Monografias.com > Lengua y Literatura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El uso correcto del castellano




Enviado por Héctor Estigarribia



    1. Las fallas idiomáticas
      más comunes
    2. Actividades
      evaluativas

    En esta exposición
    sistemática acerca de las técnicas de
    estudio se ha resumido intencionalmente este aparte por las
    siguientes razones:

    El tema del uso correcto del castellano es en
    sí mismo tan extenso y complejo que abarcaría
    muchas páginas llenas de reglas, alternativas,
    consideraciones, posibilidades, etc., lo cual resultaría
    una especie de tratado gramatical revuelto con otras cosas como
    estilo y ortografía. Un resultado de tal naturaleza,
    además brusco y rudimentario por falta de
    especialización del autor, sería antitécnico
    ya que no proporcionaría la ayuda que se pretende dar a
    los estudiantes universitarios.

    Toda la problemática del lenguaje
    está consignada en los libros
    especializados, libros que
    además son comunes y se hallan a disposición de
    todos en la mayor parte de las bibliotecas.

    Muchos de estos aspectos son conocidos ampliamente por
    los estudiantes, por lo menos en forma teórica. Los
    cursos de la
    primaria y del bachillerato siempre han hecho énfasis en
    el castellano, la
    ortografía, la literatura, el estilo, etc.,
    y por tanto, lo que puede hacer falta en una revisión
    rápida de estos aspectos teóricos (cuestión
    que puede hacerse recurriendo a la bibliografía
    especializada), y una puesta en práctica de tales aspectos
    haciéndolos más funcionales y más adecuados
    al estudio universitario y a la vida profesional.

    Y por último, porque en atención a la metodología moderna, lo que requiere el
    estudiante en estos casos es el descubrimiento de sus fallas y la
    orientación para buscar y aplicar las soluciones
    factibles, y no la simple enumeración de reglas y
    postulados que exigirían un esfuerzo desaforado de
    la memoria
    para pasar luego los resultados al archivo de los
    recuerdos poco prácticos.

    A partir de estas consideraciones iniciales se plantea
    con franqueza que no se trata de establecer las reglas
    mágicas para que un estudiante llegue a ser un "escritor
    perfecto" o un "orador perfecto". La perfección no es una
    característica humana, y quienes la
    persiguen con insistencia acaban por morir desesperados. Se trata
    sólo de buscar la manera técnica para utilizar bien
    los principales recursos del
    idioma y así poder expresar
    y comunicar nuestros pensamientos reduciendo al mínimo las
    ambigüedades y demás defectos.

    Con este propósito advertimos las principales
    fallas que tradicionalmente presenta la mayoría de los
    estudiantes universitarios en cuanto al tratamiento del idioma,
    para luego dirigir la mirada hacia las fuentes de
    posibles soluciones
    prácticas.

    LAS FALLAS
    IDIOMÁTICAS MÁS COMUNES

    Si consideramos el lenguaje
    como la posibilidad de expresar y comunicar nuestras ideas y
    conceptos, y en general todos nuestros hechos de conciencia, y si
    además nos damos cuenta que esa expresión y esa
    comunicación se llevan a cabo mediante la
    palabra hablada o escrita, tenemos ya los puntos fundamentales
    para descubrir nuestras fallas y acercarnos a la
    interpretación de lo que debe ser el castellano funcional
    para nosotros.

    "Saber escribir" y "saber hablar" son dos condiciones
    esenciales para un profesional. Muchos éxitos previstos y
    anhelados en la vida profesional se escaparán de nuestras
    manos si no logramos comunicarnos con eficiencia. Esto
    puede aplicarse también a la época de estudiantes
    en la cual hay que poner en práctica y a diario la
    comunicación efectiva, sobre todo cuando se trata de
    presentar exámenes, intervenir en discusiones y sustentar
    temas. El estudiante muchas veces falla en este tipo de labores,
    no propiamente por falta de conocimientos sino por fallas de
    expresión.

    Lo que le pasa al estudiante, es que adolece de una
    patología del lenguaje, o
    sea, de una especie de pérdida de la capacidad expresiva.
    Es posible que para algunos casos extremos no se trate de una
    pérdida sino tal vez de una ausencia congénita de
    los elementos de expresión; en todo caso, para unos y
    otros, el resultado es el mismo.

