- Introducción
- La génesis empresarial en el Perú
- Las actividades empresariales y microempresariales en el virreinato del Perú
- La independencia del Perú
- La economía peruana después de la independencia
- 24 años perdidos – el primer militarismo en el Perú
- Nuestro primer código de comercio -1853
- Las empresas alrededor del boom guanero
- Las empresas alrededor del boom cauchero
- Las compañías cerveceras en el Perú
- Conclusiones
- Bibliografía
"Es la historia el más grande ejemplo de la vida humana, que se instituye con la experiencia y se corrige con el ejemplo"
Jacques Benigne Bossuet
INTRODUCCIÓN
Mucho se ha escrito sobre empresas y organización, pero muy poco sobre su origen o antología. Empecemos por los términos más básicos; tales como: "Una empresa es una organización de personas que comparten unos objetivos con el fin de obtener beneficios". Una empresa es una unidad productiva dedicada y agrupada para desarrollar una actividad económica y tienen ánimo de lucro. En general, se puede definir como una unidad formada por un grupo de personas, bienes materiales y financieros, con el objetivo de producir algo o prestar un servicio que cubra una necesidad y, por el que se obtengan beneficios.
Por otra parte, el término emprendimiento trata del efecto de emprender, un verbo que hace referencia a llevar adelante una obra o un negocio. El emprendimiento suele ser un proyecto que se desarrolla con esfuerzo y haciendo frente a diversas dificultades, con la resolución de llegar a un determinado punto.
El término emprendedor deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín, coger o tomar, aplicándose originalmente -tanto en España como en otros países- a los que entonces eran considerados aventureros, principalmente militares, término que posteriormente pasó a tener connotaciones comerciales.
La palabra fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, todavía con esa connotación, como: "La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar, con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua". También se le describe como "Señor esforzado y emprendedor de hazañas notables, como su padre" (Española, 1732).
El sujeto que inicia un negocio o que crea una pequeña empresa por su propia iniciativa se conoce como emprendedor. En épocas de crisis, los emprendimientos suelen representar una salida (o, al menos, una posibilidad de crecimiento) para las personas que se encuentran en situación de desempleo.
Los académicos en Administración sostienen que los emprendedores deben contar con ciertas capacidades para tener éxito, tales como: flexibilidad, dinamismo, creatividad, empuje, etc.
Las opiniones de estos académicos lo vemos a continuación:
1803: Jean-Baptiste Say: Un emprendedor es un agente económico que une todos los medios de producción. La tierra de uno, el trabajo de otro y el capital de un tercero y produce un producto. Mediante la venta de un producto en el mercado, paga la renta de la tierra, el salario de sus empleados, interés en el capital y su provecho es el remanente. Intercambia recursos económicos desde un área de baja productividad hacia una área de alta productividad y alto rendimiento.
1934: Joseph Alois Schumpeter: Los emprendedores son innovadores que buscan destruir el estatus-quo de los productos y servicios existentes para crear nuevos productos y servicios.
1964: Peter Drucker: Un emprendedor busca el cambio, responde a él y explota sus oportunidades. La innovación es una herramienta específica de un emprendedor, por ende el emprendedor efectivo convierte una fuente en un recurso.
1975: Howard Stevenson: El emprendimiento es la búsqueda de oportunidades independientemente de los recursos controlados inicialmente.
Se trata de valores necesarios ya que los emprendimientos se enfrentan a todo tipo de dificultades y quien los impulsa debe estar en condiciones de adaptarse a una realidad cambiante. Cabe mencionar que el trabajo en equipo suele ser el mejor camino a la hora de impulsar un proyecto, ya que potencia las virtudes de cada integrante.
LA GÉNESIS EMPRESARIAL EN EL PERÚ
De acuerdo a la bibliografía histórica revisada, podemos decir que la primera empresa fue, desde luego, la llegada de Francisco Pizarro al Perú. Las noticias de la existencia de un imperio con enormes riquezas en oro y plata, influyó sin duda en el ánimo de los aventureros españoles y aportó el ingrediente decisivo para la preparación de expediciones hacia esos rumbos. En 1522 Pascual de Andagoya fue el primero en intentar realizar esta empresa, pero su expedición terminó en un estrepitoso fracaso. (Duthurburu, 2011)
Fue precisamente a partir de Andagoya que las tierras situadas más al sur del Golfo de San Miguel (sureste de Panamá) se denominaron Birú (palabra que después se convertiría en Perú).
