Comentario poema XVIII de Trilce de César Vallejo
La descripción de esas cuatro paredes va a ser también significativa en la medida que es la descripción de las condiciones de la existencia humana. El primer adjetivo con que las califica es de “albicantes”: que “albean” es decir, que blanquean, que muestran su blancura. En este poema tal blancura podría interpretarse como desnudez, como ausencia de todo adorno, de algo que las haga menos frías y desangeladas. Blancura entendida más como frialdad que como esa inocencia o pureza asociada poéticamente a este color. Blancura como carencia de vida y como asepsia, incluso como crueldad. El cambio semántico del color blanco al asociarlo al encierro y al destino irremediable es evidente. En la segunda estrofa la descripción de ese espacio simbólico continúa en tres versos donde predomina la aliteración de “erres” vibrantes y velares, cada vez más intensa:
Criadero de nervios, mala brecha,
Por sus cuatro rincones cómo arranca
Las diarias aherrojadas extremidades. Son versos con mucha sonoridad, cuyo ritmo parece un chirrido y acentúa la sensación de rotura que nos marca la palabra “brecha” y “arranca”. Son todas palabras que implican desasosiego (“criadero de nervios”) y violencia. Destaca la brusquedad tanto de la construcción sintáctica (hipérbaton de “por sus cuatro rincones cómo arranca”) como del adjetivo “aherrojadas”: “aherrojar” es encadenar con grilletes de hierro, y, por extensión, oprimir o subyugar, privar de la libertad personal por la