Niños de la calle
Indice:
Definición
Contexto Actual De La Infancia Pobre
Problemas De Los Chicos De La Calle
Recorrido Histórico
Conformación De La Subjetividad En
Condiciones De Extrema Pobreza
¿Qué Pasa Con La Identidad Del
Niño?
Conclusión
La definición más comúnmente usada
proviene de UNICEF y distingue dos grupos:
–Niños en la calle: son aquellos que pasan
la mayor parte del tiempo en la
calle, pero que tienen algún tipo de soporto familiar y
vuelven a su casa por la noche.
–Niños de la calle: pasan el día y
la noche en la calle y están funcionalmente sin soporte
familiar.
Contexto
actual de la infancia
pobre
Las estadísticas de las Naciones Unidas
dicen que América
Latina los niños de la
calle sus edades oscilan entre 8 y los 17 años. Las
niñas constituyen aproximadamente un 10 y 15%, ya que
tienen más posibilidades de elaborar estrategias
alternativas(cuidados de hermanos menores, trabajo
doméstico, prostitución.)
La pobreza en
América
Latina produce muerte,
enfermedades
evitables, causadas por las falencias, ausencia de sistemas
sanitarios y educativos, el abandono y la falta de
hogar.
Es sabido que la pobreza y el
desempleo de
los adultos es fuente de desesperanza, complicando las relaciones
entre padres e hijos y creando situaciones límite en la
configuración familiar. Se intenta responsabilizar a los
padres sin conciencia, pero
si existe esa calidad de
padres, por lo general soportan la misma marginación que
sus hijos. Dice acerca de esto el padre Cajade: "La realidad
de los chicos en riesgo es
consecuencias de problemáticas que empiezan en sus
familias. Cuando decís que a los chicos de Argentina les
faltan sus derechos, estas diciendo que
le están faltando los derechos a los padres de los chicos.
En la medida que aumenta la franja de exclusión de los
padres esto se reproduce sobre la niñez."(Diario Hoy,
25/4/99)
Aún cuando la problemática de los niños
de la calle aparece ante la sociedad como un
hecho crítico en aumento, su cuantificación resulta
dificultosa. Ello se debe a que los mismos niños en
general deambulan de un lado al otro de la ciudad y al hecho de
que gran cantidad de niños van al centro de las ciudades
en calidad de trabajadores, solos o con sus progenitores,
distorsionando la evaluación
de su situación.
" La idea de mafias del sexo o de la
droga, que
manejan algunos grupos de chicos, niega la situación
estructural que los arroja a los lugares vacíos de la
ciudad. Quedan a merced de la calle y sus dueños, desde la
policía hasta de los aprovechadores de su infancia y su
soledad" (Reprtto, Carlos. Medico psiquiatra y Prof. de la
UBA, Clarín 2/8/98)
A partir de datos obtenidos
por UNICEF, tomados de informantes clave, en el año 1991,
se puede estimar en todo el país que habría
alrededor 24.000 niños que trabajan en las calles y 6.000
niños que viven en la calle, es decir sin vínculos
familiares o con vínculos débiles. La gran
mayoría (80%) son varones y su distribución etárea es la siguiente:
15% son menores de 8 años de edad, 50% tienen entre 8 a 14
años y 35% entre 15 y 18.
Un elevado número de estos niños y
adolescentes
ya ha pasado por algún nivel de judicialización,
presentando algunos un ciclo
policía-juzgado-instituto-calle, proceso que
los va deteriorando aún más.
En la opinión del Director de Minoridad del
Arzobispado, Jorge Herrera Gallo, el chico de la calle es alguien
que más que vivir sobrevive. "En la calle el chico
aprende a sobrevivir cada día que pasa, por lo cual
tendrá que aprender el lenguaje,
las conductas y las reglas de las "ranchadas" que son los lugares
donde se juntan los chicos."(Clarín,
2/8/98)
Según estimaciones realizadas por INDEC/CELADE,
la tasa de actividad de los niños entre 10 y 14
años pasó de 8% en 1960 a 6,6% en 1980. En este
último año, las tasas de los varones (8,3%) y del
área rural (11,8%) fueron las más altas.
En cuanto a la situación de las niñas, su
inserción laboral tiende a
ser subestimada ya que las que están a cargo de las tareas
domésticas, no son consideradas como trabajadoras ni
están remuneradas, lo que dificulta su
relevamiento.
Una investigación realizada en 1987,
utilizó un cuestionario
con preguntas adicionales a las habituales con el objetivo de
mejorar la captación de la extensión del trabajo
infantil (6 a 14 años). Al mismo tiempo,
permitió conocer algunas relaciones del trabajo infantil.