Hacia 1523, el conquistador extremeño Francisco Pizarro radicaba en Panamá, ciudad de la que llegó a ser alcalde en 1522. Pizarro era un vecino más o menos acomodado, como todos los residentes españoles en Panamá. Empezó a entenderse con su más cercano amigo, el capitán Diego de Almagro, sobre la posibilidad de organizar una expedición hacia el tan mentado Birú. Ambos eran rudos y curtidos soldados con experiencia en la conquista de Tierra Firme. La sociedad se concretó en 1524, sumándose un tercer socio, el cura Hernando de Luque, quien debía aportar el dinero necesario para la empresa. Se repartieron las responsabilidades de la expedición: Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la provisión de ayuda. Se convino en que todas las utilidades se dividirían en tres partes iguales para cada socio o sus herederos, y que ninguno tendría más ventaja que otro.
El análisis histórico se inclina a creer que Pizarro poseía una fortuna modesta, porque para emprender la aventura, él y Almagro tuvieron que asociarse con un cura influyente, Hernando de Luque, que a la sazón era párroco de Panamá.
Villanueva habla de un cuarto "socio oculto": el licenciado Gaspar de Espinosa, que no quiso figurar públicamente, pero que fue el verdadero financista de las expediciones, usando como testaferro a Luque. Ello debió ser así, por cuanto nunca uno sólo de los socios decidía de manera unilateral las acciones. Sólo posteriormente, iniciada ya la conquista física del Perú, Pizarro tomaría decisiones de campaña o sobre acciones militares y administrativas, prerrogativas de su cargo de gobernador de Nueva Castilla, concedido por la corona española a través de la Capitulación de Toledo, firmada en 1529. (Duthurburu J. A., 2011).
Figura Nª 01: Francisco Pizarro Gonzales (16/03/1478 – 26/06/1541)
Conseguida la autorización del gobernador Pedrarias Dávila, el 14 de noviembre de 1524 partió Pizarro de Panamá a bordo de un pequeño bergantín, con cerca de 80 hombres y cuatro caballos. Dejó a Almagro el encargo de reclutar más voluntarios y armar otra nave para que le siguiera cuando estuviera listo.
Pizarro llegó a las islas Perlas, bordeó las costas de Chochama o Chicamá, llegando hasta Puerto Piñas y Puerto del Hambre (costa pacífica de la actual Colombia); prosiguió viaje, luego de una serie de padecimientos y falta de víveres, hasta Pueblo Quemado (también llamado Puerto de las Piedras o Río de la Espera), donde sostuvo un recio combate con los indígenas, con el resultado de dos españoles muertos y veinte heridos (según Cieza) o cincos muertos y diecisiete heridos (según Jerez). El mismo Pizarro sufrió siete heridas.
La hostilidad de los indios y la insalubridad de la zona obligaron a Pizarro a enrumbar de vuelta hacia el norte, arribando nuevamente a las costas de Chochama. Por su parte, Almagro, que ya había partido de Panamá en un bergantín con 60 hombres, debió cruzarse con Pizarro en alta mar, aunque no se llegaron a avistar. Siguiendo el rastro de Pizarro, Almagro desembarcó en Pueblo Quemado, donde igualmente libró un feroz combate con los indios, perdiendo un ojo a consecuencia de un lanzazo o un flechazo.
Pizarro, interesado en continuar con la empresa, ordenó a Almagro que dejara allí a sus soldados y que retornara él solo a Panamá para reparar los dos navíos y juntar más gente.
En Panamá, el gobernador Pedrarias culpó del fracaso de la expedición y de la pérdida de vidas españolas a Pizarro. Ello motivó a que Almagro y Luque intercedieran por Pizarro ante el gobernador, logrando aplacar por el momento la tensa situación. Pedrarias autorizó, no sin recelos, la continuación de la empresa. De pasada, Almagro logró el nombramiento de capitán adjunto.
Figura Nª 02: Los socios de la conquista: Francisco Pizarro, Hernando de Luque y Diego de Almagro
Antes de emprender un segundo viaje, los tres socios formalizaron su sociedad ante un notario de Panamá, en las mismas condiciones en que verbalmente la habían conformado. A este acuerdo escrito se conoce como el Contrato de Panamá, que se suscribió el 10 de marzo de 1526. Sin embargo, hay discrepancias en cuanto a la fecha de este contrato, pues por entonces Pizarro no había regresado aún a Panamá. (Duthurburu J. A., 2011)
En diciembre de 1525, Almagro partió de Panamá, llevando dos navíos, el Santiago y el San Cristóbal, a bordo de los cuales iban 110 soldados, entre ellos dos grandes adquisiciones: el piloto Bartolomé Ruiz y el artillero griego Pedro de Candía. Almagro se dirigió a Chochama, al encuentro de Pizarro y sus hombres.
Estos habían quedado reducidos a 50; reunidos con los hombres traídos por Almagro, llegaron a 160.
