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La iniciación



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. La
    iniciación en Egipto
  2. La
    iniciación griega
  3. La
    iniciación romana
  4. Las
    iniciaciones en el medioevo. Los cataros

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Las iniciaciones son tan viejas como el mundo. En las
tribus son los rituales que marcan las diferencias entre sus
miembros. Es a través de un ritual cómo el
niño se convierte en hombre, y cómo el hombre se
convierte en cazador o en guerrero.

El Warachicuy, es un rito de iniciación o fiesta
de imposición de "waras", que realizaban los incas, para
hacer el transito de la juventud a la madurez, a través de
rigurosas pruebas físicas de destreza de los hombres, para
que demuestren su valor y habilidad y así jerarquizarlos
en su futura vida militar o excluirlos de ella.

Todas las naciones practicaron ritos bautismales
(iniciación religiosa), en Babilonia y Egipto los
candidatos a la iniciación en los misterios eran
primeramente bautizados, dice que se les prometía como
consecuencia la

?regeneración y el perdón de todos sus
perjurios?. Las naciones escandinavas

bautizaban a sus recién nacidos, en el
Perú y México tenían ordenes
monásticas,

de hombres como de mujeres, donde se castigaba con la
muerte el quebrantamiento de los votos, embalsamaban los
cadáveres al modo egipcio y adoraban al sol y la
luna.

En las tribus del África la primera
iniciación es capital; saca al neófito del estado
de felicidad natural de la infancia, y lo convierte en un ser
apto para la vida social y la procreación. La
instrucción precede o sigue al rito cuya fase principal es
frecuentemente una manipulación de los órganos
sexuales del o de la joven: circuncisión y
ablación, que tienen la función de eliminar la
parte femenina que todo hombre tiene en el prepucio, o la parte
masculina, que representa el clítoris femenino. Al
término de esta operación están en
condiciones de contraer matrimonio.

Las modificaciones de los órganos sexuales pueden
ser sustituidas por sacrificios llamados "tribales" como, la
abrasión de los dientes en los saras del Chad, Nubas de
Sudán o los mongos del Zaire. También pueden
colocarse labros o discos en los labios o en la nariz. Todas
estas transformaciones hacen que los cuerpos de los adolescentes
pasen del dominio de la naturaleza al de la cultura y los
trasladan de las libertades de la infancia a la realidad de la
vida adulta. En todos los casos, el cambio de nombre de los
iniciados expresa la transformación operada.

Nuestras primeras vivencias marcan nuestras preferencias
en la vida. Y las iniciaciones espirituales marcan el futuro por
donde vamos a caminar espiritualmente.

Es inmensa la diversidad de rituales que podemos llegar
a conocer hoy en día, iniciaciones esotéricas o
sencillamente espirituales. Cada secta, religión,
gurú o chamán, tiene las suyas totalmente
diferentes de las demás. El ritual de

iniciación, como el bautismo, difiere
tremendamente según sea tratado por una religión u
otra, por una secta u otra. Tan notable es la diversidad de
iniciaciones existentes que muy a menudo se utilizan otros
calificativos, para denominar los rituales iniciáticos,
con la intención de diferenciarlos de los demás:
Sesión de apertura de la mente, tomar el conocimiento
supremo, abrir los chacras, tomar los sacramentos, apertura del
tercer ojo, recibir al espíritu santo, despertar de la
conciencia, renacer, etc.

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Circuncisión en el
África.

En la mayoría de los casos, cada
iniciación da paso a una experimentación posterior.
El discípulo deberá ir desarrollando su
espiritualidad con la herramienta que se le ha dado, o caminando
en la nueva vía espiritual que se le ha abierto.
Transcurrido un tiempo, madurada la enseñanza
esotérica, se suele dar paso a una nueva
iniciación, a un grado o nivel mayor.

Existen iniciaciones que sólo se dan una sola vez
en la vida. Hay vías espirituales que representan los
pasos que se dan en las iniciaciones mediante cámaras. A
medida que el iniciado avanza en su evolución espiritual.
Cada iniciación le hace pasar a una nueva cámara, y
así progresa durante su vida, hasta llegar a las
más recónditas profundidades donde se encuentran
las cámaras más secretas de las enseñanzas
esotéricas.

En el chamanismo, el aprendiz de brujo penetrará
en los escenarios animistas ayudándose a menudo con
alucinógenos. Si la vía es afiliada al yoga, al
estudiante se le darán las secretas técnicas yoguis
que deberá de utilizar a lo largo de su vida para crecer
interiormente. Si se trata de una religión más
basada en las creencias que en las vivencias, se recibirán
las iniciaciones como

supuestas gracias divinas que presumiblemente ayudaran
en el caminar por la vida, aunque para creérselo haga
falta tener bastante fe.

Los elegidos para ser iniciados pueden ser aquellos que
les corresponde por la edad, por sus méritos, o,
sencillamente, porque el iniciador ya las considera preparados
para alcanzar el estado propicio para recibir las buenas
nuevas.

Para toda iniciación, hace falta la persona que
será iniciada y un iniciador. Los iniciadores pueden ser
los dirigentes de la secta, o aquellos a quienes ellos hayan
designado como sus representantes: Pueden ser los sacerdotes de
la religión, o en muchos casos grandes mediadores ya
muertos que desde el otro mundo tienen la bondad de derramar sus
gracias sobre los pobres mortales.