Aquí también se confirmó que la tasa de
actividad de los pobres (3,6%) es superior a la de los no-pobres
(1,5%). Asimismo, la actividad laboral aumenta con la edad y la
pobreza: mientras 6,8% de los niños pobres de 11-14
años trabajan, ese porcentaje desciende a 1,2% entre los
niños pobres de 6 a 10 años. Por otro lado, los
resultados indicaron que los niños trabajadores pobres
realizan sus actividades laborales fundamentalmente como cuenta
propia o empleado doméstico, y a medida que disminuye el
nivel de pobreza, predominan las actividades de "ayuda familiar"
o asalariadas. O sea, los niños de familias más
pobres realizan los trabajos más marginales.
El lugar marginal y la poca solución que les da
la sociedad les permite(o les obliga) a elaborar estrategias de
urgencia que les proporcionan algún recurso
económico(limpieza de parabrisas, venta de
estampitas, robo) A las cuales el imaginario social1
llama trabajo infantil, pero que en realidad no pueden llamarse
trabajo, ya que son solo actividades destinadas a la
supervivencia.
Hoy podemos pensar a estos niños de la calle como
un excluido más del mercado.
La consistencia imaginaria de la infancia(niñez
como inocencia, fragilidad y docilidad) concebida en el mundo
burgués persiste hoy, y por lo tanto hay un desacople
entre este discurso y lo
que ocurre en la realidad, ya que ha habido un cambio
histórico, ya sea desde los modelos de
acumulación, como en el mundo del trabajo, la
heterogeneidad de la pobreza, la vida cotidiana, etc.
La autora Cristina Corea plantea, que los niños
pobres, la marginalidad en
que están subsumidos, los chicos de la calle, y las
situaciones violentas que ellos mismos protagonizan son un
síntoma del agotamiento de las instituciones
que forjaron la infancia, la escuela, la familia, el
juzgado de menores, las instituciones de asistencia a la familia, por lo
cual estas ya no producen su objeto: la infancia.
Los chicos en y de la calle son un síntoma social
principalmente de la falta de trabajo que ha pasado a ser en la
sociedad actual un bien escaso y precario.
Históricamente, los chicos que trabajaban cuando
el trabajo
requería tomar a todos los adultos era mal visto(ya que
está condición de trabajador estaba reservada al
mundo adulto, el cual tenía acceso al trabajo); hoy,
podría pensarse que el trabajo de los niños es un
mal menor dentro de todos los problemas que
enfrentan los chicos de la calle.
El trabajo hoy a pesar de todo sigue estructurando la
vida cotidiana, ya sea económicamente,
simbólicamente y como estructurador de
subjetividades.
PROBLEMAS
DE LOS CHICOS DE LA CALLE
Salud física: los
traumatismos y algunas infecciones(parasitosis), son más
las más comunes entre los chicos de la calle. El 80% usa
droga regularmente, las más frecuentes usadas son los
adhesivos de contacto(tipo poxiran) muchas veces para matar el
hambre, iniciándolos así en la droga, siguiendo en
frecuencia la cocaina y la marihuana. La
actividad sexual comienza a edades tempranas, los embarazos en
adolescentes son muy frecuentes.
Salud Mental: Los niños realizan actividades
intermitentes. Lavar o cuidar autos, venta
ambulante, pedir limosna, robar o caen la prostitución.
Algunos forman bandas que presentan una estructura de
tipo jerárquico, pero la mayoría forman grupos
menos estables y con roles menos definidos, y consecuentemente
más adaptables a los problemas de la calle.
Muchos son correos para pequeñas dosis de
drogas, que
son pagadas con un sándwich y la cuota de pegamento o
marihuana.
En América Latina, el periodismo,
policía, justicia,
negocios y la
sociedad en general, consideran a los niños de la calle
como un grupo
irredimibles de delincuentes, que representan una amenaza
moral para la
sociedad civilizada(por ejemplo en Brasil la
conformación de escuadrones de la muerte para
el exterminio de estos niños. El Movimiento
Nacional de niños de la calle en Brasil encontró
457 asesinatos de niños entre marzo y agosto de
1989.)
El gobierno toma
como única solución a este problema el encarcelar a
los niños de la calle.
Tanto el gobierno como el periodismo y la sociedad
entera debería tomar conciencia del valor de estos
niños y la contribución que cada uno pueda hacer
para resolver la situación.
Frecuentemente los niños callejeros viven
momentos en los que desean dejar la vida en la calle. Sin
embargo, el arraigo que tienen a la vida en la calle es muy
fuerte y les ha generado un deterioro físico y emocional
que no les permite proyectarse a futuro y tomar la
decisión de modificar su vida. Si llegan a tomar esta
decisión en un momento de crisis, es muy
poco probable que logren mantenerse fuera de la calle por
más que unas cuantas semanas o meses. Esto se manifiesta
claramente en la itinerancia de los niños callejeros a
través de diversas instituciones sin lograr establecerse
en ninguna de ellas.
