Biografía del General José María Urvina Viteri
Biografía del General
José María Urvina Viteri, ex Presidente de la
República del Ecuador. Decretó la manumisión
de los esclavos el 25 de Julio de 1851
General Don José María
Urvina Viteri
Los valores y principios en los que hemos sido
formados en nuestro hogar han sido, son y serán el reflejo
de lo que fuiste, eres y serás en tu vida- Manual del
Suboficial, Ejército de los Estados
Unidos.
Marino, diplomático, estadista, creador,
guerrero, magistrado, su nombre constituye un emblema, pues se
hizo solo y fue hijo de sus propias obras.
José María Mariano Segundo, esos son los
nombres con los que consta en el registro de bautismo en su natal
Quillán, en Pillaro, Provincia del Tungurahua.
Según el historiador Enrique Ayala Mora,
José Urvina fue el mandatario más popular del siglo
XIX., y uno de los más discutidos hasta en la
ortografía de su apellido de origen vasco, escrito con
"b", aunque el presidente lo escribía con "v" y sus
descendientes con "b" o "v".
Su padre: Gabriel Fernández de Urbina y Olarte,
natural de la Villa de Avalos, venido a Guayaquil como Ministro
Tesorero de las Reales Cajas y casado en 1778 con Felipa Llaguno
y Lavayen. Durante las guerras de la independencia volvió
a la península abandonando a sus dos familias.
María Felipa Llaguno y Lavayen, nació
el 4 de julio 1758, en Guayaquil y,
falleció el 20 de abril 1795, en Quito,
Ecuador, a la edad de 36 años.
Su madre: Rosa Viteri era nativa de la parroquia de
Mocha cerca de Ambato, mujer libre y soltera, trabajó
duramente para criar a sus dos hijos José María y
Gabriel, que tuvieron una niñez pobre pero no desvalida.
Su educación primaria la hizo en su pueblo
natal.
1823, su madre envió a Guayaquil a sus dos hijos:
José María y José Gabriel, recomendados al
Almirante Juan Illingworth.
21 de Octubre de 1823, el Almirante Juan Illingworth los
matriculó como Cadetes en la recién fundada Escuela
Náutica, tratándoles como a sus propios hijos. Fue
notorio por su amistad y consideración de sus
compañeros.
04 de Septiembre de 1824, Urvina ascendió a
Aspirante y fue destinado a la Goleta "La
Guayaquileña".
1825, tuvo una valiente participación en el
bloqueo del Callao, que Illingworth escribió: "Entre los
valientes jóvenes que me acompañan, sobresale en
valor que calificaré de audacia, en inteligencia y
subordinación, Urvina. Su valor raya en temeridad y en
cuanto a disciplina, nada hay qué decir".
1826, volvió a Guayaquil como Alférez de
Navío y existiendo el peligro de que los países de
la Santa Alianza formada por Austria, Rusia, Prusia, Inglaterra y
España principalmente atacaran al nuevo mundo,
partió a Cartagena de Indias a preparar con Illingworth la
flota que defendería las aguas del mar Caribe.
Noviembre de 1826, ascendió a Oficial de Ordenes
de la Dirección Naval con el grado de Teniente y cuando el
22 de ese mes se presentó en la ría de Guayaquil la
escuadra peruana, junto a su hermano José Gabriel,
defendieron ardorosamente el malecón. El asedio
duró varios meses y terminó con una honrosa
capitulación de la plaza. Entonces acompañó
a Illingworth hasta la hacienda "La Chonana" y anduvieron varios
meses por los montes huyendo de las avanzadas
peruanas.
Enero de 1827, se encuentra prestando sus servicios en
el Apostadero de la Marina, en Guayaquil.
31 de Agosto de 1828, Combate Naval de Malpelo, ya como
Alférez de Navío tomó parte en este combate,
donde levantó su prestigio sobre el resto del grupo por su
coraje.
A fin de solicitar explicaciones al marino chileno
Capitán de Fragata Carlos García del Postigo
Búlnes, Comandante de la corbeta peruana "Libertad", que
solapadamente se encontraba bloqueando el Golfo de Guayaquil,
partió el General Tomás Carlos Wrigth en la
"Guayaquileña". El día 31 se avistaron ambas naves
a la altura de Punta Malpelo y los peruanos abrieron fuego.
Nuestros jóvenes marinos (Urvina, Juan González y
Francisco Robles) antes de entrar en acción habían
comentado un sueño del último, en el cual Urvina
salía herido en la pierna derecha, González
perdía la vida y Robles quedaba ileso, como efectivamente
ocurrió después. La nave peruana se retiró
abandonando el bloqueo.
27 de Febrero de 1829, participó en la gloriosa
Batalla de Tarqui. Ese mismo año, fue designado Mayor de
Ordenes del Apostadero Naval, una vez recuperada por Simón
Bolívar la ciudad de Guayaquil de manos de los
peruanos.
Mayo de 1830, apoyó al General Juan José
Flores en la creación de la República y fue enviado
a Bogotá a comunicar la noticia al Libertador pero no lo
halló, pues ya había salido con destino a Europa.
Poco después combatió a la revolución del
General Luis de Urdaneta.
1831, desempeñó varias comisiones de
importancia ante los gobiernos de Bolivia y Chile pues
tenía fama por sus buenos modales e insinuantes maneras.
El Coronel Destruge le dio las quejas a Flores, de que Urvina
imitaba a Flores en todo, causando mucha gracia tal
afirmación.
