- Introducción
- El comercio
internacional de Cuba en condiciones de
colonia - La aparición
de la teoría económica en
Cuba - Francisco de Arango
y Parreño - José
Agustín Govantes - Antecedentes de la
reciprocidad comercial en Cuba - Los acuerdos de
reciprocidad comercial en el mecanismo de dominación
de Estados Unidos. El análisis de José
Martí - La reciprocidad
comercial adquiere forma en Cuba - Los Tratados de
Reciprocidad Comercial, más allá de su
contenido jurídico - La
interpretación teórica del Tratado de
1902 - Antonio Guiteras
Holmes - Julián
Alienes Urosa - Gustavo
Gutiérrez - Ramiro
Guerra - Para Rubén
Martínez Villena - Emilio Roig de
Leuchsenring - Raúl Cepero
Bonilla - Jacinto Torras de
la Luz - Conclusiones
- Bibliografía
- Anexos
Introducción
Las valoraciones de los tratados de reciprocidad
comercial, firmados entre Cuba y Estados Unidos, por exponentes
del Pensamiento Económico Cubano, conducentes a la
interpretación de una relación social de
producción; constituye el propósito del presente
estudio.
La irrupción de los tratados de reciprocidad
comercial en la escena de las relaciones económicas
internacionales, en el hemisferio occidental, a finales del siglo
XIX y principios del XX; permite afirmar que ello se
convirtió en una práctica de Estados Unidos,
potencia imperialista en emergencia, en su política de
dominación hacia América Latina.
El manejo de la libertad burguesa que, para el caso de
las naciones, encuentra expresión, en la soberanía
para decidir y convenir; fue ampliamente empleado por ese
país, en la adopción de tratados tanto
políticos como económicos.
En ese proceso histórico, Cuba, a diferencia de
otros países americanos, llega con cierto retraso, por
cuanto su liberación del coloniaje español, se
produjo más tardíamente. No es casual entonces, que
la constitución de la república y la firma del
primero de los tratados de reciprocidad comercial, se produjeran
en el mismo año: 1902.
Los tratados de ese orden, han sido ampliamente
estudiados por historiadores cubanos, los cuales comprenden el
análisis de la evolución del comercio y los
ingresos. En las valoraciones, los autores esclarecen acerca de
los negativos efectos provocados por esos convenios, en la
estructura comercial. Sus implicaciones en el subdesarrollo y la
dependencia; foman parte asimismo, de sus reflexiones.
Sin embargo, el contenido de la reciprocidad comercial,
en tanto relación social de producción, no fue
posible hallarlo de forma explícita, en los autores
consultados.
De ahí el interés de la presente
investigación, de indagar en las obras de los autores que
abordaron el tema, los fundamentos para el establecimiento de la
reciprocidad comercial como una relación social de
producción. En ese sentido, se privilegian las
interpretaciones relativas a la estructura, el subdesarrollo y la
dependencia.
Por ello, el objeto fue situado, en lo fundamental, en
el período durante el cual los mencionados convenios
tuvieron vigencia. Sin embargo, la búsqueda de
antecedentes históricos y teóricos, conllevó
a retroceder hasta la década del 60 del siglo
XIX.
El comercio
internacional de Cuba en condiciones de colonia
La relación que se entabló entre
España y Cuba, situó a esta última en el
polo complementario de la economía española y por
extensión a la mundial. Ello es una manifestación,
de la forma en que estas relaciones se diseñaron en la
fase de libre competencia del capitalismo y que llevan el sello
distintivo de la dependencia absoluta de un país por otro.
Algo muy diferente, en lo formal, ocurrió en la fase
imperialista, desde finales del siglo XIX, cuando fueron
diseñados intrumentos menos directos de
dominación.
A pesar de la condición de colonia, en Cuba se
generó una producción teórica, recogida en
la Historia del Pensamiento Cubano que, en su vertiente
económica abordó, entre otros, el tema de las
relaciones económicas internacionales. Desde sus primeros
representantes, los análisis y propuestas hacen referencia
al tema, lo cual resulta obligado por tratarse de un país
cuya economía, se conformó subordinada al comercio
internacional, en condiciones de una economía
abierta.
En una situación de dependencia
creada por el status colonial que imprimía la
obligatoriedad de comerciar únicamente con la
metrópoli, con un rígido control aduanal,
habría resultado una utopía hablar de
reciprocidad comercial ya que, esta relación no
se incorporó a la práctica de las relaciones
económicas externas, hasta finales del siglo XIX. Lo
inmediato consistía en lograr libertades para el comercio
que estimularan la producción interna y esto, en efecto,
fue lo que caracterizó el pensamiento económico de
la época referida, que tuvo que ser esencialmente
reformista.
