Indice
1.
Introducción
2. De la división du travail
social
3. Le Suicide (1897)
4. Carlos
Marx
5. Max weber: protestantismo
y capitalismo
6. Los Orígenes Del
Espíritu Capitalista
7. La Influencia Del
Protestantismo Ascético
1. Introducción
"…Las pasiones humanas solo se detienen ante un
poder moral al que
respetan…Mientras que las funciones
económicas representaban otrora un papel
secundario, hoy se encuentran en primer plano. Únicamente
las funciones científicas pueden disputarle el lugar.
Nuestras sociedades son
o tienden a ser esencialmente industriales. Una forma de
actividad que ha ocupado un lugar tan importante en el conjunto
de la vida social, evidentemente no puede permanecer en ese punto
sin sujetarse a reglas, porque de todo ello resultarán las
más profundas perturbaciones. Sobre todo es una fuente de
desmoralización general."
2. De la división du
travail social
La tesis de
doctorado de Durkheim es su
primer gran libro.
También es la obra que perfila claramente la influencia de
Augusto Comte.
El tema de este primer libro es el tema central del pensamiento de
Durkheim, el de la relación de los individuos y la
colectividad. ¿De qué modo una reunión de
individuos puede formar una sociedad?
¿Cómo puede realizar esa condición de la
existencia social que es un consenso?
Durkheim responde a esta pregunta fundamental distinguiendo dos
formas de solidaridad: la
solidaridad denominada mecánica y la llamada orgánica.
Solidaridad mecánica (por similitud): Cuando esta forma de
solidaridad domina una sociedad, los individuos difieren poco
entre sí. La sociedad es coherente porque los individuos
aún no se han diferenciado.
Solidaridad orgánica: es aquella en la cual el consenso,
es decir la unidad coherente de la colectividad, resulta de la
diferenciación o se expresa en ella. Los individuos ya no
son semejantes, sino diferentes; y hasta cierto punto
precisamente porque son distintos se obtiene el consenso.
Durkheim denomina orgánica a una solidaridad fundada en la
diferenciación de los individuos por analogía con
los órganos del
ser vivo, cada uno de los cuales cumple su propia función, y
no se asemejan a los demás, pese a lo cual todos son
igualmente indispensables para la vida.
La toma de conciencia de la
individualidad se desprende del propio desarrollo
histórico. En las sociedades primitivas, cada uno es lo
que son los otros; en la conciencia de cada uno dominan, tanto
por el número como por la intensidad, los sentimientos
comunes a todos, o sentimientos colectivos.
La oposición de estas dos formas de solidaridad se combina
con la oposición entre las sociedades segmentarias y las
sociedades en que aparece la división moderna del trabajo.
En el vocabulario de Durkheim, un segmento designa a un grupo social
en que los individuos están integrados estrechamente. Pero
el segmento es también un grupo situado localmente,
relativamente aislado de los demás y que desarrolla su
propia vida. Implica una solidaridad mecánica por
similitud; pero supone también la separación con el
mundo exterior.
Ocurre que, en efecto, como la división del trabajo es un
fenómeno derivado y secundario, según acabamos de
verlo, se desarrolla en la superficie de la vida social, y esta
afirmación es aplicable sobre todo a la división
del trabajo económico. Esta última se desarrolla a
flor de piel.
No debemos juzgar el lugar que corresponde a una sociedad en la
escala social de
acuerdo con el estado de
su civilización, y sobre todo de su civilización
económica; pues ésta puede no ser más que
una imitación, una copia y cubrir una estructura
social de tipo inferior.
Por consiguiente, la idea de estructura segmentaria no se
confunde con la solidaridad por similitud.
La división del trabajo que Durkheim procura aprehender y
definir no se confunde con la que contemplan los economistas.
Partiendo de ésos temas fundamentales podemos dilucidar
algunas de las ideas que se desprenden de este análisis y forman parte de la teoría
general de nuestro autor.
La primera se relaciona con el concepto de
conciencia colectiva, que desde esta época figura en el
primer plano del pensamiento de Durkheim.
La conciencia colectiva, es simplemente "el conjunto de creencias
y sentimientos comunes el término medio de los miembros de
una sociedad"
De acuerdo con las diferentes sociedades, esta conciencia
colectiva implica más o menos extensión o fuerza. En las
sociedades en que domina la solidaridad mecánica, la
conciencia colectiva engloba a la mayor parte de las conciencias
individuales. En las sociedades arcaicas, la fracción de
las existencias individuales sometidas a los sentimientos comunes
es casi coextensiva de toda existencia.
