- Padres de la Iglesia.
Nombre dado por la Iglesia
católica a los autores que establecieron la doctrina
cristiana antes del siglo VIII. Los escritos de los Padres, o
literatura
Patrística, sintetizaron la doctrina cristiana tal
y como se encuentra en la Biblia, especialmente en el Evangelio,
los escritos de los Padres Apostólicos, las máximas
eclesiásticas y las decisiones de los concilios de la
Iglesia.
Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la
enseñanza cristiana para su transmisión por todos
los rincones del Imperio
romano.
Hay que tomar en cuenta que al principio la Iglesia no
quería saber nada de la filosofía, ya que estaban
bajo la impresión de la nueva vivencia de su fe. Gracias a
San
Agustín, se puso un sí positivo a la
filosofía. Nosotros queremos dice San
Agustín, hablar no solo con la autoridad de
las sagradas escrituras, sino también basados en la
universal razón humana (Ratio: relación entre dos
cantidades). Si los filósofos han dicho algo que exacto
¿por qué no lo hemos de aceptar?, al fin de
cuentas puede
incluso servir para razonar la fe y para comprenderla
mejor.
En el siglo IV, la Patrística alcanza su
plena madurez. Es el momento en que los herejías han
alcanzado su mayor agudeza y el gran movimiento
maniqueo, que se extiende de oriente a occidente, amenazan a la
Iglesia. Por
otra parte el pensamiento
cristiano ha adquirido profundidad y claridad, y al mismo
tiempo
vigencia social en el Imperio Romano.
El mundo antiguo esta en su última etapa. Los
bárbaros están llamando desde hace tiempo a todas
las puestas del Imperio; a lo largo de sus fronteras se hace
sentir la presencia de los pueblos germánicos, que se van
infiltrando lentamente, antes de realizar la gran
irrupción del siglo V. Y sobre todo el paganismo ha dejado
de existir; la cultura romana
se agota en el comentario y sigue nutriéndose, al cabo de
los siglos de una filosofía la griega que no es
capaz de renovar. En este momento aparece San
Agustín, la plenitud de la Patrística, que
resume en su personalidad
inmensa el mundo antiguo, al que todavía pertenece, y la
época moderna, que anuncia, y cuyo punto de arranque es
él mismo. En la obra agustiniana se cifra este paso
decisivo de un mundo a otro.
- San Agustín (354 –
430).
Es una de las figuras más emblemáticas
de su tiempo, del
cristianismo y
de la filosofía. Su personalidad
tan original y abundante deja una huella profunda en todas las
cosas donde pone su mano. La filosofía y la
teología medievales, es decir, lo que se ha llamado la
Escolástica, toda la dogmática cristiana,
disciplinas enteras como la filosofía del espíritu
y la filosofía de la historia, ostentan la
marca
inconfundible que les imprimió. Más aun: el
espíritu cristiano y el de la modernidad
están influidos decisivamente por San
Agustín; y tanto la Reforma como la Contrarreforma han
recurrido de un modo especial a las fuentes
agustinianas.
a. Verdad
b. Dios
Tesis filosóficas de San
Agustín: c. Creación.
d. Alma.
e. El Bien.
f. La Ciudad de Dios.
- Verdad: en encendidas controversias con los
escépticos hizo triunfar San Agustín la
posibilidad de conocer la verdad. Los escépticos dicen
"no existe la verdad; de todo se puede dudar"; a lo que San
Agustín replica "se podrá dudar todo lo que se
quiere; de lo que no se puede dudar es de la misma duda".
Existe pues la verdad con lo cual queda refutado el
escepticismo. San Agustín busca el prototipo de la
verdad en las verdades matemáticas, cuando dice, por ejemplo,
que la proposición 7+3=10, es una proposición de
vigencia universal para cualquiera que tenga razón.
Aquí donde se ve que 7+3 tiene que ser igual a 10, halla
San Agustín lo que también en otros casos debe
ser verdad para todo espíritu racional, a saber, las
reglas, ideas y normas conforme a las
cuales registramos y leemos lo sensible y al mismo tiempo lo
estimamos y rectificamos. Estas reglas son algo
apriorístico, en lo cual el hombre,
frente al mundo y su experiencia, se demuestra superior, libre
y autónomo. - Dios: el mismo San Agustín que busca
la verdad en el interior del hombre, dice
a la vez con no menor énfasis: Dios es la verdad. San
Agustín se eleva de lo verdadero singular a la verdad
una gracias a la que todo lo verdadero es verdadero para tener
participación en ella. Considera esta ascensión
como prueba de que existe Dios y el mismo tiempo de lo
que Dios mismo es: el todo de lo verdadero, el ser bueno de
todo lo bueno, el ser de todo ser. Así Dios es todo,
pero a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo,
ninguna categoría se le puede aplicar. - Creación: este concepto no es
filosófico sino teológico. Por tanto, cuando San
Agustín trata de pensarlo, se le ofrecen inmediatamente
dificultades filosóficas. En este caso, habría
que admitir también en Dios lo mutable. Por otra parte,
la creación proviene de un acto libre de la voluntad de
Dios, y no es por tanto, una procesión necesaria, como
con frecuencia sé repitió contra la teoría de la emanación. San
Agustín deja por fin la cuestión en suspenso. Ve
que no se puede resolver con nuestros conceptos espaciales y
temporales. - Alma: lo que San Agustín escribe
sobre el alma, su fina intuición, su arte de ver y
dominar las cosas, su penetrante análisis y otras diversas cualidades lo
revelan como sicólogo de primer orden. El alma
tenía para él especial interés.
"A Dios y al alma deseo conocer". El alma tiene un efecto el
primado frente al cuerpo. Cierto que San Agustín no es
ya pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo
y su doctrina de la creación no lo permiten. No
obstante, para San Agustín el hombre es
propiamente el alma. Y así, seguirá
pensándose, aun después de que en la alta
edad media
prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo
y el alma. - El Bien: cuando San Agustín
habla en lenguaje
religioso, el bien no es para él otra cosa más
que la voluntad de Dios. Pero cuando trata de descubrir los
fundamentos más profundos, dice: "El bien se da con la
ley eterna".