La
aparición de la teoría económica en
Cuba
Las primeras expresiones hilvanadas y coherentes del
pensamiento cubano presentadas por criollos ilustres, se dio a
conocer en la década del 90 del siglo XVIII –
Generación del 92, integrada por José de la Luz y
Caballero, Félix Varela, y Francisco de Arango y
Parreño"[1]. Estas expresiones tuvieron
lugar en un marco sellado por la condición de colonia de
Cuba, con la consiguiente subordinación de la
economía cubana a los intereses de la
metrópoli.
Ello tuvo su reflejo en un pensamiento reformista,
tendente al logro de la flexibilización en las relaciones
comerciales, en el contexto de la dependencia
colonial.
Francisco
de Arango y Parreño
La obra de Arango en la que presenta su proyecto de
progreso económico, trata entre otros, el tema del
comercio, especialmente el internacional, considerado por
él como factor dinámico del crecimiento
económico, junto al desarrollo tecnológico y a la
explotación de la fuerza de trabajo esclava como factores
del proceso productivo."Ya nadie niega ni duda que la verdadera
riqueza consiste en la agricultura, el comercio y las
artes"[2], decía, haciéndose eco del
postulado enarbolado por Adam Smith.
Acerca del comercio internacional, el autor
evaluó las negativas implicaciones del monopolio comercial
impuesto por España, sobre la economía de la Isla,
así como la utilidad de que otros puertos, además
del habanero en Cuba y el de Sevilla en España, pudieran
intervenir en los intercambios. De esta forma, dejó
planteado el problema de la diversificación de los
mercados internacionales, que ha sido consustancial a la
evolución de la nación cubana.
La presencia de intermediarios en el comercio de
esclavos, fue criticada por Arango, quien propuso que se
autorizara para ello, a comerciantes establecidos en la isla
para, de esta forma, favorer el comercio internacional de
Cuba.
Una de las medidas del Programa propuesto por él,
fue la reducción de impuestos a los productores,
así como el otorgamiento de facilidades a aquellos que
introdujeran nuevos cultivos. Aún cuando la
aplicación de esa medida comprende el ámbito
insular, adquiere relevancia para el comercio internacional, por
la relación que guarda con el problema de la
sustitución de importaciones, tema que ha estado presente
en los debates a través de la historia de Cuba.
Las medidas propuestas por Arango están
enmarcadas en el sistema prevaleciente en la Isla según el
modelo de relación Metrópoli-Colonia. Pero
aún en ese contexto, aboga por mejoras que, en el
ámbito de las relaciones económicas externas,
apuntan hacia las reformas en el intercambio comercial entre
España y Cuba.
José
Agustín Govantes
El autor José Agustín Govantes (1796-1844)
abogó por el aumento del papel del Estado en el manejo de
la política fiscal en aras de apoyar la inversión
en Cuba.
Este autor presenta los temas de la dependencia y del
intercambio desigual, derivados de las relaciones
internacionales con el extranjero. Sus análisis adquieren
relevancia, por cuanto anteceden al tratamiento de estos temas
por los economistas que se pronunciaron sobre el asunto. Ambos
temas resultan de gran importancia en la evaluación de las
implicaciones que tuvieron los tratados de reciprocidad comercial
firmados con Estados Unidos en 1902 y en 1934.
Acerca de la importación de artículos
susceptibles de ser producidos en el país, plantea: "Y si
es cierto que cuanto más se extienda el círculo de
los consumidores, mayor será el poder de los que lo
proveen, claro será que mientras que nosotros nos surtamos
del extranjero, vivificaremos su comercio y sus artes, y por
consecuencia la agricultura, la población y su poder
político[3]
En el intercambio comercial evalúa la
división internacional del trabajo, que determina la
especialización de los países en producciones
disímiles, en la creación de valores
cuantitativamente diferentes. Para él: "Cambiar servicios
productivos por servicios productivos, tal es el tráfico:
pero si con menos servicios productivos podemos obtener mayor
cantidad de los de otra nación, haremos un negocio muy
ventajoso"[4].
Esta reflexión fue expresada por el autor desde
la posición de un país dominante, de ahí que
parezca comulgar con ella; sin embargo, añade: "Cambiar
valor por valor, industria por industria, capital por capital;
pero si como hemos probado la industria fabril rinde más
que la agrícola, el resultado no podrá ser dudoso
para nadie"[5].
La realidad de la sociedad cubana de entonces,
caracterizada por el dominio de España y la dependencia de
la economía agrícola; llevaron a Govantes, a pesar
de la convicción de que siempre existía para cada
país oportunidad de convertirse en proveedor, al pesimismo
que se evidencia en su afirmación de que: "Por ahora
humilde con nuestras cosechas de frutos preciosos, no aspiraremos
a ocupar el primer rango del saber"[6]
En los intelectuales mencionados, si bien el tema de las
relaciones económicas internacionales se encuentra
presente, existe otro elemento común y es el
análisis de esas relaciones enfocadas hacia España,
la que constituía, además de la metrópoli,
el principal socio comercial, pues "sólo después de
1878 comienzan a sentirse los efectos definitivos del crecimiento
de los Estados Unidos sobre el comercio internacional del
país"[7].