    En general, y de modo más concreto, lo
    que importa al estudiante es el lenguaje de
    redacción, ya sea para comunicarse por
    escrito a través de un sistema de
    símbolos convencionales debidamente organizados, o
    también para comunicarse de viva voz mediante la
    expresión oral. Ahora bien, lo que aquí se intenta
    es poner de manifiesto las fallas encontradas en ese lenguaje de
    redacción.

    Se ha hecho una exploración de tales fallas entre
    los estudiantes universitarios de los primeros y segundos
    cursos de la
    mayor parte de las carreras pro fesionales, y se ha logrado
    también una tipificación simple de las mismas para
    llegar a dividirlas en tres categorías. De esta manera se
    han determinado: a) fallas generales tanto en la expresión
    escrita como en la expresión oral; b) fallas propias de la
    expresión escrita; y c) fallas propias de las
    expresión oral.

    A continuación se relatan según la
    frecuencia en que se presentan.

    Fallas generales de la
    expresión

    Los cinco aspectos negativos siguientes son los
    más acentuados en los estudiantes universitarios de los
    primeros años, y podría decirse que son las causas
    de otros problemas que
    se relacionan más adelante.

    a) Fallas en la construcción gramatical, sobre todo
    por desconocimiento u olvido de la estructura
    de la oración y del orden lógico de sus partes,
    así como de los aspectos funcionales relativos a la
    coordinación, la subordinación y
    la concordancia.

    b) Pobreza en el vocabulario común y en
    el vocabulario técnico de redacción. No se
    distinguen los elementos formativos del léxico ni pueden
    manejarse con propiedad
    los sinónimos. Todo esto se agrava por cuanto no se
    tiene a disposición el vocabulario auxiliar de
    redacción.

    c) Mal uso de los términos, pues no se
    efectúa siempre la correcta relación entre los
    términos y los conceptos que aquellos representan. Esta
    falla es en parte, una consecuencia lógica e inmediata de la pobreza en
    el vocabulario.

    d) Distorsión de conceptos e ideas, es
    decir, falta de comunicación efectiva. Esto es
    consecuencia de todo lo anterior, aparte de que también
    puede tener causas directas en la falta de
    argumentación, o sea, en el desconocimiento de los temas
    que se tratan.

    e) Estilo rudimentario. Es difícil, por
    no decir imposible, filiar el estilo de los alumnos, ni cuando
    se les escucha ni cuando se les interpreta a través de
    escritos. Podría decirse que, según la
    ocasión y el momento psicológico lleno de
    alternativas, hablan o escriben forzadamente como si se tratara
    de una labor extraña, sin que queden mayores
    oportunidades para manifestar las propias actitudes
    personales.

    Aunque por regla general a una determinada manera y
    disposición de pensar corresponde una modalidad de
    escribir o de hablar que da el sello de pertenencia de quien
    escribe o habla, tal sello o estilo no se define en los
    estudiantes.

    Fallas específicas en la expresión
    escrita

    Esta clase de expresión tiene condiciones y
    exigencias relacionadas con el medio de comunicación
    específico que es la escritura,
    condiciones y exigencias que a menudo ni siquiera se tienen en
    cuenta provocando las fallas que se anotan a
    continuación.

    a) Fallas ortográficas, que obedecen
    más que todo a un descuido inveterado y a la poca o nula
    costumbre de hacer las debidas distinciones en la procedencia
    de los términos. Parece que, en general, en nuestro
    estudiante falla de continuo la técnica de la
    "ortografía al oído" y
    entonces se impone la necesidad de recurrir a las normas
    ortográficas, cuestión que tampoco se
    hace.

    b) Falta de claridad en la escritura. Son pocos
    los estudiantes que se preocupan por presentar en sus escritos
    una "buena letra", produciendo amontonamientos innecesarios,
    letras, silabas y palabras incompletas, mala partición
    de las palabras en sílabas, unión de palabras,
    etc., todo lo cual dificulta la
    comunicación y perjudica mucho al propio estudiante,
    sobre todo en la presentación de exámenes y
    pruebas
    escritas.

    c) Falta de orden general en los escritos, que
    está relacionada con algunas de las fallas anteriores,
    pero que sin duda se debe principalmente a deficiencia en la
    conceptualización y a la poca capacidad organizativa y
    distributiva. La ilación entre las partes de un escrito
    promueve definitivamente la comunicación. Muchos
    estudiantes parecen escribir tomando ideas y conceptos
    indiscriminadamente de una y otra parte del tema, sin
    importarles lo que es básico y lo que es derivado,
    auxiliar o explicativo. Tal situación produce
    confusiones en quienes tienen que leer esos
    escritos.

