1.
Introducción
2. Los anfiteatros
3. El anfiteatro
Flavio
4.
Conclusión
5.
Bibliografía
La experiencia de ingeniería que adquirieron los romanos en
el uso de arcos y bóvedas y su experiencia practica en la
utilización del hormigón les permitió crear
edificios de formas y dimensiones que los griegos jamás
habrían soñado. Los anfiteatros eran edificios
exentos. Los romanos utilizaron ingeniosamente las hileras de
arcos de hormigón para construir el equivalente a una
ladera de colina sobre la cual descansarían los asientos
del auditorio. De este modo pudieron edificar teatros y
anfiteatros en cualquier sitio, incluso en las zonas mas llanas
del desierto.
El coliseo es una muestra clara es
esta habilidad de ingeniería y tema principal que se
explayará en el siguiente trabajo producto de
una minuciosa investigación
bibliológica.
Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final
del periodo republicano su diseño
se basaba fundamentalmente en el tipo griego. Constaban de un
alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un
área circundante de asientos dispuestos en gradas (cavea).
A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes
naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de
pilares y bóvedas que fueron posibles gracias a una nueva
manera de construir y, de esta manera, pudieron ubicarse en el
corazón
de las ciudades. Los teatros fueron populares en todos los
lugares del Imperio.
Los espectáculos romanos variaron bastante en
comparación con los que se hacían en la Grecia
más antigua, ahora no necesitaban de una direccionalidad
intrínseca. Las luchas sangrientas de gladiadores o de
hombres contra animales salvajes
o de animales salvajes
entre si, como cualquier corrida de toros o los partidos de
fútbol actuales, no tenían por qué verse
desde una dirección. por lo que mediante un
razonamiento y mostrando el genio y civilización la
ingeniería romana, se dispusieron dos teatros uno de
espaldas al otro, para así formar un anfiteatro
(literalmente, teatros dobles). El área de la
exhibición fue abrazada por los asientos y la base tomo la
forma de una planta elíptica con una pista (arena)
central, donde se celebraban combates entre gladiadores, luchas
de bestias salvajes y otros espectáculos cuyo origen
quizás es de la antigua Campania y fueron introducidos a
Roma tal vez por
los etruscos, quienes conocían estos juegos.
Además tenían un graderío alrededor similar
al de los teatros. En un principio, los anfiteatros se
construyeron originalmente de madera, y
después de piedra. El primer anfiteatro se
construyó es el de Pompeya el 75 AC por el máximo
pontífice romano Gaius Scribonius Curio. El primer
anfiteatro de la piedra parcial se construyó en 30 AC por
Augusto, antes de que él se volviera emperador de Roma
primero.
En Roma, la capital del
Imperio, dada la fama de los espectáculos y la
satisfacción que el pueblo lograba al presenciarlos, se
hizo necesario hacer un anfiteatro cuando él que
existía había sido destruido por un incendio. El
nuevo edificio debía tener la capacidad y la magnificencia
para entretener al pueblo y al Cesar, por lo que se mando a
construir el Anfiteatro Flavio, más conocido como
Coliseo.
El gran anfiteatro Flaviano, denominado hoy Coliseo
(probablemente por el recuerdo de la colosal estatua de
Nerón que hubo en las cercanías del anfiteatro),
fue construido por Vespasiano después de la guerra con
Judea el año 72 dC. Se emplazó en medio de la
ciudad de Roma, en un sitio completamente llano, precisamente en
el sitio que se conocía como Stagnum Nerons, que era una
especie de laguna artificial construida por una orden de
Nerón bajo su mandato. Vespasiano, a pesar de su
empeño, no pudo ver terminada esta colosal obra, y Tito la
inauguró el año 80 de nuestra era, aunque se
presume que aún no se terminaba tal como se había
proyectado en un comienzo, por lo que se piensa que su construcción finalizó durante el
reinado de Domiciano. La fiesta de inauguración del
edificio duro 102 días, en los que se mostraron una gran
cantidad de espectáculos de distinta
índole.
