obra de teatro ¡Quedan detenidos!
MAESTRO
SARGENTO
MONTILLA
D IPUTADO
A FRICANO
MARUJA
TRINI
MARIANA
Cárcel preventiva en una comisaría. Un preso habla con el SARGENTO que llega para inspeccionar.
MAESTRO.– Está todo en orden, sargento, no se apure. Cuando vomito lo hago con estimable puntería.
SARGENTO.– Prepárate a tener visita dentro de cinco minutos.
MAESTRO.– (Aterrado.) ¿Va a venir mi mujer?
SARGENTO.– Me refiero a más detenidos.
MAESTRO.– (Tranquilizando.) Pues aquí no van a caber.
SARGENTO.– Los repartimos: derecha, izquierda, fondo y resto colgado del techo.
MAESTRO.– ¿Tan peligrosos son?
SARGENTO.– Todos son peligrosos. Creerlo así nos evita muchos líos.
MAESTRO.– (Alarmado.) Pero ¿es que son asesinos...? …ver más…
SARGENTO.– Vayan pasando. Los primeros, por aquí.
(Entran en tropel.)
MONTILLA.– Si me vuelves a empujar...
SARGENTO.– (Amenazador.) ¿Qué?
MONTILLA.– (Rectificando.) ... Pues que igual me caigo.
SARGENTO.– Pasen y esperen, por favor.
MARIANA.– Llamen a mi Luis.
D IPUTADO.– Quiero llamar por teléfono.
SARGENTO.– Y yo quiero que guarden silencio.
TRINI.– Oiga, usted no sabe quién soy yo.
SARGENTO.– ¡Mariconazo!
TRINI.– ¡Ah! ¿Ya nos han presentado? (El SARGENTO le empuja adentro, violentamente.) ¡Huy, por Dios! Esto no son modos democráticos.
MONTILLA.– Este abuso tiene que saberse, y se sabrá.
MARUJA.– ¡Cuidado con esa mano, se puede quemar!
SARGENTO.– Menos guasa y adentro.
MARUJA.– Eso te gustaría: «adentro».
(Risas.)
SARGENTO.– ¡Maldita! Una palabra más y te atizo.
MARUJA.– (Desasiéndose.) Quieto ahí y no me viole el domicilio.
MONTILLA.– ¡Bien argumentado! Artículo 18.
SARGENTO.– Artículo mortis como no se calle.
TRINI.– ¡Huy, qué ocurrente!
D IPUTADO.– ¿Podría hablar con usted a solas, sargento?
SARGENTO.– Ahora no es posible.
D IPUTADO.– Pero ¿por qué se me detiene?
SARGENTO.– No están detenidos; están retenidos, que es distinto.
TRINI.– Según eso, yo no soy una loca, sino un psicoesquizo irreversible.
MAESTRO.– Di que sí, Ganimedes: el idioma es un arma.
TRINI.– De Ganimedes, nada. Soy Trini. MAESTRO.– Y yo Unamuno.
SARGENTO.– ¡A callar!
TRINI.– Y éste, la sirena de la fábrica.
(El SARGENTO intenta golpearle, pero