Ofrendas mexicanas
Acurrucado encuentro el molde dentro de la curva de tu vientre, dentro de la parábola de tus brazos que como sombras me privan del goce de las heridas causadas por el sol, encuentro deleite. Si la noche hablara diría tantas blasfemias que la luna se teñiría de carmesí y los cantares de los querubines se verían apabullados por los gritos sepulcrales de las quimeras perdidas.
Tu mirada es atenta, es precisa e incandescente sobre las fases de mi rostro, pasando de un cuarto menguante a un cuarto creciente mientras la luz tenue de los leños estremece tu respirar violento. Sombras llanas, sangre engranada; licua los movimientos exactos de tus sincopes para deleitarnos con los sonetos de tu gemir tierno, de tu respirar eterno.