Caso Practico
Iniciaron rápidamente el trabajo —tenían muchas ideas y querían ponerlas en práctica— y muy pronto empezaron a obtener resultados. Las camisetas y los pantalones se vendían como “churros” y los encargos empezaron a amontonarse en la bandeja de los pedidos. Los jóvenes no daban abasto, así que acordaron olvidarse del diseño —que desde que empezaron los agobios era inexistente— y dedicarse exclusivamente a producir, cuantas más horas mejor. Rai propuso que cada uno se encargara de una sola tarea que para trabajar más rápido y en estas circunstancias se encuentran actualmente. Gabriela se dedica a cortar, Martina a coser, Alfredo a los acabados y Rai a las tareas de planchado; cualquiera de ellos, si dispone de un momento libre, resuelve la presentación, empaquetado y envío de los pedidos en la habitación reservada como almacén. Martina está cansada y con un bajón de moral. Lleva más de cinco horas seguidas dándole a la máquina de coser y soportando las discusiones que tienen Rai y Gabriela por el espacio de mesa que les corresponde para trabajar. Encima, la aguja de la máquina de coser se ha encasquillado varias veces durante la mañana —hecho que se repite con frecuencia— y no está cumpliendo con la confección de pantalones que tenía prevista. Sin detener su trabajo, la chica fija la vista en la incómoda postura que
mantiene Alfredo sobre la “overlock” y el cigarrillo encendido que ha dejado apoyado sobre el canto de la mesa. Gabriela está a punto de