Son las ideas eternas en la mente de Dios que, como para los
platónicos, también aquí constituyen el
fundamento de conocer, del ser y del bien. Son un orden eterno.
No solo el hombre es
bueno, también los seres son buenos y el
conocimiento es verdadero, con tal que se orienten conforme
a este orden eterno. - La Ciudad de Dios: siempre
tendrá lugar en la historia del mundo la
lucha entre la luz y las
tinieblas, entre lo eterno y lo temporal, entre lo supra
sensible y lo sensible, entre lo devino y lo antidivino. En su
gran obra la Ciudad de Dios San Agustín, muestra
cómo los poderes del bien tienen que luchar
constantemente con los poderes del mal. Su sentido definitivo
es el triunfo del bien sobre el mal.
- El Escolasticismo.
Movimiento
filosófico y teológico que intentó utilizar
la razón natural humana, en particular la filosofía
y la ciencia de
Aristóteles, para comprender el contenido
sobrenatural de la revelación cristiana. Principal
movimiento en
las escuelas y universidades medievales de Europa, desde
mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV, su ideal
último fue integrar en un sistema ordenado
tanto el saber natural de Grecia y
Roma como el
saber religioso del cristianismo.
El término escolástica también se utiliza en
un sentido más amplio para expresar el espíritu y
métodos
característicos de ese momento de la
historia de la
filosofía o cualquier otro espíritu o actitud
similar hacia el saber encontrados en otras épocas. El
término escolástica, que en su origen designaba a
los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias
medievales, de las que surgieron las universidades, acabó
por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o
teología en dichas escuelas o
universidades.
- Características
Principales.
Los pensadores escolásticos sostuvieron una
amplia variedad de ideas tanto en filosofía como en
teología. Lo que da unidad a todo el movimiento
escolástico son las metas comunes, las actitudes y
los métodos
aceptados de un modo general por todos sus miembros. La principal
preocupación de los escolásticos no fue conocer
nuevos hechos sino integrar el
conocimiento ya adquirido de forma separada por el
razonamiento griego y la revelación cristiana. Este
interés
es una de las diferencias más características entre la escolástica
y el pensamiento
moderno desde el
renacimiento.
El objetivo
esencial de los escolásticos determinó algunas
actitudes
comunes, de las que la más importante fue su
convicción de la armonía fundamental entre
razón y revelación. Los escolásticos
afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de
conocimiento y
la verdad era uno de Sus principales atributos. No podía
contradecirse a Sí mismo en estos dos caminos de
expresión. Cualquier oposición aparente entre
revelación y razón podía deberse o a un uso
incorrecto de la razón o a una errónea
interpretación de las palabras de la revelación.
Como los escolásticos creían que la
revelación era la enseñanza directa de Dios,
ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y
certeza que la razón natural. En los conflictos
entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era
siempre el árbitro supremo, la decisión de los
teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. Después de principios del
siglo XIII, el pensamiento
escolástico puso mayor énfasis en la independencia
de la filosofía en su campo propio. A pesar de todo,
durante el periodo escolástico la filosofía estuvo
al servicio de la
teología, no sólo porque la verdad de la
filosofía estaba subordinada a la de la teología,
sino también porque los teólogos utilizaban la
filosofía para comprender y explicar la
revelación.
Esta postura de la escolástica chocó
con la llamada teoría
de la doble verdad del filósofo y físico
hispano-árabe Averroes. Su teoría
mantenía que la verdad era accesible tanto a la
teología como a la filosofía islámica pero
que tan sólo la filosofía podía alcanzarla
en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la
teología servían, para la gente común, de
expresiones imaginativas imperfectas de la verdad
auténtica, sólo accesible por la filosofía.
Averroes sostenía que la verdad filosófica
podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal,
las enseñanzas de la teología
islámica.
Como resultado de su creencia en la armonía
entre fe y razón, los escolásticos intentaron
determinar el ámbito preciso y las competencias de
cada una de estas facultades. Muchos de los primeros
escolásticos, como el eclesiástico y
filósofo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y
estuvieron convencidos de que la razón podía probar
algunas doctrinas procedentes de la revelación divina.
Más tarde, en el momento de esplendor de la
escolástica, el teólogo y filósofo italiano
santo Tomás de
Aquino estableció un equilibrio
entre razón y revelación. Sin embargo, los
escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando
por el teólogo y filósofo escocés Duns
Escoto, limitaron cada vez más el campo de las verdades
capaces de ser probadas a través de la razón e
insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba
habían sido probadas por la filosofía tenían
que ser aceptadas sobre la base única de la fe. Una de las
razones de esta limitación fue que los escolásticos
aplicaron los requisitos para la demostración
científica, recogidos al principio en el Organon de
Aristóteles, de una manera mucho más
rigurosa que lo había hecho cualquiera de los filósofos anteriores. Esos requisitos eran
tan estrictos que el propio Aristóteles rara vez fue capaz de
aplicarlos en detalle más allá del campo de las
matemáticas. Esta tendencia
desembocó de forma teórica en la pérdida de
confianza en la razón natural humana y en la
filosofía, como quedó caracterizada la primera
época del renacimiento, y
así lo asumieron los primeros reformadores religiosos
protestantes, como Martín Lutero.