Al ser las relaciones políticas las
determinantes, durante el período analizado, de las
relaciones económicas internacionales, es España,
en tanto metrópoli, la que al definir su política
económica, incluye a Cuba como una variable más.
Así, en el plano de las ideas, esta situación se
reflejó en un pensamiento reformista que, para el tema del
comercio internacional, se pronunció por el logro de
flexibilidades en sus relaciones con
España.
Las reflexiones presentes en el Pensamiento
Económico Cubano de finales del siglo XVIII y del XIX
sobre las relaciones económicas internacionales, ofrece la
perspectiva analítica utilizada por sus exponentes: la
interpretación del capitalismo desde el polo dependiente
y, consecuentemente la incorporación de los intereses de
la colonia cubana.
Antecedentes de
la reciprocidad comercial en Cuba
A finales del siglo XIX, además de los cambios
que se operaron en el capitalismo en su ascenso a la fase
imperialista, se adicionó la emergencia de Estados Unidos
como potencia. Este país aumentaba su participación
en el comercio internacional cubano como socio importador. No
obstante, como abastecedor su papel estuvo muy limitado por el
freno que España, a través de sus aranceles, le
oponía.[8].
El antecedente de la reciprocidad
comercial en Cuba, se remonta al año 1862.
España, con la intención de reforzar el control
sobre las colonias que aún conservaba en América
-Cuba y Puerto Rico– dictó una ley que establecía
una rebaja progresiva de los derechos de aduana sobre los
productos importados de las colonias, en un período de
diez años"[9].
Mediante esa ley, se aplicaba la reciprocidad
con otros países "que dieran tratamiento igual a los
productos coloniales"[10]. En este documento
aparece, por vez primera, el término
reciprocidad. De ahí su valor en el presente
estudio, en tanto antecedente, cuando todavía los
convenios de ese tipo, no se habían convertido en una
práctica en la escena de las relaciones
internacionales.
Cuba, a pesar del férreo control impuesto
por España a través de sus mecanismos fiscales,
logró colocar sus exportaciones – de azúcar
fundamentalmente – en el mercado norteamericano. Sin embargo,
Estados Unidos no había podido hacer corresponder el
volumen de sus importaciones con sus exportaciones en el mercado
cubano.
Las intenciones expansionistas de Estados Unidos en la
zona, expresión de los intereses de los granjeros y
refinadores por un lado, y el desbalance comercial tpor otro,
determinaron que "la modificación del régimen
intercambiario con Cuba figurase entre sus máximas
prioridades"[11].
Es así como se firmó el primer
acuerdo comercial con el quien ya era el principal socio
comercial de Cuba: los Estados Unidos de Norteamérica,
cuyo contenido se refería a Puerto Rico y a Cuba. Este fue
el Modus Vivendi del 26 de diciembre de 1883 que concedía
la exoneración a los productos norteamericanos fletados en
barcos españoles, del arancel vigente; mientras Estados
Unidos suprimía un recargo que había establecido a
los productos de Cuba y Puerto Rico. La firma de este acuerdo dio
paso a la firma de otros con Francia, Alemania e
Inglaterra[12]en términos
similares[13]
El despliegue del capital norteamericano en la
economía cubana y el peso de los intercambios entre ambos
países con posterioridad a 1878, despertó entre los
representantes de la oligarquía norteamericana, una gran
preocupación por el aumento de las exportaciones de
materia primas de Cuba hacia sus mercados.
Cuba firmó el segundo de los
acuerdos comerciales que la involucran con Estados Unidos en
junio de 1891, documento clave en el destino económico y
comercial. Este hecho constituye el antecedente, en
términos de negociación, de la reciprocidad
comercial, en las sucesivas negociaciones, conducentes a la
firma de un tratado general de intercambios comerciales entre los
dos países en 1902.
El documento de 1891 es algo
más que un antecedente del Tratado de Reciprocidad de
1902. En él se encuentran muchos elementos en materia de
tarifas y productos beneficiados reproducidos más tarde en
1902. Ello evidencia que los intereses expansionistas de control
sobre el comercio y de manejo de la política comercial
cubana por parte del gobierno de los Estados Unidos, se
encontraban ya definidos desde
1891.
Los acuerdos de
reciprocidad comercial en el mecanismo de dominación de
Estados Unidos. El análisis de José
Martí
La negociación de acuerdos, fue uno de los
mecanismos de dominación empleado por Estados Unidos,
proceso en el cual daba la posibilidad a terceros de negociar las
condiciones de su propia dominación. Esta política
norteamericana fue evaluada por José Martí: "De
nada menos se trata que de ir preparando, por un sistema de
tratados comerciales o convenios de otro género, la
ocupación pacífica y decisiva de la América
Central e islas adyacentes por los Estados
Unidos"[14]. Tanto la negociación bilateral
como la multilateral, fueron empleadas por Estados Unidos en ese
sentido[15]
Es en el marco del bilateralismo, en el que se inscribe
la práctica de la concertación de los acuerdos con
países latinoamericanos, que tuvo en Martí un
analista de gran profundidad.
