El Parque Tecnológico de Mérida:
Maqueta sede Parque Tecnológico de
Mérida
Ya nadie discute que, más importante aún que
un sólido sector científico, el progreso y bienestar de
un país requiere de una capacidad tecnológica que le
permita tomar las decisiones de estado adecuadas y resolver
sus problemas de manera soberana y
eficaz. Tampoco nadie discute que nuestra Venezuela se encuentra en una
grave crisis causada, en gran
medida, por un antiguo y pronunciado desprecio por desarrollar
capacidades de respuesta propias en materia tecnológica:
hemos abandonado la educación técnica (una vez
floreciente y prometedora), nuestros ingenieros son educados para
operar y mantener una capacidad industrial importada y
dependiente del extranjero con mínimo énfasis en el
desarrollo de soluciones propias, nuestro
sistema financiero huye de
cualquier propuesta que involucre un riesgo tecnológico y, para
colmo, nuestros gerentes desconocen las herramientas modernas
indispensables para que el término "competitividad" tenga
algún significado.
En síntesis, Venezuela
está sumida en una profunda crisis producto de nuestra indolencia
y relativa afluencia y, lo más grave, es que la misma
incapacidad en materia tecnológica nos impide identificar,
proponer y poner en práctica las soluciones y los programas, a mediano y largo
plazo, que nos sacarían de la crisis. Ciertamente la
solución no está en vender o privatizar al país ni
en endeudarse más; no está en la instalación de
zonas libres o maquiladoras; no está en una nueva ronda de
créditos y
modernización industrial con plantas y equipos que serán
manejados por extranjeros; no está en programas sociales que
prolonguen la agonía unos pocos años más. La
solución está en educación; está en aprender a ser
productivos y serlo; está en invertir en educación y,
entrenamiento orientado a
nuestras necesidades; está en ser capaces de resolver
nuestros problemas y está en comprender que bienestar y
progreso individuales van al paso, del bienestar y progreso de la
sociedad.
Sí, Venezuela tiene muchos problemas pero es muy
probable que en el centro de ellos se encuentre una clara
incompetencia en materia tecnológica que irradia a todo, los
demás sectores y, es más probable todavía que
empezando a resolver el "problema tecnológico" se empiecen a
resolver muchos otros. ¿Qué se puede hacer?,
¿somos los únicos con esos problemas?, ¿qué
se ha hecho en otras latitudes?, ¿qué soluciones nos
ofrecen cocientes de costo/beneficio razonables?,
¿qué soluciones ofrecen plazos de maduración y de
resultados atractivos?.
Contestar estas preguntas usualmente requiere considerar
y estudiar asuntos distintos pero relacionados (educación
técnica y superior, ciencia y tecnología,
investigación y
desarrollo, innovación, producción industrial,
competitividad y productividad) y los mecanismos y
herramientas que necesitan y que los vinculan.
Contestar estas preguntas involucra la elaboración
e implementación de programas multifocales e
intersectoriales y, por supuesto, la creación y
movilización de una voluntad nacional.
Sin ignorar que el problema es amplio y complejo, vamos
a seleccionar y concentrarnos en el papel que un sector,
sólido y floreciente, de pequeña y mediana industria de base
tecnológica ha jugado en otras sociedades, con y sin nuestros
graves problemas. Este sector es relativamente manejable y
susceptible a políticas y programas de
estímulo a mediano plazo, y el término con que se
denomina no hace honor a la importancia que hoy día se le
reconoce: la pequeña y mediana empresa (industria) de base
tecnológica (intensiva en conocimiento) (PYME) es considerada como un
elemento crucial del tejido económico de una sociedad.
Más aún, es considerada como origen de motivaciones y
fuerzas esenciales para la creación de dinámica innovadora y
para el logro y mantenimiento de
competitividad.
¿Existen experiencias, programas, mecanismos o
estructuras que, de manera
probada, concreta y eficaz, fomentan la creación y
consolidación de PYME de base tecnológica?,
¿qué condiciones son necesarias para que esos programas
funcionen?, ¿son trasladables o «venezonalizables"
tales programas y estructuras?, ¿están dadas las
condiciones para que esos programas tengan una probabilidad de éxito
razonable?.