El edificio tenia 527 metros de circunferencia y
llegó a tener una altura de 57 metros. La base tiene una
forma elíptica, donde su eje mayor mide189 metros y su eje
menor 156 metros. Estaba tan bien diseñado que todos los
asistentes (50.000 comúnmente) podían evacuarlo en
pocos minutos. El secreto de esta cualidad residía en la
sabia disposición de las bóvedas de
cañón y de los pasillos y escaleras que
conducían a los asientos. Las bóvedas de la planta
baja tenían 80 puertas marcadas cada una con un
número para facilitar que los espectadores encontrasen su
localidad. Es una obra de atrevida ingeniería y de grandes
proporciones, donde los romanos utilizaron con frecuencia el
agregado de ladrillo embutido en una mezcla de la masilla de la
cal con polvo de ladrillo o ceniza volcánica incluyendo a
esto el uso de la piedra (travertino) y el concreto que
fueron la base del Coliseo. Además, para aligerar el peso
de las enormes estructuras,
encajonaron a menudo tarros de barro vacíos en las
paredes. También utilizaron barras de metal como refuerzos
en el concreto.
Esto, junto a la combinación de muros y vanos se hizo una
constante en la arquitectura
romana, la que mas tarde sería a la base de estilos como
el gótico y el barroco. En el
interior de las bóvedas, estaba decorada con fabulosos
diseños en estuco, los que se han perdido casi por
completo a causa del tiempo.
El emperador Adriano celebró grandes fiestas en
este anfiteatro, y bajo el reinado de Macrino, durante una
tormenta, un rayo chocó con el edificio e incendio toda la
parte superior y sufriendo graves desperfectos el resto de la
estructura. La
violencia del
fuego y la imposibilidad de controlarlo hacen pensar que la
cantidad de madera
utilizada en la construcción era muy grande. Una medalla
con la efigie de Alejandro Severo recuerda que este emperador
inauguró de nuevo el Coliseo, que desde ese incendio no se
había vuelto a utilizar por las grandes faenas de
reconstrucción que se hicieron, principalmente para
sustituir la antigua y quemada parte de madera por fabrica de
mampostería. Amiano cuenta que el año 357 de
nuestra era se vio el edificio en perfecto estado. Del
año 425 al 450, Lampridio, prefecto de Roma, hizo
reparación en la arena, en el podium, en las gradas y en
las puertas. Las luchas de gladiadores fueron prohibidas hacia el
año 404, continuando manteniendo la atención del
pueblo mediante luchas de fieras, las últimas que se
menciona la historia en este anfiteatro,
fueron durante el año 523. Algunos escritores cuentan
también que el Coliseo aún se conservaba en
excelentes condiciones durante el siglo VIII.
En el Coliseo se ofrecían espectáculos
como animales inteligentemente adiestrados y fieras hambrientas
devorándolos. También aparecían hombres tras
unas jaulas de seguridad que
tiraban flechas y lanzas a animales hasta que agonizaran y
murieran. Estos tipos de muestras donde participaban animales se
denominaban venatios (sacrificios animales) y entretenían
al publico durante las tardes con el auspicio de algún
príncipe interesado en ganar popularidad. Después
de esto, seguían los sacrificios humanos (numeras), donde
se asesinaban hombres que estaban condenados a muerte. Al
final de la jornada, venían las luchas a muerte entre
gladiadores (hoplomachie).
En vísperas del espectáculo un gran
banquete (cena libera) entre gladiadores, que para muchos era su
última comida, reunía a los combatientes el
día anterior. Esta cena era pública en el sentido
que la gente podía dar vueltas alrededor de la gran mesa
para apreciar a los contendores y así ver a quien
apostarían más tarde. Algunos comensales fatalistas
se echaban a los goces del momento, comiendo con
glotonería. Otros, cuidaban su cuerpo y su salud conociendo sus
habilidades como guerrero dejaban de lado la buena mesa para
comer lo justo. Los más miserables, impresionados por el
presentimiento de su muerte y paralizado su apetito por el miedo,
preferían dejar de comer y encomendar sus familias y su
alma a los dioses.
Al día siguiente los gladiadores desfilaban en
una parada vestidos con ricos trajes púrpura y oro.
Saludaban al emperador con una lúgubre y trágica
exclamación:
Ave Cesar, Morituri te salutan.
Cada gladiador tenia su instructor con la misión de
entrenarlo, por lo que cada luchador recibía distintas
enseñanzas y de esta manera se especializaban en
algún arma. Además, los instructores, debían
evitar cualquier trato entre combatientes y excitar al peleador
durante la pelea con exclamaciones como ¡Golpea,
quémalo, mátalo! Y si era necesario, castigarlos a
latigazos hasta que brotara sangre con el
objetivo de
que matara a su contrincante, si el publico lo
pedía.