Sus flexiones acerca de las negociaciones para la
concesión de territorio
venezolano[16]así como para la
cesión por parte de Haití de la península
San Nicolás[17]al gobierno norteamericano;
manifiestan la comprensión de este autor, de que no
constituían hechos aislados, sino un proceso expansionista
de la nueva potencia sobre los países llamados a
convertirse en escenario de su actuación. Tal como los
propios políticos norteamericanos consideraban:
…¡"Esta es la hora de los tratados de reciprocidad;
o no es la hora nunca![18]
Precisamente uno de los mecanismos del gobierno de los
Estados Unidos para apoyar la expansión supranacional del
capital, fue la concertación de acuerdos comerciales, en
los cuales se emplea la denominación de
reciprocidad para dar una apariencia de igualdad y
ocultar las verdaderas intenciones hegemónicas del
imperio.
Experiencias de este orden fueron la firma de
tratados de reciprocidad comercial con Hawai en 1854, con
Canadá en 1875, con Méjico en 1882 y con Brasil en
1890[19]Particular interés despertó
en el autor, el tratado firmado con Méjico, sobre el cual
expuso profundas previsiones acerca de lo que su
aplicación implicaría para la independencia. Esta
perspectiva estuvo presente en los cubanos que se opusieron a la
firma del Tratado de Reciprocidad Comercial de 1902.
Aunque analizó de forma particular el tratado
comercial con Méjico, también se refirió a
negociaciones similares con Hawai y con Santo Domingo; en lo que
deja expuesta su consideración de que se trata de una
política manejada incluso en el plano interno en las
luchas por el poder[20]cuyo alcance llega a la
dominación en el área: "No ha habido en estos
últimos años… acontecimiento de gravedad
mayor para los pueblos de nuestra América Latina que el
tratado comercial que se proyecta entre los Estados Unidos y
México"[21].
El análisis de las relaciones económicas
internacionales de Cuba, por este autor, se enfoca hacia los
Estados Unidos, que ya en la década del 80 había
logrado un importante avance en el control de su comercio
internacional[22]
En la década del 80 del siglo XIX, resulta
reveladora la proyección de la política
expansionista de los Estados Unidos hacia América Latina,
década durante la cual Martí residió en ese
país y fue espectador directo del entramado que se
tejía en torno a la idea de la absorción del
continente por el gobierno norteamericano, como representante del
capital en franca ascensión
monopolista[23]Momentos de gran importancia en el
diseño de la política de los Estados Unidos hacia
América Latina fueron la Conferencia Americana de 1889 y
la Conferencia Interamericana de 1891 derivada de
aquella.[24]
Martí se encuentra situado en un espacio
transicional en el tema de las relaciones económicas
internacionales, por el hecho de que las reformas habían
quedado agotadas en tanto ideal en el proyecto social cubano,
pero la reciprocidad comercial, si bien se había
ido gestando en el Modus Vivendi y en el Acuerdo de 1891;
aún no se había hecho presente en Cuba en toda su
amplitud.
En la obra de José Martí, en el tema
de las relaciones económicas internacionales que vinculan
a los dos polos del sistema capitalista, las reflexiones se
dirigen hacia el análisis de los mecanismos de
dominación de Estados Unidos hacia América Latina.
Entre esos mecanismos, resultan relevantes los tratados de
reciprocidad comercial con países latinoamericanos,
instrumentos que aún no comprendían a
Cuba.
El Pensamiento Económico Cubano anterior al siglo
XX tiene muy presente en sus análisis el tema del comercio
internacional como un problema estrechamente vinculado a la
prosperidad del país, cuyos ideólogos proyectaron
alcanzar a través de reformas.
La reciprocidad comercial no es abordada por
cuanto no se ha hecho presente aún en la práctica
de los intercambios comerciales. Aunque José Martí
asistió al proceso de adopción de tratados de ese
tipo, sus reflexiones no comprenden a Cuba, por cuanto este
país aún continuaba bajo la dominación
colonial.
Asimismo, fue posible identificar en el Modus
Vivendi y en el Acuerdo de 1891 firmado entre España y
Estados Unidos; los antecedentes históricos de la
reciprocidad comercial en Cuba.
La reciprocidad
comercial adquiere forma en Cuba
Las reformas dominaron el Pensamiento Económico
Cubano hasta la década del 80 del siglo XIX en que, las
aspiraciones independentistas en Cuba superaban el contenido de
las reformas. Por esa razón, José Martí,
quien resume el pensamiento anterior en la proyección de
su programa político, las referencias al término
reciprocidad comercial no están dirigidas hacia
Cuba, por cuanto ésta aún no se había hecho
presente en la escena de sus relaciones económicas
internacionales.
