La celestina y el libro de los ejemplos del conde lucanor
La lección moral que recita Pleberio al final de la obra (quien, al igual que su mujer, es gravemente culpable de la suerte de su hija por la ineficacia de su imprevisora paternidad) es amarga y cruel. En su planto sólo nos dice que la vida carece de sentido, que ningún orden rige sus hechos, que es una suma incontrolable de errores. Su cosmovisión fundada en el más profundo escepticismo, es la negación del providencialismo cristiano.
En los preliminares de La Celestina y en los versos puestos por Fernando de Rojas y Alonso de Proaza al final, se insiste acerca de la intención moral de la obra:
En repehensión de los locos enamorados, que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su Dios. Asimismo hecha en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros sirvientes…
Así que la mucha especulación nunca carece de buen fruto. Que, aunque yo he disimulado por él, podría ser que si me sintiesen en estos paso de parte de Melibea, que no pagase con pena que menor fuese que la vida, o muy amenguada quedarse, cuando matar no me quisiesen,