Relación de la sabiduría docente con el saber científico- pedagógico
Todo era regido por los dioses. Todo era creado, observado, dirigido, por las deidades. De este modo, al tener la danza un fin religioso (más no pagano, como nos ha enseñado la tradición religiosa occidental), todo lo relacionado con ella debía de poseer las características propias de un acto digno de los dioses.
Así, antes de iniciar con la danza, los ejecutantes tienen que limpiar y purificar el lugar donde se danza para crear un ambiente de energía positiva, mismo que se expresa en el místico rito del saludo de los cuatro elementos y los cuatro puntos cardinales. En él, se eleva el incienso, suenan las voces de los caracoles, se pide y agradece a las divinidades la buenaventura, la gracia, los dones y se pide al mismo tiempo permiso para la realización de los rituales.
Enigmático como es, el ritual llena con sus sonidos el ambiente y el aire, creando la atmósfera necesaria de comunión entre lo profano y lo divino. El sonido de los instrumentos llena los espacios de las plazas, recorriendo y corriendo virtuoso en el aire que llega al oído. Se inicia la danza que llena igualmente los espacios, ahora físicos y visuales. Se eleva la fe y la conciencia (y aún la inconciencia), y al mismo tiempo, se materializa el vínculo entre los pueblos y sus deidades. Se baila en círculo, en línea recta, en diagonales, las formas son tan bastas como la propia fe de lo hombres. Los ricos atavíos permiten ver plumas de quetzal, piedras preciosas, metales y pieles, lo cuales danzan al