Cuando se realiza el estudio de las iniciaciones en el
tiempo, se encuentra que estuvo asociado a los misterios:
?Hubo misterios instituidos en todos los pueblos conocidos
por la historia en la era precristiana: en Egipto como en la
India, en Persia, Caldea, Siria, Grecia y en todas las naciones
mediterráneas, entre los druidas, los godos, los escitas y
los pueblos escandinavos, en la China y entre los pueblos
indígenas de América. Pueden observarse trazas de
ellos en las curiosas ceremonias y costumbres de las tribus de
África y Australia, y en todos los pueblos llamados
primitivos, a los que tal vez, más justamente,
deberíamos considerar como supérstite degenerados
de razas y civilizaciones más antiguas.

Tuvieron fama especialmente los Misterios de Isis y
de Osiris en Egipto; los de Orfeo y Dionisios y los Eleusinos en
Grecia, y los de Mitra, que, desde Persia, se extendieron, con
las legiones romanas, por todos los países del imperio.
Menos conocidos y menos brillantes, especialmente en su
período de decadencia y degeneración, fueron los de
Creta y los de Samotracia, los de Venus en Chipre, los de Tammuz
en Siria y muchos otros.

También la religión cristiana tuvo en
el principio sus Misterios, como surge de los indicios de
naturaleza inequívoca que encontramos en los escritos de
los primitivos Padres de la Iglesia, enseñándose a
los más adelantados un aspecto más profundo e
interno de la religión, a semejanza de lo que hacía
el mismo Jesús, que instruía al pueblo por medio de
parábolas, alegorías y preceptos morales,
reservando al pequeño círculo

elegido de los discípulos –los que
escuchaban y ponían en práctica la Palabra-
sus

enseñanzas esotéricas. La esencia de
los Misterios Cristianos se ha conservado en las

ceremonias que constituyen actualmente los
Sacramentos.

Igualmente la religión musulmana, así
como el Budismo y la antigua religión brahmánica,
tuvieron y tienen sus Misterios, que han conservado hasta hoy
muchas prácticas, sin duda anteriores al establecimiento
de dichas religiones, reminiscencia de

aquellos que se celebraban entre los antiguos
árabes, caldeos y arameos y fenicios?.

Tomado de: Aldo Lavagnini – Manual del
Aprendiz.

I.- LA INICIACION
EN EGIPTO

Los egipcios practicaban la Iniciación en la Gran
Pirámide que es una copia fiel del cuerpo humano y se
puede decir simbólicamente que es la tumba del
Dios

Intimo que se halla dentro del hombre. Y para que el
hombre vuelva a la Unidad con el Dios Intimo, debe buscar en su
iniciación su mundo Interno, para ello, el aspirante
debía penetrar en el interior de la Gran Pirámide
en busca de la Iniciación.

Pero la iniciación no era pública por lo
siguiente:

– Para velarlos a los ojos del profano y

– Para facilitar su comprensión al
candidato.

Ahora describiremos una recreación de la
iniciación en el Egipto: Amedes dice a

Shetos, cuando llegan al pie del misterioso Santuario de
la Iniciación:

Sus secretos caminos conducen a los hombres amados de
los dioses, a un término que ni siquiera puedo nombrar. Es
indispensable que ellos hagan nacer en ti el ardiente deseo de
alcanzarlo: La entrada de la Pirámide está abierta
para todo el mundo; pero compadezco a los que tienen que buscar
la salida por la misma puerta cuyos umbrales han franqueado, no
habiendo conseguido otra cosa que satisfacer su curiosidad muy
imperfectamente y ver lo poco que les es dado referir.

Pero el aspirante insiste en el propósito de
recibir la Iniciación y escala tras de su Maestro (el yo
superior) el lado norte de la Pirámide, hasta llegar a una
puertecilla cuadrada, siempre abierta, de reducidas dimensiones
(tres pies de ancho y otros tres de altura), que da acceso a un
pasadizo angosto. El discípulo y su guía recorren
arrastrándose con dificultad. El guía va delante
con una lámpara del saber humano que apenas alumbra su
camino.

La palabra Pirámide viene de ?PIR? equivalente a
fuego, o sea, Espíritu.

La iniciación en la Pirámide equivale a la
comunicación con los grandes misterios del Espíritu
?La Unión en el Reino de Dios Interno con el Padre?. Este
fuego no es el fuego material, ni tampoco el fuego o luz de los
soles, sino el otro fuego, mil veces más excelso, el del
PENSAMIENTO.

La gran Pirámide Iniciática dentro de la
cual penetraba el candidato, es el símbolo de nuestro
propio cuerpo. ¿Dónde, en efecto, sino en
él, nos iniciamos, más o menos a lo largo de la
vida y de las vidas?

En esta Gran Pirámide Cuerpo, estamos iniciados
evolutivamente hasta llegar a la condición de los Adeptos
Divinos, iniciadores a nuestra vez, de los seres inferiores a
nosotros.