Algunos funcionarios públicos piensan en
una propuesta que ahora parece tener eco entre ciertos
legisladores: llevarse por la fuerza a los
niños que viven en la calle a los centros de atención en los que deben de permanecer de
manera obligatoria.
Esta visión parte del supuesto de que los
niños, por su deterioro y grado de adicción no
pueden tomar decisiones y es necesario "pensar por ellos". Dentro
de esta lógica,
la única manera de iniciar un proceso educativo con estos
niños es obligándolos a desintoxicarse y alejarse
de su ambiente
callejero. Las estrategias más comunes para tratar con
niños pobres y de la calle son:
- Concebir al niño como un enfermo e incapaz,
por lo que desconocen toda capacidad de reflexión y
acción de éste y enfatizan únicamente su
"anomalía". Lo grave es que no se determinan los
criterios de evaluación y procedimiento
para determinar tal incapacidad. - No hacer distinciones entre los niños y los
problemas específicos que presentan, asumiendo que todos
requieren del mismo tipo de intervención. Esto lleva a
criterios poco claros que permitan definir cual tipo de
alternativa puede ser la más adecuada para determinados
niños y bajo que circunstancias (casa hogar, albergue,
psiquiátrico, familia sustituta, su propia familia,
etc.) - Tender a "criminalizar" o "penalizar" la vida en la
calle. - Situar al niño como materia
"dañada" y al adulto redentor como poseedor de la
salud y
bienestar. Esta situación genera graves estragos en el
autoestima
del niño, dejándolo en una situación de
dependencia. - Normalmente el niño aprende rápidamente
a "decir lo que el adulto quiere escuchar" para obtener la
posibilidad de escapar. - Colocan el problema "dentro del niño" sin
tomar en cuenta los diversos factores externos que
influyen. - Construyen un "mundo falso" para el niño
dentro de la institución, sin brindarle la oportunidad
de relacionarse con su entorno. - Al ubicar el problema únicamente como interno
presupone dos posibilidades: el niño deja la
institución y se encuentra inhabilitado para
desarrollarse adecuadamente o bien, el niño requiere de
una institucionalización indefinida. - Califican de nocivo la totalidad del ambiente del
niño: familia, comunidad, etc.
por lo que busca alejarlo y desvincularlo de él. En
otros casos no existen elementos que permitan supervisar y
garantizar la construcción de una vida fuera de la
institución y el vínculo con su
familia.
Al centrar la definición de los chicos callejeros
a sus dimensiones básicamente individuales olvida entre
otras cosas:
- La historia personal de
niño (lo que incluye además su tránsito
por las instituciones). - Sus redes subjetivas
(contactos interpersonales con su contexto) - El acceso a las substancias: uso, abuso y utilidad. Los
abusos físicos, sexuales y emocionales sufridos y
cometidos. - Características de relación con su
grupo (roles, funciones,
valores,
códigos, etc.) Fuerte sentido de pertenencia con un
grupo callejero. - Que a una misma zona siguen llegando nuevos
niños que se integran a este sistema
callejero
Para caracterizar el tipo de población al que se dirigen los diferentes
programas
públicos o privados (y aún en las comunidades
terapéuticas), se exige un diagnóstico previo que tome en cuenta de
manera profunda y detallada todas las particularidades necesarias
que nos permitan precisar y comprender el terreno de
intervención y sus modalidades.
Lo anterior implica reconocer aspectos como el
grado de arraigo de los niños con la calle o el tipo de
relación que guardan con sus familias de origen, entre
otras cosas.
RECORRIDO
HISTÓRICO
Explicación del desarrollo
histórico de las instituciones dedicadas a controlar la
niñez en la Argentina y como eran considerados los menores
durante el siglo XIX y principios del
XX. Cárcel, manicomio, reformatorio, y orfanato
surgieron como instrumentos equivalente de control social
reales y simbólicos, para reproducir un orden autoritario.
Así fueron a la cárcel no solo los delincuentes,
sino los que pensaban distinto, tanto como el orfanato se
erigió en destino de los niños sin familia o de los
repudiados por ella. Con esto ser malo, ser huérfano se
tornaron equivalentes y asimilables como en un continuo a ser
loco o delincuente. Es decir fuente de peligro.
