LOS AMOS DEL MUNDO

Vivimos en un mundo en constante transformación. Aunque no nos demos cuenta en nuestro planeta ocurren continuamente cambios que forjan en nuestras mentes un modelo de la realidad encaminado a la unificación del pensamiento, con el fin de tener un control sobre las masas. Esta unificación es lo que busca y logra el capitalismo por medio de una atractiva y poderosa arma como lo es el mercado de consumo. Teniendo las mentes de las masas, los grandes capitalistas tienen el poder de manejar a su manera el mundo y por ende de convertirse en sus dueños. En el presente informe se pretende tocar algunos de los temas tratados en el documental “Los amos del mundo”, y hacer una apreciación personal sobre estos.
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Lo ideal sería que cada individuo tuviera la seguridad de disfrutar del servicio de la salud o la educación cuando lo requiriese. Pero la realidad es diferente, estos servicios están pasando poco a poco, a ser posesión de las multinacionales y de los grandes capitalistas, se están apoderando de cosas tan básicas y tan necesarias para ponerlas a su merced. Y la falta de reacción por parte de los más afectados por este fenómeno se debe a que es un proceso que se está realizando de manera lenta pero efectiva, para que sea asimilado poco a poco sin crear caos. Cuando la educación y la salud, al igual que otros servicios fundamentales, pasen por completo a engrosar el capital de unos pocos, estos tendrán el control total sobre nuestras vidas, obteniendo control sobre aspectos tan básicos y disminuyendo cada vez más nuestra oportunidad de hacer algo frente a esto.
Como “La santa trinidad del mal”, define Vittorio Agnoletto, el conjunto de las tres entidades de control más poderosas del mercado mundial: la Banca Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y la Organización Mundial del Comercio. Esto se debe a que según él en estas tres instituciones que están fuera del control político democrático se concentra el poder. Esto no está para nada lejos de la realidad. La mayoría de los países del tercer mundo han perdido su soberanía y la autonomía sobre sus acciones; debido a la agobiante deuda externa el destino de estos países