado, tenía que probarse debidamente
el hecho. Se necesitaban testigos de la realización de
tales matrimonios, información que era complementada por los
comisarios del lugar con la revisión de los libros
parroquiales pertinentes y las declaraciones de los
párrocos y demás concurrentes a la ceremonia. A los
bígamos se les imponía como penas: salir a un auto
de fe con una vela en la mano, soga al cuello y coroza; asimismo,
en ese acto, debían abjurar(retractar con juramento) de
levi, recibir 100 o más azotes; luego de lo cual, eran
desterrados o enviados a galeras.
3. Supersticiones
Este término deriva del latín superstitio
y significa Creencia extraña a la fe religiosa
y
contraria a la razón. Se denomina así a
las creencias o prácticas contrarias a la verdadera
religión: "Que tales artes son heréticas y
prohibidas por toda ley divina y
humana, resulta de su simple enumeración. Invocar al
demonio con uno u otro fin, en una u otra manera, constituye un
verdadero acto de apostasía, aunque el demonio no
conteste, como suele suceder. El error astrológico, por lo
que ata el libre albedrío a los influjos planetarios, es
fatalismo puro, y del mismo o semejante yerro adolecen todos los
medios
divinatorios. Finalmente, las supersticiones de cualquier linaje
se oponen tanto a la verdadera creencia como las tinieblas a la
luz. Por eso
cuantos autores han tratado de magos y nigromantes, los
consideran ipso facto herejes. Las penas que se imponía a
los que cometían alguno de estos delitos eran, en su mayor
parte, salir al auto de fe, realizar la respectiva
abjuración de levi o de vehementi, 100 azotes o
vergüenza pública, destierros entre 3 meses y 10
años, multas, etc. Las principales supersticiones
eran:
3.1 Brujería
Se considera como tal a las actividades que tienen como
común denominador el ejercicio de un poder sobrenatural
siniestro, ejercido por personas que vivían sometidas al
demonio. Generalmente sus practicantes, supuestos o reales, eran
mujeres. También se le conocía como
hechicería o magia negra. Entre las principales razones
para acudir a la ayuda de las brujas predominan los
desórdenes sexuales –tales como adquirir filtros
para seducir a la persona deseada-, suscitar calamidades y
daños contra enemigos o rivales, invocar a los muertos y,
en general, para resolver todo tipo de problemas.
No todas las brujas seguían las mismas
prácticas, pero las siguientes eran las más
comunes: la bruja reniega de Cristo y los sacramentos realizando
un pacto con el demonio, en cuyo honor realiza ritos
diabólicos en los que hace una parodia de la Santa Misa o
de los oficios de la Iglesia, adorando a Satanás,
príncipe de las tinieblas, al cual le ofrece su alma a
cambio que le
diese poderes sobrenaturales.
Así, la brujería está directamente
relacionada con el satanismo. "La hechicería se
vivía como una verdadera amenaza en el seno de la comunidad, las
convicciones relativas a la magia estaban profundamente
arraigadas en la vida social. Para el hombre
común la hechicería resulta un complejo
ideológico capaz de aportar soluciones a
gran parte de los problemas cotidianos. La acción del
hechicero se desarrolla en dos direcciones, magia de
protección y magia destructora: sanar enfermedades, deshacer
hechizos, adivinar, proteger de los ataques, preparar filtros.
Su
posición social es ambivalente, el paso de una
categoría benefactora a otra malhechora es producto del
temor y sospechas que este poder levanta entre sus
vecinos.
De acuerdo con este credo, los males no son un castigo
de Dios por nuestros pecados, sino los ataques malintencionados
de ciertas personas, y en consecuencia, se tomaba por muy real la
explicación de que alguien podía estar provocando
la desgracia. Quién mejor que el enemigo o el marginado
para hacerse responsable del infortunio imprevisto, de su envidia
o resentimiento podían ser víctimas no sólo
personas adultas…
3.2 Adivinación
Adivinar es predecir lo futuro o descubrir las cosas
ocultas a través de actos sobrenaturales o mágicos
sin recurrir a Dios. La adivinación no utiliza medios
naturales tales como el uso de la razón o el estudio. Por
ende, según la concepción católica, la
adivinación recurre explícita o
implícitamente al demonio, y quien le practica queda, en
algún grado, vinculado al maligno.