Otra actitud
común entre los escolásticos fue su sometimiento a
las llamadas autoridades, tanto en filosofía como en
teología. Esas autoridades eran los grandes maestros del
pensamiento de
Grecia y
Roma y los
primeros Padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales
se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el
estudio único e intensivo de los autores clásicos,
a cuya cultura y
saber atribuían certezas inmutables. Tras alcanzar su
plena madurez de pensamiento y
producir los primeros trabajos originales de filosofía,
siguieron citando a las autoridades para dar peso a sus propias
opiniones, aunque a estas últimas llegaban en muchos casos
de manera independiente. Críticas posteriores concluyeron
de esta práctica que los escolásticos eran meros
compiladores o
repetidores de sus maestros. En realidad, los escolásticos
maduros, como santo Tomás de
Aquino o Duns Escoto, fueron muy flexibles e independientes
en su utilización de los textos de los clásicos; a
menudo con el fin de armonizar los textos con sus propias
posiciones, ofrecieron interpretaciones que eran difíciles
de conciliar con las intenciones y motivos inspiradores en los
clásicos. El recurso a la cita de los clásicos fue,
en muchos casos, poco más que un ornamento
estilístico para empezar o finalizar la exposición
de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del
exegeta eran continuidad del pasado y no simples novedades.
Novedad y originalidad de pensamiento no eran perseguidos de
forma deliberada por ninguno de los escolásticos sino
más bien minimizadas lo más posible.
Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad
filosófica, llamándole de modo habitual "el
filósofo". El primer prelado y teólogo cristiano
san Agustín fue su principal autoridad en
teología, tan sólo subordinado a la Biblia y a los
concilios oficiales de la Iglesia. Los escolásticos se
adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna crítica a
las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al
admitir las opiniones de Aristóteles en materia de
ciencias
empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su
aceptación sin crítica debilitó a la
escolástica y fue una de las principales razones de su
desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios
del renacimiento e
incluso de mucho tiempo después.
- Métodos Comunes.
Uno de los principales métodos de
la escolástica fue el uso de la lógica
y el vocabulario filosófico de Aristóteles en la
enseñanza, la demostración y la discusión.
Otro importante método fue
enseñar un texto por
medio de un comentario de alguna autoridad
aceptada. En filosofía, esa autoridad era
atribuida de un modo casi mecánico y procedimental a
Aristóteles. En teología, los textos principales
eran la Biblia y el Sententiarum Libri Quatuor (Cuatro libros de
Sentencias) del teólogo y prelado italiano del siglo XII
Pedro Lombardo, una recopilación de las opiniones de los
primeros Padres de la Iglesia sobre problemas de
teología. Los primeros escolásticos empezaron
asumiendo como ortodoxia intelectual el contenido de los textos
que estaban comentando. Poco a poco, conforme la práctica
de la lectura fue
desarrollando su propio poder de
crítica, introdujeron muchos comentarios suplementarios
sobre algunos puntos que el propio texto no
cubría o no había resuelto de forma adecuada. A
partir del siglo XIII, esos comentarios suplementarios, que
expresaban el pensamiento personal de los
maestros, se convirtieron en la parte más amplia y
trascendente de los textos, resultando así que la
explicación literal del texto era
reducida a un simple pasaje de cada
exégesis.
Junto con los comentarios contaba la técnica
de discusión por medio del debate
público. Cada profesor de una universidad
medieval debía aparecer varias veces al año ante el
cuerpo docente y los alumnos, reunidos en asamblea, en un
debate para
defender los puntos cruciales de sus propias enseñanzas
frente a todo aquel que las pusiera en duda. Las ideas de la
lógica
aristotélica se empleaban tanto en la defensa como en el
ataque. En el siglo XIII el debate
público se convirtió en un instrumento educativo
flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del
pensamiento en la filosofía y teología.
Después de la mitad del siglo XIV, sin embargo, la
vitalidad del debate
público decayó y se convirtió en un
rígido formalismo. Los participantes se sentían
menos interesados en el contenido real que en pequeños
puntos de la lógica
y nimias sutilezas del pensamiento. Este tipo degradado de
debate
influyó mucho en dar una mala reputación a la
escolástica durante el renacimiento y
posteriormente; en consecuencia muchos pensadores modernos lo han
considerado un mero mecanismo lógico pedante y
artificial.
- Principales Filósofos
Escolásticos.
Entre los escolásticos más destacados
de los siglos XI y XII se encuentran san Anselmo; el
filósofo, teólogo y profesor de lógica
Pedro Abelardo y el filósofo y clérigo Roscelino,
que fundó la escuela de
filosofía conocida como nominalismo. Entre los pensadores
judíos del mismo periodo, el rabino, filósofo y
físico Maimónides intentó armonizar la
filosofía aristotélica con la revelación
divina como se entiende en el judaísmo, en un
espíritu similar al de los escolásticos cristianos.
Los escolásticos de la llamada edad de oro del siglo XIII
incluyen a santo Tomás de
Aquino y al filósofo alemán san Alberto Magno,
ambos pertenecientes a la orden de los dominicos; al monje y
filósofo inglés
Roger Bacon, al prelado y teólogo italiano san
Buenaventura, y a Duns Escoto, todos pertenecientes a la orden de
los franciscanos y al sacerdote seglar belga del siglo XIII Henry
de Ghent. El nominalismo se convirtió en la escuela
filosófica dominante del siglo XIV, cuando la
escolástica empezó a declinar. El nominalista
más importante fue el filósofo inglés
Guillermo de Ockham, un gran lógico que atacó todos
los sistemas
filosóficos de los escolásticos precedentes para
mantener en cambio que la
razón humana y la filosofía natural tenían
un campo de acción mucho más limitado del que sus
antecesores habían establecido.
Si bien es cierto que estos autores representan a la
filosofía medieval, ahora veamos de una forma más
detallada uno a uno a los más importantes de estos en
cuanto a la Escolástica:
- Escoto Eriúgena, Juan
(c. 815-c. 877).