1833, fue nombrado Edecán de Juan José
Flores.
12-OCT-1833, le apresaron en Guayaquil cuando el
Comandante Pedro Mena proclamó la Jefatura Suprema de
Vicente Rocafuerte. Deportado a Paita, regresó
subrepticiamente por Loja y Cuenca con el General Antonio de la
Guerra, el Coronel Federico Valencia y el Comandante Ignacio
Pareja Mariscal.
1834, intervino en casi todas las acciones militares
durante la célebre revolución de los Chihuahuas,
contra las fuerzas guayaquileñas de la isla
Puna.
Septiembre de 1834, fue ascendido a Coronel y
desempeñó interinamente el Ministerio de Guerra y
Marina.
23 de Diciembre de 1834, fecha del origen de la deuda
externa. La situación política se empeoró
por desacuerdos entre Perú y Colombia, a más de los
problemas territoriales, el Perú se negó a
reconocer la deuda contraída con Colombia durante la
Guerra de la Independencia, pues la comisión
Granadina-Venezolana adjudicó a la República del
Ecuador "cuyo monto total era de 6´625.950 libras
esterlinas, al país le tocó asumir el 21,5%, o sea
la suma de 1´424.579 libras esterlinas y 5 chelines, puesto
que el General Flores nunca envió ninguna
delegación que defendiera los intereses
nacionales.
16 de Enero de 1835, combatió con los
ejércitos de Flores y Rocafuerte en Miñarica, una
de las confrontaciones fratricidas, más cruenta y
sangrienta de nuestra historia nacional. Seguía de
Edecán de Flores. En dicha acción murieron 800
ecuatorianos del Partido Nacional. Su biógrafo Camilo
Destruge dice que Urvina desde entonces juró respetar la
vida como don precioso.
1836, fue designado Encargado de Negocios en
Bogotá y en contacto con los jóvenes liberales de
esa capital aprendió la buena doctrina, de la que no se
apartaría jamás.
1837, se ratificó la negociación por parte
del Congreso Nacional y el gobierno de Vicente Rocafuerte
Bejarano" (Alberto Acosta, Breve Historia Económica del
Ecuador) También el Perú se negó a devolver
las provincias de Jaén y Mainas. Para 1954, la deuda se
había incrementado en 2´000.000 de pesos por
intereses.
Fue doctor en Ciencias Políticas, enviado en
1837, a Bogotá como miembro de una misión
diplomática. Permaneció en esta ciudad hasta el
citado año, fecha en la que fue retirado por el presidente
Rocafuerte, "por gastador". También se
desempeñó como Secretario de la Legación en
Lima, Gobernador de Manabí, Jefe Supremo y Presidente
Constitucional de la República. El historiador Pedro
Fermín Cevallos le ha calificado en esa etapa de "joven de
entendimiento bien despejado y tan malgastador y travieso como el
mismo General Flores, pues malbarataba allá más de
lo que podía satisfacer nuestro gobierno".
Entonces volvió a Quito con desagrado y se
negó a comparecer a Palacio. Le enjuiciaron por
rebeldía pero sin consecuencia. Resentido doblemente por
haber sido cancelado y enjuiciado conspiró con el General
Juan Otamendi para defeccionar al batallón de Lanceros en
Riobamba, pero fueron denunciados por el Jefe de ese cuerpo y
salieron al destierro en Papayán, acusados de "miserables
cabecillas".
En Colombia abrió campaña por la prensa
acusando al gobierno de Rocafuerte del grotesco delito de fusilar
sin fórmula de juicio a sus enemigos
políticos.
1839, volvió a Quito cuando Flores asumió
nuevamente el poder.
1840, el General Pedro Alcántara Horran
solicitó la intervención militar del Ecuador en los
asuntos internos de Nueva Granada. Urvina fue designado Jefe de
Estado Mayor de la I División del ejército Auxiliar
ecuatoriano y atravesó con Flores la frontera el 27 de
Septiembre.
Primero se situaron en Pasto, ciudad abandonada por el
General José María Obando, a quien derrotaron
después en la quebrada de Huilquipamba; pero la
campaña se prolongó por quince meses en
inútiles enfrentamientos y a mediados de 1841 el
ejército ecuatoriano se retiró agotado a Quito,
restituyéndose pacificada la provincia de Pasto a la Nueva
Granada.
Enseguida le fue confiado el Consulado General en Lima
para gestionar en favor del Mariscal Andrés de Santa Cruz
desterrado en las costas manabitas; mas, el Gobernador del
Guayas, Vicente Rocafuerte, se negó a autorizar los
viáticos y suspendió intempestivamente el viaje.
Para enmendar, Flores designó a Urvina Jefe de Estado
Mayor.
Enero de 1842 fue designado Gobernador de
Loja.
02 de Marzo de 1842, fue nombrado Secretario de la
Legación en Lima a cargo del General Bernardo Daste.
Urvina salió por Macará pero la Misión
fracasó por causas meramente políticas.
1843, asistió al Congreso como Diputado por Loja,
votó por la reelección de Flores a la Presidencia
de la República por seis años y por la nueva
Constitución que el pueblo dio en llamar la "Carta de
Esclavitud". Enseguida fue designado Gobernador de Manabí,
donde le sorprendió la noticia de la revolución
nacionalista del 6 de Marzo de 1845, a la cual plegó el
día 17, con el Pronunciamiento de Portoviejo,
ganándose la gratitud del Gobierno Provisorio.