Después de muchas angustias en pocos momentos,
que al aspirante le parecen siglos, llega a una habitación
de regulares dimensiones (dentro de la caja torácica).
Allí le reciben dos iniciados (dos intercesores: el YO
SUPERIOR Y EL

ANGEL DE LA GUARDA. Ambos son creados por el mismo
hombre con lo mejor de sus aspiraciones presentes y pasadas), a
quienes no debe hacer ninguna pregunta. Pero el aspirante ignora
esta prohibición, trata de pedirles explicaciones, mas se
le informa que no debe malgastar el tiempo, ya que no
obtendrá ninguna respuesta, porque los intercesores no son
más que sus propias criaturas (y sólo el Dios
Intimo es quien puede dar respuestas verdaderas).

Estos dos intercesores conducen el pensamiento al mundo
interno y entran en un extenso corredor que conduce y termina por
fin al borde de un precipicio profundo e insondable (el
precipicio de las tentaciones de los deseos que conduce a la
parte inferior del cuerpo físico; el aspirante debe ser
tentado con esta prueba y debe bajar al pozo oscuro de su propio
cuerpo).

Una luz (emanada del Yo Soy) puesta en el borde, le
permite apreciar el peligro de una espantosa caída (cuando
el pensamiento se dirige a este mundo inferior y se deleita en
él). Mirando con atención, el aspirante distingue
unas barras empotradas en un lado de la negra sima que aunque no
sin riesgo, hacen posible el descenso (del pensamiento) por ellas
a hombres de cabeza firme y ánimo
imperturbable.

El aspirante prefiere bajar para no sufrir las
dificultades del regreso. A bastante profundidad terminan los
escalones de sus costillas, pero sin llegar todavía al
fondo. En el último escalón (del vientre) busca la
solución al terrible problema y entonces encuentra en la
pared una abertura o una estrecha ventana y por ella
podría entrar en otro corredor, todavía
descendiente, pero en forma de espiral angosto. Al final de la
pendiente del pasadizo, tropieza el neófito con una fuerte
verja; la empuja y cede; pero, al cerrarse detrás de
él, choca contra sus quicios y produce un fragor
infernal.

Sigue adelante y otra reja le corta el paso. Al
aproximarse ve que continúa un estrecho y bajo corredor
sobre cuya entrada brilla este letrero: =Todos los que recorren
este camino, solos y sin mirar atrás, serán
purificados por el fuego, por el agua y por el aire. Si consiguen
vencer el miedo (de la mente) a la muerte saldrán del seno
de la tierra (de la profundidad del cuerpo humano)
volverán a ver la luz (del Sol en el corazón) y
tendrán el derecho de preparar el alma para recibir la
revelación de los misterios de la Gran Diosa Isis? (Los
misterios de la naturaleza humana).

Hasta aquí el aspirante, desde su entrada por la
puerta de la Pirámide, o por su propio corazón,
tuvo que caminar por cuatro corredores y estos corredores se
comunican entre sí por estancias o verjas. El pensamiento
durante su penetración en el mundo interno tiene que
recorrer los cuatro corredores que unen y comunican entre los
cuatro centros mágicos y poderosos dentro del cuerpo del
hombre, que conducen a las cuatro etapas inferiores del mundo
interno, siguiendo las leyes cósmicas de la
involución; pero una vez llegado a la última etapa
comienza nuevamente su ascenso después de ser probado en
su evolución por el fuego, por el agua y por el
aire.

El aspirante sigue el camino de la
Iniciación.

Aunque nadie le ve, siempre está vigilado por sus
intercesores y a la menor debilidad, acudirán presurosos
y, por otros corredores le conducirán a la puerta de
entrada para que se reintegre a la luz y a la vida exterior, no
sin haber jurado que a nadie referiría lo ocurrido. El
perjuro será castigado terriblemente porque este descenso
a las etapas inferiores otorgan al aspirante los poderes de las
tinieblas y ¡ ay de quien se atreve a comunicar estos
poderes a los demás! y ¡ay de quien los utiliza para
sus fines personales!

Al final del oscuro corredor encuentra el aspirante a
tres iniciados que cubren sus cabezas y sus rostros con la
máscara de Anubis. (Hay tres iniciadores que nos conducen
en estas etapas antes de llegar al altar de los misterios
Mayores: El Gran Iniciador, que es el Maestro Interno; el
Iniciador Menor, que es el instructor mental y, el Iniciador
Mediano, que es nuestro Poder de voluntad.)

Aquella puerta es en la Iniciación, la puerta de
la muerte.

Uno de los enmascarados dice al aspirante: ?No estamos
nosotros aquí para estorbarle el paso. ?Puedes seguir tu
marcha, si los dioses te conceden el valor que necesitas. Pero
ten por sabido, que si transpuesto este lugar (y llegas hasta el
fuego sagrado de tu Divinidad), y en algún momento
retrocedes, aquí

estamos para impedirte que huyas. Hasta ahora libre eres
para desandar lo andado, mas si prosigues habrás perdido
toda esperanza de salir de estos lugares sin obtener la
definitiva victoria. A tiempo estás; decídete. Si
renuncias, aún puedes salir por este corredor (que
comunica con el mundo exterior) sin volver atrás la vista:
si avanzas, sigue el camino que ves frente a ti (que conduce al
centro de la médula espinal) por donde debes escalar hasta
el CIELO. Este camino debes recorrerlo sin vacilación (si
no quieres ser retenido en vuestro propio infierno).
Escoge?.