Es el creador del primer gran sistema
filosófico de la edad media. Al
parecer era descendiente de escoceses pero, como ya se ha dicho,
debió nacer en Irlanda como así lo indica el uso
del seudónimo Johannes Ierugena o Eriúgena (que
quiere decir "nacido en Irlanda"). En torno al 847
Carlos I, rey de Francia, le
nombra supervisor de la escuela de la
corte y le encarga que traduzca al latín las obras del
neoplatónico Dionisio el Areopagita. Eriúgena, que
no quiso someter sus obras al control de la
censura, entró en conflicto con
el papa Nicolás I. El rey Carlos le prestó su
apoyo, aunque tuvo que vivir recluido en la corte hasta la muerte del
monarca en 877. Los concilios de Valence (855), Langres (859) y
Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione
(Sobre la predestinación divina, 851), que defiende la
creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el destino final
de los individuos en el sentido de que éste no depende de
Dios de una forma absoluta, ya que la voluntad también
tiene algo que decir sobre la salvación o la
condenación. Por otra parte, Eriúgena afirma
también en sus escritos que no existe nada semejante a la
condenación como se cree conforme a la tradición.
Todos los seres humanos, afirma, se transformarán por
igual en espíritus puros.
En su panteística obra De Divisione Naturae
(Sobre la división de la Naturaleza,
865-870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera
creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del
espacio y del tiempo es una manifestación de las ideas
presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como
el punto más alto de toda la evolución. Eriúgena afirma
también que la razón no necesita ser sancionada por
la autoridad; más bien al contrario, la razón es en
sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione
Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa
Honorio III ordenó que se quemara.
Suele creerse que Eriúgena escribió
también una obra en la que negaba la presencia de Cristo
en la Eucaristía. Aunque algunos de los puntos de vista de
Eriúgena pueden considerarse heréticos, es
respetado sin embargo por el alcance de su obra y lo más
frecuente es que se le considere como uno de los primeros
representantes del escolasticismo.
- San Anselmo de Cantorbery
(c. 1033-1109).
Teólogo, filósofo y Doctor de la
Iglesia, que propuso una teoría
sobre la existencia de Dios que todavía hoy se sigue
debatiendo.
Nació en Aosta (norte de Italia) en el
seno de una familia
acomodada. En 1060 ingresó en el monasterio benedictino de
Bec (Normandía), donde era abad el religioso y erudito
Lanfranco. Cuando, en 1070, éste fue nombrado arzobispo de
Canterbury por el rey de Inglaterra
Guillermo I el Conquistador, Anselmo le sustituyó al
frente del monasterio. Durante estos años alcanzó
un gran prestigio por sus conocimientos y piedad, y sus monjes le
animaron a que pusiera por escrito las meditaciones en que basaba
sus enseñanzas. De esta manera redactó Monologium
(1077), en el que, reflejando la influencia de san Agustín
de Hipona, presentaba a Dios como el Ser más supremo e
investigaba sobre sus atributos. Animado por la acogida que tuvo
su obra, continuó con su proyecto de
comprensión de la búsqueda de fe, concluyendo
Proslogium (1078), donde presentaba lo que en el siglo XVIII
llegó a conocerse como el argumento ontológico de
la existencia de Dios. Sostenía que incluso quienes
dudaban de la existencia de Dios habrían de observar
cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir,
comprenderían a Dios como un ser del que no se puede
pensar algo más grande. Puesto que es más grande
existir fuera de la mente que sólo en la mente, un
escéptico que negara la existencia de Dios estaría
incurriendo en una contradicción, ya que estaría
afirmando que es posible pensar en algo más grande que en
un ser del que nada más grande se puede pensar. De
aquí que, por definición, Dios
existe.
La crítica básica al argumento de san
Anselmo es que no se puede deducir la existencia fuera de la
mente de nada, analizando su definición. Ya en su
época, el monje Gaunilón de Marmoutier puso
objeciones a su razonamiento, como más tarde lo
harían santo Tomás de
Aquino e Immanuel Kant. Sin
embargo, René Descartes,
Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz y algunos pensadores
contemporáneos han emitido razonamientos
similares.
En 1093, Anselmo fue llamado para suceder a
Lanfranco como arzobispo de Canterbury. Desde esta dignidad
participó en una época de grandes conflictos con
Guillermo II el Rojo, sucesor de Guillermo I el
Conquistador en el trono de Inglaterra, sobre
la independencia
de la Iglesia del poder regio.
Tanto durante su estancia en Inglaterra como
en su posterior exilio italiano, san Anselmo estuvo siempre
enfrentado con los poderes seculares. A pesar de ello,
continuó sus reflexiones teológicas, escribiendo
Cur Deus Homo, un estudio sobre la encarnación y
crucifixión de Jesucristo como una forma de
expiación del pecado.
En 1100, cuando Enrique I heredó la
corona inglesa, Anselmo regresó a Canterbury, siendo
posteriormente desterrado, de nuevo, por sus continuas
controversias con el Rey. Hasta 1106 no regresó a
Canterbury, donde vivió hasta el día de su
fallecimiento, ocurrido el 2 de abril de 1109. Fue canonizado en
1163 y declarado Doctor de la Iglesia en 1720. Su festividad se
celebra el 21 de abril.
- Abelardo, Pedro (1079-c.
1142).
Filósofo y teólogo
francés, cuya fama como profesor le convirtió en
una de las figuras más célebres del siglo XII.
Nació en Le Pallet (Bretaña) y dejó su hogar
para estudiar en Loches con el filósofo nominalista
francés Roscelino y más tarde en París con
el filósofo realista francés Guillermo de
Champeaux. Crítico de sus maestros, Abelardo
comenzó a enseñar en Melun, en Corbeil y en 1108,
en París. Pronto adquirió fama por toda Europa como
profesor y pensador original. En 1117 se convirtió en
tutor de Eloísa, sobrina de Fulbert, canónigo de la
catedral de Notre Dame en París.