Contestemos estas preguntas: Sí, existen mecanismos
novedosos y probados de fomento y crecimiento de PYME de base
tecnológica, desarrollados y afinados durante las
últimas dos décadas, con mejoras medibles en los
índices de empleo, productividad y
competitividad, en prácticamente todo los países del
primer mundo y en muchos de los emergentes. Estos mecanismos y
estructuras son de muy diversa índole y cubren muchos
aspectos, desde programas de estímulo a la innovación a
nivel escolar hasta programas masivos de capital de riesgo para los
emprendedores, pasando por centros de innovación, centros de
negocios, incubadoras y
parques científico-tecnológicos, pero todos tienen un
punto en común en la "cooperatividad" y la sinergia de los
esfuerzos.
Este enfoque cooperativo-sinérgico generalmente se
traduce en una integración de esfuerzos y
medios desde el mismo comienzo
de los programas y de las PYME que atienden, y tiene como primera
consecuencia que estos mecanismos y estructuras no requieren de
financiamientos superiores a los que tradicionalmente se
invertían o se invierten. Otro de los denominadores comunes
es la existencia o participación de instituciones de educación superior o
especializada. Es decir, al tratarse de PYME de base
tecnológica, hay un requisito en el área de
conocimientos y entrenamiento que es satisfecho por el sector
educativo. Finalmente, y tratándose de inversiones que eventualmente
se traducen en progreso y crecimiento económico
medido de diversas maneras, el financiero convencional participa
en las estructuras, aunque sólo al final del proceso y cuando ya hay
evidencias de éxito
comercial.
Con respecto a las últimas (y más importantes)
preguntas, durante los últimos seis años, varias
instituciones y personas ligadas al sector universitario y de
ciencia y tecnología de nuestro país, han
considerado estas experiencias y han concluido en un "si"
tentativo y condicionado que se ha traducido en la propuesta y
planes de establecimiento de unas pocas estructuras para la
incubación de PYME de base tecnológica. La Universidad de Los Andes tiene,
quizás, la propuesta mejor definida y más adelantada en
su Corporación Parque Tecnológico de
Mérida.
Tratándose de estructuras sinérgicas, los
parques científicos y/o tecnológicos pueden ser
hiper-conceptos más que estructuras limitadas y tangibles,
con los gigantescos y no planificados llamados fenomenos, tipo
Silicon Valley en el área de San José, California
(USA), y la Ruta 128 cerca de Boston, Massachussets (USA). Es
imposible identificar un núcleo a estos fenómenos,
quedando como única alternativa estudiar la sinergia que
ocurre entre sus integrantes: Centros de excelencia en
educación superior e investigación y desarrollo,
grandes corporaciones, PYME de base tecnológica, consorcios
de capital de riego, agencias de bienes raíces,
alcaldías y municipios.
Hay otros, planificados y extensos pero no
necesariamente controlados, como el Research Triangle Park en
Carolina del Norte (USA) y el Cambridge Science Park en Cambridge
(UK). Estas estructuras pretenden estimular el crecimiento
ofreciendo condiciones favorables pero sin intentar condicionar o
conducir el mismo confiando en el establecimiento y
operación de reglas de mercado abierto.
Por último, hay parques muy bien delimitados con
coordinación, planificación y control estricto como el de la
Universidad de Heriot-Watt en Edimburgo (UK) y el de Belasis Hall
en Cleveland (UK). Usualmente, esta modalidad persigue
capitalizar alguna ventaja, experticia, recursos, instalaciones de los
promotores.
En general, los parques buscan atraer empresas de punta establecidas o
consolidadas ofreciendo algún tipo de servicio, condiciones o
contexto atractivo.
Una vez arrancado, la misma presencia de las primeras
empresas y la dinámica propia de las tecnologías de
punta actúan como imán para las siguientes.
En varios centenares de parques en operación y casi
dos décadas de experiencia, se puede concluir que el
éxito de una estructura tipo parque
descansa en la existencia de un sector empresarial e industrial
con cierta tradición y cultura
tecnológica.
Desafortunadamente, muy pocas empresas en Venezuela
presentan el perfil requerido, por lo que pretender copiar este
tipo de estructuras puede ser una tarea frustrante y llena de
riesgos.
Sin embargo, existe una modalidad de estas estructuras
que sí puede ser factible en nuestro contexto, y ésta
es la de incubadora de PYME de base tecnológica. De estas
hay más de un millar en operación, y la evaluación corrobora, hasta
un cierto punto, el sentido común inherente al principio de
la cooperación.