Al contestar el aspirante que nada le arredra, los tres
guardianes, dejan pasar, cerrando la puerta (la cuarta). Otra vez
queda solo en un largo pasadizo a cuyo extremo advierte un
resplandor. A medida que adelanta, su luz se hace más
intensa llegando a ser deslumbradora. Pronto llega a una estancia
abovedada donde, a un lado y a otro, arden enormes piras cuyas
llamas se entrecruzan en el centro (de la base de la columna
vertebral).

Esta parte está cubierta por un enrejado
incandescente. Los clavos apenas le permiten poner el pie en
lugar seguro de quemaduras, y al recorrerlo no era sólo el
peligro de padecer abrasado el que le amenaza, sino el morir
asfixiado en aquel ambiente irrespirable.

Cerrando los ojos, el aspirante penetra en la
ígnea habitación; pero ¡oh increíble
encanto! Al tocar sus pies el enrejado fino, (cuando el
pensamiento puro penetra sin temor en el fuego sagrado) las
llamas desaparecen, las hogueras se apagan
instantáneamente y el paso entre ellas se hace posible sin
temor a afrontar una muerte espantosa. Y no se crea que se trata
con esto de un mero símil, sino de una realidad tangible.
En las entrañas misteriosísimas de nuestro cuerpo,
como en las de nuestro Planeta arde, según la
física, un gran fuego, y duerme según la
Metafísica un fuego aún más intenso, es el
fuego del Cósmico pensamiento. Estos fuegos ocultos a la
mirada del profano, que vive fuera de su Templo, son vistas y
sentidas solamente por el Iniciado.

El dominio de los tres cuerpos es necesarísimo
para la última prueba que equivalía al coronamiento
de toda la iniciación. Significaba la completa
dejación de todo lo vulgar, lo terrenal, para alcanzar la
suprema luz; la que sólo brilla ante los ojos cerrados por
la muerte física.

Esta última prueba consistía en colocar al
discípulo dentro de un sarcófago. Echado dentro de
él, tenía que pasar inmóvil toda una noche
entregado a profunda meditación y a especiales rezos. En
estas condiciones, realizaba la proyección de cuerpo
ASTRAL, según los métodos que le habían
enseñado, y su cuerpo invisible, arrastrado por las
corrientes de los planos superiores, ascendía

a las alturas donde le era dicha la última
palabra, donde conocía el último secreto de la
absoluta verdad. Al lucir el nuevo día levanta de la base
del sarcófago un hombre distinto: un Adepto perteneciente
a la suprema jerarquía de la INICIACION. Sus poderes eran
indescriptibles, y sus obligaciones y responsabilidades eran
espantosas. Sólo un maestro de la Secreta Sabiduría
podía ser capaz de afrontarlas.

La entrada en el mundo astral, necesita el dominio de
los tres cuerpos arriba indicados, el aspirante debe ser puro en
cuerpo físico, en cuerpo de deseos y en cuerpo de
pensamientos o en otro término, en pensamientos, deseos y
obras.

La verdad es interna y para llegar hasta ella debemos
entrar en nuestro mundo interno y hacer de nuestro cuerpo
físico un sarcófago. Por medio de la profunda
meditación y la oración mental, el espíritu
penetra en las corrientes divinas, asciende hasta el Padre quien
?al vencedor le dará maná escondido; y le
dará una piedrecilla blanca y en la piedrecilla un nombre
nuevo escrito, que no sabe ninguno sino aquel que lo
recibe
?.

La religión en Egipto.

La religión egipcia fue una religión
esotérica, cuyos ritos eran sustraídos de
la vista del pueblo, al menos en su parte esencial. El templo
egipcio era fundamentalmente distinto de una iglesia moderna, que
está abierta a todos, aun a los incrédulos: los
"profanos", los que no formaban parte del sacerdocio, no
podían entrar en el santuario del dios o de la
diosa.

Después de un patio público había
una sala cuyo techo soportaban numerosas columnas (sala
hipóstila, literalmente: "bajo las columnas").
Esta parte del templo, donde los fieles depositaban sus ofrendas
al dios, era accesible bajo ciertas condiciones. Luego,
seguía el santuario, al que solo podían entrar los
sacerdotes: los Colegios sacerdotales eran los
únicos depositarios de los ritos, de los símbolos y
de las doctrinas de la religión.

Los ritos de iniciación.

Isaac Asimov en su libro ?Historia de los Egipcios?
dice: Es posible que el culto del sol condujera de forma
natural a la noción del ciclo de vida, muerte y
renacimiento. Cada tarde el sol se ponía por el Oeste, y
cada mañana se elevaba de nuevo. Los egipcios imaginaban
al sol como un infante que aparecía por el Este,
crecía con rapidez, alcanzando el pleno desarrollo a
mediodía, la madurez al ir cayendo hacia el Oeste, y la
vejez y la muerte al irse poniendo y desaparecer. Pero tras
realizar un peligroso viaje a través de las cavernas del
mundo subterráneo, volvía a aparecer por el Este, a
la mañana siguiente, con el aspecto fresco y joven de un
muchacho, renovando así su vida.