Eloísa y Abelardo se enamoraron, y ella dio a
luz un hijo a
quien llamaron Astrolabio. Ante la insistencia de Abelardo se
casaron en secreto y convenció a Eloísa para tomar
los votos sagrados en la abadía benedictina de
Saint-Argenteuil. Su tío Fulbert, al principio enfurecido
por la relación entre los dos y después algo
aplacado por su matrimonio,
decidió, no obstante, que Abelardo tenía que
abandonar a Eloísa en la abadía y castrarse. La
pareja se separó entonces: Eloísa entró en
una orden de religiosas, mientras Abelardo se recogió en
la abadía de Saint-Denis-en-France, en
París.
La primera obra publicada de Abelardo, un tratado
sobre la Trinidad (1121), fue condenada y quemada por un concilio
católico que se reunió en Soissons en ese mismo
año. Obligado a dejar Saint-Denis-en-France, Abelardo
fundó una capilla y un oratorio, llamado la Paraclete, en
Nogent-sur-Seine. En 1125 fue elegido abad del monasterio de
Saint-Gildas-de-Rhuis, donde escribió su
autobiográfica Historia Calamitatum
(Historia de mis
desventuras, 1132). En esa época comenzó la famosa
relación epistolar con Eloísa, cartas que han
llegado a ser clásicos de la correspondencia
romántica. En 1140 san Bernardo de Claraval, eminente
religioso francés quien consideraba que los métodos
dialécticos de Abelardo eran peligrosos y poco respetuosos
con los dogmas de la fe, convenció al concilio
católico reunido en Sens, y al papa Inocencio II, de
condenarlo por sus escritos y enseñanzas racionalistas y
escépticas. En su camino a Roma para apelar
contra la condena, aceptó la hospitalidad de Pedro el
Venerable, abad de Cluny, y permaneció allí durante
meses. Abelardo murió en un priorato cluniaciense cerca de
Chalon-sur-Saône. Su cuerpo fue llevado a la Paraclete;
cuando Eloísa murió en 1164 fue enterrada junto a
él. En 1817 ambos cuerpos fueron trasladados a una tumba
común en el cementerio de Père Lachaise, en
París.
El atractivo romántico de la vida de Abelardo
a menudo oscurece la importancia de su pensamiento. Fue, sin
embargo, uno de los pensadores más destacados de la
edad media. En
el énfasis que puso en la discusión
dialéctica, Abelardo seguía al filósofo y
teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena , y
precedía al filósofo escolástico italiano
santo Tomás de
Aquino. La principal tesis
dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse
sopesando con rigor todos los aspectos de una cuestión y
se presentó en Sic et Non (Así y de otra forma, c.
1123). También se anticipó a la posterior
dependencia teológica de la obra de Aristóteles,
más que de la de Platón.
Abelardo reaccionó con fuerza contra
las teorías
del realismo
extremo, negando que los conceptos universales tengan existencia
independiente fuera de la mente. Según Abelardo,
'universal' es una palabra funcional que expresa la imagen combinada
de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta
posición no es nominalista, porque Abelardo subraya que
las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las
que se da un nombre universal tienen una cierta semejanza o
naturaleza
común. Su teoría
es un paso definitivo hacia el realismo
moderado de Aquino, pero carece de una explicación del
proceso por el
que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la
mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto
debe ser juzgado por la intención que guía a quien
lo realiza.
Además de las obras mencionadas, Abelardo
escribió muchos libros en
latín sobre ética,
teología y dialéctica, así como poesía
e himnos religiosos.
- San Buenaventura
(c. 1217-1274).
Teólogo cristiano y vicario general de los
franciscanos, célebre por sus escritos espirituales, se le
conoció como el Doctor Seráfico.
Buenaventura nació en Bagnoregio (cerca de
Viterbo, Italia), hijo de
Juan de Fidanza. De nombre Juan, ingresó en la Universidad de
París en 1235, donde estudió bajo las
enseñanzas de Alejandro de Hales. Ingresó en la
orden franciscana en 1243, y adoptó el nombre de
Buenaventura y profundizó en sus estudios hasta
convertirse en maestro (profesor) de teología en 1254.
Durante este periodo preparó un comentario sobre las
Escrituras, el Breviloquium y al igual que su coetáneo
Tomás de Aquino, trabajó para integrar la
visión aristotélica en la tradición de san
Agustín. Buenaventura aceptó gran parte de la
filosofía científica de Aristóteles, pero
rechazó cuanto conocía de su metafísica por
insuficiente, ya que, según Buenaventura, al
filósofo no le guiaba la luz de la fe
cristiana. La doctrina de la iluminación de la mente
humana (el alma) por el divino —una forma de identificar la
verdad o falsedad del juicio— la tomó de las
doctrinas de san Agustín. Su Itinerario de la mente hacia
Dios (1259) y sus breves tratados
místicos reflejan su preocupación por la forma en
que el alma reconoce y se une a Dios.
Célebre por sus estudios y buen juicio,
Buenaventura fue elegido vicario general de los franciscanos en
1257, en un momento en que la comunidad se
hallaba escindida a causa de la controversia sobre hasta
qué punto debía, como orden, respetar el compromiso
de san Francisco con la pobreza.
Consiguió superar dicha división y por ello se le
considera como el segundo fundador de la orden. Escribió
(1263) la versión oficial de la Vida de san Francisco de
Asís, y se dedicó a viajar y a predicar el estilo
de vida franciscano.
El papa Gregorio X (Papa entre 1271 y 1276) le
nombró cardenal arzobispo de Albano en mayo de 1273 y
Buenaventura colaboró en los preparativos del Concilio de
Lyon convocado para solventar el cisma con la Iglesia oriental.
Murió el 15 de julio de 1274 en Lyon.
El papa Sixto IV santificó a Buenaventura en
1482 y en 1587 o 1588, el papa Sixto V le nombró doctor de
la Iglesia. Su festividad se celebra el 15 de
julio.
- Averroes (1126-1198).
