Fuerza de trabajo
Los ojos cerrados y dos poetas encontrados, ese sueño transcurría lento pero era tan real como el dolor y tan profundo como el océano.
Eran tan solo dos poetas, dos mentes, dos mundos, tan parecidos y tan desiguales. Ambos con piel blanca, hermosos, cabellos marrones, ojos sinceros. Hombre y mujer. Dos culturas diferentes, misma lengua, diferentes ubicaciones.
Se veían, se observaban y escuchaban sus corazones.
Ella comenzó a hablarle de poesía y él le recito un verso cálido. Ambos se deleitaban con los escritos del otro y cuando todo se ensombrecía se dieron cuenta que se desvanecían del sueño. Intercambiaron palabras y en un último abrazo se fundieron en una sola e interminable poesía.
Ella pensó que solo era un …ver más…
Le nombro Bear y esta gatita era su fiel compañera.
Pasaban meses, pasaban los días, y Julieta extrañaba más y más a Joseph, aunque fuera solo una visión a ella no le importaba eso, ella estaba segura de que aquel chico de mirada encantadora existía y que estaban destinados a conocerse, a pasar tiempo juntos y a compartir anécdotas y hacerlas rimas.
Los años pasaban lentos la angustia de Julieta se convertía en tranquilidad, ella estaba por cumplir la mayoría de edad y de entrar a la universidad a estudiar psicología, se sentía un poco triste porque en varios años ya no soñaba con Joseph pero tenía un presentimiento que la hacía feliz y calmaba su inquietud.
Joseph conseguiría una beca para ir a México para seguir sus estudios, pues el también entraría a estudiar psicología. Sin saber lo que le esperaba en México, vivió tranquilo sus últimos momentos en Bogotá.
Julieta compraba flores y comía un helado. Ella sintió un frío recorriéndole la espalda, y un incesante temblor en las manos. Su perro había estado durmiendo excesivamente por dos meses, tiempo en el que Joseph tramitó su beca. Y ella últimamente no podía conciliar el sueño, en su cabeza llovían pétalos de flor de cerezo eternamente.
Tarareó inconscientemente una canción y cuando lo notó, la reconoció. ¡Era la canción que cantaba en sus sueños en los hombros de aquel colombiano tibio!
Comió su helado y apretó el paso para llegar a su casa. De pronto, y de la nada,