22 de Marzo de 1845, es ascendido a General de Brigada.
Entonces organizó la II División del
Ejército, debeló un complot floreano y
avanzó a Guayaquil.
27 de Marzo de 1845, logra ingresar a Guayaquil, de
forma triunfalmente con 700 hombres, en medio del delirante
entusiasmo de la población.
28 de Marzo de 1845, visitó por primera
ocasión el hogar de su media hermana Josefa Urvina
Llaguno, viuda que era del Coronel Manuel Jado y Goenaga, para
darle el pésame por el fallecimiento de su hijo Francisco,
mortalmente herido en uno de los combates de la hacienda "La
Elvira", de propiedad de Flores. Allí conoció a su
sobrina Teresita, Joven de 25 años de edad con quien se
casó cuatro años después.
Firmados los Convenios de Paz de la Virginia pasó
a Quito con Pedro Carbo.
03 de Junio de 1845, se suscribió un Tratado con
los delegados del encargado José Félix Valdivieso
para lograr la unificación de la República. A su
regreso desempeñó la Secretaria del Gobierno del
Guayas y se trasladó con los Triunviros a la
Convención Nacional en Cuenca donde sostuvo la vigencia de
los Tratados de la Virginia y para evitar el ascenso de Olmedo a
la presidencia de la República, por estar apoyado en su
archienemigo Rocafuerte, tomó partido por Roca que
salió electo y en Diciembre le designó Ministro
Secretario General hasta que se instaló en
Quito.
Junio de 1846, fue Diputado por el Guayas y Senador
suplente por Manabí asistiendo al Congreso.
Marzo de 1847, Encargado de Negocios en Lima para
contrarrestar el peligro de una invasión del General Juan
José Flores.
Agosto de 1848, ascendió a Comandante General de
Guayaquil.
1849, volvió al Congreso y presidió la
Cámara de Diputados, pero al no poderse elegir al sucesor
presidencial pues ni Antonio Elizalde ni Diego Noboa lograron las
dos terceras partes de los votos, fue encargado del Poder el
Vicepresidente Manuel de Ascázubi, quien nombró a
tres Diputados para ocupar otros tantos ministerios. Urvina
rechazó la cartera de Guerra y Marina por delicadeza
así como una Misión en Europa, a donde se le
quería enviar para alejarle del país, dado que su
influjo sobre la población de Guayaquil era cada
día mayor.
Diciembre de 1849, nuevamente en Guayaquil,
concurrió con el General Antonio Elizalde a la casa del
Gobernador Francisco de Paula Ycaza Silva a proponerle un
triunvirato con Elizalde y Noboa, por cuanto los
guayaquileños se quejaban contra el Ministro General
Benigno Malo Valdivieso acusándole de floreano y estaban
contrariados porque los sobrantes de la Tesorería de
Rentas del puerto iban a alimentar las de Quito, pero al no
someterse los Jefes de la Guarnición fracasó el
movimiento. Entonces le llamaron a la Capital pero con astucia y
persuasión logró que no le castiguen. El asunto
había sido tan público que en Guayaquil Pablo
Merino, José Rito Matheus Vasmezon y Ramón
Benítez Franco, partidarios del régimen,
decidían sacarle del país para precaver futuras
revoluciones y fueron a explicar su plan al doctor Aguirre Abad,
concuñado de Urvina, quien no quiso intervenir por razones
estrictamente familiares.
12 de Febrero de 1850, el Presidente Ascázubi
decidió cambiar a los Jefes Militares de Guayaquil y
despachó al General Isidoro Barriga (segundo esposo de la
Marquesa de Solanda), con la consigna de reemplazar al Coronel
Francisco Robles de la Comandancia del Distrito y a los
Comandantes José María Vallejo y Guillermo Bodero
que mandaban los más importantes batallones.
19 de Febrero de 1850, arribó Barriga y
sustituyó a los Jefes.
20 de Febrero de 1850, Robles visitó a Urvina con
fines revolucionarios pero éste se excusó,
siguió a casa de Noboa y habló con sus hijos,
sobrinos y parientes, entre ellos con el General Guillermo Bodero
Franco, primo segundo de Noboa por la rama de Larrabeita, y
acordaron tomar esa noche el Batallón N° 1 que no
opuso resistencia pues su nuevo Jefe el Coronel Julio Ríos
estaba dormido. También ocuparon el Cuartel de
Artillería con igual facilidad y pasaron a donde el
General Elizalde para que se hiciera cargo del mando, que
rechazó indignado por nacer de un golpe militar. En tal
circunstancia volvieron a casa de Urvina, quien asumió la
Jefatura Militar, designó a Miguel García Moreno
Gobernador del Guayas y envió Comisionados a Quito, pero
no se produjo ningún arreglo, en vista de lo cual se
ofreció nuevamente la Presidencia a Elizalde y ante una
nueva negativa se llamó a una Asamblea Popular que se
proclamó por Elizalde y como este se pusiera necio en
rechazar la Jefatura se terminó designando a Noboa, que
siempre había soñado con llegar a presidente,
porque era amigo de toda figuración.
Urvina fue enviado enseguida a controlar el orden en el
centro de la República mientras Noboa gobernaba en
Guayaquil y Ascázubi lo hacía en Quito, donde se
decretó una Movilización General y se le
entregó las Facultades Extraordinarias, luego envió
al General Fernando Ayarza a ocupar Riobamba pero la
revolución contaba con el apoyo de las mayorías y
pronto se extendió por el país.