En tanto, el público hacía las
correspondientes apuestas y experimentaba un extraño y
bárbaro placer con la victoria de sus favoritos. Muchas
veces, por fogosos que fuese el combate, ninguno triunfaba; por
robustos y diestros que fueran los gladiadores, ambos
caían al suelo o
permanecían de pie. Entonces el match era declarado nulo
cuando el espectáculo perdía efervescencia. Pero lo
más común era que hubiera un ganador y
además el perdedor algunas veces no era muerto, ya que si
este, sabiéndose inferior, luchaba con esfuerzo, inteligencia y
dignidad, y además deponía las armas para
quedarse en la arena después de una caída,
podía levantar su brazo derecho hacia el cielo para
solicitar la gracia del contendor ganador. Él que
consultaba al emperador cual era la decisión de los
espectadores al tiempo que estos
agitaban sus pañuelos, levantaban los pulgares o gritaban
¡Mitte! (Sáquenlo); o, por el contrario, si el
perdedor había merecido su derrota, la exclamación
era ¡Ingula! (Mátenlo). Entonces, el emperador
tranquilamente apuntaba su pulgar hacia el suelo, de esta
manera ordenaba la inmolación del gladiador perdedor. A
quien no le quedaba nada más que extender su cuello para
ser decapitado y morir sin dolor y honorablemente. El ganador era
premiado con platos de plata cargados con piezas de oro y
preciosos obsequios. Llevando consigo los presente, atravesaba
corriendo la arena bajo la ovación de la multitud.
Inmediatamente las ventajas de la gloria se empezaban a sentir.
Por su popularidad, los gladiadores (que podían ser
esclavos, ciudadanos o condenados del derecho común)
pasaban a ser personajes de moda; las
mujeres les ofrecían sus encantos. Esto se prueba en un
graffiti en una pared referido a un tracio llamado Celadus, y que
decía: "el hombre por
quien suspiran las muchachas".
Los numeras (luchas de gladiadores) adquirieron tal
desarrollo,
que se sucedieron decenas de miles de parejas de gladiadores en
las sangrientas arenas del Coliseo. A veces se hacían
liberaciones masivas de combatientes para renovar el
espectáculo. En crónicas de la época se
asegura que durante el reinado de Trajano, quien tenia fama de
clemente, las cifras de gladiadores se elevaron de la siguiente
manera: el 107 dC, el emperador hizo luchar a 10.000 guerreros;
en el 113 dC ofreció una sportule, que duró tres
días y presento 1.202 parejas. En 109 dC, durante un
festival que duró 117 días se liquidaron 9.824
luchadores. Muchas veces se pusieron en la arena a personajes sin
armas que se
consideraban nocivos para la sociedad para que
se simulara un combate, lo que en realidad era un sórdido
asesinato. Hasta el siglo III se conservo la costumbre de los
numeras sinemissione, vale decir, luchas en las cuales no
escapaba ningún gladiador.
Séneca decía: "En la arena se amontonaba
un montón de condenados, a menudo escogidos entre
ladrones, asesinos, incendiarios, que por sus crímenes
fueron merecedores de morir en el anfiteatro". En estos casos se
hacia comparecer una primera pareja, compuesta por un hombre bien
armado y otro vestido solo con su túnica, el primero
debía matar al segundo. Después de esto el ganador
era desarmado y conducido ante un nuevo contrincante, esta vez
armado hasta los dientes. De esta manera se continuaba una
inexorable cacería, hasta que cayera la ultima cabeza
condenada.
Las luchas de los gladiadores tuvieron posiblemente un
origen religioso, ya que en un principio, solo se celebraban en
caso de funerales de personalidades importantes. Mas tarde, en el
tiempo de los emperadores, esto pasó a ser sencillamente
un deporte
sangriento que fascinaba a casi todo el mundo, ya que escasas
fueron las voces de protesta. Los gladiadores eran en su
mayoría esclavos o condenados que eran adiestrados en
escuelas especiales con el único fin de dar un buen
espectáculo al momento de combatir en la arena. Los
gladiadores podían obtener la libertad si
sobrevivían y el público lo permitía
así.