En cambio, donde
reina la solidaridad orgánica, Durkheim cree observar
simultáneamente una reducción de la esfera de
existencia correspondiente a la conciencia colectiva, un
debilitamiento de las reacciones colectivas contra la
violación de las prohibiciones, y sobre todo un margen
más amplio de interpretación individual de los
imperativos sociales.
De este análisis, Durkheim deduce una idea que ha
mantenido toda su vida, y que por lo tanto se encuentra en el
centro de su sociología, la que afirma que el individuo
nace de la sociedad y no la sociedad de los individuos.
Si intento reconstruir el pensamiento de Durkheim,
afirmaré que la primacía de la sociedad con
respecto al individuo tiene por lo menos dos sentidos, que en el
fondo de ningún modo son paradójicos.
El primer sentido es el de la prioridad histórica de las
sociedades en que los individuos se asemejan unos a otros y por
así decirlo están perdidos en el todo, sobre las
sociedades cuyos miembros han adquirido al mismo tiempo conciencia
de su responsabilidad y capacidad para expresarla. Las
sociedades colectivistas, donde cada uno se asemejaba a todos,
don históricamente las primeras.
De esta prioridad histórica resulta una prioridad lógica
en la explicación de los fenómenos sociales. Si la
solidaridad mecánica ha precedido a la solidaridad
orgánica, no es posible, en efecto, explicar los
fenómenos de diferenciación social y de solidaridad
orgánica partiendo de los individuos.
Durkheim esboza aquí lo que será, durante toda su
carrera, una de sus ideas fundamentales, la que le permite
definir la sociología: es decir, la prioridad del todo
sobre las partes, o aún la irreductibilidad del conjunto
social a la suma de los elementos y la explicación de los
elementos por el todo.
El fenómeno de la división del trabajo, que el
sociólogo quiere explicar, difiere por lo tanto de lo que
los economistas entienden con el mismo concepto. La
división del trabajo es cierta estructura de la sociedad
toda, y la división técnica o económica del
trabajo no es mas que la expresión de
aquélla.
Una vez definida científicamente la
división del trabajo, es necesario estudiarla.
Para estudiar un fenómeno social, es necesario estudiarlo
objetivamente (desde el exterior), determinando los estados de
conciencia. Éstas expresiones de los fenómenos de
conciencia son, en la División du travail social, los
fenómenos jurídicos.
Durkheim distingue dos especies de derecho, cada una de ellas
característica de uno de los tipos de
solidaridad: el derecho represivo, que sanciona las faltas o los
crímenes, y el derecho restitutivo o cooperativo, cuya
esencia es reestablecer el estado de las
cosas, cuando se ha cometido una falta, u organizar la
cooperación entre los individuos.
El derecho represivo es el revelador de la conciencia colectiva
en las sociedades de solidaridad mecánica. Cuanto
más extensa, vigorosa y particularizada sea la conciencia
colectiva, mayor el número de actos considerados delitos .
Esta definición del delito es
típicamente sociológica. El delincuente es aquel
que en una sociedad ha rehusado a obedecer a las leyes de la
ciudad. En su opinión, la función y el sentido de
la sanción no es intimidar a disuadir. La función
del castigo es satisfacer la conciencia común. Pues
ésta se ha visto lesionada por el acto cometido por uno de
los miembros de la colectividad. Exige reparación, y el
castigo del culpable es esta reparación ofrecida a los
sentimientos generales.
En el derecho restitutivo, ya no se trata de castigar, sino de
devolver las cosas al Estado en que debería encontrarse de
acuerdo con la justicia . Es
necesario entender el derecho restitutivo en un sentido muy
amplio, de acuerdo con el cual engloba todas las reglas
jurídicas cuyo objetivo es
organizar la cooperación entre los individuos.
La idea de acuerdo con la cual una sociedad moderna está
fundada esencialmente con el contrato , es
decir en acuerdos concluidos libremente por los individuos. En
este caso, la visión de Durkheim se ajustaría hasta
cierto punto a la fórmula clásica "del estatuto al
contrato", o aún "de una sociedad dominada por imperativos
colectivos a una sociedad en la cual las libres desiciones de los
individuos crean el orden común".