06 de Mayo de 1850, se realizaron las conferencias entre
los Delegados de ambos gobiernos. Los de Ascázubi, con el
ánimo de llegar a un Acuerdo ofrecieron el retiro del
Ministro Malo, del Gobernador Ycaza que ya no tenía mando
y aún del propio Ascázubi, negándose a la
Convocatoria de una nueva Constituyente y por ello no hubo
acuerdo posible.
Despejado el panorama político los simpatizantes
de Noboa se preocuparon de Elizalde que se acercaba amenazador a
Guayaquil.
27 de Julio de 1850, felizmente se celebró un
convenio de Paz en la hacienda "La Florida" que acordó el
cese de hostilidades.
08 de Diciembre de 1850, con el cese de hostilidades,
Noboa pudo convocar a una Convención Nacional en Quito,
mientras Urvina, con notable acierto, pacificaba el resto del
país, negociando con Elizalde la desocupación de la
provincia de Loja y del resto del austro ecuatoriano.
Los primeros actos de Noboa fueron impopulares pues
borró del escalafón a 163 militares de la
línea de Elizalde, entre ellos al propio General Elizalde
y al General Ayarza y en su reemplazo llamó a antiguos
militares de Flores. Después se malquistó con el
gobierno liberal de la Nueva Granada presidido por el General
Hilario López, apoyando la insurrección de Pasto y
recibiendo a los jesuitas por consejo de su primo el Arzobispo de
Quito Nicolás de Arteta Calisto, que según
opinión generalizada en el país desde las
épocas del libertador Bolívar, era un sujeto
ignorantísimo y fanatizado. Por todo eso Urvina se
negó a asistir a la Convención y hasta sacó
unas cartas anónimas tituladas "Marcistas a la
Convención" hablando de la reacción pro floreana
del Presidente recién electo. Así las cosas, Noboa
le pidió que acepte el Ministerio de Guerra y Marina o un
cargo diplomático en Europa, pero prefirió la
Comandancia de Marina aunque no había flota.
25 de Febrero de 1851, la Convención
eligió a Noboa para el período de 1851-54, pero
como éste no llamó a los simpatizantes de Roca, ni
de Elizalde, ni tampoco a los liberales a colaborar en el
Gobierno, se ganó la animadversión general, bien es
verdad que estos últimos, presididos por Pedro Moncayo, se
pasaron a la oposición a causa de sus reservas contra los
jesuitas, que eran sacerdotes politizados.
Noboa se sentía seguro gobernando con los
partidarios de Flores y por haber designado a Guillermo Bodero
Franco para la Jefatura Militar de Guayaquil, sin imaginar que
dicho militar era del grupo de Urvina y que en connivencia con
ellos permitió el 17 de Julio de 1851 que Manuel
Tomás Maldonado proclamara la revolución. Noboa,
ignorante de todo ello, venía a Guayaquil a reunir a su
familia y conducirla a Quito, cuando a arribar al Babahoyo fue
apresado por el Comandante José Marcos. En su
compañía venían los Coroneles Matías
Sotomayor y Luna y Melitón Vera, quienes también
cayeron detenidos. Finalmente, conducidos a un barco en medio de
la ría, fueron sacados del país.
Noboa tenía un carácter conservador y
muchas ínfulas por haber sido Rey de Armas de una Jura
Real, ambicionaba la gloria y el poder. Bodero era en cambio un
demócrata de cuartel que gustaba de chanzas y palabrotas y
era fama que tenía 44 hijos naturales. Ambos gozaban de
numerosas relaciones sociales por ser nietos de dos hermanas
Larrabeitia Gómez – Cornejo, miembros de la alta clase del
puerto principal.
La revolución triunfó inmediatamente en
todo el país y Urvina entró en Quito y
decretó la expulsión de los jesuitas, a quienes ni
siquiera conocía, pero tuvo que hacerlo para aplacar las
iras del presidente colombiano, medida injusta desde el punto de
vista humano, aunque políticamente necesaria para la
seguridad externa del país pues era cosa de días la
invasión colombiana, al punto que los propios jesuitas
habían escapado a Cuenca.
Se dijo entonces que con la expulsión
había evitado una inminente guerra con el gobierno de la
Nueva Granada y con el reingreso de los militares de Elizalde al
escalafón, los peligros de una invasión por parte
de Flores. Urvina ganó inmediata popularidad, tenía
solamente 42 años de edad, era orador elocuente, gozaba de
experiencia militar y política y por sus buenas maneras
sabía ganar el afecto y la voluntad de los
demás.
25 de Julio de 1851, como Jefe Supremo decretó la
manumisión de los esclavos de la República,
alegando que cada hombre era dueño absoluto de su propia
vida y que ese derecho era imprescriptible, pero tuvo numerosos
detractores sobre todo entre los que se habían venido
beneficiando de mano esclava. (1)
17 de Julio de 1852, se instaló la
Convención Nacional en Guayaquil que aprobó la VI
Constitución. Urvina resultó electo Presidente por
23 votos, siendo los 15 restantes para su concuñado el
doctor Francisco Xavier Aguirre Abad y uno para el doctor Pablo
Vásconez. Vicepresidente fue electo Pacífico
Chiriboga y el gabinete quedó constituido de la siguiente
manera: Interior y Relaciones Exteriores doctor Marcos Espinel
Endara, Hacienda José María Caamaño Arteta
que no aceptó por parentesco con Diego Noboa Arteta su
primo y fue desempeñado por Francisco P. Ycaza Paredes, y
Guerra y Marina por el General Teodoro Gómez de la
Torre.
