“El Príncipe” es una de las pequeñas creaciones del intelecto humano (como muchas que han existido), que han trascendido primordialmente por algo diferente a las demás…Por haber dicho la Verdad. Un Estado no es aquel que vive en nuestras mentes y en escritos absurdos, en donde el ciudadano asume la responsabilidad moral de servir a éste, y sus líderes siguen los principios elementales religiosos o éticos para guiar a los pueblos. El verdadero Estado, descrito por Maquiavelo, es una jungla amenazante, donde el que tiene el oro es el que pone las reglas del juego, y el que pone las reglas debe de ingeniárselas para no perder el oro, que seguramente muchos querrán probar.
“El Príncipe” como tal, es una guía de supervivencia dentro del Poder …ver más…

Nuestro Príncipe necesita tener la visión clara de que los enemigos son de a de veras. Y que él, por nombramiento, necesita estar dispuesto a desafiarlos cuando la integridad de su Ciudad-Estado y la suya se vean amenazadas. Necesita mostrarse como una persona seria, decisiva, y que represente que el valor de la justicia y la razón van siempre de la mano con su persona. Pero de lo anterior, ¿Que se puede esperar de un Príncipe que es insultado y retado a los golpes por los “conciudadanos” de su Ciudad-Estado (catedráticos y alumnos)?, ¿Qué imagen de honor y valentía puede reflejar alguien que es denostado públicamente en la prensa estatal y municipal casi todos los días?, ¿Cómo es posible seguir al Príncipe que tiembla al hablar y que prefiere no discutir para no verse mal? Sencillamente es algo que tiene que aprender a no hacer, y debe de actuar de inmediato porque su Ciudad-Estado depende de él.
Pasando a otro contundente tema, entramos al Estado. Antes de ver como se debe de gobernar un Estado, tenemos que pensar en cómo conquistarlo.
Conquistar un Estado es una maniobra delicada, la cual por se puede realizar de distintas maneras. Maquiavelo refiere algunas como el crimen, que radica en el asesinato de líderes importantes que obstruyan la voluntad del Príncipe potencial para adquirir un dominio; el favor o gracia de líderes superiores, que se basa en la autoridad que pueda delegar una persona a otra ante un Estado por intereses