A principios de 1526, Pizarro y Almagro, junto con sus 160 hombres, se hicieron nuevamente a la mar. Siguieron la ruta anterior hasta llegar al río San Juan, donde fue enviado Almagro de regreso a Panamá en busca de refuerzos y provisiones; de otro lado, el piloto Bartolomé Ruiz fue enviado hacia el sur a fin de que explorase esas regiones. Ruiz avistó la isla del Gallo, la bahía de San Mateo, Atacames y Coaque; a la altura de esta última se tropezó con una balsa de indios tumbesinos que iban a comerciar, según parece, a Panamá. Ruiz tomó algunas de las mercaderías: objetos de oro y plata, tejidos de algodón, frutas y víveres, y retuvo a tres muchachos indios, que los llevó consigo para prepararlos como intérpretes. Luego enrumbó al norte, de vuelta al río San Juan, donde le esperaba Pizarro. Bartolomé Ruiz fue el primer navegante que traspasó la línea ecuatorial, descendiendo uno o dos grados de la línea equinoccial.
Pasaron por la isla del Gallo y luego por la boca del río Santiago. A continuación, se adentraron en la bahía de San Mateo. Viendo que la costa era muy segura y sin manglares, saltaron todos a tierra, incluyendo los caballos y se dedicaron a explorar la región. Habían arribado a la boca del río Esmeraldas, donde vieron ocho canoas grandes, tripuladas por indígenas.
Figura Nª 03: La isla del gallo se encuentra ubicada dentro de la jurisdicción del municipio de Tumaco, Departamento de Nariño, República de Colombia.
Continuando su marcha, llegaron hasta el poblado de Atacames, donde sostuvieron un combate o guazábara con los nativos. Allí encontraron comida pero poco oro. Ello aumentó el descontento, pues los españoles no veían recompensados los sufrimientos que padecían. Nada menos que unos 180 españoles habían fallecido hasta ese momento, desde que empezaran los viajes de Pizarro. Fue en Atacames donde se produjo la llamada "Porfía de Atacames", entre Almagro y Pizarro. Ella se originó cuando Almagro reprendió severamente a los soldados que querían volver a Panamá, calificándoles de cobardes, ante lo cual reaccionó Pizarro defendiendo a sus hombres, pues él también había sufrido con ellos. Ambos capitanes fueron a las palabras mayores, llegando hasta a sacar sus espadas, y se hubieran batido en duelo si no fuese porque Bartolomé Ruiz, Nicolás de Ribera y otros lograron separarlos y avenirlo en conciliación. (Huertas, 2013)
Finalmente, buscando un lugar más propicio, Pizarro y Almagro decidieron pasar a la isla del Gallo, donde llegaron en mayo de 1527. Se acordó que, nuevamente, Almagro debería volver con un navío a Panamá a traer nuevos contingentes.
Pizarro y Almagro solían tener mucho cuidado de que no llegaran a Panamá las cartas que los soldados enviaban a sus familiares, para evitar que las quejas de estos fueran conocidas por las autoridades. En Panamá, Almagro tuvo sin embargo dificultades pues en un ovillo de lana que había sido enviado como obsequio a la esposa del nuevo gobernador, Pedro de los Ríos, un soldado descontento había remitido escondida la siguiente copla:
"Pues señor gobernador, mírelo bien por entero, que allá va el recogedor y aquí queda el carnicero".
Informado así de los padecimientos de los expedicionarios, el gobernador impidió la salida de Almagro con nuevos auxilios y, por el contrario, envió un barco al mando del capitán Juan Tafur para que recogiese a Pizarro y sus acompañantes, que se hallaban en la isla del Gallo.
Ciertamente, el descontento entre los soldados de Pizarro era muy grande, pues llevaban mucho tiempo pasando calamidades. Habían transcurrido dos años y medio de viajes hacia el sur afrontando toda clase de peligros y calamidades, sin conseguir ningún resultado. Pizarro intentó convencer a sus hombres para que siguieran adelante, sin embargo la mayoría de ellos quería desertar y regresar a Panamá. (Huertas, 2013)
Tafur llegó a la isla del Gallo en agosto de 1527, en medio de la alegría de los hombres de Pizarro, que veían así finalizado sus sufrimientos. Fue en ese momento cuando se produjo la acción épica de Pizarro, de trazar con su espada una raya en las arenas de la isla exhortando a sus hombres a decidir entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres. Estos "Trece de la Fama", o los "Trece de la isla del Gallo", fueron:
Nicolás de Ribera, el viejo
Pedro de Halcón
Alonso Briceño
Pedro de Candía
Antón de Carrión
Francisco de Cuéllar
García de Jarén
Alonso de Molina
Cristóbal de Peralta
Domingo de Soraluce
Juan de la Torre
Martín de Paz
Gonzalo Martín de Trujillo (que falleció poco después en la isla Gorgona, por lo que su puesto fue ocupado por el piloto Bartolomé Ruiz).