El Presidente de la Convención Pedro Moncayo le
dijo a Urvina al posesionarle: "Se os ha elegido porque
habéis conjurado la tempestad que amenazaba la
República bajo la bandera pirática del traidor
americano, Flores, porque habéis reunido en torno vuestro
al pueblo en masa para hacer ver al enemigo de la
República y a los aristócratas extranjeros que lo
protegen, que está vivo siempre en los hijos del Ecuador
el amor a su independencia y libertad".
Urvina subió ungido por el elemento liberal y con
él gobernó. Y aunque no tuvo un programa definido
llevó adelante un Plan de Gobierno muy lúcido
coherente y de alto sentido patriótico, que terminó
por acarrearle la oposición de los poderosos y la
intransigencia del clero.
1857, logró la supresión total de las
protecturías indígenas. Prohibió el cobro
anticipado del tributo indígena que había sacado de
apuro a los gobiernos anteriores. Concedió la
posesión de las aguas a varias comunidades
indígenas y el urvinismo vino a convertirse en ideario
avanzado dentro del pensamiento político de
Latinoamérica a mediados del siglo pasado y no la
caricatura que han presentado historiadores conservadores como
José María Legouir Raud, Julio Tobar Donoso,
Wílfrido Loor Moreira, de simple militarismo nacional
producto de un caudillo sin mayor instrucción.
04 de Julio de 1857, se produjo la invasión de
Flores. Era el aniversario de los Estados Unidos y el
Cónsul ofrecía una recepción en su casa
cuando se oyeron los primeros disparos del buque "Chile" de la
flotilla pirática de Flores que bombardeaba el
malecón. Los concurrentes se alarmaron y salieron a la
calle los Generales Urvina, Illingworth y Villamil a fin de
dirigirse al fortín de Saraguro, hoy Club de la
Unión, donde desplegaron a los artilleros del
batallón Restauradores y tras dos horas de intensos
disparos pusieron en fuga a los soldados de Flores. En la lucha
perecieron dos mujeres, dos niños y el español
Francisco Reina Martos, compadre de Flores, que asomado al
balcón de su casa gritaba como desaforado hasta que una
bala perdida de la flotilla le dejó sin vida. Tras aquel
intento renació la paz y Urvina pudo gobernar con
tranquilidad.
Noviembre de 1854, se celebró el Convenio Mocatta
– Espinel en 28 artículos, por el cual el Ecuador
reconocía en favor de los acreedores la cantidad de
1'824.000 libras esterlinas o sea 9'120.000 de pesos,
emitiéndose los bonos ecuatorianos de la Deuda Consolidada
con un interés anual del 1% y estipulándose las
condiciones para los pagos y la adjudicación de tierras
baldías en la bahía de San Lorenzo del
Pailón en Esmeraldas y en las provincias orientales de
Jaén y Mainas.
Posteriormente desterró a la familia del General
Flores, quien conspiraba contra la seguridad del Estado y de
América en Europa y se suscribió un Tratado de Paz
con la Nueva Granada que puso fin a las tensas relaciones
existente desde el asunto de los jesuitas. Fiel a su ideario
liberal Urvina no usó jamás de violencia alguna ni
de crueldades con nadie. Por eso se ha escrito que los
años de su mandato fueron de Paz, excepto la
invasión de 1852.
En lo político hubo una absoluta libertad de
prensa, florecieron las Sociedades Democráticas, las
Academias para la educación de los militares y las
escuelas en los cuarteles para enseñar a leer y a escribir
a los soldados. Sostuvo la Escuela Náutica, fundó
los lazaretos de Quito y Cuenca, el Cuartel de Artillería,
el Hospital Militar, el malecón de Guayaquil,
inició el camino de Cuenca a Naranjal, reparó el
Palacio de Gobierno, los edificios de la Policía y
Cárcel así como el puente sobre el río
Machángara. También ordenó reponer el
Obelisco y la Lápida de los Académicos en
Tarqui.
1852, recibió en a Guayaquil la Flota francesa al
mundo del Almirante Février des Pointes vino en
calidad de oficial naval Monsieur Pierre Pointel, autor de
"Diario de Viaje" que publicó en París en 1866.
Declaró la libre navegación por los ríos del
Amazonas y en lo cultural la libertad de
enseñanza.
Al término de su mandato, el soldado sin mayor
ilustración pero respetuoso de todos como le
conocían en algunos medios de la oposición, con su
encantadora sociabilidad y finos modales, habíase ganado
la amistad de sus antiguos oponentes por no haber realizado
acciones negativas como las de Flores y Rocafuerte que
acostumbraban fusilar a sus oponentes.
Convocadas las elecciones triunfó ampliamente el
candidato oficialista Francisco Robles, quien gozaba de gran
popularidad en Guayaquil por su temeridad y valentía,
sobre el opositor Teodoro Gómez de la Torre. Montalvo
referiría después que mientras duró la
presidencia de Urvina, su madre vivía asilada en la casa
de la familia del escritor en Ambato, sin cambiar su modesta
situación socioeconómica de siempre, también
por eso Julio Tobar Donoso ha dicho que Urvina era manso y
generoso y muy desprendido con el dinero.