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La muerte y la
resurrección.

En los santuarios se desarrollaba un ritual sumamente
complejo, casi siempre consagrado a un mito central: la leyenda
de Osiris, cuya muerte y
resurrección simbolizaban el ritmo de las
estaciones. Osiris, el dios-hombre, y su hermana- esposa,
Isis, eran las dos divinidades más populares del
antiguo Egipto, y su culto, particularmente el de Isis,
había de difundirse más tarde en toda la cuenca del
Mediterráneo. Alrededor del mito de Osiris,
muerto y descuartizado por su hermano Seth, y luego
resucitado gracias a los poderes mágicos de su mujer
Isis, giraba la mayoría de los ritos de
iniciación. Osiris, el dios que muere y resucita,
encarnaba a un tiempo: la vegetación, que se corrompe en
la tierra y renace en primavera; el Sol, que parece desaparecer y
reaparece a la mañana siguiente; el

dios que ha conquistado la inmortalidad y, como tal,
juzga a los hombres después de muertos.

En él había de tomar ejemplo el iniciado:
después de la muerte, el hombre podía "devenir otro
Osiris", adquirir, como ese dios, existencia eterna; pero el
iniciado podía, en esta vida, deificarse, morir
simbólicamente, para renacer a una existencia
divina.

Morir para renacer, tal era la lección
que enseñaba el mito de Osiris, La leyenda se ponía
en acción en los santuarios, en el curso de ceremonias
secretas, durante las cuales los miembros de la jerarquía
sacerdotal eran actores en una serie de espectáculos
simbólicos, destinados a dar al iniciado la
sensación de que moría y luego renacía a una
existencia inefable.

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Libro de la Muertos – Papiro.
Simbolismo y doctrina.

La Simbología egipcia es aún, a pesar de
los numerosos trabajos de los egiptólogos, poco conocida.
Como no podemos examinar todos los curiosos emblemas que se
encuentran en los templos egipcios mencionemos simplemente los
símbolos que más a menudo se asociaban a las
figuraciones de la diosa Isis: los cuernos, el globo, el
cántaro, la media luna, el niño al que está
amamantando, el vestido que le llega hasta los pies, la barca, la
hoz, y el Ankh, o cruz ansada (o cruz de San Antonio), cuyo
significado sigue siendo misterioso; sin embargo, se da la
siguiente interpretación: "Es el símbolo de la vida
eterna, el

circuito vital irradiado por el Príncipe que baja
a la superficie (sobre la pasi- vidad que él anima);
penetra en las profundidades hasta el infinito, lo que
está expresado por la línea vertical."

En lo que respecta a las doctrinas secretas,
citaremos algunos rasgos de esas síntesis doctrinales, en
que se hallan reunidas casi todas las doctrinas clásicas
del esoterismo: la organización del mundo por la
acción de un Demiurgo ígneo, manifestándose
fuera del caos primordial, de las Aguas tenebrosas; la
aparición de las potencias divinas por parejas sucesivas
compuestas por un dios y una diosa; la generación
múltiple de éstos en el seno de la gran Unidad, que
permanece siempre idéntica a sí misma; la
posibilidad de una identificación del alma humana con el
principio de que procede.

La teología, egipcia ejerció gran
influencia sobre el pensamiento en el mundo de entonces cuando
Alejandría llegó a ser el principal centro
intelectual; las huellas se encuentran fácilmente en
ciertas Gnosis, en los diferentes Misterios del imperio romano y,
según parece, hasta en el cristianismo: según
ciertos autores, en el culto de Isis estaría el origen del
culto cristiano de la Virgen, pues la diosa egipcia era
la simbolización de la Naturaleza, siempre fecundada, pero
siempre virgen.

Las Vírgenes negras.

La tierra es de un modo natural fecunda, de una
fecundidad siempre renovada, la Diosa-Tierra era particularmente
invocada por las mujeres estériles que deseaban tener un
hijo. Más tarde, las Vírgenes Negras siguieron
teniendo esa reputación milagrosa de conceder la
fecundidad y, por extensión, de ser protectoras de los
niños de corta edad.

Las gentes sencillas, muy atadas a esas
prácticas, no hacían otra cosa que presentir la
grandiosa concepción cosmogónica y naturalista que
esta función milagrosa representaba.

En efecto, en la mayoría de los antiguos relatos
sagrados de la humanidad, todo en el universo nacía
siempre del encuentro y la síntesis de un principio
masculino y un principio femenino. Así, la Tierra, virgen
en su origen, fue fecundada por los rayos del sol, y es gracias a
esta acción bienhechora que pudo dar vida a todo lo que
existe, la Naturaleza y la Humanidad. Desde entonces, sin caer no
obstante en un politeísmo primitivo, los antiguos hicieron
de la tierra, de la Diosa-Tierra, la representación
simbólica del gran principio femenino de todas las cosas,
y del Sol, la del principio masculino por excelencia.

En todas las religiones en las que se venera a una
Diosa-Tierra, siempre aparece indisolublemente asociado con ello
un culto solar. Tanto entre los egipcios, como en el caso de los
incas, los griegos o los celtas, no hay Diosa-Tierra sin
Dios-Sol, su complemento indispensable.