En las obras de los autores que han estudiado la
época republicana, las alusiones a los tratados de
reciprocidad comercial, son recurrentes. En sus análisis,
se refieren a las negativas implicaciones de esos documentos en
la sociedad cubana, al retomar la tradición del
Pensamiento Cubano de situarse en el polo dependiente del
capitalismo. De esa forma, los análisis comprenden una
nueva perspectiva que incorpora el análisis
socioeconómico de la reciprocidad
comercial.
La reciprocidad comercial, reaparece en los
tratados de libre comercio que Estados Unidos diseña para
los países latinoamericanos en su estrategia de
dominación sobre esos países, globalizada y
neoliberal, como corresponde al actual contexto. Por eso,
la validez de la indagación en el Pensamiento
Económico Cubano sobre el tema, cuyos análisis
ocuparon un lugar destacado en su quehacer intelectual y
político.
En Cuba, la reciprocidad comercial, hizo su
aparición con el ascenso a su condición de
república. Las circunstancias en que este cambio se
produjo, dieron contenido a la libertad y la igualdad,
determinado por el control hegemónico de Estados Unidos
sobre la república emergente. Este contexto matizó
el tipo de reciprocidad comercial impuesto al
país.
Como los tratados de reciprocidad comercial se
incorporaron a la práctica de las relaciones
económicas internacionales desde finales del siglo XIX, en
el presente estudio resulta pertinente el detenimiento en el
período de vigencia de tales acuerdos que, en el caso de
Cuba datan de 1902.
Autores no cubanos, que si asistieron a la
práctica de la reciprocidad comercial, no se
ocuparon del asunto, lo cual constituye una insuficiencia
teórica.
De ahí el valor de las reflexiones de los
exponentes del Pensamiento Económico Cubano. Estos, al
evaluar los fenómenos desde el polo dependiente del
capitalismo, interpretaron las repercusiones sobre la
economía y la sociedad cubanas, de los mecanismos de
dominación supranacional, entre los cuales figuran: el
tratado de reciprocidad comercial con Estados Unidos de 1902 y su
reedición en 1934.
Tal es el enfoque de los teóricos cubanos. Por
eso no se inicia el presente estudio a partir de los autores que
analizaron los mencionados tratados, sino se incursionó en
el pensamiento anterior, por el valor de sus juicios en tanto
antecedentes teóricos y metodológicos para evaluar
la reciprocidad comercial.
Aunque se constata que los acuerdos comerciales
denominados "de reciprocidad", no se incorporaron a la escena de
las relaciones económicas internacionales solamente en
América Latina, en sus relaciones con Estados Unidos, ni
mucho menos entre ese país y Cuba con carácter
exclusivo; es justamente sobre este último escenario donde
fue situado el análisis.
De ahí que la atención haya sido centrada
en las relaciones derivadas de los tratados de reciprocidad
comercial, firmados entre Cuba y Estados Unidos en 1902 y en
1934. Tal declaración, no excluye las referencias a
convenios de este tipo firmados por Estados Unidos con otros
países latinoamericanos, como tampoco lo fue con respecto
a los que Cuba, por su parte, firmó con terceros
países[25]aún cuando no constituyan
el centro de las reflexiones en este primer acercamiento a la
reciprocidad comercial.
Los Tratados de
Reciprocidad Comercial, más allá de su contenido
jurídico
Los tratados de reciprocidad comercial firmados entre
Cuba y Estados Unidos han sido ampliamente estudiados por autores
cubanos, quienes incorporan la perspectiva de un país
situado en el polo dependiente del capitalismo, tal como se halla
presente en la historia del Pensamiento Económico Cubano.
A partir de esa visión, los análisis trascienden lo
exclusivamente jurídico e histórico. Ello condujo a
considerar la posible pertenencia de la reciprocidad
comercial a las relaciones sociales de
producción.
Es a partir de que Cuba se convierte en un estado
"libre"[26] con los ingredientes de la igualdad
burguesa, que se introduce en su imaginario de
"nación"[27] con base legal, es decir, la
Constitución, las elecciones y el establecimiento de un
gobierno; cuando aparece la posibilidad real de concertar
convenios a título propio y de insertar la
reciprocidad comercial en su proyecto económico.
Todo esto en un marco pre-establecido por la Enmienda Platt y el
Tratado Permanente de Relaciones, ambos firmados con Estados
Unidos en condiciones de ocupación militar.
La reciprocidad comercial en Cuba
en tanto práctica de las relaciones económicas
internacionales, se ubica históricamente a finales del
siglo XIX en el tránsito de la fase premonopolista a
monopolista del capitalismo. Es en ese período en que
aparecen las primeras expresiones de la nueva política de
expansión económica de los países
industrializados, que crean nuevos diseños de
dominación, entre los cuales se hallan los convenios
comerciales de reciprocidad.