Como se consideraba al niño pobre:
Durante el siglo XIX y hasta 1899, el menor era
considerado un enfermo más susceptible de curación
que de castigo, y el menor absuelto por habérselo
declarado incapaz de imputabilidad (según lo
establecía el Código
Penal),- no debla ser abandonado si no instituido. Suprimida la
idea del castigo, la reforma de los menores debía estar a
cargo de la comunidad.
Se consideraba que la falta de educación tanto de
los menores como de sus padres, el deseo de lucro,
el vicio, el abandono, la falta de moralidad, el
vagabundeo y la mendicidad fueron consideradas causas de la
criminalidad, y por ende, un peligro para la sociedad frente a
las cuales la única era la educación, la
instrucción, el trabajo y la disciplina.
En 1916 se presentó un proyecto de
código de menores, en el cual se establecía que el
juzgado de menores con competencia
podían privar de la patria
potestad, acusar de abandono material o moral del menor u
otras circunstancias que constituyan un peligro mas o menos
permanente para su salud o moral.
Todas las instituciones del nuevo derecho penal
debían ser creadas con el fin de educar, de ahí,
que no solo debiera atender la ley al menor
delincuente, si no también al abandonado, al vago, etc,
porque no se veía en todos ellos más que un futuro
delincuente adulto.
En 1950 y durante toda la década del sesenta
comienza un proceso de institucionalización y
sociologización del problema del menor, sin ningún
tipo de modificaciones a nivel jurídico. En estas
décadas se sigue manteniendo una ideología y práctica
represivo-asistencialista. Se ve al menor como objeto de
derecho.
En las décadas de los setenta y ochenta se
produce todo un crecimiento y consolidación con respecto a
la figura del menor, el mismo pasa a ser de objeto a sujeto de
derecho. Se intentó superar el nivel de la cultura
jurídica de la ideología
asistencialista.
Instituciones que se ocuparon de la niñez en
"abandono" o pobre:
En el año 1779 se crea la Casa de Niños
Expósitos para recoger y educar a los niños
abandonados.
En 1870 la Sociedad de Beneficencia creó un Asilo
de Corrección para las mujeres jóvenes y adultas y
por causa de la fiebre amarilla en el año 1871 f
fundó el Asilo para Huérfanas.
Los Asilos creados hasta el momento, estaban a
cargo de los Defensores de Menores, quiénes se ocupaban
del juicio sucesorio y de los bienes de
éstos. Transcurridos dos años, la Sociedad de
Beneficencia se hizo cargo de los Asilos.
Se decidió crear en el año 1905 "La
Colonia de Marcos Paz", para menores condenados, habituales y
abandonados. Este era el único Reformatorio que
poseía el Gobierno Nacional. El reglamento que
dictó el poder Ejecutivo, para la misma,
tenía por objetivo la educación e
instrucción de los menores, con el propósito de
educarlos moral y físicamente.
En 1913 se creó el "Departamento de Menores
Abandonados y Encausados", el fin del mismo era proveer a la
mejor instalación de los menores encausados y abandonados
que se alojaban en condiciones perjudiciales para su salud en el
departamento de Policía.
En 1918 el Departamento fue suprimido y los menores
fueron enviados al Instituto Tutelar de Menores, éste
estaba dividido en dos sectores-. por un lado, el legal para
menores encausados, y por el otro lado, tutelar. Los menores bajo
tutela eran los abandonados por sus padres o aquellos cuyos
padres certificaran que les era imposible su
educación.
El Asilo Correccional de Mujeres de la Capital o
Cárcel Correccional de Mujeres, estaba dividido en dos
departamentos: el primero era para mujeres y menores presas, y el
segundo, para menores encausadas por los defensores. El
establecimiento estaba a cargo de las religiosas de la Caridad
del Buen Pastor.
De acuerdo con la ley Orgánica 1893, se
estableció que los Defensores de Menores debían ser
argentinos, mayores de 50 años y con las siguientes
atribuciones: como cuidar de los menores huérfanos y
abandonados por los padres, tutores o encargados, en caso de
bienes, tomar las medidas necesarias para su seguridad y para
proveer la de los tutores; atender las quejas por malos tratos a
los menores, dadas por los padres, parientes o encargados y dar
cuenta a los asesores letrados para que elevaren las quejas a los
jueces o tomaran por si medidas para evitar tales hechos;
etc.
Por su parte Roberto Bullich, coautor de un proyecto de
código del niño, estableció que era
necesario implementar nuevos métodos y
que en vez de reprimir que se establezca la tutela del estado por
medio de los jueces, que se individualicen los procedimientos y
se adopten medidas convenientes ya que los menores son pocas
veces anormales y si lo son puedan reformarse, esos jueces
utilizarán en vez de penas, medidas de seguridad, para
hacer del menor un ciudadano útil.