¿Y el color negro? Precisamente este color es el
que se utiliza simbólicamente para representar esa tierra
primitiva que, una vez fecundada, será fuente de toda
vida. Diosa-Tierra implica color negro.

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Las Vírgenes Negras.

II.- LA
INICIACION GRIEGA.

Durante mucho tiempo se consideró a Grecia como
la tierra donde floreció lo que se llama "el
espíritu clásico"; el gusto del orden y de
la armonía, el sentido del equilibrio. En realidad hay
pocos países donde el esoterismo y las religiones de los
Misterios hayan proliferado más: al lado del
espíritu "apolíneo" floreció el
espíritu "dionisíaco" bajo sus múltiples
formas.

Dioniso.

El culto de Dioniso es una de las más
antiguas religiones de Misterios de Grecia; y se le atribuye un
substrato religioso indoiranio. (Dioniso es
Div-an-aosba, el dios ario de la "bebida de
inmortalidad", el páredro de la gran Diosa-Madre
que se encuentra en todo el Mediterráneo
prehelénico.)

El toro, la
serpiente,
la hiedra y el
vino son los signos de la característica atmósfera
dionísica, infundida por la insaciable vida del dios. Su
numinosa presencia significa que el dios está cerca.
Dioniso está estrechamente asociado con los sátiros,
los centauros
y los silenos.
Siempre porta un tirso.
Además de la parra y su alter ego salvaje estéril,
la hiedra venenosa, estaba también a él consagrada
la higuera. La
piña
que coronaba su tirso le relacionaba con Cibeles, y la granada con
Deméter.

Dioniso tuvo un nacimiento inusual. Su madre fue
Sémele
(hija de Cadmo),
una mujer mortal, y su padre Zeus, el rey de los dioses. Cuando
Dioniso creció,

descubrió la cultura del vino y la forma de
extraer su precioso jugo, la leyenda narra lo siguiente: Dioniso
se encontró con un frágil tallo de parra, sin
pámpanos, racimos o fruto alguno. Le gustó, y
decidió hacer algo para preservarlo. En primer lugar, lo
introdujo en un huesecillo de pájaro. Tan a gusto se
encontró el tallo, que siguió creciendo. Fue
entonces cuando tuvo que trasplantarlo al interior de un hueso de
león. Posteriormente, hubo de pasarlo a un hueso de asno,
de mayor tamaño. Al tiempo, el tallo se convirtió
en una parra y dio su fruto. Entonces descubrió Dioniso
las propiedades del zumo fermentado, por la génesis del
tallo se interpretan los estados que infunde el vino al bebedor.
Si bebe, se encontrará alegre y fuerte (como un pájaro y
como un león,
respectivamente). Pero, en caso de excederse, el bebedor se
volverá tonto (como un asno).

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Dioniso.

Es posible que la mitología dionisíaca
fuese más tarde incorporada al Cristianismo. Hay
muchos paralelismos entre las leyendas de Dioniso y Jesús:
se decía de ambos que habían nacido de una mujer
mortal engendrados por un dios, que volvieron de entre los
muertos, y que transformaron el agua en vino.

Quizás habría que agregar fuertes
influencias egipcias, pues la pareja Dioniso- Deméter
recuerda la pareja Osiris-Isis . Sea como fuere, se comprueba la
existencia, en todas las partes del mundo helénico, de
Colegios, asociaciones se- cretas o tíasos, que
celebraban a Dioniso con un culto exaltado, cultos agrarios que
simbolizaban la Primavera: danzas con carácter sexual muy
acentuado, ebriedad colectiva, sacrificios sangrientos y
prácticas mágicas diversas. Análogos a esos
Misterios dionisíacos, eran los de Sabazio y su
páredra Anaitis, cuyo ritual se parecía a
los misterios frigios de Atis y de Cibeles,
cuya influencia había de ser, más tarde, tan grande
sobre el paganismo romano.

Los Misterios de Eleusis.

De carácter más oficial eran los
Misterios de Eleusis (cerca de Atenas), consagrados a
Deméter; su finalidad era celebrar la
unión de Zeus y de la diosa, es decir, del Cielo
y de la Tierra, y de renovarla místicamente para asegurar
y promover la fecundidad de la naturaleza. Lo que en ellos se
encontraba, como por lo demás en todos los Misterios
antiguos, no era una enseñanza, sino
espectáculos simbólicos, pues la parte
central de esos misterios era la reconstitución de las
bodas de Zeus y Deméter. Se distinguían los
"pequeños" y los "grandes" misterios, en los que se
hacían iniciar sucesivamente; de ahí la
distinción de dos clases de iniciados: los mistos
y los epoptos.

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Deméter y Perséfone
celebrando los misterios

Los misterios estaban basados en una leyenda en torno a
Deméter. Su hija Perséfone, también llamada
Core ("la Muchacha") fue secuestrada por Hades, el dios de la
muerte y el inframundo.
Deméter era la diosa de la vida, la agricultura y la
fertilidad. Descuidó sus deberes mientras buscaba a su
hija, por lo que la Tierra se heló y la gente pasó
hambre: el primer invierno. Durante
este tiempo Deméter enseñó los secretos de
la agricultura a Triptólemo.
Finalmente Deméter se reunió con su hija y la
tierra volvió a la vida: la primera primavera.
Desafortunadamente, Perséfone no podía permanecer
indefinidamente en la tierra de los vivos, pues había
comido unas pocas semillas de una granada
que

Hades le había dado, y aquellos que prueban la
comida de los muertos, ya no pueden regresar. Se llegó a
un acuerdo por el que Perséfone permanecía con
Hades durante un tercio del año (el invierno, puesto que
los griegos sólo tenían tres estaciones, omitiendo
el otoño) y con su madre los restantes ocho
meses.