Pocas descripciones de la función de una incubadora de
PYME de base tecnológica son tan claras y precisas como la
contenida en la misma palabra "Incubadora". Una incubadora es, en
esencia, un ambiente artificial
(fabricado), controlable (las variables pueden ser ajustadas
al objetivo), estéril (sin
contaminación), eficiente
(un solo ambiente para varios beneficiarios) cuyo objetivo es
transformar embriones en individuos independientes.
De nuevo, como en el caso de los parques, hay diversas
versiones o modelos de incubadora, pero
la, estructura en sí se distingue por su manejabilidad,
flexibilidad y eficiencia: su escala es más reducida, no
requieren de grandes inversiones, son muy adaptables a las
condiciones locales, son fácilmente re-convertibles y, en
general, pueden funcionar como laboratorios de ensayo cuyo diseño y operación
incorporan resultados de la mismas experiencias que
desarrollan.
En su versión básica, una incubadora incorpora
la oferta de espacio para
albergue de las empresas embrionarias (generalmente es un
albergue de alta calidad con excelente presencia y
ubicación) y la oferta de un conjunto de servicios colectivos de apoyo
secretarial, administrativo y contable. Sin embargo, pocas
incubadoras limitan su oferta estos dos servicios: a menudo se
completa la oferta con servicios y asesoría especializada en
determinadas áreas técnicas
gerenciales.
En cualquier caso, la esencia de una incubadora es la
provisión de servicios que hagan más probable y menos
traumática la transformación de una idea en un
éxito empresarial. Cuando las ideas son filtradas lee cuanto
a su contenido tecnológico y su factibilidad económica, una
incubadoras se transforma en una adecuada y prometedora
herramienta de fomento de la innovación competitividad y
productividad.
El Parque Tecnológico de
Mérida
La Universidad de Los Andes inició hace ya casi
ocho años, un experimento pionero en el país: el
desarrollo y la consolidación de una estructura física y operativa que permitiera y
facilitara el proceso de desarrollo de productos. Tal proyecto, en un momento
denominado "fábrica de fábricas", ensayó conceptos
y mecanismos basado en unas pocas premisas difícilmente
discutibles: el país necesita desarrollar una capacidad de
respuesta tecnológica endógena que cubra las áreas
consideradas estratégicas; esa capacidad de respuesta
sólo será útil en la medida que incluya el
desarrollo de productos modernos y competitivos; una universidad
nacional como la de Los Andes tiene el personal y la infraestructura
para avanzar, hasta el punto previo a su industrialización,
ideas, productos y servicios que el país necesita y,
finalmente, la industrialización de productos es una tarea
multidisciplinaria que requiere ser aprendida y, para eso, es
necesario que la sociedad en general invierta y se involucre en
el aprendizaje.
Al corto tiempo, se hizo evidente que
era posible aprender a hacer productos y surgió la
preocupación de qué hacer con los productos y las
tecnologías que se desarrollaran. Sin abandonar el
énfasis en el aprendizaje y dominio tecnológico, la
Universidad decidió transformar el experimento en un
proyecto de incubadora que produjo, primero, la creación del
Centro de Innovación
Tecnológica (CITEC-ULA) en 1991 y, poco después, la
constitución de la
Corporación Parque Tecnológico de
Mérida.
Ambas instituciones pueden ser consideradas, por lo
tanto, como una de las formas en que la Universidad de Los Andes
enfrenta el reto de la generación de tecnologías
apropiadas y de su transferencia al sector productivo. La
modalidad de incubadora de pequeñas y medianas empresas de
base tecnológica, adoptada por el Parque Tecnológico de
Mérida es, pues, una respuesta adecuada al problema de
procurar la creación y la consolidación de un nuevo
sector industrial, moderno, eficiente y productivo y un
reconocimiento al papel que éste sector juega en la construcción de una
sociedad próspera y soberana.
Como toda incubadora regional moderna, la
concepción y diseño del Parque Tecnológico de
Mérida incorpora elementos peculiares a la ciudad y al
estado de Mérida y al potencial de su Universidad.
Podríamos decir que, a pesar de ser una propuesta de mercado
abierto y como consecuencia de la experiencia adquirida por sus
equipos de trabajo a lo largo de
los años, es una incubadora temática en el sentido de
que ofrece un espectro de servicios técnicos y de ingeniería que la hacen
particularmente atractiva y apta para el desarrollo de ideas
relacionadas con las áreas de la salud y la educación. Adicionalmente, y
debido a sus fuertes vínculos con la misma Universidad,
permite el acceso eventual al envidiable espectro de
especialidades que ella agrupa.
