Poemas Del Neoclasicismo
Gaspar Melchor de Jovellanos
[SONETO PRIMERO]
A CLORI
Sentir de una pasión viva y ardiente todo el afán, zozobra y agonía; vivir sin premio un día y otro día; dudar, sufrir, llorar eternamente; amar a quien no ama, a quien no siente, a quien no corresponde ni desvía; persuadir a quien cree y desconfía; rogar a quien otorga y se arrepiente; luchar contra un poder justo y terrible; temer más la desgracia que la muerte; morir, en fin, de angustia y de tormento, víctima de un amor irresistible: ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento? josé Cadalso
SOBRE EL PODER DEL TIEMPO
Todo lo muda el tiempo, Filis mía, todo cede al rigor de sus guadañas:
ya …ver más…
Vive y miere por ella, que es tu dama.
Llegar, ¡quién piensa! Caminar importa, sin que se extinga la divina llama del arte largo en nuestra vida corta. Barroco
Vida y obra
Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
A una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce Tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito.
QUE SE NOS VA LA PASCUA
¡Que se nos va la Pascua, mozas, que se nos va la Pascua!
Mozuelas las de mi barrio, loquillas y confiadas, mirad no os engañe el tiempo, la edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear de la juventud lozana, porque de caducas flores teje el tiempo sus guirnaldas.
¡Que se nos