1856, a finales de este año, le designaron
Ministro Plenipotenciario ante varios países de Europa
aunque a última hora prefirió quedarse en el
Ecuador para defenderse de posibles acusaciones en el
Congreso.
1858, Flores inició una nueva ronda de intrigas
ante el Presidente peruano Ramón Castilla a fin de obtener
el rompimiento diplomático de ambas naciones y le
subministró copia de uno de los planos que nuestro
gobierno había extendido al representante de los tenedores
de bonos de la Deuda, sobre las tierras baldías en el
oriente, tierras que el Perú pretendía como suyas.
Castilla mandó al vapor de guerra "Amazonas" a patrullar
las aguas del golfo de Guayaquil, después que su
representante Juan Celestino Cavero había sido devuelto a
Lima por comportamiento irrespetuoso y altanero.
Francisco Robles y José María Urvina
tuvieron que salir a defender Guayaquil.
Octubre de 1858, se sublevaron los Generales Francisco
Darquea y Manuel Tomás Maldonado, quienes apresaron a
Robles en casa de Urvina, ubicada en la ciudad de Guayaquil en
las actuales calles Pedro Carbo y Luque, esquina; y al bajarlo
fue muerto Darquea de un disparo en el pecho que le
propinó el General Guillermo Franco Herrera.
El Diputado Gabriel García Moreno se hallaba
complotando contra su Patria en el Perú y en vista de la
indiferencia y falta de apoyo de Castilla se vino en un vapor
enemigo y siguió subrepticiamente a Quito, donde acababa
de organizarse un gobierno Provisorio el 1° de Mayo de 1859,
que le confirió el mando de las tropas. Con ellas
pasó al centro de la República y en Tumbuco, cerca
de Guaranda, libró el 5 de Junio una gran batalla contra
Urvina que le fue desfavorable. De allí en adelante Urvina
aplastó toda revuelta y entró en Quito mientras
García Moreno se regresaba al Perú cubierto de
ignominia.
Poco después Urvina pasó a Ibarra y el 23
firmó un Convenio con el resto de los alzados pacificando
al país. A los dos meses Rafael Carvajal repasó el
Carchi y con una columna de mercenarios colombianos entró
en Imbabura, donde tras varios combates indecisos venció a
los gobiernistas en Guaranturo y el 4 de Julio tomó la
capital mientras Guillermo Franco se proclamaba Jefe Supremo en
Guayaquil.
Como el Presidente Robles se quedó aislado en
Riobamba no tuvo más que solicitar pasaporte y ausentarse
por Guayaquil al Perú. Urvina se hallaba en Cuenca e hizo
lo mismo, quedando solamente García Moreno en Quito y
Franco en Guayaquil pero cercado por los militares peruanos.
Entonces García Moreno hizo las paces con el odiado Flores
y prepararon la toma de Guayaquil mientras Franco se
desasía de los militares enemigos firmándoles el
Tratado de Mapasingue.
Para Urvina había comenzado el largo y penoso
destierro pues, falto de medios económicos, sobreviviendo
de pequeñas ayudas que le enviaban los suyos, no
podía hacer nada más. Primero radicó en el
puerto boliviano de Cobija.
Mayo de 1862 y a través de sus amigos Miguel
Riofrío y Juan Borja entró en correspondencia con
el General Tomas Cipriano Mosquera, pero habiéndose
opuesto a la creación de la Confederación
Colombiana por constituir la desaparición de la
República del Ecuador, cesó dicho Intercambio
epistolar. García Moreno tomó la posta, se
relacionó con Mosquera y luego se peleó con
él.
Urvina preparó una invasión con tropas
ecuatoriano-chilenas pero el proyectó abortó. De
todas maneras le quedó la nave "Nueva Granada" luego
llamada "Bernardino". Fueron tiempos duros, de soledad y miseria,
a veces acompañada de algún otro exilado tan o
más pobre que él. "Y en las Jargas noches del
exilio contaba sus aventuras y peripecias con humor y acopio de
detalles".
Marzo de 1864, García Moreno decretó la
expulsión de la esposa de Urvina, Teresa Jado y sus
cuatros hijos quienes residían tranquilamente en
Guayaquil. La medida fue más brutal porque solo veinte
horas antes acababa de fallecer doña Josefa Urvina de
Jado, su madre, anciana de casi 81 años de edad, cuyo
cadáver aún permanecía insepulto,
negándosele a su hija el velar dichos venerandos restos.
Esta es una de las tantas "hazañas" del dictador y
déspota García Moreno.
Desde entonces radicó el General Urvina, su
esposa e hijos en Paita y como se le tenía por caudillo
del Partido Liberal del Ecuador, el comerciante chileno Antonio
Millán le puso el dinero necesario para artillar el
"Bernardino" con dos cañones, que le debía conducir
a Guayaquil con una pequeña expedición.
Juan Antonio Robinson comprometió en Machala a
los Comandantes Eusebio Ávila, José María
Pérez y Simón Saona, a los Capitanes José
Madero y Eduardo Mora y a 11 sujetos de primera categoría,
liberales de los contornos.
07 de Agosto de 1864, proclamaron la Jefatura Suprema de
José María Urvina pero sobrevinieron circunstancias
desgraciadas.