Según la ley orgánica de los tribunales de
la Capital la guarda y la protección oficial de los
menores estaría a cargo de los defensores y asesores
letrados, coincidiéndoseles a los primeros amplia
facultades para proteger a los menores y también se les
concedan atribuciones para imponer penas de reclusión
correccional a menores que tuvieran mala conducta.
En 1918 el Presidente Irigoyen dictó un decreto
por el cual se otorgó al Consejo General de la Sociedad de
Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul el
Patronato de los Menores Varones de la Colonia de Marcos Paz y
del Instituto Tutelar de Menores, con atribuciones para visitar
periódicamente los establecimientos citados; para
gestionar la admisión en instituciones particulares de
menores huérfanos y abandonados que no pudieran ser
alojados en los oficiales; etc. .
En el mismo año se establece que las causales de
la privación de la patria potestad para los padres de los
menores de 18 años, en casos de delitos cometidos
contra sus hijos, o cuando fuesen delincuentes profesionales o
peligrosos o de ebrios, o en los casos en que se maltrate al
menor, o cuando el menor se encontrara moral o materialmente
abandonados(esto incluye también estar en la calle). En
los casos en que se privare de la patria potestad al padre, los
jueces se la otorgaban a la madre, ya que la misma en esa
época no gozaba de la titularidad como del ejercicio de la
patria potestad, o nombrarle un tutor o confiar el menor a la
tutela del Estado, ejercida por medio de los
defensores.
Con la tutela estatal se establece la disposición
definitiva del menor, después de la absolución o
del sobreseimiento o de la resolución definitiva respecto
de un delito en que
hubiese sido víctima, por tiempo indeterminado y hasta la
mayoría de edad, en caso de abandono material o moral,
agregándose aquí el supuesto de "peligro moral". Se
define a éstas situaciones como la incitación al
menor a la realización de actos perjudiciales para su
salud física o moral.
También en esta época se autorizaba al
Poder
Ejecutivo a invertir una suma para construir una escuela para
la detención preventiva de menores y un reformatorio para
menores delincuentes a de mala conducta.
El niño diferenciado del adulto; tomando fuerza
la infancia como categoría psicológica se
desarrolla a partir del siglo XVIII. Este reconocimiento
está ligado a la instauración de la familia
moderna, basada en el amor
conyugal, reconocimiento de roles parentales y filiales, el
instinto materno, derechos sucesorios como garantía de
transmisión de los bienes y en la preocupación por
la salud y educación de sus miembros.
Como es considerado, hoy el niño, y como
funcionan las instituciones de la sociedad entorno a
él:
En la Argentina tanto la Ley Nacional que regula la
protección a la infancia por parte del Estado(10.903) como
el régimen penal de menores son instrumentos
jurídicos se encuentran en una contradicción con la
Convención de los Derechos del
Niño y la Normativa Internacional. Si bien la
Convención de loa Derechos del Niño es ley nacional
desde 1990 y desde agosto de 1994 tiene rango constitucional,
aún no se han realizado ningún tipo de
modificaciones con respecto a las leyes de fondo
por lo que el poder judicial se
sigue rigiendo con las leyes anteriores.
Con respecto a lo anterior, la mayoría de las
provincias tiene su propia ley de protección pero siempre
siguiendo los parámetros de la ley nacional, y sus
organismos administrativos depende del ejecutivo provincial
(direcciones de Minoridad y Familia), las mismas funcionan como
brazo ejecutor de las decisiones de la Justicia. Pero cabe
destacar que la instancia nacional es el Consejo Nacional del
Menor y la Familia, el problema que se presenta con respecto a
esto es, que el mismo al reducir sus competencias al
ámbito de la Capital Federal no establece una coordinación de políticas
a nivel federal.
Los modelos de atención que se llevan adelante en
todo el país revela que los programas y proyectos de
acción social destinados a las familias, los niños
y las niñas, y los adolescentes responden a demandas
puntuales a través de dos variantes, la asistencia
directa, en forma de comida, ropa, medicamentos u otros bienes de
sobrevivencia, distribuida tanto por los estados como por
organizaciones
no gubernamentales de caridad; y la otra variante es la
atención institucional, la misma se construyó en la
oferta
gubernamental y no gubernamental de "protección" a la
infancia en extrema pobreza.
En lo que respecta al tema institucional, creo necesario
establecer una diferencia, ya que el sistema penal para mayores
no es el mismo en el caso de los niños, dado que la
entrada al sistema no sólo se da cuando éstos son
autores de delitos, sino que también por temas
'asistenciales" o 'tutelares', es decir que muchas veces los
chicos que están en o de la calle, o ejerciendo
algún tipo de trabajo son un blanco para institucionalizar
en nombre de esta doctrina.
