Historia moniquira
En el tiempo de los Virreyes, cuando todo era real: Los caminos y los puentes y la palma secular: hasta el pavo que en su cola extendía forma de altar; se dice que en ese sitio montañoso por demás, vivió el cacique de Ubaza como señor Feudal.
Al otro lado del río en la rivera oriental, vivían dos mocitas: La Mónica y Trinidad. La segunda era bonita, la primera un poco más.
Quiso el Cacique invitarlas a su mansión señorial y bajo a la orilla del río que en esas creciendo está, gritándoles desde este lado que tuvieran la bondad, de ir hasta su bohío a pasar la Navidad.
Trinidad le contesto desde la orilla de allá: Tenga mi señor mío la mayor seguridad, de que yo no puedo ir …ver más…
Aquella aventurera dejó huellas imborrables en la atribulada mujer, porque a los pocos días sintió palpitar en sus entrañas el fruto de su amor.
El tiempo transcurría sin tener noticias de su amado. La añoranza se tornaba tierna al comprobar que se cumplían las nueve lunas de su gestación.
Un batallón de combatientes regresaba del sur el mismo día que la costurera daba a luz un niño flacuchento y pálido. Aquel cartucho silencioso y pobre se alegró con el llanto del pequeñín.
Al atardecer de aquel mismo día, llegó corriendo a su casa una vecina amiga, a informarle que su esposo el capitán, no había muerto, porque sin temor a equivocarse, lo acababa de ver entre el cuerpo de tropa que arribaba al campamento.
En tan importuno momento, esa noticia era como para desfallecer, no por el caso que pocas horas antes había soportado, como por el agotamiento físico en que se encontraba. Miles de pensamientos fluían a su mente febril. Se levanto decidida de su cama. Se colocó un ropón deshilachado, sobre sus hombros, cogió al recién nacido, lo abrigó bien, le agarró fuertemente contra su pecho creyendo que se lo arrebatarían y sin cerrar la puerta abandonó la choza, corriendo con dificultad. Se encaminó por el sendero oscuro bordeado de arbusto y protegida por el manto negro de la noche.
Gruesas gotas de lluvia empezaron a caer, seguía corriendo, los nubarrones eran más densos, la tempestad se desato con más furia. La luz de los relámpagos le