Investigacion de operaciones
DESDE HACÍA YA VARIOS AÑOS UN GRUPO DE BRUJAS Y OTRO DE DUENDES IBAN a celebrar sus reuniones en el paraje donde vivía el Fantasma.
Gnomos y hechiceras llegaban en la misma fecha y disputaban acaloradamente por el territorio. Nunca se ponían de acuerdo, y terminaban haciendo sus ceremonias estorbándose y molestándose.
Al Fantasma sólo podían verlo, tocarlo y oírlo si se descuidaba; por eso sin que se dieran cuenta de su presencia, él se divertía viendo los empellones y hechizos con los que se atacaban geniecillos y brujas.
Era la fecha en que llegaban unos y otras a hacer sus reuniones, y el Fantasma los esperaba como al circo u otro esparcimiento; pues en cada ocasión, aparte de regodearse con la peleadera, estando invisible, el …ver más…
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas…
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
El jefe de los duendes, que se llamaba Godofredo, suspendió su baile y se puso a observar los alrededores, meneando la cabeza. Guilebaldo miró a su compañero, y dejando la danza, fue a hablar con él. Los demás duendes se siguieron de frente, cantando y bailando, alejándose de ellos dos.
—Yo te puedo asegurar que jamás encontraremos un campo como el de los Venados Azules —repeló Godofredo.
—Olvídalo. No tiene remedio. No podremos volver allá. El Príncipe Pancracio lo volvió pantano.
—¡Viejo cascarrabias! Derramó la presa sobre nuestro querido campo y lo empan-tanó todo. Antes no nos ahogamos.
—Tú y él estaban igual de geniudos —aseguró Guilebaldo—. Pero Pancracio era dueño del lugar. A quién se le ocurre pelearse con él. Ya ni modo, eso sucedió hace cinco años. Olvídalo.
—¿Olvídalo? Nada de eso —se enfurruñó Godofredo—. El olvido es dejar de ser lo que fuiste. Si no recuerdas es como si no hubieras existido. Yo tengo buena memoria. Recuerdo todas nuestras reuniones: buenas y malas, y puedo asegurarte que las más agradables y efectivas fueron en el Campo de los Venados Azules.
Guilebaldo caminó de un lado a otro echando una ojeada.
—Pues, aquí está muy bien —le dijo a su jefe—. Salvo los venados azules.
—Ya ves. Yo sin los venados azules no me inspiro. Sin ellos no estaré a gusto. A to-dos nos gustan los venados