Si la sociedad moderna fuera una sociedad "contractual", se
explicaría a partir de las formas individuales de conducta . Pero
el sociólogo quiere demostrar precisamente lo
contrario.
Al oponerse así a los "contractualistas" y a los
economistas, Durkheim no niega que, efectivamente, en las
sociedades modernas los contratos
concertados libremente entre los individuos representan un papel
cada vez más importante. Pero este elemento contractual es
un derivado de la estructura de la sociedad, y aún un
derivado del estado de la conciencia colectiva en la sociedad
moderna.
Se conciertan contratos entre los individuos, pero las
condiciones en que se los concierta están determinadas por
una legislación que expresa la concepción de la
sociedad en general acerca de lo justo y lo injusto, lo tolerable
y lo prohibido.
Por vía de diferenciación la división del
trabajo es la condición primordial de la existencia la
existencia de una esfera contractual. Volvemos a hallar el
principio de la prioridad de la estructura social sobre los
individuos, o aún de la prioridad del tiempo social sobre
los fenómenos individuales.
Pero ¿cuál es la causa de la solidaridad
orgánica o de la diferenciación social considerada
como la característica esencial de las sociedades
modernas?
Pero Durkheim quiere determinar la causa del desarrollo de la
división del trabajo en las sociedades modernas.
Se trata de un fenómeno esencialmente social, y por
homogeneidad, la causa también debe ser social. Así
es necesario eliminar la explicación individualista.
La diferenciación social no se explica por la
búsqueda del placer o la persecución de la
felicidad. Por consiguiente no es posible explicar la
división del trabajo por el hastío, ni por la
búsqueda de la felicidad, ni por le aumento de los
placeres, ni por el deseo de aumentar el rendimiento del trabajo
colectivo. La división del trabajo, que es un
fenómeno social, solo puede explicarse por otro
fenómeno social, y éste último es una
combinación del volumen , la
densidad
material y la densidad moral de la sociedad. El volumen de la
sociedad, es simplemente el número de individuos que
pertenecen a una colectividad dada. Para que el volumen, se
convierta en causa de la diferenciación es necesario
agregar la densidad, en ambos sentidos, material y moral. La
densidad moral es la intensidad de las comunicaciones
y los intercambios de los individuos. Cuanto más elevado
el número de relaciones de los individuos, más
tienden a trabajar juntos. La diferenciación social
resulta de la combinación de éstos dos
fenómenos del volumen y la densidad material y moral.
Para explicar este mecanismo Durkheim invoca el concepto de la
lucha por la vida, puesto de moda pro
Darwin en la
segunda mitad del S XIX. Desde el momento que los individuos ya
no son semejantes, sino diferentes, ya no es necesario eliminar a
la mayoría, pues cada cual contribuye con su propio aporte
a la vida de todos.
Por consiguiente, a partir de este primer trabajo importante, ,el
pensamiento de Durkheim se organiza alrededor de algunas
ideas esenciales.
La diferenciación social, fenómeno
característico de las sociedades modernas, es la
condición creadora de la libertad
individual.
El individuo es la expresión de la colectividad.
Aún en esta sociedad que autoriza a cada uno a ser
él mismo, hay una parte, más considerable de los
que creemos, de conciencia colectiva presente en las conciencias
individuales. La sociedad de diferenciación
orgánica no podría mantenerse si, fuera o por
encima del reino contractual, no existiesen imperativos y
prohibiciones, valores y
sacrocolectivos, que vinculan a las personas con el todo
social.
El libro que Durkheim consagró al problema del
suicidio se
vincula estrechamente con el estudio de la división del
trabajo. Durkheim aprueba el fenómeno de la
división orgánica del trabajo.
Considera positiva la diferenciación de los oficios y los
individuos, la regresión de la autoridad de
la tradición, el dominio cada vez
mas acentuado de la razón, sin embargo, observa
también que no siempre el hombre se
siente mas satisfecho de su suerte en las sociedades modernas,
expresión y prueba de ciertos rasgos, quizás
patológicos, de la
organización actual de la vida en común.
La última parte del libro consagrado a la división
del trabajo incluye un análisis de éstos rasgos
patológicos. Examina luego ciertos fenómenos: las
crisis
económicas, la mala adaptación de los trabajadores
a sus respectivos empleos, la violencia de
las reivindicaciones que los individuos formulan a la
colectividad. Todos estos fenómenos son
patológicos. En cambio, el individualismo es el principio
constitutivo de las sociedades modernas. En él los hombres
son y se sienten diferentes unos de otros, y cada uno quiere
obtener lo que, según su propio juicio, es su derecho. El
principio individualista de justicia se convierte en el principio
colectivo, indispensable, del orden actual. Las sociedades
modernas pueden ser estables solo si respetan la justicia.