Pizarro y los Trece de la Fama esperaron cinco meses por los refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la isla Gorgona, (situada más al norte de la isla del Gallo), hambrientos y acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur, dejando en la Gorgona a tres de los "Trece" que se hallaban enfermos: Cristóbal de Peralta, Gonzalo Martín de Trujillo y Martín de Paz. Estos quedaron al cuidado de unos indios de servicio. (Duthurburu J. A., 2011)
Figura Nª 04: los 13 de la isla del gallo
El tesón indoblegable de Pizarro daría sus frutos. Los expedicionarios llegaron hasta las playas de Tumbes (extremo norte del actual Perú), la primera ciudad incaica que divisaban. Pizarro ordenó continuar la exploración más hacia el sur, recorriendo las costas de los actuales departamentos peruanos de Piura, Lambayeque y La Libertad, hasta la desembocadura del río Santa. En algún punto de la costa piurana (posiblemente en Sechura), se entrevistó con la cacica lugareña, de la etnia de los tallanes, a la que los españoles dieron el nombre de Capullana, por la forma de su vestido. Durante el banquete con el que le agasajó la Capullana, Pizarro aprovechó para tomar posesión del lugar a nombre de la Corona de Castilla.
Ya en viaje de retorno a Panamá, Pizarro recaló nuevamente en Tumbes, donde el soldado Alonso de Molina obtuvo permiso para quedarse entre los indios, confiado en las muestras de hospitalidad que daban estos.
Arribó finalmente a Panamá, con la seguridad de haber descubierto un opulento imperio, cuya riqueza y alta civilización lo atestiguaban los mismos nobles indígenas, que iban vestidos con primorosos y coloridos ropajes, y que llevaban adornos de oro y plata labrados con exquisita técnica. Ya no se trataba pues, de tribus primitivas, como la que había vistos en las agrestes costas de las actuales Colombia y Ecuador.
Ante la negativa del gobernador De los Ríos de otorgar permiso para un nuevo viaje, los socios acordaron gestionar este permiso ante la misma corte. Por tal motivo, a comienzos de 1528, Pizarro marchó a España para exponer el asunto directamente ante el rey Carlos I de España. Esta decisión la tomaron de mutuo acuerdo los tres socios, debido a que Pizarro, pese a ser iletrado, tenía porte y fluidez de palabra. Almagro no quiso acompañar a Pizarro, ya que creía que su falta de modales y el hecho de ser tuerto podrían de alguna manera afectar negativamente al éxito de las negociaciones, decisión de la que se arrepentiría posteriormente.
Pizarro arribó a Sevilla (España), en marzo de 1529. No bien desembarcó, fue apresado por una demanda de deudas que le entabló el bachiller Martín Fernández de Enciso, por un asunto que se remontaba a los primeros trabajos de Pizarro en Tierra Firme. Sin embargo, el rey Carlos I ordenó que lo pusieran inmediatamente en libertad.
Pizarro fue recibido por Carlos I en Toledo, pero éste monarca, que estaba a punto de partir a las Cortes de Monzón, dejó el asunto a manos del Consejo de Indias. Fue así como Francisco Pizarro terminó negociando con el Consejo de Indias, presidido entonces por el conde de Osorno, García Fernández Manrique. Tanto Pizarro como el griego Candía expusieron ante los consejeros sus razones para que el rey diera la autorización para la conquista y población de la provincia del Perú; Candía exhibió su paño donde había dibujado el plano de la ciudad de Tumbes.
Figura Nª 05: Grabado de Francisco Pizarro exponiendo ante el rey Carlos I de España las pruebas del descubrimiento.
Terminada la larga negociación, los consejeros redactaron las cláusulas del contrato entre la Corona y Pizarro, que la historia conoce como la Capitulación de Toledo. Ante la ausencia del rey Carlos I, la reina consorte Isabel de Portugal firmó el documento el 26 de julio de 1529.
Estos fueron los principales acuerdos de esta Capitulación:
Se autorizó a Francisco Pizarro el descubrimiento y conquista de toda la provincia del Perú o Nueva Castilla, situada desde el pueblo de Tempulla o Santiago (actual Ecuador) hasta 200 leguas al sur, terminando en el pueblo de Chincha (actual Perú).
Se dio a Pizarro los títulos de Gobernador y Capitán General de la provincia del Perú, así como los de Alguacil Mayor y Adelantado, todos ellos de por vida, con un sueldo anual de 725.000 maravedíes.
A Diego de Almagro se le concedió la gobernación de la fortaleza que debía elevarse en Tumbes, así como el título de hidalgo, con un salario de 5.000 maravedíes al año y con una ayuda de gastos de 200.000 maravedíes.
Hernando de Luque recibió el Obispado de Tumbes y el título de "Protector de los Indios", con 1000 ducados de sueldo al año.