Debemos precisar la diferencia existente entre
adivinación y profecía. En la adivinación el
hombre es el que busca conocer un suceso futuro mientras que en
la profecía Dios, por iniciativa propia, revela algo que
va a suceder y que quiere que la persona que Él ha elegido
–el profeta- lo comunique a otros. Las adivinaciones son de
dos tipos:
4. Los "pecados nefandos"
Se les denominaba también delitos abominables o
inconfesables. Esta variedad incluía a las relaciones
sexuales entre personas del mismo sexo; a las
relaciones sexuales entre personas de sexos opuestos contra
natura y a las relaciones sexuales con animales. A
partir de fines del siglo XVI en los documentos inquisitoriales
se distinguió la sodomía a secas de la
sodomía bestial o bestialidad.
Las sanciones a estos delitos eran drásticas por
entenderse que se utilizaba el sexo contra las leyes naturales
establecidas por Dios, las mismas que se rigen por la
atracción y complementariedad de los sexos
opuestos, cuyo uso está relacionado
con la reproducción de la especie. La mayor parte
de los procesados por estos delitos fueron hombres. Desde tiempos
inmemorables y con mayor razón durante la Edad Media, se
consideraba a estos delitos entre los más graves que se
pudiesen cometer. Por ello, mucho antes de que existiese el Santo
Oficio, las autoridades civiles actuaban en su contra con sumo
rigor. A los que cometían tales faltas -y aún a los
que lo intentaban- en algunas partes los quemaban vivos, mientras
en España los castraban públicamente,
después de lo cual eran suspendidos por los pies hasta que
morían. Los Reyes Católicos cambiaron tal
sanción por la de quema en la hoguera y
confiscación de bienes (1497).
Solamente en el Reino de Aragón, en conformidad
con un breve de Clemente VII (1524), eran juzgados por los
tribunales de la Inquisición, mientras que en Castilla,
las Indias y los demás dominios hispanos eran materia de
competencia de
los tribunales civiles. Hay que precisar que aun en Aragón
tal delito podía ser juzgado indistintamente por la
Inquisición o los demás tribunales de justicia, pero
los perpetradores de tales faltas.
5. Delitos propios de los religiosos
Eran los cometidos por los miembros de las
órdenes religiosas así como por los del clero. Los
principales tipos eran los siguientes:
5.1 Solicitación en
confesión
Uno de los principales esfuerzos del Tribunal estuvo
dirigido a reforzar la moral de los religiosos, especialmente de
los confesores, lo que se acentuó a partir del Concilio de
Trento.
Bajo la expresión solicitantes en
confesión se incluyen las palabras, actos o gestos que,
por parte del confesor, tienen como finalidad la
provocación, incitación o seducción del
penitente, con la condición de que dichas acciones se
realicen durante la confesión, inmediatamente antes o
después de ella, o bien, cuando finge estar confesando
aunque de hecho no sea así.
Es importante indicar que la aproximación del
hombre a la mujer, en la
época que nos ocupa, era sumamente restringida y
requería normalmente de una serie de actos previos de los
que estaba exceptuada la confesión. En tal sentido, tanto
la privacidad como la ausencia de los referidos actos
hacía presumir, por un lado, la facilidad para la
insinuación por parte del confesor como la posibilidad de
la existencia de alguna calumnia por la confesada. A esto se
añadía que, en el acto mismo de confesión,
las mujeres debían revelar sus faltas, aun las más
íntimas, lo cual podía ser aprovechado por
algún confesor para obtener sus favores. La sanción
que el Tribunal aplicaba a los solicitantes era enérgica e
incluía la lectura de su sentencia en la sala de
audiencias, ante los prelados de las órdenes, sus
compañeros confesores y los párrocos del lugar. En
cuanto a las penas en sí, los solicitantes debían
abjurar de levi, ser privados de confesar a las mujeres
perpetuamente y a los varones durante un período
establecido; asimismo, eran suspendidos de predicar y administrar
los sacramentos; y se les sentenciaba a prisión,
destierro, penas pecuniarias, disciplinas, ayunos, oraciones,
etc.
5.2 Falsa celebración
Se llamaba así al delito que consistía en
realizar la celebración de la misa sin estar autorizado
para ello, es decir, sin ser sacerdote debidamente
ordenado.
Los culpables debían salir en auto de fe o
aparecer como penitentes en una iglesia, donde abjurarían
de levi o vehementi, después serían degradados de
las órdenes que tenían, los azotarían y
desterrarían. También podían ser enviados a
prisión o galeras por un período de tiempo
determinado.
5.3 Matrimonio de los religiosos
Las órdenes sagradas -por el voto de castidad-
constituían impedimento para el matrimonio y, por ende, el
realizado por las personas ordenadas era nulo en sí mismo.
Los que cometían tal falta eran considerados como
sospechosos de herejía.