Conformación de la subjetividad en
condiciones de extrema pobreza
El ser humano debe tener alguna estructura capaz de
contenerlo y sostenerlo hasta que este entre en su edad
productiva(adulto) lo cual la mayoría de las veces esto es
llevado a cabo por la familia, la escuela, la medicina, la
caridad, el sistema jurídico y el aparato estatal. Estas
instituciones permiten así producir las subjetividades del
niño. Pero como dije anteriormente los chicos de la calle
y en extrema pobreza, se les dificulta el paso por dichos
lugares(exceptuando el sistema jurídico), por lo cual su
subjetividad construida a partir del OTRO, se realizara a partir
de la calle y los institutos de menores, alejándolo de la
familia de su comunidad, sin tener acceso al sistema educativo ni
sanitario.
Los discursos
familiares, el trabajo y otras prácticas sociales que
otorgan sentido al hacer humano y conforman la subjetividad
tomando a la misma como la definen, Gima,J.M y Le Fur,A. : "la
subjetividad como el conjunto de efectos, variables
histórica y situacionalmente de discursos socialmente
instituidos que ofrecen modelos identificatorios o tipos ideales,
a través de los cuales los sujetos se perciben a si mismos
según las representaciones que les otorgan esos
dispositivos. Es ésta la instancia imaginaria del
psiquismo(pág 37)." Una vez internalizados los
discursos como subjetividad, son percibidos por el imaginario del
sujeto como su SER.
Cuando el niño nace es prematuro y exige que unos
brazos(otro humano) lo reciban, le den una palabra y lo
reconozcan. El sujeto necesita determinadas condiciones para ser.
Lo histórico social va a conformar la subjetividad del
niño. Para que el individuo venga al mundo y se conforme
como sujeto debe venir a un lugar preestablecido(ya sea amor u odio)
sino, no puede advenir como sujeto. Es lo que Piera Auglanier
denomina la "sombra hablada", es decir un conjunto de
significaciones dichas, anhelos, rechazos que van conformando
este lugar(soliloquio a dos voces entre madre e hijo) que
establecerá el lugar previo a la ocupación real del
mundo.
Para la conformación de la subjetividad es
necesaria la función
materna, que dará el conjunto de cuidados necesarios que
el niño requiere en el periodo de prematuración. Es
la portavoz de la cultura. Este niño no es consciente de
los limites del mundo que le es ajeno, donde termina o empieza su
cuerpo. Hay un préstamo de la madre de su aparato
psíquico(del infans-sin palabra) que requiere del otro
para que lo interprete(signifique) sus necesidades. Si nadie dice
nada de él no tiene como construir su campo
simbólico.
La autora citada sitúa esto en un proceso
originario(1-4 meses) donde es el origen del advenimiento del yo,
donde no hay discriminación entre objeto y sujeto. Este
está seguido por un proceso primario donde ya pueden
elaborar representaciones en ausencia del objeto. Los primeros
rudimentos de la representación especular posibilitando la
discriminación frente al espejo, que tiene que ver con
algo que está fuera de mi que me posibilita pensar: "ese
soy yo". La presencia del otro me devuelve una imagen que me
confirma o no la representación que yo tengo de mi
mismo(triangulación especular, la mirada del otro) Por
último el proceso secundario permitirá una nueva
identificación idéica, el niño ya ingresa al
mundo simbólico gracias al otro que se lo posibilita,
realiza un proceso de apropiación del leguaje, de la
cultura. Esto hace que pueda fijar el afecto en términos
de libertad a los
sentimientos(registro
conciente del afecto) Se establece un contrato
narcisista entre el niño y el otro, hay una
aceptación del niño(enfans) que ha resignado algo
de su narcisismo para someterse al mundo simbólico. Ha
aceptado el lenguaje de la
cultura como propio. Es decir que la sociedad me ofrece
pertenencia a un lugar de la misma. Este niño ya
estará en condiciones de vivir en autonomía del
otro.