Tal política se consolida en Cuba, a partir de la
adopción del tratado de reciprocidad comercial en el
año 1902, en el que por vez primera el gobierno cubano,
legitimado bajo la libertad burguesa instaurada con el ascenso a
su condición de República; procede a su
firma.
En tanto la reciprocidad comercial es objeto de
instrumentación que adquiere fuerza legal, su existencia
está asociada al establecimiento de convenios comerciales.
Por esta razón, el estudio de la reciprocidad
comercial pasa inevitablemente por el estudio de los
tratados de reciprocidad comercial.
Los estudios sobre el tema, exponen los efectos
que su instrumentación produjo en la economía
cubana. Las alusiones a la reciprocidad comercial se
centran en su contenido ético en la medida en que su
aplicación establecía lesión a la
soberanía del país. De ahí la presencia de
postulados que nutren el contenido atribuido en Cuba a la
reciprocidad comercial, en tanto práctica que
presidió sus relaciones económicas comerciales, a
través de la suscripción de convenios que la
apoyaban legalmente.
Es a partir de la firma del Tratado de
Reciprocidad Comercial de 1902[28]que la
reciprocidad comercial va abriéndose paso en la
vida socio económica cubana, con las
características que las relaciones con los Estados Unidos
le imprimieron. El término aparece de forma obligada en
los estudios de la época republicana, tanto de
historiadores como de economistas, pues la república
nació bajo el influjo de ese Tratado, cuyas normativas la
acompañaron durante más de cuarenta
años.
Este tratado de 1902, ajustado más tarde en
1934, aún cuando alude a la reciprocidad
comercial, los estudiosos coinciden en afirmar su ausencia,
no sólo en la practica, sino también en la letra.
Sus términos discriminan abiertamente los productos
cubanos y le conceden un lugar poco ventajoso al comercio con los
Estados Unidos.
En ese sentido, a los productos cubanos exportados a
Estados Unidos, le fueron concedidos, mediante el artículo
II, el 20% de descuento, mientras que para los productos
norteamericanos se estableció un sistema de descuentos,
mediante los artículos III y IV, que oscilaban desde el
25% hasta el 40%.
Por el interés que despiertan los tres
artículos mencionados, ya que en ellos se puede apreciar
el trato discriminatorio dado a los productos cubanos por una
parte, y de favoritismo hacia los productos norteamericanos;
resulta pertinente transcribir a continuación, extractos
de ambos artículos[29]
Artículo II . "Mientras rija
el presente Tratado todos los artículos o
mercancías a que no sea aplicable el precedente
artículo [30]y respecto de los cuales no se
haga más adelante mención especial y que sean
productos del suelo o de la industria de la República de
Cuba, serán admitidos a su importación en los
Estados Unidos con una rebaja del veinte por ciento
(20%) de los derechos de Aduana fijados en el Arancel de los
Estados Unidos, aprobado en junio 24 de 1879, o los que se fijen
en cualquier arancel que se promulgue en los Estados
Unidos."
Artículo III. "Mientras rija el presente
Tratado todos los artículos o mercancías a que no
sea aplicable el precedente artículo [31]y
respecto de los cuales no se haga más adelante
mención especial y que sean productos del suelo o de la
industria de los Estados Unidos, serán admitidos a su
importación en la República de Cuba, con una rebaja
de veinte por ciento (20%) sobre los derechos fijados en
el actual Arancel o en cualquier otro que se promulgue en la
República de Cuba".
Artículo VI. "Mientras rija el presente
Tratado todos los artículos o mercancías,
según los menciona y describe el actual Arancel de Aduanas
de la República de Cuba, que sean productos del suelo o de
la industria de los Estados Unidos, serán admitidos a su
importación en Cuba con las siguientes respectivas rebajas
de los derechos que hoy rigen, o en lo sucesivo se fijen en los
Aranceles de Aduanas de la República de Cuba".
A partir del artículo IV, se establecieron
tres grupos de productos, clasificados en Clase "A", "B" y "C", a
los cuales les fueron aplicados diferentes descuentos.
En el grupo "Clase A", se incluyeron, entre otros:
máquinas y aparatos de cobre y sus aleaciones, hierro
fundido y forjado, y artículos manufacturados con estos
metales, artículos de cristal y vidrio, buques y
vehículos, aguardientes y brandy, pescados y mariscos
conservados en aceite o salmuera. Estos artículos fueron
beneficiados con un 25% de descuento.
La "Clase B" comprende: mantequilla, harina de trigo,
harina de maíz o maíz molido, productos
químicos, farmacéuticos y drogas simples, cerveza
en botella, bebidas no alcohólicas, botas. Zapatos y
chinelas, dibujos, litografías, grabados, papeles,
cartones, jabones comunes u ordinarios, vegetales y legumbres,
etc. A estos productos se le otorgó el 30% de
descuento.
