Proceso de fabricacion de latas de auminio
3280 palabras
14 páginas
Con la llegada del verano en 1991 también llegaron nuevas esperanzas de un nuevo hogar, de una tierra prometida. Cinco horas de camino a pie bajo un rayo de sol insoportable se tardaron antes de llegar a un caserío donde por mucho vivían 40 personas, la familia se adentro a una desbaratada tienducha que desbordaba un olor a humedad, sus paredes y techos improvisados con tejas de zinc y amarres de alambre viejo encerraban un calor infernal. Una vieja de unos ochenta y cinco años los recibió con una sonrisa particular, no por la escases de sus dientes, sino por sus gestos amables aún percibibles entre sus generosas arrugas y puntiaguda nariz aguileña. Margarita la mamá de Julián, Dumar y Alfonso con su aguda voz y tierna mirada
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La belleza de la hacienda no se comparaba con nada antes vivido por la familia Bello, sus sabanas cubiertas por garzas y corocoras adornaban el rojo atardecer y sus cercanías bañados con arroyos de agua cristalina. Todos corrían, jugaban comían. Eran felices gracias a aquel misterioso hombre que de la nada regalo una hacienda a German y su familia.
Pasaron cuatro años y los fantasmas del despojo daban a verse de a poco, los niños ya habían crecido, el tiempo no daba tregua con Germán que ya se veía su cara demacrada y su barba y poco pelo que le quedaba canoso, por su parte, Margarita, aunque algo ojerosa y arrugada seguía con aquella hermosa y esbelta figura. Los dos aun enamorados esposos guardaban una evidente preocupación.
Gilberto Núñez duraba horas hablando con la pareja, cada vez se subía más el tono de la conversación. Gilberto reclamaba que ya había pasado el tiempo arreglado y que aún no le devolvía lo que le habían robado, en sus cabezas retumbaba la voz de Gilberto Núñez y la frase a la que acudía, “quedan dos días”. Al día siguiente cuando se anochecía German y Margarita ya habían preparado las maletas para un viaje de nunca volver. Les ordenaron a sus hijos correr hacia el arrozal y seguir por el camino de herradura, también les dijeron que no miraran hacia atrás, ellos los cuidarían y pronto estarían con