Aulagnier sitúa al lenguaje como una violencia
necesaria, ya que el mismo hace a las cosas, este poder de
denominación de ponerle nombre a las cosas tiene un
sentido preformador de la realidad(lo construye, le da un nombre)
También el lenguaje es causa del sujeto, no es posible
pensar al mismo sin lenguaje(sin cultura), todo deseo necesita
articulación con la palabra(así también
ocurre con el deseo materno)
Este breve desarrollo teórico es para dar cuenta
de la importancia del OTRO en la conformación de la
subjetividad, identidad, y
el psiquismo. Para así poder pensar las dificultades a las
que se ven expuestas los chicos de la calle, muchas veces
abandonados desde edades tempranas, alejados de sus
familias(institucionalizados), sin la posibilidad de que este
OTRO ejerza óptimamente la función materna, paterna
y familiar, haciendo que su subjetividad se vaya conformado, a
los tropezones en el ambiente callejero, sin una comunicación, ni uso del lenguaje
fluido(muchos de estos niños presentan problemas de
lenguaje, vocabulario, expresión), sin un apoyo constate
de aquel otro que lo signifique como sujeto e interprete sus
necesidades. La calle o una institución cerrada no son los
ámbitos propicios para este desarrollo. Si construir un
vínculo madre-hijo, que posibilita el acceso al mundo
humano, no es algo espontáneo, ni instintivo, cabe
preguntarse como ha de gestarse un vínculo con el chico de
la calle, en cuanto su historia (signada por la miseria) le
permita difícilmente articular un vinculo madre-hijo,
niño-adulto para proyectarse en la vida.
¿Qué pasa con la identidad del
niño?
Desde esta perspectiva, la vida en la calle más
que una patología individual, representa un sistema de
relaciones y representaciones construidos a partir de una
realidad concreta por un grupo específico y cumple, entre
muchas otras cosas, la función de brindar un sentido de
identidad que es necesario para la construcción y
supervivencia del sujeto en lo individual y lo
colectivo.
La permanencia en la calle, las estrategias para
sobrevivir, la violencia e incluso la droga misma, son
componentes de esta vida en la calle y, pese al daño que
muchos de estos elementos causan a los niños, cumplen la
función de integrar y dar sentido a este grupo.
De ahí que, actualmente, cada vez más
programas busquen formas para abordar a los niños de la
calle de manera que este sistema de relaciones en el que se
insertan sea modificado y reconstruido paulatinamente, se oriente
hacia fortalecer una identidad diferente a la que los mantiene en
la calle y no termine por reforzarla.
Si bien desde esta perspectiva se van construyendo
modelos y revisando los actuales, existen evidencias de que hay
modelos que terminan por reforzar la estancia en la
calle.
En el desarrollo de una identidad alternativa a la
callejera, va quedando claro la necesidad de construir modelos
que faciliten un ambiente en donde los niños se sientan
integrados, escuchados, participantes y seguros. Los
modelos masivos aún con las mejores intenciones, presentan
de origen una dificultad para lograr este proceso y terminan casi
siempre convirtiéndose en bodegas de
niños.
Creo que el Padre Luis Farinello expresa muy bien esta
problemática: "El chico de la calle es un pibe que
sufre y que vive de frustraciones. Atrás de ellos no hay
mafias: hay familias desnutridas, sin trabajo, un papá
alcohólico, una mamá golpeada. Está expuesto
al desprecio de la gente y de la policía que lo cataloga
como negro, sucio, feo y chorro"(Diario Clarín,
2/8/98)
Nuestra identidad se funda y se desarrolla dentro de una
familia. Esta a su vez pertenece a una cultura, a una lengua, a una
historia y una geografía particular
y, fundamentalmente a una comunidad con sus hábitos y
valores. Un padre, para cumplir la función esencial de la
paternidad debe cumplir el lugar de transmisión de la Ley,
de un orden no arbitrario ni creado por él, sino que lo
trasciende y que, a su vez legará al hijo con la
posibilidad de transmitirlo. El niño es en relación
a ese lugar, donde se formula la pregunta de la identidad: quien
soy para.
La crianza del niño en el ámbito familiar
constituye un vínculo proveedor de identidad,
complementado por quienes representan una continuidad afectiva,
cultural o social(ej: la comunidad) El soporte material es
esencial para el funcionamiento de la trama familiar. Las
condiciones socio-económicas se articulan directamente con
la posibilidad efectiva de alcanzar el pleno derecho a la
identidad. En el contexto de la pobreza, el fenómeno de
abandono aparece como un componente de la geografía
social, desde el cual no es posible atribuir responsabilidad primaria a los padres abandonantes
del hijo gestado.
Por lo antedicho, vemos que necesitamos la palabra del
otro, para ser historizados como sujetos. Es decir debe haber
alguien que nos vaya contando nuestra vida ¿de donde
vengo?(una creencia), la función de la
historización del otro adulto requieren de la creencia,
este otro así abre la posibilidad de construcción
de proyectos de pensar el futuro. ¿Qué pasa cuando
esto no se da?
Estos niños pierden la posibilidad de saber su
propia historia(no conocen a su madre, padre ni tienen registro
de que el existió en el pasado) No tienen a nadie que les
cuente su historia(a lo sumo su paso por la calle, o institutos)
Existe la ausencia de ese adulto que "los expulso" a la calle,
impidiéndoles pensar en proyectar en un futuro. El hacer
una inscripción simbólica de la vida les queda
cercenado, por lo cual su vida se limita al hacer, la inmediatez,
y en muchos casos a la desesperanza y descreimiento.