En cuanto a los subterráneos que estaban bajo la
arena del Coliseo y que aún se conservan, es muy
difícil concretar la época de su
construcción, pero según un pasaje de Herodiano,
parece que ya existían en el tiempo del emperador
Cómodo, quien vestido de gladiador, pasaba desde el palco
imperial, por un corredor que comunicaba con los
subterráneos, para tomar parte en las sangrientas luchas.
En todo caso, el dato que nos dice que los emperadores Tito y
Domiciano llenaran de agua la arena
del anfiteatro para simular batallas navales, llamadas
naumaquias, demuestra que el suelo en aquella época estaba
más bajo que en el actual, pues de lo contrario el agua
hubiera invadido las partes bajas del edificio y hasta los
pórticos, haciéndolos intransitables.
Ciudades en que estaba situado el
Anfiteatro
Dimensiones del | Dimensiones de la | |||
Eje Mayor | Eje Menor | Eje Mayor | Eje menor | |
Arles | 137,47 | 107,29 | 69,5 | 39,35 |
Capua | 169,89 | 139,6 | 76,12 | 45,83 |
Itálica | 156,5 | 134 | 71,5 | 49 |
Nimes | 132,26 | 101,38 | 69,14 | 38,34 |
Pola | 137,8 | 112,6 | 70,1 | 44,8 |
Pompeya | 135,65 | 104,05 | 66,65 | 35,05 |
Puzol | 190,95 | 144,87 | 111,93 | 65,85 |
Roma (Coliseo) | 187,77 | 155,64 | 76 | 46 |
El nombre de arena, proviene de la capa de esta materia que
era esparcida sobre el suelo para empapar la sangre derramada
por los combatientes. Algunos emperadores, como Calígula,
Nerón y Carino, para demostrar su magnificencia
sustituían, en algunas ocasiones, la arena por
algún material más precioso, como por ejemplo,
polvos de cinabrio, de plata, de oro y posiblemente hasta
Seutonio. En el Coliseo la arena era de forma elíptica, al
igual que el resto del edificio, y tenia dos entradas
principales, ubicadas a los costados del eje mayor.
Debajo de la arena se situaba el ya mencionado
subterráneo, conformado por galerías cubiertas
(ambulacrum), y multitud de cámaras para encerrar a las
fieras salvajes. En Anfiteatro Flavio estas cámaras
subterráneas se extendían debajo del podium y
había debajo de la arena cinco galerías, dos de
forma elíptica y tres paralelas al eje mayor y estas a su
vez separadas por pequeñas cámaras. En estas tres
galerías habían suaves rampas que subían
hasta la arena, y en las cámaras existían aberturas
cuadradas en forma de pozos, con ascensores para subir a las
fieras y hacerlas aparecer repentinamente en medio de la arena.
Unas trampas de madera cubrían estas aberturas. El
servicio de
espectáculo que se ofrecía en el Coliseo no tenia
nada que envidiar a los efectos escénicos actuales. Los
numerosos cadáveres que se originaban en las luchas y
sacrificios humanos eran retirados por la puerta de la muerte
(porta libitinensis) o bien desaparecían por medio de las
trampas practicadas en el suelo.
La parte destinada a los espectadores (cavea) en el
coliseo, presenta tres divisiones principales: el podium,
destinado a los sitios de honor; las maenianas o gradas, y los
portici o pórticos. El podium era una plataforma que
rodeaba la arena, lo suficientemente alta para resguardar a los
espectadores de los ataques de las fieras. En este sitio se
ubicaba el lugar de emperadores, senadores, vestales, los
pretores y a los principales magistrados y demás personas
ilustres. Las gradas (gradus) del podium eran más anchas
que las del resto del anfiteatro para poder colocar
las subsellias o asientos móviles. Los sitios que mejor
dominaban el espectáculo eran los situados a los extremos
del eje menor de la elipse, el los cuales había dos
palcos; el principal denominado cubiculum, estaba destinado al
emperador, y el otro, enfrente de este, era el editoris tribunal,
destinado al pretor y a los cónsules que presidían
los juegos y al
personajes que los pagaba. Estos palcos también se
llamaban pulvinar y suggestum, que se conectaban con grandes a
lujosos salones.
La parte del muro del podium que daba a la arena
presentaba una superficie de mármol perfectamente
pulimentada para que resbalaran las fieras que quisieran trepar
por ellas, y además se tomaron numerosas precauciones
contra posibles ataques, como sobreponer redes y rejas
metálicas. Como si toda esta seguridad fuera
poca, frente podium había un foso para evitar que las
fieras que intentaran atacar al público, no lo volvieran
hacer.