A los Trece de la Isla del Gallo se los elevó a la categoría de hidalgos de solar conocido, y a los que ya lo eran, se les concedió el título de "Caballeros de la Espuela Dorada".
Bartolomé Ruiz fue nombrado "Piloto Mayor de la Mar del Sur", con 75.000 maravedíes de salario anual.
Pedro de Candía fue nombrado "Artillero Mayor del Perú" y Regidor de Tumbes.
Pizarro debía salir a los seis meses a partir de la fecha del documento, y desde Panamá tenía otros seis meses para seguir a las tierras del Perú. Se le autorizaba a llevar 150 peninsulares, 100 que podían reclutar en América, así como 50 esclavos negros, oficiales de la Real Hacienda, eclesiásticos y religiosos.
Como se puede ver, el gran beneficiado por esta Capitulación fue Francisco Pizarro, en desmedro de sus socios Almagro y Luque.
Pizarro aprovechó su estancia en la península ibérica para visitar Trujillo, su ciudad natal, donde se reunió con sus hermanos Gonzalo, Hernando y Juan, a quienes convenció para que se sumaran a la empresa conquistadora. Con ellos preparó su tercer y definitivo viaje por la conquista del Perú, pero le fue difícil reunir los 150 hombres que le exigía una de las cláusulas de la capitulación. Sin embargo, logró burlar los controles de las autoridades y en enero de 1530 zarpó con dos buques que transportaban a menos de 150 hombres.
Tras un viaje sin contratiempos, arribó a Nombre de Dios, donde se encontró con su socio Almagro que, como era de esperarse, recibió con desagrado la noticia de las pocas prerrogativas conseguidas para él en la capitulación, en comparación a los títulos y poderes otorgados a Pizarro. A este disgusto se sumó la actitud prepotente de Hernando Pizarro, el más temperamental de los hermanos Pizarro. Almagro pensó incluso a separarse de la sociedad, pero Luque logró, una vez más, reconciliar a los dos socios. (Duthurburu J. A., 2011)
LAS ACTIVIDADES EMPRESARIALES Y MICROEMPRESARIALES EN EL VIRREYNATO DEL PERÙ.
LA MINERIA.
La minería durante el virreinato del Perú y en toda en la América española fue la base de la economía colonial. Las minas engranaron todo el comercio, marcaron las rutas comerciales orientando la producción hacia los centros mineros. Si bien, el cerro Rico de Potosí así como Zacatecas (México) aumentaron la economía española durante toda la época colonial, hubo otros ingresos que mantuvieron a flote la economía peninsular. Los textiles y los tributos de las provincias fueron los principales ingresos de la corona.
Esta economía estuvo a cargo de la casa de contratación de Sevilla , quien logró establecer un monopolio comercial , este monopolio estableció medidas económicas a través de los impuestos como LA AVERIA, EL ALMOJARIFAZGO Y LA ALCABALA entre otros.
Establecido el monopolio comercial, trajo como consecuencias la delincuencia en alta mar, a través de piratas, pero que se logró controlar con un sistema de seguridad formado por flotas y galeones.
Figura Nª 06: Gravado que representa la minería en el Virreinato del Perú
La minería en América logró un control político y administrativo de las colonias, debido a que estas tierras aportaron el metal más importante de la época: la plata.
En América (desde México hasta el Tahuantinsuyo) sólo se conocían ciertos metales (entre ellos la plata y el oro), pero no le otorgaban el uso que los occidentales le daban, ya que no existía el comercio principalmente en los andes.
La mita del Tahuantinsuyo convirtió para los españoles en la forma de obtener mano de obra barata. Uno de los pilares de la minería fue la fuerza de trabajo.
Los indios mineros debían pasar entre una y dos semanas (cada mes o mes y medio) dentro de la mina, sin salir en ningún momento, hasta completar su trabajo. Su sueldo variaba de acuerdo a la especialización que tenía.
Durante el siglo XVII los indios barreteros o los de faltriquera lograron cobrar elevados sueldos pues sólo ellos lograban hacer el trabajo de manera eficiente.
Las técnicas para la extracción de plata mejoraban rápidamente. En un inicio la plata era separada de los demás metales a través de los hornos llamados huairas (en los andes), pero solo servía para la plata de alta ley (que por lo general se encontraba casi a ras del suelo), para la plata que se encontraba en las vetas más profundas este tipo de fundición no servía.
El Virreinato del Perú contaba con la Minas de Huancavelica (Oropesa, las minas de Santa Bárbara). A partir de 1572 la producción de plata de Potosí se triplicó gracias al método de la amalgamación. Aunque la inversión al principio fue elevada, tanto Potosí como Zacatecas daban dividendos altísimos, lo que impulsaba a varios españoles adinerados a realizar molinos para la trituración de metales, hornos para la fundición, etc.