El problema fundamental de las sociedades modernas, es la
relación de los individuos con el grupo. Ésta
relación se transforma a causa de que el hombre ha
adquirido excesiva conciencia de sí mismo para aceptar
ciegamente los imperativos sociales. Es necesario tener una
disciplina,
que solo la sociedad puede imponer.
Durkheim alude a la solución del problema, la
curación del mal endémico de las sociedades
modernas: la organización de los grupos
profesionales que favorecerán la integración de los individuos en la
colectividad. El quiere demostrar hasta que punto los individuos
están determinados por la realidad colectiva. Si se
descubre que este fenómeno está regido por la
sociedad, Durkheim habrá demostrado la verdad de
ésta última.
El estudio del suicidio en Durkheim comienza con una
definición del fenómeno; continúa con una
refutación de las interpretaciones anteriores, luego,
halamos una determinación de los tipos de suicidio-; y
finalmente, sobre la base de esta tipología, se desarrolla
una teoría general del fenómeno considerado.
El suicidio es "todo caso de muerte que
resulta directa o indirectamente de un caso positivo o negativo
realizado por la víctima misma, y que, según ella
sabía, debía producir este resultado".
Acto positivo: dispararse un tiro en la sien. Acto negativo: no
abandonar una casa en llama o rehusar todo alimento hasta dejarse
morir. Una huelga de
hambre llevada hasta la muerte es
un ejemplo de suicidio.
La expresión "directa o indirectamente" remite a una
distinción comparable a la que existe entre los positivo o
lo negativo.
Las estadísticas demuestran inmediatamente que
la tasa de suicidios es relativamente constante. No varía
de modo arbitrario, sino en función de múltiples
circunstancias.
Después de definir el fenómeno, Durkheim desecha
las explicaciones de tipo psicológico. Reconoce que hay
una predisposición psicológica al suicidio, la
fuerza que determina el suicidio no es psicológica sino
social. La discusión científica está
centrada alrededor de estos dos términos:
predisposición psicológica y determinación
social.
Estudia las variaciones de la tasa de suicidios en las diferentes
poblaciones y se esfuerza por demostrar que no hay
correlación entre la frecuencia de los estados
psicopatológicos y de la de los suicidios.
Rechaza igualmente en éstos análisis preliminares,
la interpretación del suicidio a partir del
fenómeno de la imitación (Gabriel Tarde, que
creía que la imitación es el fenómeno clave
del orden social). Para Durkheim se confunden tres
fenómenos bajo el título general de la
imitación.
El primero es que se denominaría hoy la fusión de
las conciencias, el hecho de que un elevado número de
hombre experimentan conjuntamente los mismos sentimientos (ej:
una multitud revolucionaria).
En el segundo fenómeno el individuo se adapta a la
colectividad y se conduce con los demás, sin que haya
fusión de las conciencias (la moda es una forma atenuada
de imperativo social).
Finalmente, el único que merece el nombre de
imitación en el sentido preciso del término, es "un
acto que tiene como antecedente inmediato la
representación de un acto semejante, realizado
anteriormente por otro, sin que entre esta representación
y la ejecución se intercale ninguna operación
intelectual implícita o explícita, referida a los
caracteres intrínsecos del acto reproducido".
Aún puede afirmarse que conviene distinguir dos
fenómenos, el contagio y la epidemia. El fenómeno
va de un individuo a otro como una piedra que rebota sobre
el agua. En
cambio, la epidemia que puede transmitirse por contagio es un
fenómeno colectivo que se apoya en el conjunto de la
sociedad.
Después de éstos análisis formales, Durkheim
refuta con la ayuda de estadísticas la idea de que la tasa
de suicidios estaría determinada esencialmente por
fenómenos de imitación (si los suicidios fuesen
resultado del contagio, sería posible seguir en un mapa su
difusión desde un centro). La distribución de las tasas es irregular,
incompatible con la hipótesis de la imitación.
Resta cumplir la etapa principal de la investigación, la constitución de los tipos. Con este fin,
Durkheim examina las estadísticas incompletas y parciales
basadas en números reducidos (la tasa de suicidios oscila
entre 100 y 300 por millón de personas en un
año).