Distintas instituciones no gubernamentales durante
momentos estratégicos de sus programas educativos se valen
de centros en los cuales coinciden cantidades considerables de
niños, sin embargo, cuando se trata de consolidar los
procesos
primarios siempre disponen de centros conformados por no
más de 20 niños que han vivido en la calle, pero
que han pasado por un proceso paulatino de
desincorporación de la misma y que, por ende requieren
fortalecer su nueva identidad.
La oposición a los modelos institucionalizantes,
no significa dejar a los niños en su condición
callejera, sino cuidar de no repetir modelos que tienen a todas
luces más riesgos que los
beneficios que se proponen. En este sentido, la oferta masiva le
ofrece al niño una identidad abstracta: la
institución. Dicha identidad es por naturaleza
temporal. Aún si imagináramos los vínculos
con los responsables del tratamiento como ideales, estos se
construyen en torno a una
acción laboral y no presentan una opción a largo
plazo para el chico. Se le presta escasa atención al
fortalecimiento de las capacidades de relación y
vínculos del niño con su medio. Así mismo,
es nula la atención que se presta al fortalecimiento de
espacios que ofrezcan alternativas de desarrollo a largo plazo
fuera de la institución.
De tal suerte cuando llega el momento de que el chico
deje la institución carecerá de los elementos
necesarios para desarrollarse de manera independiente. Su
trabajo, amigos, vínculos afectivos, red de apoyo etc.
serán dependientes de la propia
institución.
Suele pensarse en este sentido que con brindarle abrigo,
alimento, cariño, comprensión será
suficiente par que el chico no vuelva a la calle, pero esto es un
análisis simplista, ya que ser un chico de
la calle implica haber aprendido a sobrevivir en ella. Esto
quiere decir elaborar valores y referentes identificatorios que
le dan sentido a ese "ser y estar en la calle" sin los cuales
sería imposible tolerar el desamparo, convivir con el
terror, el hambre, el frío, la violencia, la
policía, la caridad y el desprecio reiterado. Esta
vinculación con los otros y las cosas, el espacio y el
tiempo, conforman su modo de ser y hacer su identidad, su
cultura. Los cuales, al sacarlo de la calle ofreciéndole
abrigo, afecto, protección y comprensión,
deberá abandonar, lo cual hace tan difícil las
estrategias de intervención con estos chicos.
Concluyendo, se podría pensar que así como
la caridad no resuelve la injusticia económica y social,
tampoco lo hacen las instituciones tutelares, aún con su
sofisticado marco legal y tecnocrático, puesto que a
través de ellas se sigue negando, ocultando(es decir: es
un claro síntoma), aislando las causas que producen el
desamparo el maltrato y el abandono, lanzando a los niños
a la calle, culpabilizando a los padres y a los niños
mismos, de esta situación(siempre se siente más
alivio al no admitir que todos tenemos responsabilidad en
ello)
A pesar de la crítica a esto, sería
utópico pensar que estas formas de instituciones de
control deben desaparecer o que el trabajo social(o
cualquier otra disciplina) encontrará una solución
al problema. Por lo cual estás son las formas, los
recursos y las
instituciones que tenemos para abordar la problemática de
los chicos pobres y de la calle.(esto implicaría cambios
estructurales)
Lo que nos compete hoy, es ver como todas estas estructuras
nos permitan elaborar intervenciones con los niños,
más humanizadas, que no olviden que el niño es
sujeto de derechos y sobre todo un ser humano como cualquier
otro(aunque más vulnerable por su condición de
niño). Saber que el niño de la calle se vio
obligado a forjar su subjetividad e identidad en la calle o en la
miseria, y lo cual es un proceso muy difícil de revertir.
Ya que las tienen muy arraigadas.
Entonces nos hallamos ante un desafío(pertinente
también al trabajo social) de que para brindarle
protección, comprensión, afecto y mejores
condiciones de vida, estás serán necesidades que
deberemos volver a crear en el niño, en
contraposición a la identidad elaborada en la calle. Sin
olvidar rescatar la historia de los niños que estos tienen
un origen que merece ser contado por más que provenga de
condiciones extremas de miseria, tratando de establecer
vínculos con su familia, comunidad, por que en cierta
manera son parte de él y no penalizarlo y encerrarlo por
un destino que seguramente él no eligió.
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Clarín : Gambini, Hector. Informe
Especial: 2/08/1998
Revista del
diario Hoy en la Noticia: "Tiempos de hoy:
25/04/1999
Autor:
Clara Weber
kucla[arroba]arnet.com.ar