El podium estaba separado de las gradas destinadas al
público por un muro llamado balteus, que estaba adornado
con magníficos mosaicos. Otros dos muros más
pequeños, baltei, dividían en tres partes las
gradas, , en el sentido de la altura del edificio, formando unas
plataformas, o praecinctiones, que facilitaban el paso del
público. Cada una de estas tres divisiones se llamaban
maenianum; la primera estaba destinada a los caballeros. El
segundo maenianum estaban los tribunos y ciudadanos distinguidos,
y y el tercero estaba destinado a las clases ploretarias
(popularia). Este tercer maenianum se dividía a su vez en
dos partes, una al descubierto y la otra cubierta por un
pórtico, bajo el cual se colocaban las mujeres y la plebe
(pallati). Las mujeres de los grandes personajes debían
esperar la autorización del emperador para poder
compartir los sitios de las vestales en el pudium.
El balteus, que establece una línea divisoria
entre los tribunos y la plebe, estaba provisto de numerosas
ventanas y nichos adornados con estatuas. Los vomitoria eran unas
aberturas que comunicaban las gradas con las galerías
interiores del edificio; eran muy numerosas y bien
decorados.
Las gradas del coliseo eran de mármol, piedra y
en algunos casos de madera, eran numeradas y en algún
momento llegó a existir el asiento numero 83.000, pero
dentro del recinto bien se podían entretener 100.000
espectadores, los que debían comprar su billete de entrada
(tessera) que indicaba el lugar que debían ocupar, se
dirigían a unos empleados llamados locaril o
dessignatores, que vigilaban el buen orden y distribución de las localidades, siendo
jefe de ellos un funcionario llamado Villicus
amphitheatri.
En cuanto a la parte inferior de los anfiteatros, el
coliseo tenía en la planta baja cinco galerías
(ambularum), paralelas a la elipse dela arena, que
conducían a las escaleras y pasos de las diferentes
localidades. La primera galería formaba un pórtico
con 80 arcos que daban paso a la vía pública. Las
cuatro entradas principales estaban situadas en los extremos de
los ejes menor y mayor; las dos del eje mayor comunicaban
directamente con la arena y las correspondientes al eje menor
estaban reservadas para el emperador y los que presidían
los espectáculos. La segunda galería daba acceso a
las escaleras (scalae) y a los pasos (vine, itinera, aditus), y
el tercero, dividía en dos partes la masa de
construcción en la cual estaban las escaleras y las
carceres o cámaras donde se encontraban las fieras antes
de salir a la arena. Este corredor conducía al primer
maenianum y recibía la luz por el
techo.
En el coliseo, las dos primeras galerías se
repetían en pisos superiores, formando un sistema de anchos
corredores en el que el público se refugiaba en caso de
lluvia. En el tercer piso la escalera ocupada parte de estos
corredores. En el cuarto solo había la galería
exterior, en la cual se hallaban los pasillos y escaleras que
conducían a las gradas superiores.
La fachada del Coliseo descansaba sobre una base de dos
gradas y comprendía cuatro pisos; los tres primeros
estaban formados por arcos adornados con medias columnas
dóricas, jónicas y corintias, y el cuerpo superior
los formaba un muro con ventanas rectangulares y adornados con
medias columnas corintias. Estos órdenes no sostienen
nada. Nos son estructurales, sino ornamentales. Esto no quiere
decir que carecieran de importancia. La aplicación de
estos órdenes cumplía dos funciones. En
primer lugar aludía claramente a la arquitectura
griega y de este modo los romanos mostraban su aprecio por esa
cultura. El
hecho de superponer órdenes griegos en el exterior del
Coliseo, equivalía a añadir un peristilo griego a
un templo tipo romano, un toque de elegancia griega que no
afectaba la estructura básica romana subyacente. De este
modo la arquitectura romana está expuesta a dos
tentaciones contradictorias: la del ingeniero que persigue un fin
puramente utilitario, y la del erudito, que se perfila en lograr
arreglos académicos. Así, cada uno de los
pórticos de los tres pisos comprendía 80 arcos y 80
columnas intermédiales entre arco y arco, y en cada uno de
estos había un pedestal con una estatua o grupo
escultórico. En la actualidad no quedan pruebas de
tales obras, pero el hecho de que una vez existieran nos da una
idea de la inmensa cantidad de esculturas que produjo el periodo
del Imperio
Romano. Esto hace que el Coliseo alcance un espléndido
y magistral equilibrio
entre rectas y curvas, muros y bóvedas. Los arcos miden
4.20 metros luz; 7.05 metros
de altura la primera hilera y 6.45 metros las otras dos
principales. En la parte superior de la fachada del coliseo
había una cornisa con una serie de consolas que
sostenían unas piezas de madera verticales (mali)
destinadas a tender el velarium, inmensa vela con forma de tienda
de campaña que resguardaba a los espectadores de los rayos
del sol. Practicadas en el espesor del muro había unas
pequeñas escaleras que conducían a la plataforma
superior, reservada a los encargados de la maniobra del velarium.