Los tres tipos de suicidios que Durkheim se cree autorizado a
definir son: el suicidio egoísta, altruista y
anómico.
Este primer tipo social de suicidio, establecido mediante el
estudio estadístico de las correlaciones, se define con el
término egoísmo. Los hombres o las mujeres tienden
mas a quitarse la vida cuando piensan esencialmente en sí
mismos, cuando no están integrados.
El segundo tipo de suicidio es el suicidio altruista – dos
ejemplos principales: uno es el de la viuda que en la India acepta
que la depositen sobre la pira donde arderá el cuerpo de
su marido. Del mismo el comandante de una nave que no quiere
sobrevivir a la pérdida de su embarcación se
suicida por altruismo.
Por consiguiente la corriente suicidógena puede elegir dos
tipos de hombres, los que están excesivamente apartados
del grupo
social y los que no lo están bastante. Los egoístas
se suicidan mas fácilmente que los otros, pero
también lo hacen los que tiene exceso de altruismo, los
que se confunden de tal modo con el grupo al que pertenecen que
son incapaces de resistir los golpes de la suerte.
Finalmente, hay un tercer tipo social de suicidio, el suicidio
anómico. Este tipo es el que interesa particularmente a
Durkheim porque es el mas característico de la sociedad
moderna. Este suicidio anómico es el que refleja en la
correlación estadística entre la frecuencia de los
suicidios y las fases del ciclo económico. Éstos
fenómenos, el aumento de la frecuencia en las fases de
agitación social, la disminución de la frecuencia
en ocasión de los grandes acontecimientos, sugieren al
sociólogo la idea del suicidio anómico. Éste
no es solo el que aumenta durante las crisis económicas.
Es también el suicidio cuya frecuencia crece paralelamente
con el número de divorcios, el suicidio anómico que
afecta a los individuos a causa de las condiciones de existencia
que caracterizan a las sociedades modernas. En estas sociedades,
la existencia social ya no es regulada por la costumbre; los
individuos compiten permanentemente unos con otros; por lo tanto
están acechados perpetuamente por el sufrimiento que se
origina en la desproporción entre sus aspiraciones y
satisfacciones. Durkheim procura luego demostrar que los tipos
sociales que ha elaborado corresponden aproximadamente a tipos
psicológicos.
El suicidio egoísta se manifestará por un estado de
apatía y de ausencia de apego a la vida, el suicidio
altruista por la energía y la pasión; y el suicidio
anómico se caracterizará por un estado de
irritación y de disgusto, que la existencia moderna
ofrece, un disgusto que es resultado de que se ha cobrado
conciencia de la desproporción entre las aspiraciones y
las satisfacciones.
Podemos resumir la teoría de Durkheim: los suicidios son
fenómenos individuales, que responden a causas
esencialmente sociales.
Hallamos aquí una vez más el tema fundamental de la
sociología de Durkheim, a saber que en sí mismas
las sociedades son heterogéneas respecto de los
individuos. Para extraer las consecuencias prácticas del
estudio del suicidio, conviene examinar el carácter
normal o patológico de éste fenómeno. A
juicio de Durkheim el delito es un fenómeno socialmente
normal, si consideramos lo que ocurre regularmente el delito no
es un fenómeno patológico. A sí mismo,
podemos considerar normal cierta tasa de suicidios pero Durkheim
entiende que el aumento de la tasa de suicidios en la sociedad
moderna es un fenómeno patológico.
Como se sabe, ésta última se caracteriza por la
diferenciación social, la solidaridad orgánica, la
densidad de la población, la intensidad de las
comunicaciones y de la lucha por la vida. Todos estaos hechos,
vinculados con la esencia de la sociedad
moderna, no deben ser considerados como anormales en sí
mismos.
"Hay motivos para creer que este agravamiento (de la tasa de
suicidios) responde, no a la naturaleza
intrínseca del progreso, sino a las condiciones
particulares en que aquel se realiza contemporáneamente, y
nada nos asegura que las mismas sean normales. Pero entonces si
la causa es anormal debe afirmarse lo mismo del efecto. Por
consiguiente, lo que la marea ascendente de muertes voluntarias
demuestra, no es el brillo cada vez mas intenso de nuestra
civilización, sino un estado de crisis y
perturbación que no puede prolongarse sin peligro"
¿Cómo puede restablecerse la integración del
individuo con la colectividad? Durkheim examina sucesivamente el
grupo familiar, el grupo religioso y el grupo político
(sobre todo el estado) y procura demostrar que ninguno de los
tres ofrece el marco social cercano al individuo que puede
ofrecerle seguridad al
mismo tiempo que lo somete a las exigencias de la
solidaridad.