En algunas oportunidades se le denominaba
apostasía de las religiones. Las personas que
caían en estas faltas debían abjurar de levi en la
sala de audiencias o en un auto de fe y eran sancionadas con
prisión, destierro o galeras.
6. Delitos contra el Santo Oficio
Incluimos en este rubro todos aquellos hechos que
favorecían la causa de las herejías cuya
realización, en alguna manera, constituía un
obstáculo u ofensa contra el Tribunal. Se solía
denominar a este tipo de delito fautoría. El juzgamiento
de los ofensores esta práctica era común en los
procedimientos
judiciales de la época: cada institución
perseguía las ofensas realizadas a sus miembros, los
agravios recibidos, las intromisiones en sus competencias,
etc.
6.1 Impedir sus acciones
Se llamaba impedientes a los que en alguna forma
impedían el cumplimiento de las disposiciones del
Tribunal. Consideraban como tales a todos aquellos que
obstaculizaban las tareas de la Inquisición, como, por
ejemplo, los que ocultaban a
los fugitivos, los que violaban el secreto
inquisitorial, los que amenazaban a los testigos, etc.
6.2 Ofender al Tribunal
Cometían tal delito los que de hecho o de palabra
atentaban contra el Santo Oficio o sus miembros.
6.3 Verter falsos testimonios
Era tratado como un grave delito contra el Tribunal
declarar falsamente en las causas de fe aunque fuese por
animadversión, interés,
odio o cualquier otro motivo. Los que calumniaban a un
feligrés presentándolo como si fuese hereje,
perjudicándolo en su honor y buena fama, eran considerados
entre los más grandes delincuentes. Cabe precisar que
incurrían en esta falta no sólo los que calumniaban
maliciosamente sino también los que ocultaban la verdad al
Tribunal. Algunos especialistas en derecho inquisitorial
recomendaban a los inquisidores que aplicasen a los testigos
falsos la pena del talión.
6.4 Violar inhabilitaciones
Los sentenciados por el Tribunal en causas contra la fe
quedaban sujetos a una serie de inhabilitaciones, cuya
violación acarrearía nuevas sanciones. Las
inhabilitaciones alcanzaban a los descendientes -hijos y nietos
por línea paterna e hijos por línea materna-
impidiéndoles ocupar cualquier cargo público,
dignidad civil o eclesiástica en España y sus
colonias. Asimismo, los inhábiles no podían
utilizar ningún signo exterior de riqueza como joyas,
vestimentas de seda o terciopelo, caballos, etc. En esta materia
la Inquisición se ceñía exclusivamente a las
leyes emanadas de la autoridad civil: la corona había
dispuesto que los reos sentenciados a relajamiento así
como los reconciliados quedaban inhabilitados. Para poder ejercer
el control
inquisitorial sobre los inhábiles se colocaban sus
respectivos sambenitos (escapularios) en las iglesias
correspondientes.
Se les denominaba impenitentes a los que
incumplían total o parcialmente las sanciones que el
Tribunal les había impuesto. De otra
parte, se denominaba "reconciliados" a los procesados que, antes
de producida la sentencia definitiva, confesaban sus delitos y se
arrepentían de los mismos. Hay que añadir una
distinción importante entre lapsos y relapsos. Se
denominaba lapsos a aquellos que siendo católicos se
convertían en herejes. Los relapsos eran los que, teniendo
un origen católico, habían caído en la
herejía, luego habían retornado a la fe -abjurando
de sus errores- y habían reincidido en la herejía.
El trato que recibían estos últimos era más
enérgico.
Para precisar la gravedad de las faltas y delitos
cometidos por una persona, los inquisidores debían
considerar el conjunto de los indicios reunidos en su contra, a
partir de los cuales descartaban las acusaciones o
disponían el inicio del respectivo proceso.
Procedimientos
Los procedimientos de la Inquisición
Española eran similares al de la episcopal.
Incluían los interrogatorios
durante la tortura , y el eufemismo de la
relajación al brazo civil, donde sabían que la pena
era la muerte en la hoguera.
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El uso de la tortura era común, muchas veces
sólo consistía en mostrar al reo la sala de
tormento, los verdugos y los instrumentos de tortura. Con
sólo mostrarlos se conseguían confesiones y
delaciones.
En los casos de que el reo insistiera en sus
convicciones era sometido efectivamente a tormento. Los
más usados eran:
La cuerda, consistía en sujetar al reo en una
mesa y luego dar vueltas a un cordel arrollado a sus brazos y
piernas produciendo estiramiento de las articulaciones y un fuerte dolor.