29 de Septiembre de 1864, fracasó el ataque
armado a Santa Rosa. Urvina estaba en Zapotillo y debió
repasar la frontera. En Tumbes fue desarmado y se internó
al Perú.
05 de Mayo de 1865, José Marcos
comprometió al Capitán Francisco Modesto Game Soler
del vapor fluvial "Washington" antes "Anne" y con Juan
Heredía, Eduardo Hidalgo Arbeláez, Juan
Bohórquez y otros 30 hombres del "Guayas" salieron
ocultamente al sitio Palo Largo cerca de Babahoyo.
31 de Mayo de 1864, se embarcaron por la tarde y de
noche embistieron osadamente al buque de Guerra "Guayas" y
mataron a su Comandante José Matos.
Unidas ambas tripulaciones al mando de Marcos pasaron a
Tumbes donde les esperaba Urvina en el "Bernardino" mandado por
el Coronel José María Vallejo Mendoza y con la
goleta "La Luz" del Comandante Antonio Suárez.
Formada la Flota se les incorporó el Coronel
Rafael Real con otros patriotas y como no se produjo la
revolución en Guayaquil, pasaron a Jambelí mientras
se atrincheraban las fuerzas del gobierno en Santa
Rosa.
Ignoraba Urvina que la noticia de su invasión
había llegado a Quito y el Presidente García Moreno
a revienta cinchas acababa de entrar en Guayaquil y como le
pareció a Urvina una imprudencia dejar enemigos a sus
espaldas, resolvió dividir su pequeña tropa y
partió en el "Washington" a Zarumilla con el Comandante
Juan Heredia y su segundo Comandante Game. Allí
encontró al Coronel Mariano Irigoyen con 30 hombres. En
Hualtaco halló a Gaspar Alamiro Plaza, Julian Indaburo
Bodero, Juan Francisco Mariscal y Enrique Laroque, al Coronel
José María Cornejo y otros más y con ellos
tomó Santa Rosa el día 24 de Junio de 1864, sin
imaginar que García Moreno, en gesto por demás
audaz, había sorprendido al resto de la flotilla,
fusilando criminalmente y por tandas escalonadas al total de 29
prisioneros hasta su arribo a Guayaquil. Así
terminó, tan tristemente, su famosa
invasión.
1865, acabó el mandato de García Moreno
quien hizo elegir Presidente a Jerónimo Camón, que
a medida que le iba perdiendo el miedo permitía el regreso
de los numerosos desterrados políticos que rebosaban en
las costas de Centroamérica, Colombia y Perú, sin
atreverse a firmar el Decreto de Amnistía General como
hubiera sido lo Justo. Hombres notables como Pedro Carbo, Pedro
Moncayo, Manuel Gómez de la Torre, Miguel Riofrio, Antonio
Yeroví, Carlos Auz, José Gabriel Moncayo. El Obispo
Auxiliar de Guayaquil Luis de Tola, los Generales Francisco
Robles, Guillermo Franco, Julio Ríos, Tomás Carlos
Wright, muchos Coroneles, otros militares, seguían en el
exterior.
La esposa y los hijos de Urvina pidieron salvoconducto y
Montalvo escribió en el Cosmopolita: La
proscripción de Urvina debe terminar. Los presidentes del
Ecuador se mueren de hambre, dicen en el Perú. Hambre
gloriosa, pero hambre; aunque de nada sirvió ese grito de
justicia pues el General y su familia siguieron en Paita hasta
1867 que pasaron al Callao.
1868, la familia retornó finalmente al
país aunque por poco tiempo, pues con el golpe de
García Moreno de Enero del año siguiente, tuvieron
que volver a expatriarse en Febrero.
El 06 de Agosto de 1875, murió el tirano Gabriel
García Moreno en Quito.
30 de Enero de 1876 tras dieciséis años de
ausencia, regresó al país Urvina, que no
había participado en el complot ni fue acusado de ello,
arribó con espíritu esforzado a pesar de los
reveses, pues el ostracismo que abate a los pequeños
caracteres exalta los grandes y "el pueblo en masa acudió
espontáneamente para recibir al ilustre proscrito. Estaba
allí representadas todas las clases sociales, la
muchedumbre cubría el ancho del malecón y las
calles adyacentes, las aclamaciones no cesaban un instante y
aquello fue un verdadero recibimiento triunfal". El viejo General
apareció en el balcón de su casa y dirigió
la palabra al pueblo que le aclamaba delirante (2).
12 de Febrero de 1876, fue declarado en servicio activo,
como en comisión, pero no aceptó esa forma de pago.
Entonces se le asignaron sus Letras de Cuartel desde el mes de
Enero que había ingresado al país. Poco
después volvió a Lima a finiquitar varios asuntos
privados, donde le cogió por sorpresa la revolución
liberal del 8 de Septiembre que elevó a la Jefatura
Suprema al General Ignacio de Veintemilla.
8 de Octubre de 1876, llamado a Guayaquil por el
movimiento, fue recibido con vítores y volvió a
tomar la palabra en su casa. Veintemilla le fue a visitar y le
nombró Jefe del Estado Mayor General del Ejército y
único responsable de todas las operaciones de la
campaña a iniciarse.