    Fallas específicas en la expresión
    oral

    El lenguaje de redacción hablado presenta otras
    exigencias, propias y diferentes de las de la expresión
    escrita. El lenguaje hablado es, o debe ser, más
    persuasivo, y por tanto ha de producir mayores y más
    intensos efectos que el lenguaje escrito, sobre todo porque
    está limitado por el tiempo de la
    exposición y porque va dirigido a un
    auditorio presente que por este sólo hecho crea una
    expectativa ante lo que va a oír. Las fallas de este tipo
    de expresión en el estudiante se resumen
    así:

    a) Fallas en la pronunciación. Algunos
    estudiantes presentan deficiencias en la vocalización
    hasta tal punto que en ocasiones queda la duda en quienes los
    escuchan. de si pronunciaron una u otra palabra, parecidas en
    la fonética pero diferentes en el significado. Esto,
    desde luego rebaja el poder de
    comunicación y hace que se pierda casi totalmente el
    único objetivo que
    se pretende al hacer una exposición oral.

    b) Nerviosismo manifiesto en las exposiciones en
    público,
    aun en las ocasiones en que el auditorio
    está compuesto por los mismos compañeros de
    curso.

    En parte y en algunos casos, este nerviosismo puede
    tener un origen psicológico, pero después de
    hacer algunas pruebas
    complementarias se ha encontrado que la principal causa es la
    falta de seguridad en
    el expositor. La inseguridad
    se debe casi con exclusividad a las fallas de conocimiento, por tanto, en estos casos gran
    parte de ese nerviosismo puede atribuirse a esta
    causa.

    c) Falta de expresión mímica,
    pues no se aprovechan debidamente esos poderosos auxiliares que
    son los gestos los ademanes y en general las actitudes
    que todo buen orador pone en práctica y con los cuales
    transmite gran parte de los sentimientos que desea
    comunicar.

    Cómo corregir estas fallas

    Una vez establecidas las principales y más
    frecuentes fallas que en mayor o menor grado se relacionan con el
    uso del lenguaje por parte del estudiante, se hacen las
    siguientes recomendaciones prácticas para tratar de
    corregirlas:

    a) tomar conciencia de
    tales fallas; b) recurrir a las fuentes
    proveedoras de soluciones, y c) estudiar lo pertinente en esas
    fuentes y poner en práctica todos esos aspectos hasta
    lograr escribir y hablar bien.

    Tomar conciencia de las fallas

    Está comprobado que en la mayoría de los
    estudiantes universitarios hay una inconsciencia acerca de estas
    deficiencias por más que todos hayan cursado gramática, lenguaje y estilo. Tal vez por
    el método
    memorístico y disfuncional con que se estudiaron tales
    materias no se previó la necesidad de poner en
    práctica esos conocimientos, y entonces vino el olvido y
    la persistencia de los errores.

    Pero para tomar conciencia en este caso no basta notar
    que generalmente hablamos y escribimos mal. Se requiere
    también visualizar las causas tratando de particularizar
    en cada una de esas fallas, y para ello debemos considerar una
    serie de relaciones como las que se exponen a
    continuación.

    a) Las fallas en la construcción gramatical a menudo son
    problemas de
    sintaxis, de orden lógico de la oración y de
    composición. Hay que aprender a reconocer la unidad de
    la oración y su estructura,
    las articulaciones del sujeto y del predicado y las
    oraciones simples y compuestas.

    b) La pobreza del
    vocabulario se debe más que todo a una deficiencia de
    lectura,
    pero también a la imposibilidad de establecer las
    normas técnicas
    de la lexicografía, que como parte de la metódica
    de la expresión ayuda con repertorios útiles.
    Dentro de estas técnicas
    está la de distinguir entre los léxicos
    necesarios, o sea, los que ayudan a encontrar la
    expresión verbal adecuada para una idea o concepto
    específicos, los léxicos complementarios, cuya
    misión
    es contribuir al perfeccionamiento del lenguaje habitual
    mediante la adición de circunstancias históricas,
    semánticas, de régimen y de
    interpretación, y los léxicos accesorios, que
    ayudan a la buena expresión técnica y
    científica y que por lo mismo se definen y relacionan
    con las diferentes artes y ciencias,
    llegando a constituirse en una especie de vocabularios
    técnicos especializados por áreas de conocimiento.