El tormento del agua consistía en verter agua
sobre el rostro del torturado impidiéndole
respirar.
El garrote consistía en una tabla sostenida por
cuatro patas con garrotes que se ajustaban hasta producir
dolor.
En el tormento de la garrucha el torturado era atado
de las manos, elevado y dejado caer violentamente sin llegar al
suelo, lo
que provocaba intensos dolores en las
articulaciones.
Cuando había una cierta cantidad de condenados
por la Inquisición, se celebraban los llamados "Autos
de Fe".
Eran ceremonias que duraban un día entero, desde
la mañana hasta la noche, con gran pompa y
ostentación. Comenzaban con una procesión de las
autoridades civiles y eclesiásticas y finalmente los
condenados, vestidos con ropas infamantes llamadas sambenitos,
palabra que es una deformación de "saco bendito". Se
leían las condenas, y aquellos destinados a la pena de
muerte, eran relajados al brazo civil, donde el verdugo los
quemaba en la hoguera en presencia de todo el pueblo.
A mediados del siglo XVI en Hispanoamérica
están ya los Españoles firmemente establecidos en
México y
en Perú. En estas colonias había un porcentaje
importante de cristianos nuevos. Surgen entonces reclamos para
nombrar un tribunal de la Inquisición. El rey Felipe II
por real célula del
25 de enero de 1569 crea los tribunales de la Inquisición
en la ciudad de México y en Lima.
La diferencia principal de los tribunales americanos con
respecto a los de la Península era que el tribunal no
tenía jurisdicción sobre los indios; procuraba su
evangelización. Las razones
básicas eran dos: la primera, que los pobladores nativos
recién estaban siendo instruidos en la religión
católica y, en su mayoría, no podían
entender aún claramente los dogmas ni mucho menos
distinguirlos de las herejías. La segunda, estrechamente
relacionada con la anterior, es que la intención declarada
del monarca no era que el Tribunal fuese odiado sino querido y
respetado como ocurría en la Península
Ibérica, por lo cual se buscaba dar ejemplo a los
aborígenes controlando la conducta y
doctrina de los españoles. Su principal objetivo era
erradicar de las Indias a los cristianos nuevos sospechosos de
judaizantes y a los protestantes.
Cerezuela comenzó a ocuparse del establecimiento
del Santo Oficio nombrando comisarios, familiares y todo el
personal del tribunal en todas las ciudades de su
jurisdicción. Se hizo cargo de las causas pendientes en el
obispado.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lima el 15 de
noviembre de 1573 y el primer "relajado", o sea quemado, fue
Mateo Salado, de nacionalidad francés, por luterano
(Doctrina predicada por Lutero).
El establecimiento de la Inquisición en América
tuvo una fuerte oposición de los obispos, especialmente
con Fr. Francisco de Victoria, obispo de Tucumán,
sindicado como cristiano nuevo, a fines del siglo XVI.
Unión de las coronas de España y
Portugal
En el año 1580, año de la segunda
fundación de Buenos Aires por
Juan de Garay, en la Península se produce la unión
de los reinos de España y Portugal, pues Felipe II es el
único heredero del trono de ese reino. Muchos portugueses
"sospechosos de su fe" comienzan a ingresar al Virreinato
del Perú por la ciudad recientemente fundada, en la cual
la vigilancia de la Inquisición era más
débil. La unión de los reinos dura hasta 1640 en
que los lusitanos se rebelan contra la monarquía española y el duque de
Braganza, bajo el nombre de Juan IV, ocupa el trono del reino de
Portugal. Pero fueron sesenta años durante los cuales
América hispana estuvo bajo una misma corona y, durante
ellos, un gran número de cristianos nuevos pasó de
los dominios portugueses a los dominios españoles. De tal
manera que en el Río de La Plata, decir que alguien era
"portugués", era sinónimo de "judío
converso".
Intento de crear un Tribunal de la Inquisición
en Buenos Aires
En el siglo XVII surgió la idea de crear un
tribunal de la Inquisición, ya fuera en Córdoba o
en Buenos Aires. Los motivos alegados eran que por el puerto del
Río de la Plata ingresaban portugueses judaizantes y
también se introducían libros prohibidos;
finalmente ésta idea no fue aprobada por la Suprema
española.
El siglo XIX se inicia con las victorias de Napoleón quien corona a su hermano
José en el trono de España. En diciembre de 1808
decreta la extinción del Tribunal de la
Inquisición. Las cortes españolas que se oponen
militarmente a Napoleón dictan una constitución
liberal y en 1813 decretan la abolición de la
Inquisición. En 1814, derrotado Napoleón y vuelto
al trono el rey Frenado VII, restablece el Tribunal.