El proyecto ha acumulado una serie de éxitos y
resultados que demuestran, fuera de toda duda, que la
generación de tecnología propia y autónoma (en
forma de servicios o de productos) es posible y, hoy, más
necesaria que nunca. Vamos a ilustrar este punto con un excelente
ejemplo: la línea Bion de productos médicos
desarrollada por la Unidad de Investigación y Desarrollo
Tecnológico del Parque Tecnológico de Mérida y
fabricadas por el CITEC-ULA.
BION. Productos Médicos
El Consejo de Desarrollo Científico,
Humanístico y Tecnológico, CDCHT, de la Universidad de
Los Andes aprueba, a mediados de 1991, un proyecto de investigación
y desarrollo tecnológico propuesto por un grupo de profesores que
comprendía el estudio, diseño y elaboración de
prototipos de un fijador externo circular para la corrección
de síndromes y defectos óseos complejos. En poco menos
de un año, se obtuvieron y probaron varios modelos de este
sistema y el CITEC-ULA
comenzó la fabricación de las series piloto que
constituyeron los primeros productos industriales para ortopedia
y traumatología hechos en Venezuela.
Habiendo perdido el miedo asociado a incursionar en
temas "prohibidos" para un país del tercer mundo, el
incipiente grupo de biomecánica del CITEC se propone el
desarrollo de un sistema de fijación circular hecho de
plástico y de muy bajo
costo, objetivo que logra al cabo de tres meses. Estos dos
productos fueron el inicio de un proceso que, en dos años,
generó e industrializó más de 22 productos
diferentes. Sin embargó, y como era de esperar, una
actividad productiva tan joven e inmadura no fue capaz de generar
los recursos necesarios para mantener la inversión en
investigación y desarrollo, por lo que a principios de 1994 el personal de
investigación del grupo fue absorbido por la recién
creada Corporación Parque Tecnológico de Mérida
como parte de su Unidad de Investigación y Desarrollo
Tecnológico (UlDT-CPTM) y, dentro de ella, continuó su
labor de desarrollo, pero ahora financiado por aportes
públicos del CONICIT y del Congreso de la
República.
El personal de manufactura, altamente
especializado, se mantuvo en el CITEC. Durante 1994 y 1995 el
grupo de trabajo, ahora repartido entre
estas dos instituciones, continuó desarrollando nuevas ideas
y productos cada vez más complejos. Hoy en día, a
línea Bion ofrece al país más de 30 productos de
calidad internacional a precios al alcance de nuestra
población, a menudo hasta
diez veces inferiores a los de la competencia importada: muchos de
ellos no tienen equivalente en el mercado mundial, constituyendo
verdaderas primicias en el tratamiento de algunos problemas
traumatológicos y ortopédicos.
Cuando se habla de tecnología propia o
endógena se está hablando, precisamente, del tipo de
tecnología que permite resolver un determinado problema de
una determinada sociedad. En un área tan álgida y
maltratada como la salud en la Venezuela de hoy, se estaría
haciendo muy poco o nada si se ofrece tecnología a precios
fuera del alcance de los que la necesitan. Al desarrollar
"endógenamente" tecnología apropiada, es posible
incorporar en el diseño y en el proceso de manufactura las
limitaciones, hábitos y peculiaridades del entorno
social.
Los sistemas y aparatos de la
línea Bion no son una copia de los extranjeros, sino una
solución alternativa, adaptada a nuestros medios y a
nuestros profesionales de la medicina, que cumple a
cabalidad con su propósito y con la función de resolver
nuestros problemas. Esa, es la esencia de la tecnología
apropiada, y la capacidad de decisión y la autonomía
que la acompañan la diferencia claramente de la
tecnología dependiente, sea ésta comprada o regalada:
la competitividad es un elemento inherente al dominio
tecnológico.
La verdadera empresa de base tecnológica debe ser
dueña de su tecnología, la incubadora de la
Corporación Parque Tecnológico de Mérida ofrece
esa posibilidad, a emprendedores y empresarios con proyectos e ideas
viables.
Dr. Marcos Rodríguez, Director
Ejecutivo
En Revista virtual
Provincia.
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