    c) El mal uso de los términos está
    íntimamente relacionado con la etimología de las
    palabras, es decir, con su explicación genética y estructural. Las palabras
    tienen "procedencia", conforman "familias", y en la mayor parte
    de los datos se
    configuran por elementos bien determinados, como los prefijos,
    las raíces y los sufijos, cuya presencia y
    ubicación en la palabra determinan su
    significado.

    d) La distorsión de los conceptos y las ideas
    es un problema de semántica (tratado de los
    significados), pero también tiene sus causas en las
    fallas etimológicas, y desde luego a ello también
    contribuye la falta de consistencia en los
    conocimientos.

    e) Los problemas del estilo son de fácil
    solución. El estilo es fácil de formar o de
    reconstruir puesto que es algo potencial en cada uno de
    nosotros. Se trata entonces de desarrollar esa potencialidad
    teniendo en cuenta ciertos aspectos favorables como las
    conocidas normas de la estilística moderna.
    Además, para la formación o reconstrucción
    del estilo existen otras ayudas también aprovechables
    por el estudiante, como las frases proverbiales que nos
    permiten adornar nuestras exposiciones con aspectos de
    ejemplaridad, los refranes y la contraposición de
    conceptos que generalmente exaltan el saber popular, y los
    modismos, que son maneras particulares de expresión en
    una lengua.

    Otro aspecto importante a tener en cuenta en la
    formación del estilo lo constituyen las diversas
    modalidades en que éste puede darse y las circunstancias
    más adecuadas para poner en práctica cada una de
    tales modalidades. Es bueno saber en qué consisten y
    cuándo deben usarse: el estilo común, el estilo
    técnico, el estilo analítico, el estilo
    sintético, etc.

    f) Los errores de ortografía son causados por
    el desconocimiento general de la gramática, por falta de léxico,
    por deficiencias semánticas y etimológicas, y por
    el desconocimiento de las reglas ortográficas más
    simples. Así pues, estos errores aparecen en
    último término como la consecuencia de muchas
    fallas, por tanto, a medida que vayamos adquiriendo destreza en
    aquellos aspectos nuestra ortografía mejorará
    ostensiblemente.

    g) La falta de claridad en la escritura y
    el desorden general en los escritos, obedecen al hecho de no
    reflexionar acerca de las condiciones externas de lo que
    pretendemos escribir, y a un consecuente y morboso
    apresuramiento al escribir, muchas veces
    injustificado.

    En realidad, no importa la belleza ni el tipo de la
    letra. Lo que interesa es que sea legible para las demás
    personas y que esté condicionada a las normas más
    o menos estandarizadas que permiten a cualquier persona
    interpretar los símbolos de la escritura
    corriente.

    Además, el desorden general en lo que se
    escribe denota una falta de madurez intelectual en quien
    escribe (o en quien habla), y una falta de organización conceptual, lo cual
    corresponde al grado de conocimiento que se posea.

    h) Las fallas en la pronunciación, como se
    anotó antes, pueden ser de orden fisiológico. El
    lenguaje es también un proceso
    fisiológico para el cual se requiere el normal
    funcionamiento de los órganos de la fonación.
    Pero a menos que se tenga una deficiencia en tales
    órganos, las fallas en la pronunciación se deben
    a otros aspectos, como pequeños y transitorios traumas
    psíquicos, nerviosismo y otras circunstancias similares
    que por lo regular son corregibles.

    i) El nerviosismo también puede ser de origen
    sicótico, aunque a menudo se debe a la falta de dominio y de
    control del
    tema que se expone y, por consiguiente, es fácil
    encontrar la solución.

    j) Por último, la falta de expresión
    mímica puede deberse al carácter
    introvertido de algunas personas y al desconocimiento de normas
    simples al respecto.

    Lo primero es difícil de solucionar, aunque no
    imposible, en tanto que lo segundo es una falta de adiestramiento solucionable si se le destina
    tiempo y
    energías.

    Las fuentes proveedoras de
    soluciones

    Para concluir este tema, nos remitimos a las fuentes que
    pueden ilustrar e informar sobre los principales asuntos tratados
    aquí. En principio se citan algunos textos de estudio
    disponibles y de consulta general, y luego se hace referencia a
    las obras que por su especialidad y sus formas didácticas
    son las más útiles para casos concretos.

    Entre las primeras pueden mencionarse las
    siguientes:

    La gramática castellana. Primero y segundo curso,
    de Amado Alonso y Pedro Henrlquez Ureña.