Figura Nª 07: Gravado que representa las minas de Potosí- Bolivia.
Principales minas del virreinato del Perú en la colonia:
Potosí: c. 1545
Pasco: 1567
Castrovirreina: 1590
Oruro: 1608
Cailloma: 1608
Laicacota: 1619
Lucanas y Parinacochas: 1630
Los centros mineros rápidamente se convirtieron en emporios comerciales que formaron todo un circuito comercial en el que se encontraban la ciudad de México y la ciudad de los Reyes (Potosí, Cerro de Pasco y Huancavelica).
Hay que tener en cuenta que el monopolio comercial que estuvo alrededor de la minería se vio afectado rápidamente por el contrabando de materiales (azogue, hierro), reventa de minerales y sobre todo por la salida del mineral (plata) a través de embarques ilegales, como Arica, hacia mercados franceses e ingleses.
LAS HACIENDAS.
Los primeros españoles establecieron granjerías, zonas de cultivo a pequeña escala, es recién en la segunda mitad del siglo XVI que se constituyen las haciendas gracias a los procesos de composición de tierra (a través de estos los españoles legalizaban la apropiación ilícita de tierras dándole un pago a la corona). Las haciendas coloniales se ubicaron en la zona costera y alto-andina, cada una tuvo sus propias particularidades, tanto en los sistemas de explotación como los tipos de cultivo. (Candela, 2008)
Cuando llegaron los españoles se inició la formación de haciendas. Hasta entonces, toda la tierra era propiedad de los indígenas. Por su parte, el contacto entre América y Europa significó el intercambio de enfermedades. Debido al aislamiento total del Nuevo Mundo, los indígenas carecían de defensas contra la mayor parte de enfermedades comunes en Europa. Por ello, diversas epidemias devastaron América durante la era colonial. No se sabe exactamente el número de indígenas que fallecieron por enfermedades, pero se tiene claro que fue la mayor catástrofe demográfica de la historia universal. El historiador Noble David Cook ha escrito excelentes textos sobre la conquista como un hecho biológico, antes que militar o económico. (Zapata, 2013).
Según el censo del Virrey La Palata de 1650, la población india se había reducido a medio millón de habitantes. Algunos estudios optimistas piensan que había unos 12 millones de habitantes en el esplendor del Tawantinsuyo otros más prudentes apuestan por la mitad.
¿Qué decisión tomó el estado virreinal ante esta situación? Optó por sacar a remate las tierras que iban quedando vacías. Ese proceso se denominó "composición de tierras". Así aparecieron la propiedad privada de la tierra y las primeras haciendas. Desde entonces el sistema se generalizó en la costa. Ya en la era colonial, la producción agropecuaria costeña se dirigía al mercado y la hacienda se compraba, vendía, heredaba y alquilaba como una mercancía. (Zapata, 2013).
La mano de obra en las haciendas dependía fundamentalmente de donde se ubicaban, las que se hallaban en la costa tenía una mano de obra negra y esclava, aunque eso no niega la presencia de mitayos o yanaconas en la costa. Las haciendas de la sierra tenían mano de obra nativa, indios que cumplían su mita, jornaleros o yanaconas (estos se asemejaban a los siervos feudales pues se entregaban a un hacendado para trabajarles sus tierras por ello recibían protección de éste, una porción de tierra para su subsistencia y se exoneraban de la mita y el tributo). (Candela, 2008)
En 1963, durante el gobierno de la Junta Militar presidida Nicolás Lindley, se promulgó la Ley de bases para la Reforma Agraria que creo el IRAC (Instituto de Reforma Agraria y Colonización) e inició el proceso de la reforma agraria en el valle de La Convención (Cuzco). Al año siguiente, durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, se promulgó la Ley de Reforma Agraria, que no incluyó a las grandes propiedades de la costa norte y tuvo problemas para ser aplicada.
Figura Nª 08: Gen. Nicolás Eduardo Lindley López. (1908-1995)
La reforma fue retomada durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. El 24 de junio de 1969, se promulgó el Decreto Ley N° 17716, con el cual se inició el proceso. En los años siguientes, alrededor de 11 millones de hectáreas fueron adjudicados a cooperativas y comunidades campesinas. Dos tipos de cooperativas fueron formados: las cooperativas agrarias de producción (CAP) y las sociedades agrícolas de interés social (SAIS). Las CAP fueron formadas en las haciendas agrícolas de la costa como propiedad colectiva de los trabajadores agrícolas. Las SAIS fueron organizadas en las haciendas ganaderas de los Andes como combinación de cooperativa de trabajo asalariado y comunidades campesinas tradicionales (Basadre, 1933).
Figura Nª 09: Gen. Juan Francisco Velasco Alvarado (1910-1977)
La Confederación Campesina del Perú apoyó la expropiación de las haciendas, pero criticó la formación de estas super cooperativas y defendió el derecho de las comunidades campesinas a recuperar las tierras de las haciendas adjudicadas a las SAIS.
En 1972, fue promulgada la Ley Nº 19400, la cual liquidó las organizaciones de los hacendados: la Sociedad Nacional Agraria, la Asociación de Ganaderos y la Asociación de Productores de Arroz. Para 1979, se habían expropiado 9.1 millones de hectáreas de las 30 de tierra cultivable del país.
De 1969 a 1979, que fue lo que aproximadamente duraron los gobiernos de los generales Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales-Bermúdez, se expropiaron 9.065, 772 haciendas y 15,826 fundos. Haciendas tradicionales que pasaron aser administradas por sus trabajadores fueron:
Huyro, Pucuto, Pistipata (Familia De La Torre Romainville)
Cartavio (W. R. Grace & Co.)
Casa Grande (Familia Gildemeister)
Roma (Familia Larco)
Cayaltí (Familia Aspíllaga)
Pucalá (Sociedad Vda.de Virgilio Dallorso)
Pomalca (Familia de la Piedra)
Tumán (Familia Pardo)
Laredo (Familia Chopitea)
Calipuy (Familia Ganoza)
LOS OBRAJES.
En 1545 se fundó en jauja el primer taller de manufactura textil, llamado obraje. Si bien estos textiles no llegaron a tener el refinamiento logrado por los antiguos peruanos, la calidad de la producción era suficiente para satisfacer a los florecientes mercados urbanos y mineros. Los primeros obrajes fueron instalados por los encomenderos, quienes monopolizaban el poder y la riqueza de las regiones.
Según Educared, una página dedicada a la publicación de artículos académicos los obrajes no son más que "( ) centros dedicados a la manufactura de textiles e hilos de lana, algodón y cabuya." (EDUCARED, 2015)
Los españoles prácticamente hicieron que la dinámica de reparto del Tahuantinsuyo se transformara totalmente a un sistema monárquico y autoritario cosa que el pueblo indio no conocía. Educared afirma que a pesar de ello, no se logró resistencia ante el método implantado y la producción de los obrajes rápidamente se extendió, ya que la demanda de telas y vestimenta se incrementaba conforme los españoles enviaban a los indios a trabajar en las minas. Además, lo pedidos de los obrajes no solo provenían del virreinato del Perú, sino también de la península de España, lo cual hizo que estos se reconocieran por su calidad. El escritor Rosas, como complemento a la información, afirma que los encargados de este tipo de producción obtuvieron grandes ganancias debido al crecimiento de esta industria textil y de sus exportaciones. (EDUCARED, 2015)
Figura Nª 10: Obraje para la producción de Hilos
Dentro de los tipos de obrajes que se elaboraban en ese entonces:
"Existían obrajes de diferentes clases: obrajes enteros: eran aquellos que podían operar más de 12 telares, en los cuales trabajaban indígenas forzados o aquellos que percibían un salario; medios obrajes: si no excedían los 12 telares, pero que contaban con un batán y molino (pagaban la mitad de la alcabala); y los chorrillos: contaban con seis telares o menos y carecían de batán, eran usualmente mantenidos por el miembro de una familia y solo producían tejidos de calidad burda." (EDUCARED, 2015)
IMPUESTOS COLONIALES
Alcabala: Gravaba todas las operaciones de compra-venta. Inicialmente la tasa era del 2% con exención de los productos indígenas, pero las reformas Borbónicas del siglo XVIII la elevaron al 4% y luego al 6%.
Almojarifazgo: Era el derecho aduanero que se aplicaba tanto a la importación como a la exportación con tasas que fluctuaban entre el 2,5% y el 7%.
Unión de Armas: Se cobró desde 1639 con la supuesta finalidad de proteger los territorios del imperio. En la práctica, se trataba de un impuesto del 1% sobre las ventas.
Quinto real y Diezmo minero: Era el derecho del soberano a percibir el 20% de los metales producidos en territorio americano. Si la plata había sido labrada en vajillas o adornos, solo se pagaba el diezmo (10%).
Tributo indígena y de castas: Originalmente pagado a los encomenderos, fue revirtiendo paulatinamente a la corona. Los mestizos, zambos y mulatos pagaban el tributo de castas.
Mesadas, Medias Anatas y Anatas: Correspondían, respectivamente, a un mes, medio año y un año de sueldo de los funcionarios.
Oficios Vendibles y Renunciables: Eran tasas que se pagaban cuando ciertos cargos públicos como los de corregidor, notario, etc, eran vendidos o transferidos.
Derecho de Ensaye y Fundición: Era el pago del 1,5% sobre las barras de plata destinada a solventar este servicio.
