Dones-don de temor de dios
Recurriendo nuevamente al Catecismo de la Iglesia Católica, podemos ver que al hablar de "dones" se refiere a aquellos "regalos" que nos da el Espíritu Santo.
Los dones de santificación son aquellas disposiciones que nos hacen vivir la vida cristiana completando y llevando a su perfección las virtudes en nuestras vidas. Estos son siete y la Iglesia se refiere a ellos como "los dones del Espíritu Santo". Estos dones se recibieron en el Bautismo y son como "regalos sin abrir"; luego, en la Confirmación, volvemos a recibir una efusión del Espíritu para desarrollarlos.
El Profeta Isaías anunció que el Espíritu de Dios traerá a quien le es fiel, siete preciosos regalos o dones (Is. 11,2). Concluyendo: mientras la gracia …ver más…
El hijo pródigo de la parábola siente, sin duda, todo el peso del pecado y de sus consecuencias, hasta físicas, pero le mueve sobre todo en su arrepentimiento la amabilísima figura de su padre, al que ha despreciado: se deja llevar por un verdadero temor filial, con el que reencuentra el amor paterno: “Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, se vino a su padre. Cuando aún estaba lejos, le vio el padre y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello y le cubrió de besos” (Lc 15, 18-20).
Así se explica también que el mismo Jesucristo, a pesar de la total ausencia de pecado en su vida, dispusiera de este don y lo utilizara; particularmente frente a las tentaciones del diablo en el desierto, y más claramente aún en la agonía del huerto y en el momento cumbre de la cruz. Su oración: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22, 42); y el “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27, 46), unido al “Padre, en tus manos entrego mi espíritu” (Lc 23, 46), parecen los mayores ejemplos de la fuerza y hondura que puede alcanzar el don de temor de Dios en un alma santa, reforzando la confianza y el abandono en Dios.
Tampoco María tuvo mancha de pecado,