Filósofo árabe musulmán,
físico, jurista maliki y teólogo ashari,
nació en Córdoba, España. Su
padre, un juez de Córdoba, le enseñó
jurisprudencia
musulmana. En su ciudad natal también estudió
teología, filosofía occidental y matemáticas con el filósofo
árabe Ibn Tufayl, y medicina con el
médico árabe Avenzoar. Averroes fue designado juez
en Sevilla en 1169 y en Córdoba en 1171; en 1182 se
convirtió en el médico de Abu Yaqub Yusuf, el
califa almohade de Marruecos y de la España
musulmana. La idea de Averroes de que la razón prima sobre
la religión
le llevó al exilio en 1195 por orden de Abu Yusuf Yaqub
al-Mansur; fue restituido poco antes de su muerte.
Averroes mantenía que las verdades
metafísicas pueden expresarse por dos caminos: a
través de la filosofía (según pensaba el
griego clásico Aristóteles y los
neoplatónicos de la antigüedad tardía) y a
través de la religión (como se
refleja en la idea simplificada y alegórica de los
libros de la
revelación). Aunque en realidad Averroes no propuso la
existencia de dos tipos de verdades, filosófica y
religiosa, sus ideas fueron interpretadas por los pensadores
cristianos, que las clasificaron de "teoría de la doble
verdad". Rechazó el concepto de la
creación del mundo en el tiempo: mantenía que el
mundo no tiene principio. Dios es el "primer motor", la
fuerza
propulsora de todo movimiento,
que transforma lo potencial en lo real. El alma individual humana
emana del alma universal unificada. Los amplios comentarios de
Averroes sobre la obras de Aristóteles fueron traducidos
al latín y al hebreo y tuvo gran influencia tanto en la
escolástica y la filosofía cristiana (en la
Europa
medieval) como en los filósofos judíos de la edad media. Su
principal obra original fue Tahafut al-Tahafut (árabe, "La
destrucción de la destrucción"), donde rebate una
obra del teólogo islámico Algazel sobre la
filosofía. Es también autor de obras sobre medicina,
astronomía, derecho y gramática.
- Maimónides
(1135-1204).
Filósofo, matemático y
físico hispanojudío. Nacido en Córdoba, fue
también conocido como Rambam (por las iniciales de su
verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon). Tras ser
conquistada Córdoba, en 1148, por los almohades, que
impusieron las leyes del
islam tanto a
cristianos como a judíos, la familia de
Maimónides decidió exiliarse. Después de
errar durante años, se establecieron en Egipto.
Allí Maimónides llegó a ser rabino principal
de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de
Egipto y
Siria.
La contribución de Maimónides a la
evolución del judaísmo le
proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés. Su
gran obra en el campo de la legislación judía es la
Mishné Torá (Repetición de la Ley),
desarrollada en 14 libros y
escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando
hasta su muerte.
Además, formuló los Trece artículos de fe,
uno de los diversos credos a los que numerosos judíos
ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como
el filósofo judío más importante de la
edad media. En
Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190),
Maimónides intenta armonizar fe y razón conciliando
los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo
de la filosofía aristotélica en su versión
árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Esta obra,
en la que considera la naturaleza de
Dios y la creación, el libre albedrío y el problema
del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos
cristianos como santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno.
Su utilización de un método
alegórico, aplicable a la interpretación
bíblica, que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada
durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las
cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia
en la época moderna. La fama de Maimónides como
médico igualaba a la que gozó como filósofo
y autoridad en la ley judía.
También escribió sobre astronomía, lógica
y matemáticas.
- Santo Tomás de Aquino
(1225-1274).
A veces llamado doctor angélico y el
príncipe de los escolásticos, filósofo y
teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en la
figura más importante de la filosofía
escolástica y uno de los teólogos sobresalientes
del catolicismo.
Nació en una familia noble en
Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y
estudió en el monasterio benedictino de monte Cassino y en
la Universidad de
Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos
todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de
su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de
Tomás en una orden mendicante, le confinó en el
castillo familiar durante más de un año en un vano
intento de hacerle abandonar el camino que había elegido.
Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a
París para completar su formación. Estudió
con el filósofo escolástico alemán Alberto
Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Porque Tomás
era de poderosa constitución física y taciturno,
sus compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero
Alberto Magno había predicho que "este buey un día
llenará el mundo con sus bramidos".
Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en
1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de
París en 1252. Sus primeros escritos, en particular
sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos
años más tarde. Su primera obra importante fue
Scripta super libros
Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre una
obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia,
conocida como el Sententiarum libri quatuor, del teólogo
italiano Pedro Lombardo. En 1256 a Tomás de Aquino se le
concedió un doctorado en teología y fue nombrado
profesor de filosofía en la Universidad de
París. El papa Alejandro IV, que ocupó la silla
pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en 1259,
donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal.
Regresó a París en 1268, y en seguida llegó
a implicarse en una controversia con el filósofo
francés Siger de Brabant y otros seguidores del
filósofo islámico Averroes.
Estudio de Aristóteles y los
averroístas para comprender la crucial importancia de esta
polémica en la evolución del pensamiento de Occidente, es
necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de
Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había
estado
dominado por la filosofía de san Agustín, el gran
Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y
V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se
debía confiar en la experiencia de los sentidos. A
principios del
siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron
disponibles en una traducción latina de la escuela de
traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de
Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad
y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles
devolvieron la confianza en el
conocimiento empírico, lo que originó la
formación de una escuela de
filósofos conocidos como averroístas. Bajo el
liderazgo de
Siger de Brabant, los averroístas afirmaban que la
filosofía era independiente de la revelación. Esta
postura amenazaba la integridad y supremacía de la
doctrina católica, apostólica romana y llenó
de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a
Aristóteles, tal como lo hacían los
averroístas, era imposible, y condenar sus
enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido
en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían
intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco
éxito. Santo Tomás triunfó con
brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el
principio humano espiritual con la afirmación
averroísta de la autonomía del conocimiento
derivado de los sentidos,
Tomás de Aquino insistía que las verdades de la fe
y las propias de la experiencia sensible, así como las
presentadas por Aristóteles, son compatibles y
complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la
encarnación, pueden ser conocidas sólo a
través de la revelación, y otras, como la
composición de las cosas materiales,
sólo a través de la experiencia; aun otras, como la
existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por
igual. Así, la fe guía al hombre hacia
su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la
anula. Todo conocimiento,
mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los
datos
sensibles pueden hacerse inteligibles sólo por la
acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la
aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma
humana, los ángeles y Dios. Para lograr la
comprensión de las verdades más elevadas, aquellas
con las que está relacionada la religión, es
necesaria la ayuda de la revelación. El realismo
moderado de santo Tomás afirmó los grandes
conceptos de su sistema en el
pensamiento, en oposición al realismo
extremo, el cual los proponía como independientes del
pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los
universales en las cosas existentes en oposición al
nominalismo y conceptualismo. En su filosofía de la
política,
a pesar de reconocer el valor positivo
de la sociedad humana,
se propone justificar la perfecta racionalidad de la
subordinación del Estado a la
Iglesia.