Señoraje: Era el pago por el derecho de acuñación, y equivalía a un real por marco de plata, del cual se acuñaban 67 reales.
Diezmo Eclesiástico: Era el ingreso eclesiástico equivalente al 10% de los frutos de la tierra.
La mano de obra, estuvo controlada en un inicio por los encomenderos, quienes eran los únicos que debían cobrar impuestos, pero por los abusos cometidos el control de la mano de obra paso a cargo de los corregidores, institución que se creó para corregir los abusos de los encomenderos y limitar su poder, pero a la larga fue más de lo mismo. Aun así los corregidores controlaron tres formas de trabajo: La mita, Los indios de faltriquera (eran indios tributarios que, para no ir a trabajar en las minas, preferían pagar al dueño de la mina, el equivalente del trabajo que no harían), y los indios mingados (eran indígenas que trabajaban voluntariamente a cambio de un salario).
LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ.
La Expedición Libertadora del Perú fue una fuerza militar anfibia creada en 1820 con la misión de independizar el Perú. Para llevarla a cabo, el 5 de febrero de 1819 se firmó un tratado entre Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata. La fuerza expedicionaria sería organizada por ambos países y los costos debían ser reintegrados por el futuro gobierno independiente del Perú. Sin embargo a causa de la disolución del gobierno nacional en las
Provincias Unidas, la mayor parte de los costos recayó en el gobierno de Chile. Bernardo O'Higgins, como director Supremo de Chile, nombró al general argentino José de San Martín jefe del ejército y al marino escocés Thomas Alexander Cochrane comandante de la flota naval. De esta forma el Ejército Libertador del Perú, denominado así por decreto supremo del Congreso de Chile del 19 de mayo de 1820,se formó por una fuerza combinada de unidades del Ejército de Chile junto a las del Ejército de los Andes, proveniente de la Argentina, todas bajo el mando de José de San Martín.
Figura Nª 11: Jose Ferancisco de San Martin y Matorras
Posteriormente, una vez desembarcados, con la reunión de este ejército expedicionario, proveniente de Valparaíso, con las unidades nuevas creadas del
Ejército del Perú se da origen al Ejército Unido Libertador del Perú. (Fonseca, 1959)
La flota que dominaría el Pacífico con el pabellón chileno y llevaría al ejército libertador al Perú se formó por capturas de buques españoles y la compra de naves inglesas y americanas. El primer buque de guerra fue el bergantín español llamado Águila, de 16 cañones, que entró engañado a Valparaíso luego de la batalla de Chacabuco porque los patriotas dejaron las banderas realistas flameando en la fortaleza. Fue capturado y, bautizado con el nombre de Pueyrredón.
La escuadra estaba compuesta por 25 naves (en su mayoría chilenas), de las cuales 8 eran navíos de guerra y 17 de transporte. Todos izaron en su mástil la bandera de Chile. El mando de la escuadra recayó en el vicealmirante Lord Thomas Alexander Cochrane.(Camba, 1846)
La tripulación de las naves de guerra constaba de: 1600 hombres
624 extranjeros en su mayoría ingleses.
1000 marinos chilenos del puerto de Valparaíso y alrededores
COMPOSICIÓN DE LA FUERZA NAVAL EXPEDICIONARIA
ITEM | NOMBRE | TONELAJE | CAÑONES | COMANDANTE | |||||||||
1 | Fragata O'Higgins | 1220 Tn | 50 | Thomas Sackville Crosbie | |||||||||
2 | Navio San Martin | 1350 Tn | 64 | Guilllermo Wikinson | |||||||||
3 | Fragata Lautaro | 850 Tn | 50 | Martin Jorge Guise | |||||||||
4 | Corbeta Independencia | 830 Tn | 28 | Robert Forster | |||||||||
5 | Bergantin Glavarino | 398 Tn | 18 | Juan Tooker Spry | |||||||||
6 | Bergantin Araucano | 270 Tn | 16 | Tomas Carter | |||||||||
7 | Bergantin Pueyrredon | 220 Tn | 16 | Comandante Casey | |||||||||
8 | Goleta Moctezuma | 200 Tn | 8 | Comandante Casey |
Fuente: Camba, Andres Garcia: "Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú"
Según el estado del 15 de julio, el ejército constaba de 4642 hombres: aproximadamente 4000 chilenos y 600 argentinos. El 40% de la oficialidad era de nacionalidad argentina. Fue necesario extraer soldados para completar la marinería de la escuadra y unos 170 artilleros para proteger el puerto de Valparaíso. Con esto, el ejército quedó reducido a 4118 soldados y 296 oficiales, distribuyéndolos en dos divisiones una llamada "De Chile" y otra "De Los Andes". Se contaba con 25 piezas de artillería. (Chile, 1929)
La composición de la fuerza era de:
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