Diciembre de 1876, marcharon los ejércitos
guayaquileños a la sierra. Veintemilla y Robles mandaban
el ala izquierda que subió por Babahoyo y tomó el
Camino Real hasta el sitio de los Molinos cerca de San Miguel de
Chimbo, derrotando el 14 de Diciembre a las fuerzas borreristas
del Comandante Quiróz; mientras Urvina, con el grueso de
las tropas, trepando por Yaguachi arrolló al General Julio
Sáenz Fernández-Salvador en los helados pajonales
de Galte. Allí se lucieron los Generales José
Vicente Maldonado, José Sánchez Rubio y Guillermo
Bodero Franco, los Coroneles Víctor Proaño
Carrión, Pedro Pablo Echeverría y José
María Cornejo y el Mayor Jacinto Garaycoa. Enseguida
ocupó la plaza de Riobamba, que años atrás
le había visto vencedor en Tumbuco.
En Galte se usó por primera ocasión en el
país los famosos fusiles de repetición marca
"Remigton" de fabricación norteamericana, que sembraron el
desconcierto en las tropas gobiernistas, así como las
ambulancias y el Cuerpo médico de la Cruz Roja. Tras el
triunfo un subalterno le insinuó a Urvina que se proclame
Jefe Supremo pero fue duramente reprendido. Poco después
entraron los triunfadores en Quito en medio de aclamaciones y
saludos.
En Quito ardía el clero convertido en
dócil instrumento político del partido terrorista o
Garciano, de ultraderecha, explotando el fanatismo de las masas
analfabetas, realizando graves motines, vendían las
alhajas de los conventos para hacer dinero y comprar armas para
los contrarevolucionarios de Colombia. Ese año fue electo
diputado por las provincias del Guayas, Tungurahua y Chimborazo y
en Noviembre sofocó la invasión armada del General
Yépes en Imbabura que con los Jefes Ezequiel
Landázuri, Miguel Paris-Moreno y Antonio Grijalva
intentaban avanzar hasta la capital. De vuelta a Quito pudo
dictar enérgicas disposiciones que consolidaron el triunfo
de las fuerzas del General Cornelió E. Vernaza. Entonces
trató de frenar al levantisco clero serrano, escudado tras
el Administrador de la Diócesis de Quito, Arsenio Andrade.
Todo ello retrasó la Convención Nacional que
debía reunirse en Quito y que recién pudo iniciar
sus labores en Ambato, el sábado 20 de Enero de 1878,
donde fue electo Presidente de tan alta reunión por 33
votos de 37 electores.
Entre sus actos más importantes estuvo la
conmutación de la pena de muerte a los tres Jefes
invasores por otra más benigna de prisión, que
sólo se llegó a cumplir en una mínima parte.
Demás indicar que tenía gran ascendiente en el
ejército y quizás hasta hubiera podido hacerse
elegir Presidente de la República, pero no lo quiso para
no dividir al Partido Liberal, de suerte que trabajó por
Veintemilla, quien salió para el periodo de
1878-1882.
Febrero de 1878, había muerto a consecuencia de
un parto su hija María casada con el joven Antonio de
Lapierre Cucalón, hijo del Ministro de Francia en Quito
Antonio de Lapierre, Conde de Lagliouville. Después de ese
golpe Urvina se retiró prácticamente a la vida
privada instalándose en Babahoyo.
1882, desaprobó el golpe de estado de Veintemilla
que proclamó su dictadura personal. A fines de año
volvió a Guayaquil continuando la vida tranquila de un
hombre de bien y negándose rotundamente a intervenir en
política, aunque de vez en cuando deploraba la ruina del
Partido en los gobiernos de los presidentes Caamaño y
Flores Jijón.
Su mente estaba clara, su memoria admirable y
ningún achaque le molestaba. Era, lo que se dice, un
cuerpo privilegiado. Muy anciano, refiere Camilo Destruge
Illingworth, le dictó una muy extensa y detallada
Relación histórica en la cual no faltaban ni las
fechas exactas de los sucesos.
Urvina fue marino, diplomático, estadista,
creador, guerrero, magistrado, su nombre constituye un
blasón pues se hizo solo y fue hijo de sus propias
obras.
04 de Septiembre de 1891, su fallecimiento
ocurrió sin enfermedad aparente en la madrugada. El
sepelio fue multitudinario. El Diario "Los Andes" anotó
que desaparecía el viejo veterano, preciosa reliquia,
hombre superior, indicándose que jamás había
sido anticatólico sino anticlerical y "caigan sobre su
tumba veneranda las bendiciones de la posteridad".
Como se puede apreciar, no fue sólo un militar,
como se ha dicho, también fue, el precursor de la reforma
en nuestra patria. Los principios demócratas y liberales
proclamados y puestos en la práctica bajo su Magisterio,
son la prueba elocuente de este aserto.
La Historia contemporánea ha sido demasiado
injusta para con él. En la República ha habido
palabras para sublimar a Flores; de Urvina ni un solo comentario
que diga relación con su labor benéfica.
No encuentro explicación para que la conciencia
nacional lo haya enterrado en el olvido. La posteridad, que
dispensa con imparcialidad y acierto la justicia, se la
hará más tarde. Mientras tanto, dedicaré dos
palabras al hombre que, colocado en el Poder, comenzó
enseñando el camino por el que deben marchar las
verdaderas democracias.
Depuesto de la presidencia Noboa, después de una
revolución, fue proclamado el General don José
María Urvina, Jefe Supremo de la República, por la
guarnición de Guayaquil. Aquel movimiento había
sido muy oportuno y muy bien recibido en toda la
Nación.
Página siguiente |