Santo Tomás primero sugirió su
opinión madurada en De unitate intellectus contra
averroistas (1270). Esta obra volvió la tendencia contra
sus oponentes, quienes fueron censurados por la
Iglesia.
Santo Tomás dejó París en 1272
y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva
escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir
al Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa
Gregorio X, cayó enfermo. Murió el 7 de marzo en el
monasterio cisterciense de Fossanova.
Con más fortuna que ningún otro
teólogo o filósofo, santo Tomás
organizó el
conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su
fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó
una síntesis filosófica de las obras y
enseñanzas de Aristóteles y otros sabios
clásicos: de san Agustín y otros Padres de la
Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos,
de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben
Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición
escolástica. Esta síntesis la llevó en la
línea de la Biblia y la doctrina
católica.
El éxito de santo Tomás fue inmenso;
su obra marca una de las
escasas grandes culminaciones en la historia de la
filosofía. Después de él, los
filósofos occidentales sólo podían elegir
entre seguirle con humildad o inclinarse hacia alguna otra
dirección diferente. En los siglos
posteriores a su muerte, la
tendencia dominante y constante entre los pensadores
católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en
la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin
embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica
Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII
recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera
la base de la enseñanza en todas las escuelas
católicas. El papa Pío XII, en la encíclica
Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista
es la guía más segura para la doctrina
católica y desaprobaba toda desviación de ella. El
tomismo permanece como una escuela importante en el pensamiento
contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no
católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han
estado los
filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne
Gilson.
Santo Tomás fue un autor prolífico en
extremo, con cerca de 800 obras atribuidas. Las dos más
importantes son Summa contra Gentiles (1261-1264), un estudio
razonado con la intención de persuadir a los intelectuales
musulmanes de la verdad del cristianismo y
la Summa theologica (1265-1273), en tres partes (sobre Dios, la
vida moral del
hombre y
Cristo), de la que la última está
inacabada.
- Duns Escoto, Juan (c.
1266-1308).
Teólogo y filósofo
escocés, creador de la escuela escolástica llamada
escotismo. Nacido en Duns, Lothian, Duns Escoto entró en
la orden franciscana y estudió en las universidades de
Oxford y París. Más tarde impartiría clases
en ambos centros sobre las Sentencias, el manual
teológico básico del teólogo italiano Pedro
Lombardo. En 1303 se exilió de París por negarse a
apoyar a Felipe IV, rey de Francia, en su
disputa con el papa Bonifacio VIII sobre la los impuestos con que
se gravaban las propiedades de la Iglesia. Después de un
breve exilio Duns Escoto volvió a París, donde
enseñó hasta 1307. A finales de ese año fue
enviado a Colonia, donde dio clases hasta su muerte, el 8
de noviembre de 1308. Sus escritos más importantes son las
dos colecciones de Comentarios sobre las Sentencias y los
tratados
Cuestiones quodlibetic, Cuestiones sobre metafísica, y
Sobre el principio primero. A causa de su intrincado pero
hábil método de
análisis, en concreto en su
defensa de la doctrina de la Inmaculada Concepción (que el
papa Pío IX definió como dogma de la Iglesia
católica en 1854), se le conoce como Doctor Subtilis (en
latín, 'doctor sutil').
En su sistema de
filosofía Duns Escoto analizó con precisión
los conceptos de causalidad y posibilidad en un intento de
establecer una prueba rigurosa de la existencia de Dios, el ser
primero e infinito. No obstante, mantenía que para conocer
la verdad en toda su amplitud y cumplir con el propio destino
eterno no debe limitarse a hacer uso de las intuiciones derivadas del
conocimiento
natural o la filosofía, sino que también debe
intentar conocer y aceptar la revelación divina. La
revelación complementa y perfecciona el
conocimiento natural, y, en consecuencia, no puede haber
contradicción entre ellos. Para Duns Escoto,
teología y filosofía son disciplinas distintas y
separadas; sin embargo, se complementan, porque la
teología recurre a la filosofía como una
herramienta. En su opinión, el interés
primordial de la teología es Dios, considerado desde el
punto de vista de Su propia naturaleza,
mientras que la filosofía sólo apela a Dios en la
medida en que Él es la causa primera de las cosas. Al
considerar la naturaleza de la
teología como una ciencia, sin
embargo, Duns Escoto se apartó de forma clara de su
precursor dominico, santo Tomás de Aquino. Mientras santo
Tomás definía la teología primero y ante
todo como una disciplina
especulativa, Duns Escoto abordaba la teología como una
ciencia
práctica, interesada en cuestiones teóricas
sólo en la medida en que éstas se plantean como fin
el salvar almas a través de la revelación.
Argumentó que mediante la fe una persona puede
conocer con absoluta certeza que el alma es incorruptible e
inmortal; la razón puede argumentar con verosimilitud la
existencia de tales cualidades del alma, pero no puede probar que
existan con exactitud.