Los misterios eleusinios celebraban el regreso de
Perséfone, pues éste era también el regreso
de las plantas y la vida a la tierra. Perséfone
había comido semillas (símbolos de la vida)
mientras estuvo en el inframundo (el subsuelo, como las semillas
en invierno) y su renacimiento es, por tanto, un símbolo
del renacimiento de toda la vida vegetal durante la primavera y,
por extensión, de toda la vida sobre la tierra.

Había dos partes en los Misterios Eleusinios: los
mayores y los menores. Los misterios menores se celebraban en

anthesterion (sobre marzo), si bien la fecha exacta no
siempre era fija y cambiaba ocasionalmente, a diferencia de la de
los mayores. Los sacerdotes purificaban a los candidatos para la

myesis de iniciación. Sacrificaban un cerdo a Deméter y
entonces se purificaban a sí mismos.

Los misterios mayores tenían lugar en boedromion (el
primer mes del calendario
ático) y duraban nueve días. El primer acto de
los misterios mayores (14 de boedromion) era el traslado
de los objetos sagrados desde Eleusis hasta el Eleusinion, un
templo en la base de la Acrópolis
de Atenas. El 15 de boedromion,
los hierofantes (sacerdotes) declaraban el
prorrhesis, el comienzo de los ritos.

Las ceremonias comenzaban en Atenas el 16 de
boedromion con los celebrantes lavándose a
sí mismos en el mar en Falero y sacrificando
un cerdo joven
en el leusinion el 17 de boedromion.

La procesión comenzaba en el Cerámico
(el cementerio ateniense) el 19 de boedromion y la gente
caminaba hasta Eleusis, siguiendo el llamado «Camino
Sagrado», balanceando ramas llamadas
bakchoi por el camino. En un determinado punto de
éste, gritaban obscenidades en conmemoración

de Yambe (o Baubo, una vieja que
—contando
chistes impúdicos— había hecho
sonreír a Deméter cuando ésta lloraba la
pérdida de su hija). La procesión también
gritaba «¡Iakch' o Iakche!»,
refiriéndose a Yaco, posiblemente
un
epíteto de Dioniso, o una deidad
independiente, hijo de Perséfone o
Deméter.

Tras llegar a Eleusis, había un día de
ayuno en conmemoración al que guardó Deméter
mientras buscaba a Perséfone. El ayuno se rompía
para tomar una bebida especial de cebada y poleo llamada
ciceón (kykeon). En los
días 20 y 21 de boedromion, los iniciantes
entraban en una gran sala llamada Telesterion donde
les eran mostradas las sagradas reliquias de Deméter. Esta
era la parte más reservada de los misterios y aquellos que
eran iniciados tenían prohibido hablar jamás de los
sucesos que tenían lugar en el Telesterion, so pena de
muerte.

Respecto al clímax de los misterios, hay dos
teorías modernas. Algunos sostienen que los sacerdotes
eran los que revelaban las visiones de la sagrada noche,
consistentes en un fuego que representaba la posibilidad de la
vida tras la muerte, y varios objetos sagrados. Otros afirman que
esta explicación resulta insuficiente para explicar el
poder y la longevidad de los misterios, y que las experiencias
debían haber sido internas y provocadas por un ingrediente
fuertemente psicoactivo contenido en el
kykeon.

La siguiente a esta sección de los misterios era
el
pannychis, un festín que duraba toda la noche y era
acompañado por bailes y diversiones. Las danzas
tenían lugar en el
Campo Rhario, del que se decía que era el primer punto
en el que creció el grano. También se sacrificaba
un toro
bastante tarde durante la noche o temprano la siguiente
mañana. Ese día (22 de boedromion), los
iniciandos honraban a los muertos vertiendo libaciones de vasijas
especiales.

Los misterios terminaban el 23 de boedromion y
todos volvían a sus casas.

En el centro del Telesterion estaba el
Anaktoron (=palacio"), un pequeño edificio de
piedra al que sólo el hierofante podían entrar. Los
objetos sagrados se guardaban en él.

Había cuatro categorías de
gente que participaba en los Misterios eleusinios: Los
sacerdotes, sacerdotisas e hierofantes

1. Los iniciados, que se sometían
a la ceremonia por primera vez

2. Los otros que ya habían
participado al menos una vez y eran aptos para la última
categoría

3. Aquellos que habían alcanzado la
epopteia (revelación), que habían aprendido
los secretos de los mayores misterios de
Deméter.

Lo anterior es sólo un resumen, pues una gran
parte de los Misterios de Eleusis nunca se pusieron por escrito.
Por ejemplo, kiste y kalathos eran,
respectivamente, un cofre y una cesta con tapa sagrados, cuyos
contenidos sólo conocían los iniciados. Aún
hoy se desconocen cuáles eran, y probablemente nunca se
sabrá.