    El alma de la palabras. Diseño
    de semántica general, cuyo autor es el Padre Félix
    Restrepo. S.J.

    La ortografía en América, del mismo autor que
    escribió la obra anterior.

    Lecciones de pronunciación, de Luis
    Flórez.

    La lengua
    española, del mismo autor anterior y

    Temas de Castellano, también de Luis
    Flórez.

    Entre las obras que merecen mayor consideración
    de nuestra parte están las siguientes:

    En primer lugar, y en referencia a la mayor parte de los
    temas expuestos:

    Alonso, Martín,

    Ciencia del lenguaje y del estilo, 7a. edición,
    Aguilar, 5. A., Madrid, 1966.

    Esta obra en un mismo volumen se
    distribuye en tres libros: teórico, sinóptico y
    práctico.

    El libro
    teórico se refiere a la metodología del lenguaje, al vocabulario, a
    los léxicos y a los postulados de la estilística
    moderna.

    El libro
    sinóptico lo constituye una serie de claves, como el mismo
    autor las denomina, para la consulta fácil y rápida
    en asuntos de etimología, morfología, expresión literaria y
    asuntos complementarios. Este segundo libro puede ser una fuente
    permanente de consulta para el estudiante.

    El libro práctico es igualmente importante y vale
    la pena dedicar un tiempo para seguirlo con detenimiento, pues se
    desarrolla a través de ejercicios que son muy
    productivos.

    Otras dos obras de mucha importancia para cualquiera que
    desee aprender con propiedad el
    manejo del idioma son:

    Bello, Andrés,

    Gramática de la lengua castellana, y Cuervo,
    EnVino José, Notas a la gramática de la lengua
    castellana, de Axarés Bello.

    La edición tradicional de estas dos obras las
    presentan en un solo volumen. Una de
    las más conocidas tiene como referencia: Buenos Aires,
    Ediciones Anaconda, 1945. Desde luego que para estas obras, que
    son verdaderos clásicos de la lengua, no importan el
    año ni el número de la edición, ni si se
    presentan en un solo volumen o en dos. Lo más importante
    es saber que éstas han sido la fuentes principales que han
    informado a la mayoría de los demás autores y
    tratadistas, y que por tanto están respaldadas por la
    más alta idoneidad.

    En cuanto hace referencia al estilo, lo más
    recomendable es la lectura
    continua de buenos libros, de obras famosas clásicas y
    modernas, además de la práctica constante y de la
    autocrítica. Aunque la principal dificultad es la falta de
    tiempo, son recomendables obras de conjunto como la que referimos
    a continuación:

    Nueda, Luis, Mil libros. Recuerdos
    bibliográficos, 5a. edición, Aguilar, Madrid,
    1956.

    "Reseñas claras y fieles del contenido de
    más de un millar de volúmenes de ciencia,
    filosofía, religión, literatura, etc.",
    y

    "Las doctrinas e hipótesis más trascendentales de
    diversas materias: los pensamientos más bellos y profundos
    de los hombres más eminentes de todos los
    tiempos".

    Estas dos notas bastan por sí solas para ameritar
    y recomendar el libro sí se desean los efectos propuestos
    alrededor del estilo, y para remitirnos a un arsenal de
    conocimientos generales muy útiles en cualquier
    profesión o carrera.

    Una obra de consulta que dará magníficos
    resultados a quienes la usen es la Enciclopedia del idioma, de
    Martín Alonso, obra que se presenta en tres
    volúmenes y que es un verdadero complemento para los
    libros que se han citado antes,

    Por ultimo, se recomienda también el uso de un
    buen diccionario de
    la lengua española. Un diccionario
    propio ofrece un sinnúmero de ventajas, especialmente
    cuando se trata de resolver dudas ortográficas y problemas
    de significado, por ello debe permanecer siempre en mesa o
    escritorio de trabajo.

    Dejamos hasta aquí la cita de obras y autores
    convenientes para el estudio y la comprensión del idioma
    castellano. Resta ahora recomendar una vez más la lectura de
    estas fuentes, y la constante aplicación práctica
    de las normas que se aprendan.

    ACTIVIDADES
    EVALUATIVAS

    1. ¿En qué consiste y para qué
    sirve el uso correcto del castellano como técnica de
    estudio?

    2. ¿Cuáles procedimientos
    deben seguirse para superar las fallas
    idiomáticas?

      

    Héctor Estigarribia

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter