Sobre el vivir solo en y cómo esta afecta la actualización de las potencias humanas

José Reynaldo Ojeda Castillo (6MA)

Antes, los jóvenes entre 20 y 30 años buscaban independizarse de los padres buscando la vivienda con amigos o compañeros de cuarto, pero actualmente, estos jóvenes adultos ya no sólo buscan el alejarse de sus familias, sino también del resto de las personas. Esta tendencia comenzada a ser analizada por inmobiliarias y agencias de marketing desde el 2005, no sólo es un tema que debe ser discutido desde un punto de vista empresarial, sino también desde un punto de vista filosófico, razón de este ensayo que busca responder a la siguiente pregunta: ¿acaso el vivir solo permite al hombre alcanzar la felicidad?

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Aunque argumentando desde el punto de vista de estos jóvenes, el vivir sólo no los exilia de la sociedad, sino que solamente les permite disfrutar de la soledad durante las pocas horas que pasan en casa. Incluso, analizando su estilo de vida, en realidad la mayoría del tiempo lo pasan con amigos o compañeros laborales, dándoles la oportunidad de desarrollarse sin necesidad de vivir con otra persona. Entonces, ¿cuál es el objetivo de éste ensayo si la respuesta es tan simple?

Retomemos un poco el perfil de estos adultos, y hagamos hincapié en su diferencia específica. Son individualistas, lo que nos habla de personas que, a pesar de convivir con otras, no se preocupan en el bien del otro, sino en el propio. Hipótesis que se refuerza con su necesidad de dinero para satisfacer sus deseos materiales. Esto nos habla de personas que buscaron su “independencia”, no para encontrarse a sí mismos, sino para disfrutar de la vida material sin necesidad de compartirla con alguien más. Un ejemplo banal, si ellos vivieran aún en casa y llegan con un litro de helado, seguramente en su casa le exigirían que compartiera, en cambio si vive sólo el litro es nada más para él.

Entonces, ¿acaso el vivir solos afecta a los jóvenes adultos en su actualización de potencias? La respuesta es, seguramente no. Más bien lo que impide su perfeccionamiento es su falta de voluntad o, en otras palabras, la falta de amor