El hombre que debia adivinarle la edad al diablo
ERA UN HOMBRE que estaba en el monte, cerca de una peña, y de pronto se le apareció el Diablo, él mismo en persona, así como es él. El hombre no tuvo miedo porque lo conocía. Una vez lo había visto en un sueño y eran exactamente iguales, cortados con la misma tijera: ni alto ni bajo, el pelo chamuscado, los cuernos puntiagudos, la cola rabona y las patas de chivo.
—Señor, quiero hacer un pacto con usted —dijo el Diablo, y preguntó—: ¿Qué le parece?
—Vamos a ver de qué se trata —contestó el hombre.
—Se trata de que usted será riquísimo, mucho más rico que el Presidente. ¿Qué le parece?
—Me parece bien, ¿y?
—Tendrá un palacio, carruajes. Lo que quiera. ¿Qué le parece?
—Me parece bien, …ver más…
Le gustó el buen comer, el dormir a pata suelta, el trato que le daba la gente, y mandar, sobre todo mandar y que le obedecieran. Se sentía tremendamente feliz. Hasta se había olvidado del Diablo.
En un lujoso transatlántico cruzó el océano y paseó por Europa, alojándose en hoteles de primera categoría. Conoció a reyes, sultanes, banqueros y embajadores, y pasó unos días con el Papa en su palacete de Roma. Vivió así, como un duque, sin darse cuenta de que pasaban los años.
Se casó. La mujer era joven y hermosa, y él tan dichoso que el tiempo se le iba volando. A veces creía que era ayer y era pasado mañana.
Una noche de tormenta se desveló. No podía conciliar el sueño, y mientras contaba ovejas para dormirse recordó la cita con el Diablo. Además, para no olvidarse, tenía escondido en la mesa de luz un cartón misterioso con números y dibujos que solamente él podía descifrarlo: "El veinticinco de abril de mil novecientos noventa a las doce de la noche con el Diablo en el monte cerca del peñón".
Una tarde, el 15 de octubre de 1989, al abrir el cajón de la mesa de luz, se encontró con el cartoncito. Sacó cuentas con los dedos y se pegó un enorme julepe. Fue la primera vez que sintió tanto miedo, un miedo atroz, con chuchos de frío y sudor en las palmas de las manos. "Me quedan solamente seis meses y diez días. No hay tiempo que perder", se dijo.
Y salió a buscar la edad del Diablo. Fue un viaje