Jack Christian en su Libro ?La Masonería Historia
e Iniciación? relata como los miembros de la comunidad
eleusina iniciaban a sus elegidos: ?Tras tres investigaciones
el candidato se presenta a su logia para ser interrogado sobre
sus opiniones e intenciones ¿Qué se exige del
candidato? Primero una conducta moral

irreprochable. Un criminal es rechazado
inmediatamente, luego un juramento por el que se compromete a no
revelar nada de lo que se le enseñe: Finalmente se le pide
que abandone su fortuna y bienes materiales. Estas tres
condiciones subsisten en la actual
masonería
?.

El Orfismo.

Mencionemos también los Misterios de
Orfeo, centrados alrededor del mito de Zagreo
(idéntico a Dioniso), desgarrado y resucitado. La
cosmogonía órfica se parece bastante a las
doctrinas egipcias o hindúes. En ella se ve a la
Noche pro- ducir el Huevo del mundo, cuyas dos
mitades forman el Cielo y la Tierra, y de donde nace el
Eros luminoso, principio de vida. Pero lo que da al
estudio del Orfismo el mayor interés son sus doctrinas
sobre la Salvación del alma, que, encerrada en el
cuerpo como en una prisión, transmigra continuamente de un
ser a otro en un ciclo sin fin; la iniciación, junto con
la abstinencia y renunciación, permiten romper el "ciclo
infernal" de los renacimientos: Los hombres descienden de los
titanes, nacieron de las cenizas de esos enemigos del Dios,
fulminados por Zeus en castigo de su crimen; por consiguiente, su
naturaleza comporta un elemento malo, que a veces se designa como
terrestre. Pero también comporta un elemento divino o
celeste, pues los titanes habían devorado al hijo de Zeus.
Sin admitir formalmente la noción de la caída o del
pecado original, ese dualismo atestigua la idea de una
mácula impresa a la especie humana y, por ese medio,
plantea los términos de un problema de salvación…
El ciclo sin fin de los renacimientos es la eternidad del dolor;
se trata de librarse de él, y esa liberación es la
finalidad de la vida órfica. El Orfismo parece haber
influido fuertemente en Platón, y por lo
demás podemos preguntarnos si el famoso mito de la
Caverna, en la República, no relata una
iniciación practicada por una secta órfica a la que
pertenecía Platón.

El credo órfico propone una innovadora interpretación
del ser
humano, como compuesto de un cuerpo y un alma, un alma indestructible que
sobrevive y recibe premios o castigos más allá de
la muerte. Para
los órficos es el alma lo esencial, lo que
el iniciado debe cuidar siempre y esforzarse en mantener pura
para su salvación.
El cuerpo es un
mero vestido, un habitáculo temporal, una prisión o
incluso una tumba para el alma, que en la muerte se desprende de
esa envoltura terrena y va al más
allá a recibir sus premios o sus castigos, que pueden
incluir algunas reencarnaciones o metempsicosis en
otros cuerpos
(y no sólo humanos), hasta lograr su purificación
definitiva y reintegrarse en el ámbito divino.

El proceso de purificación
puede ser largo y realizarse en varias transmigraciones del
alma o metempsicosis.
De ahí el precepto de no derramar sangre humana ni
animal, ya que
también en formas animales puede latir un alma humana (e incluso la
de un pariente). Al iniciarse en los misterios, el
hombre adquiere
una guía de salvación,
y por eso en el Más
Allá los iniciados cuentan con una contraseña
que los identifica, y saben que deben presentarse ante los dioses
de ultratumba con un saludo amistoso, como indican las laminillas
órficas que se entierran con ellos. Las laminillas
áureas apuntan instrucciones para realizar bien la
katábasis y entrar en el Hades (no beber en la
fuente del Olvido, sí en la
de la Memoria,
proclamar ?también yo soy un ser

inmortal?, etc.).

Sin embargo, antes de entrar a comentar estas
cuestiones, conviene recordar brevemente los rasgos
arguméntales más característicos de este
mito. Para ello resulta de gran utilidad resumir la
descripción que hizo Virgilio al final de la
Geórgica IV, la primera versión de la
historia que ha llegado completa hasta nosotros.

Cuenta Virgilio, al finalizar la mencionada
Geórgica IV, que Orfeo era un cantor y
músico tracio de poderes extraordinarios, pues con los
sones de su voz y los armónicos acordes de su
música lograba que las fieras lo siguiesen, que los
árboles e, incluso, las rocas se inclinasen y moviesen a
su paso y que los hombres se calmasen al oírlo.
Precisamente su participación, junto con otros
héroes de gran prestigio y fama, en el viaje de los
Argonautas tuvo por finalidad utilizar los poderes de su
capacidad musical para marcar la cadencia de los remeros y
apaciguar las tempestades marinas con sus cantos:

Tan grande era la fuerza de su música que, cuando
la nave Argos pasó por delante de las Sirenas que
intentaban seducir a los marineros de la nave, Orfeo
utilizó un recurso distinto del de Ulises: cantando
aún mejor que ellas consiguió que los tripulantes
se mantuviesen quietos en sus bancos.

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