Desecha por dos razones la reintegración en el grupo
familiar. Por una parte, la tasa de suicidios aómicos no
aumenta menos en las personas casadas que en las célibes
lo cual indica que el grupo familiar no ofrece una
protección más eficaz contra la corriente
suicidógena.
Por otra parte, las funciones de la familia
decaen en la sociedad moderna.
El estado o agrupamiento político está demasiado
lejos del individuo, es excesivamente abstracto tiende demasiado
a lo autoritario para ofrecer el contexto necesario a la
integración.
Finalmente, tampoco la religión puede poner
fin a la anomia eliminando las causas profundas del mal. En las
sociedades modernas las religiones presentan un
carácter cada vez más abstracto e intelectual. Ya
no son escuelas de disciplina como antaño. Ahora bien, lo
que Durkheim busca para curar los males de la sociedad moderna,
no son ideas abstractas y teorías, sino formas morales en
acción.
Por lo tanto, el único grupo social que puede favorecer la
integración de los individuos en la colectividad es la
profesión; o para utilizar el término de Durkheim
la corporación.
Pero en esta discusión del carácter
patológico de las tasas actuales de suicidios y de la
búsqueda de una terapéutica aparece una idea
fundamental de la filosofía de Durkheim. El hombre,
abandonado a sí mismo, está animado de ilimitados
deseos. El individuo quiere siempre más de lo que tiene, y
se siente permanentemente decepcionado por la satisfacciones que
encuentra en una existencia dura.
El hombre individual es un ser formado de deseos, y desde luego
la necesidad fundamental de la moral y la
sociedad es la disciplina. El hombre necesita la disciplina de
una fuerza superior, autoritaria y amable es decir, digna de ser
amada, esta fuerza que al mismo tiempo se impone y atrae no puede
ser sino la propia sociedad.
Las discusiones en relación con la tesis de Durkheim
acerca del suicidio se han referido a varios puntos. El primero
tratado sobre todo por el doctor A. Delmas, se refiere al
valor de las
estadísticas. Las variaciones de las tasas de suicidios
carecen de significación en la mayoría delos casos,
como consecuencias de los errores implicados en las
estadísticas.
Dos fuentes de
error son indudables: la primera, que generalmente se conoce un
caso de suicidio solo por la declaración de la familia. Por
consiguiente, de acuerdo con los medios
sociales, las épocas y los casos puede variar la
proporción de suicidios enmascarados.
El segundo motivo de incertidumbre proviene de la frecuencia de
los suicidios fracasados o tentativas de suicidios. El segundo
punto de discusión se refiere a la validez de
correlaciones establecidas por Durkheim.
En general, el establecimiento de correlaciones entre la taza de
suicidios y un factor como el religioso exige la
demostración de que no hay otros factores diferenciales en
los casos comparados. Ahora bien, a menudo no llegamos a un
resultado indudable. Es difícil aislar el factor religioso
en general, las poblaciones vecinas que tienen diferente
religión poseen también distinto género de
vida y de actividad profesional.
El tercer punto de discusión es la relación entre
la interpretación sociológica y la
psicológica. Los psicólogos y los sociólogos
coinciden en un hecho: la mayoría de los que se suicidan
tiene una constitución nerviosa y psíquica no
siempre anormales pero en todo caso vulnerable.
En un texto de este
orden el equívoco proviene de la expresión
"corriente suicidógena". En este concepto parece sugerir
que, en rigor, hay una fuerza social o colectiva,
emanación del grupo total, que impulsa a los individuos a
matarse. Ahora bien, ni los hechos individuales observados
directamente ni los hechos estadísticos nos obligan a
imaginar nada semejante.
El riesgo de la
interpretación o el vocabulario de Durkheim, consiste en
sustituir la interpretación positiva, que combina sin
dificultad los factores individuales y los factores colectivos,
con una cristalización mítica de los factores
sociales transfigurados en una fuerza supraindividual, nuevo
Moloch que elige a sus víctimas entre los
individuos.
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