En la tela de esta gran carpa se diseñaban motivos
históricos y mitológicos muy cuidadosamente
utilizando finos materiales. La
magnificencia de algunos emperadores llego a que desde el
velarium cayera una lluvia de pétalos seguido de agua con finos
aromas, esto era llamado Sparsiones.
En el Coliseo, como en ningún otro edificio,
parecen haberse encarnado la grandeza y majestad del Imperio Romano
reflejadas en la imponente fachada exterior, en la grandiosa
gradería del ovalo interior que circuye la arena del
circo, hasta en las venerables ruinas que hoy exciten.
El Coliseo fue creado para dar a conocer magnificencia,
y ha logrado su objetivo muy
bien, pues fue un importante medio para que emperadores y
personalidades se ganaran el cariño, aprecio y respeto del
pueblo romano a cambio del
auspicio de una entretención algo morbosa y
sangrienta.
También nos muestra es una
obra que representa la manía edificadora de un pueblo que
lo que quería era que Roma fuera el centro del universo,
haciéndolo, en cierto modo, a través de gigantescas
y bellas creaciones arquitectónicas. El Anfiteatro Flavio
es una clara muestra de ello. Demostrando que los romanos eran
una cultura muy
vanidosa y con ansiedad de fama, ya que sus preocupación
era ser superiores a otras comunidades. Algo parecido,
quizás, al nazismo
más contemporáneo.
Este edificio también nos muestra que la
arquitectura romana se basa en un proceso de
síntesis. Hombres nutridos de tradiciones estéticas
y técnicas de Grecia
supieron resolver los problemas
inéditos que planteaba la nueva sociedad
organizada por el genio de Roma. Su imaginación, servida
del proceso
técnico, creo formas nuevas, en las que nunca dejaron de
integrar las formas helénicas tradicionales. La
posición que adoptan frente a la construcción del
Coliseo nos asombra por su acento moderno para la época,
pero la ejecución que se caracteriza ordinariamente por el
afán de decoración, demuestra que nunca tuvieron
conciencia de una
ruptura con el pasado. En este sentido, su ejemplo es para
nosotros, doblemente fructífero, pues demuestra que la
audacia no es incompatible con el respeto a la
tradición.
- "El Arte y el Hombre",
Huyghe René, Editorial Planeta. 1973, Barcelona –
España. - Enciclopedia del Arte "Summa
Artis", Tomo V "El arte romano", José Pijoán,
Editorial Espasa-Calpe S.A. 1934, Madrid – España. - "Historia del
Arte", Eugen Th. Rimli y Karl Fisher, Editorial Moreton.
1986, Bilbao – España. - "Historia
Universal del Arte", Gina Pishel, Editorial Noguer. 1967,
Barcelona – España. - "Arte Romano", Bianchi Ranuccio, Editorial Papillon.
1993, Milan – Italia. - Historia Universal del Arte, José Milicua,
Editorial Planeta. 1989, Madrid España. - Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana,
Tomo V y XIV. Editorial Espasa-Calpe. 1994, Madrid –
España. - Revista "En Viaje", Mayo 1951. reportaje: "Las
sangrientas arenas del Coliseo" por Esther Azocar. - Enciclopedia multimedia
Encarta 2000 - Información Internet
Autor:
José Mateluna Muñoz,
Estudiante chileno de la carrera de fotografía
profesional
Instituto Profesional Arcos.
El trabajo
incluía imágenes
que pueden ser solicitadas vía e-mail
mateluna[arroba]tutopia.com