Como santo Tomás, Escoto fue un realista de
la filosofía, pero se distinguía de éste en
ciertas materias básicas. El principal punto de diferencia
entre ellos está relacionado con sus ideas de la percepción. Duns Escoto mantenía que
una comprensión directa, intuitiva, de las cosas concretas
se obtiene tanto a través del intelecto como de los sentidos.
Aquino, por otro lado, sostenía que el intelecto no conoce
por sí mismo la singularidad de las cosas materiales
sino sólo las naturalezas universales abstraídas a
su vez de las percepciones.
Duns Escoto afirmaba que los universales no tienen
una existencia separada de la mente humana, sino que cada cosa
separada o 'singular' posee una naturaleza distinta hacia el
exterior que comparte con otras cosas de la misma clase. Este
hecho, pensaba, suministra el fundamento objetivo de
nuestro conocimiento
sobre las verdades esenciales. Siguiendo la tradición
franciscana establecida por el teólogo italiano San
Buenaventura, Duns Escoto recalcó la primacía de la
libertad
humana y de los actos de amor sobre el
intelecto. Evitaba una visión arbitraria o voluntarista de
los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la
existencia actual de las cosas depende de una decisión
libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones
morales dependen de la voluntad de Dios. Esa voluntad,
enseñaba, es libre por completo y no estaba formada o
determinada por motivos concretos. Dios ordena una acción
no porque él vea que es buena, como afirmaba santo
Tomás, sino que la hace buena al ordenarla.
Duns Escoto fue uno de los más profundos y
refinados teólogos y filósofos medievales conocidos
por su filiación escolástica. Durante muchos siglos
después de su muerte, sus
seguidores, llamados escotistas, estuvieron en conflicto con
los adeptos de santo Tomás, que eran llamados
tomistas.
- Ockham, Guillermo de (c. 1285-c.
1349).
Conocido como Doctor Invincibilis (en
latín, ‘Doctor invencible’) y Venerabilis
Inceptor (en latín, ‘Venerable iniciador’),
filósofo inglés
y teólogo escolástico, considerado el mayor
representante de la escuela nominalista, la más
consistente y directa rival de las escuelas tomista y
escotista.
Nació en Surrey, Inglaterra.
Entró en la orden de los franciscanos y estudió y
enseñó en la Universidad de Oxford desde 1309 hasta
1319. Acusado por el papa Juan XXII de impartir enseñanzas
peligrosas, permaneció en arresto domiciliario desde 1324
hasta 1328 en el palacio papal de Aviñón (Francia)
mientras se sometía a examen la ortodoxia de sus escritos.
Se alió con los franciscanos contra el papa en una disputa
sobre la pobreza de la
orden y huyó a Munich en 1328 para acogerse a la
protección de Luis IV, emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, que había rechazado la autoridad
pontificia en asuntos políticos. Excomulgado por el Papa,
Ockham escribió contra el papado y defendió al
emperador hasta que este murió en 1347. El filósofo
murió en Munich, mientras intentaba lograr una
reconciliación con el papa Clemente VI.
Ockham alcanzó la fama como alguien que
aplicó la lógica de forma rigurosa para mostrar que
muchas creencias de los filósofos cristianos (por ejemplo
que Dios es uno, omnipotente, creador de todas las cosas, y que
el alma humana es inmortal) no se podían probar mediante
la razón filosófica o natural, sino tan sólo
a través de la revelación divina. Su nombre se
atribuye al principio de economía en
lógica formal, conocido como ‘la navaja de
Ockham’, según la cual las entidades no tienen que
ser multiplicadas sin necesidad.
- FILOSOFÍA ARABE Y
JUDÍA.
- Filosofía Arabe: los
Árabes conocen el pensamiento griego a través de
Siria, y así la filosofía va a servir para
interpretar o comentar al Corán. Como la
escolástica cristiana, se plantea aquí el tema de
las relaciones entre religión y
filosofía. El pensamiento griego aparece como un
bloque, y así Aristóteles va unido sin
distinciones claras a doctrinas neoplatónicas. Hay,
pues, un sincretismo o mezcla doctrinal a la base del
pensamiento árabe. Los principales postulados
de esta filosofía fueron realizados por
Averroes. - Filosofía Judía:
Moisés Maimónides (1135 – 1024),
cordobés, contemporáneo de Averroes, autor de
una Guía de Perplejos, aspira a armonizar
filosofía y religión. Es una
verdadera suma de escolástica judía, el ejemplo
más complejo perfecto de este tipo de obras en las
filosofías orientales. El objeto supremo de la
religión y de la filosofía es el conocimiento de
Dios; es menester poner de acuerdo a los principios y
resultados de ambas; el tratado de Maimónides se dirige
a los que dueños de esos conocimientos, están
dudosos o perplejos acerca del modo de hacer compatibles las
dos cosas; se trata de una indecisión, no de un
extravío.
La importancia de la filosofía árabe y
judía, y en especial de sus principales representantes
Averroes y Maimónides, es grande; pero más
aún por lo que han influido en la Escolástica
cristiana, que por su interés
propio. No puede compararse al alcance metafísico y
teológico de estos pensadores con el de los grandes
cristianos, fue el conocimiento de Aristóteles. Esto les
da un material filosófico enormemente superior al de los
pensadores cristianos contemporáneos, y esta ventaja
durará hasta el siglo XVIII.
BIBLIOGRAFIA
"Enciclopedia Microsoft
Encarta 99".
GARCÍA M. Manuel; (1971). "Lecciones
Preliminares de Filosofía." Editorial Porrúa.
3ra edición. México D.F., México.
HIRSCHBERGER, J.; (1968). "Breve Historia de la
Filosofía." Edittorial Herder. 2da
edición. Barcelona, España.
MARÍAS, Julián; (1960). "Historia
de la Filosofía." Ediciones Castilla.
12ª edición. Madrid, España.
Autor:
Eladio Urbina