Yo y los asuntos capitales
núm. 111. 28 de Junio de 2010
Santos Mercado
Hay dos tipos de escuelas: las que rigen su comportamiento según las necesidades de la gente y aquellas que se administran a base de ocurrencias y caprichos. instituciones educativas.
Hay dos tipos de escuelas: las que rigen su comportamiento según las necesidades de la gente y aquellas que se administran a base de ocurrencias y caprichos.
Las primeras, las que responden a las necesidades y gustos de la sociedad están atentas a las señales del cliente. Si los estudiantes (clientes) piden carreras de administración o de música o de astronomía, éstas escuelas hacen hasta lo imposible por satisfacer al cliente (el que paga, manda). Si tienen una carrera de la …ver más…
Se constituyen en excelsas Torres de Marfil. 2. Son verdaderos barriles sin fondo. Ningún presupuesto las deja satisfechas, siempre piden más y no les gusta entregar cuentas. 3. Se cumple la profecía de Carlos Marx cuando decía en su Crítica al Programa de Gotha que las universidades públicas (instituciones ciegas) están diseñadas para que los pobres paguen la educación de los ricos. En este punto Marx no andaba tan equivocado si miramos que la gente pobre de un país, a duras penas termina la educación básica. 4. Las escuelas y universidades ciegas son el caldo de cultivo natural para la mentalidad anticapitalista, es decir, se desarrolla naturalmente todo tipo de ideas izquierdistas.
Todo esto este alegato es para convencernos que si un país basa su sistema educativo en escuelas y universidades ciegas garantiza dos cosas: 1. Tendrá un sistema educativo inútil. 2. Tendrá un sistema de destrucción de recursos que terminan por empobrecer al país.
¿Cuál es la solución?
Eliminar las escuelas y universidades ciegas. En otras palabras, todas las instituciones educativas deben arrojarse al proceso y a la disciplina del mercado. La competencia y la lucha por sobrevivir es la mejor garantía de que surgirán buenas y excelentes instituciones educativas.
Imponer nueva tarjeta de circulación
núm. 110. 9 de Junio de 2010
Santos Mercado
Un buen gobierno se debe limitar a