EL ROBLE Y LA CAÑA
Pero tiempo después sucedió algo imprevisto: se desató un viento huracanado que arrancó de raíz al imponente árbol, en tanto que la caña, aunque muy agitada, permaneció firme en su lugar.
CUENTO POPULAR
El roble y la caña En medio del bosque se erguía esbelto y sólido un enorme roble que nunca se había inclinado ante ningún viento, mientras que a su lado había una pequeña caña que se curvaba y se agitaba apenas la brisa comenzaba a soplar. A pesar de estar muy cerca uno del otro, nunca hablaban. No porque la caña no quisiera. Al contrario, ella admiraba tanto al roble que se moría de ganas de hablar con él. En realidad, era el roble el que la despreciaba, porque, como la veía débil y frágil, pensaba que era un ser insignificante. Él el árbol más alto, resistente y poderoso del bosque, no iba a perder su tiempo hablando con ese palito que se sacudía con la más mínima caricia del viento. Así pasaban los días: el orgulloso roble crecía omnipotente. Sus ramas parecían querer arañar el cielo, y su copa se alzaba por sobre las demás. Junto a él, la caña lo miraba en silencio, meciéndose constantemente por las brisas y los vientos. Pero tiempo después sucedió algo imprevisto: se desató un viento huracanado que arrancó de raíz al imponente árbol, en tanto que la caña, aunque muy agitada, permaneció firme en su lugar.
CUENTO POPULAR
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El roble y la caña En medio del bosque se erguía esbelto y sólido un enorme