El tercer grupo, denominado "Clase C", a los cuales se
les concedió el 40% de descuentos, comprende:
manufacturas de algodón, queso, fruta en conserva, pasta
para papel, perfumería, artículos de
alfarería y barro, porcelana, jabones finos, arroz,
ganado, entre otros.
La
interpretación teórica del Tratado de
1902
La firma del Tratado de Reciprocidad Comercial de 1902 y
el proceso que condujo a ello encontró oposición.
Las declaraciones más reveladoras fueron expuestas por
Manuel Sanguily ante el Senado donde dejó muy clara su
posición sobre las verdaderas intenciones del gobierno de
los Estados Unidos y las consecuencias que podría tener
para Cuba.
Sanguily pronunció dos discursos en dos
momentos diferentes. Sus contenidos poseen como denominador
común su oposición a la aceptación del
Tratado tal como se presentó, pero en cada uno de ellos el
tono en que se expresa es diferente: en el primero – 9 de marzo
de 1903 – es más analítico y
persuasivo[32]en el segundo – 25 de mayo de 1903 –
, convencido de que la aprobación del documento es ya un
hecho, enfatiza los perjuicios que para Cuba conllevaría
su aplicación."[33]
Específicamente en Cuba, el Tratado de
Reciprocidad Comercial de 1902 viene a ser la concreción
en el plano económico de la política expansionista
de Estados Unidos. Esta idea se encuentra en autores con una
posición ideológica forjada sobre la base del
marxismo con proyecciones de cambios radicales que llegan hasta
la expropiación y de amplio alcance social, quienes se
cuestionan el latifundio, la monoproducción y el
desempleo, entre los cuales se encuentran Rubén
Martínez Villena, Raúl Cepero Bonilla, y el autor
en estudio -Jacinto Torras-.
Sin embargo, también se presentan valoraciones en
otro sentido en cuanto a las relaciones económicas con
Estados Unidos y al papel de los tratados de reciprocidad
comercial en el desenvolvimiento de la nación
cubana.
Los autores cubanos que estudiaron la época
republicana, abordaron los tratados comerciales. Teniendo en
cuenta el interés que guía el presente trabajo,
centrado en la interpretación de la reciprocidad comercial
como una relación de producción; sólo se
hará referencia a los principales exponentes del
pensamiento económico.
Antonio Guiteras
Holmes
Las ideas de corte económico de Antonio Guiteras
(1906-1935), formaron parte de su programa político, dado
a conocer y puesto en práctica parcialmente durante el
Gobierno de los Cien Días. Como un aspecto dentro del
Programa General que Guiteras propone, temas como el comercio
internacional y las relaciones que de él se derivan se
encuentran presentes.
Fue partidario de la concertación de acuerdos
económicos, en correspondencia con la práctica
internacional, pero mutuamente beneficiosos y propiciadores un
trato recíproco del que el Tratado de Reciprocidad
Comercial entre Cuba y Estados Unidos no fue un
ejemplo.
Julián
Alienes Urosa
Las ideas Keynesianas y neo-Keynesianas se hicieron
presentes en el pensamiento cubano, en las obras de Julián
Alienes Urosa (1909-1962), quien consideró el comercio
exterior determinante para dinamizar el empleo y el ingreso con
mucha más fuerza que la propia
inversión.
El diseño que presenta como propuesta al
desarrollo económico del país busca como resultado
el aumento de las exportaciones mediante el aumento de la
inversión – tanto del capital nacional como extranjero
entre los cuales no establece distinciones-, donde el desarrollo
interno no es más que el agente mediador, y la dependencia
es una condición a la cual no ofrece
alternativa[34]
Gustavo
Gutiérrez
Una posición similar asumió Gustavo
Gutiérrez. En sus obras se pone de manifiesto un
compromiso con el gobierno del General Fulgencio Batista. Al
analizar el comercio exterior, se refiere al Tratado de
Reciprocidad Comercial de 1902 catalogado por él como
beneficioso en los primeros tiempos para ambos países y
considera que la aplicación de la Tarifa Hawley-Smot, y no
los términos del Tratado, fue la que resultó
perjudicial para Cuba[35]
Ramiro
Guerra
Perteneciente a la generación que
representó el carácter pequeño
burgués agrario, Ramiro Guerra abordó las
relaciones externas, como parte de sus estudios sobre las
relaciones en el agro cubano, especialmente en los aranceles,
considerados por él de gran importancia para estimular y
proteger la producción industrial no
azucarera[36]
Para Rubén
Martínez Villena
Para Rubén Martínez Villena (1899-1934) en
quien la preocupación por la sociedad que vive lo hace
debatirse entre la política y la poesía, los temas
económicos no escapan a sus análisis, si bien estos
no tienen la sistematicidad de los otros dos mencionados.