Mientras tanto, en América, la Asamblea del
año Trece, a instancias de San Martín y de Alvear,
decreta la eliminación
de la Inquisición en Buenos Aires. Si la
Asamblea tuvo que derogar la Inquisición, es prueba de que
existía. A medida que las fuerzas independientes derrotan
a los españoles, una de las primeras medidas siempre fue
la eliminación del Tribunal. La abolición del
Tribunal de Lima se produce en 1820, por orden de las cortes
españolas, porque por pocos años vuelve a tener
vigencia la constitución de Cádiz de 1812 que
derogaba el tribunal. Pocos años después, Fernando
VII vuelve a instaurar el tribunal en España, pero
América ya era independiente, gracias a las victorias de
San Martín y Bolívar. Los tribunales de la
Inquisición no funcionaron más en toda
América del Sur.
Juicio
crítico a la Inquisición
La Inquisición española estuvo, desde sus
orígenes sujeta a la voluntad real, lo cual la
llevó inclusive a enfrentarse en algunas oportunidades
contra el propio pontífice. Cierto es que en ocasiones
devino en instrumento político de los reyes para fines
diversos, por su característica dualidad,
estatal-eclesiástica. Sin embargo, debemos recordar
también que no existía ningún tribunal que
no estuviese sujeto a dicha presión y utilización
por el poder político, no sólo en España
sino en todo el mundo. El Santo Oficio fue el símbolo de
la etapa en la cual se estableció y desarrolló. La
alta religiosidad de la época motivó el surgimiento
de una institución que se encargara de la fe, la moral, el
mantenimiento
del orden público y la paz social. La Inquisición,
más allá de cualquier humana desviación de
sus objetivos, cumplió ese rol. Fue muy importante para
el estado y
para la formación de la unidad nacional española,
defendiéndola contra los graves peligros que la amenazaban
en su dominio, pero a
costa del sufrimiento y la muerte de "pecadores".
El apego que siempre manifestaron al dinero, salvo
contadas excepciones, jamás reconoció límites,
considerándose el puesto de inquisidor tan seguro medio de
enriquecerse. Un punto importante por el cual prevaleció
por tanto tiempo.
No tiene sentido, para mitigar los males cometidos por
alguien, en este caso la Inquisición, señalar los
males cometidos por otros. Todos los males y sufrimientos
impuestos al
ser humano por gobiernos e instituciones
son condenables, en todo momento y en todo país. "El fin
no justifica los medios."
La parte resaltante y promovida por la
Inquisición fue la del control de la conducta humana,
la censura y el castigo, a quien se opusiera a sus mandatos, al
estado-eclesiástico. Y como transfigurar las ideas
religiosas que proponen soluciones muy diferentes( a mi propio
punto de vista), fue como decir, si no estas conmigo estas en
contra mía, y por lo tanto todo acto que hagas que agreda
la integridad social-religiosa como yo la concibo será
sancionado (de forma irracional, con fines monetarios para
imponer miedo al resto), logrando así un control
absoluto.
El hombre condiciona su conducta a sus necesidades, sus
gustos o caprichos, y por que lo obligan. La Inquisición,
fue sinónimo de vigilancia y sospecha continua, creando
parámetros de conducta muy rígidos y a juicio de
los Inquisidores, por lo tanto la libertad se
veía restringida en un alto grado, y uno era castigado en
ocasiones sin ser culpable, como es el caso de las llamadas
brujas.
La tortura es la forma más dañina para
mantener un poder, pero también es muy efectiva. Lo que se
logro utilizándola fue un salvajismo y perdida de la
noción del dolor y la preservación humana. Fue una
búsqueda de sangre injusta,
pues los que la manejaban jamás eran culpables de algo. La
civilización iba para atrás, impidiendo avanzar
como hermanos, con creencias e ideales diferentes. Pensar que
todos debían obedecer y acatarse a una religión
simplemente por las ideas de unos cuantos, al creer que ellos
eran los que estaban bien y los demás no, en el fondo
tenían miedo de lo que era diferente a ellos y por
supuesto proponían una diversidad que no les
agradaba.
«La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no
pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar
encubre; por la libertad, así como por la honra, se
puede
y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es
el mayor mal que puede venir a los hombres»
Miguel de Cervantes
D. Quijote de la Mancha
"Quien escupe al cielo, en su cara le cae»
Dicho popular mexicano-taraumara
www.pachami.com/Inquisicion.htm
www.banrep.gov.co/blaavirtual/boleti3/bol3/ocho/.htm
José Cuervo