Abogánsteres
Extraña profesión esta la de ser abogado: se está –al mismo tiempo– tan cerca de las leyes y muy a la par de la maldad.

Por negocio, intereses, diversión y placer, los abogánsteres se mueven en un mundo en el que la regla no es lo correcto, sino la excepción. La constante es lo chueco. Su profesión se desenvuelve a diario en un abismo sórdido de corruptelas, dinero, y poder. Son los abogados que operan al servicio de la corrupción y la criminalidad organizada. Pero como en cada profesión, todos conocen de qué pata cojea cada quien, y ellos ya hasta aquilatan esa fama –de marrulleros– que se han hecho. Hacerse nombre equivale a atraer más clientes; igual o más mafiosos que los anteriores. Que su prestigio esté en …ver más…

Se les ve paseándose en los tribunales y las cortes, bien planchados, con sus corbatas coloridas y sus trajes, perfumados, bien acicalados, e invariablemente con un maletín lleno de portafolios entre las manos; pero tan podridos por dentro, sin rastro alguno de humanidad y compasión, como un autómata que se mueve ya solo por la voracidad por el dinero. Son “el terror” de los tribunales. Y así como es la vida, ellos –estos abogánsteres– llegan a posiciones de poder. Escalan, de juez a magistrado; de político a embajador; de jefe de la Guardia de Hacienda a viceministro de Gobernación; de secretario a decano, o a rector; de jueza a decana. Y allí es cuando las instituciones pierden su razón de ser; y pasamos a ser gobernados por las mafias. Y entonces, pero desde más arriba, los abogánsteres siguen haciendo lo que mejor saben hacer: negocios. Los abogánsters siguen presentándose como buenos intermediarios, para transar con la justicia y seguir haciendo bisnes. Todo queda entre amigos. Los mafiosos se pavonean, y dicen tener a “nuestro fiscal”, a “nuestro juez”, a “nuestro magistrado”… quienes están al llamado y a sus órdenes. Y si las elites económicas y los políticos siguen estando de acuerdo con convivir con estructuras mafiosas, Guatemala continuará siendo un país capturado por las mafias. Quién, sino ellos, han sido los artífices –durante largo tiempo– de esta terrible descomposición.