Escribió artículos en los cuales centra la
atención en el tema de las relaciones económicas
internacionales con los Estados Unidos, amparadas en documentos
oficiales – uno de los cuales es el Tratado de Reciprocidad
Comercial de 1902 -.
Aunque el autor no alude a la reciprocidad
comercial ni al Tratado de Reciprocidad Comercial de 1902,
sí lo hace acerca del Tratado de Relaciones -instrumento
firmado con Estados Unidos que sustituyó la Enmienda
Platt- considerado por él como telón
jurídico que sustantiva las relaciones de los dos
países. Su perspectiva analítica, supera el simple
tratamiento como término técnico, al tomar en
cuenta las repercusiones de ese instrumento en el diseño
de la estructura económica y en la dependencia. De esa
forma, el autor le atribuye un contenido socio-económico,
presente en las categorías económicas.
Villena analizó la política de
expansión norteamericana en la industria azucarera a lo
largo del siglo XIX, así como la dominación
económica asentada en esa
producción[37]. El lugar del sector
azucarero en la economía cubana, atrajeron la
atención de este autor. Especial atención
prestó Villena al análisis del desplazamiento del
personal cubano por el norteamericano[38];
así como a la desigual distribución de los ingresos
provenientes de la venta del azúcar entre Estados Unidos y
Cuba[39]
Emilio Roig de
Leuchsenring
Emilio Roig[40]es, en la década
del 30 del siglo XX, la figura en quien la adopción de un
nuevo tratado de reciprocidad comercial encuentra enérgica
y fundamentada oposición.
Los resultados de la aplicación del Tratado de
Reciprocidad Comercial de 1902 que, para este autor, había
provocado "la absorción del comercio exterior de Cuba por
los Estados Unidos"[41], le aportaron los
elementos para considerar que un nuevo tratado que, en sustancia,
reproducía al primero; no traería modificaciones a
la estructura del comercio exterior ni a la estructura
económica cubana.
Este autor percibe un punto común en el debate
respecto de la adopción del nuevo convenio; la
convicción de que no traerá ventajas para el
país, pues: "Los críticos cubanos, tanto los
pertenecientes a la clase capitalista como al proletariado,
están de nuevo acordes en calificar de desastroso para la
economía nacional este aspecto del
convenio"[42].
Puntualiza, en su artículo El
nuevo convenio de reciprocidad
comercial[43]once aspectos, a través
de los cuales describe los efectos negativos que el nuevo
convenio acarrearía a Cuba.
Raúl
Cepero Bonilla
Los análisis de Raúl Cepero Bonilla
(1920-1962), comprenden una perspectiva a largo plazo de la
aplicación de la reciprocidad comercial, a
través de los tratados con Estados Unidos.
Sus trabajos fueron publicados a partir de la
década del 50 del siglo XX, cuando los tratados de
reciprocidad comercial con Estados Unidos habían quedado
sin efecto, luego de la creación del Acuerdo General sobre
Aranceles y Comercio. No obstante, consideró sus
repercusiones de largo alcance en la estructura comercial y
productiva: "nos conllevó al coloniaje disponiendo la ley
inexorable de nuestra economía: país productor de
una exclusiva materia prima para ser exportador a un solo
mercado, e importador de casi todos los productos que demanda el
consumo nacional¨ [44]
Asimismo, establece una relación entre la
presencia del capital norteamericano en la industria azucarera y
la dependencia:¨La extranjerización de nuestra primera
industria nos ha hundido en la triste condición de pueblos
coloniales. La independencia nacional es disminuida por el
azúcar. El dulce nos sabe
amargo¨[45].
Jacinto Torras de
la Luz
El autor Jacinto Torras (1906-1963), a tono con la
tradición del Pensamiento Económico Cubano, y con
su formación marxista; incorporó una nueva
perspectiva a los análisis de los tratados de reciprocidad
comercial: el papel que desempeñaron los mencionados
acuerdos, en la conformación de la dependencia y el
subdesarrollo en Cuba.
En su interpretación, logra independizar las
relaciones que se establecieron entre Cuba y Estados Unidos de
los tratados en los cuales fueron diseñadas, con lo cual
presenta la reciprocidad comercial como una relación
social de producción, que opera en el nivel bilateral en
las relaciones económicas internacionales.
Su concepción comprende la definición del
contenido socioeconómico de la reciprocidad comercial, los
instrumentos del mecanismo de actuación, el
análisis como relación social de producción
en general y en las económicas internacionales.
Conclusiones
La tradición del Pensamiento Económico
Cubano del siglo XVIII y XIX, de emprender sus análisis
desde el polo dependiente, es retomada por los autores que en el
siglo XX, interpretaron la sociedad. En ellos aparecen
críticas a la forma de inserción de la
reciprocidad comercial en el sistema de las relaciones
entabladas con Estados Unidos, luego de que Cuba se
convirtió en república. Y muy especialmente, se
enjuician sus negativos efectos.
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