VEINTE PISOS DE TERROR

I

Lo primero que me llama la atención es el viento. Una fuerte corriente de aire que va y viene por el parque. Se mete entre los juegos y hace olas en la pileta. Luego miro hacia arriba y me mareo al verme insignificante entre las torres de veinte pisos donde, según parece, vamos a vivir. Mis padres ya conocieron el departamento. Hablaron toda la semana de lo barato que está. La de hoy es la segunda visita para ellos y una novedad para mí. El domingo pasado no quise acompañarlos. Digamos que no me entusiasma la idea de mudarme tan lejos, porque voy a perder contacto con mis amigos. Pero –ahora que observo los edificios- me atrae la posibilidad de establecer nuevos récords. ¿Cuánto tardaré en subir hasta arriba …ver más…

En realidad, estoy pendiente de lo que sucede a mis espaldas.
De pronto escucho “ya está, lo compramos”, y el vendedor hace el gesto de aplaudir.
-¡Felicitaciones! –dice-. No se van a arrepentir. Si les parece bien, vamos a la inmobiliaria, hago el recibo y les cobro la seña.
-¿Y los otros interesados que estaban por llegar? –pregunta mamá.
-Acaban de llamar. Se les complicó y no pueden venir.
Mentira. Yo escuché su conversación y hablaba con la novia. Pero me callo, porque nada de lo que diga cambiará la decisión tomada: vamos a vivir acá.
Bajamos. Cuando salimos al parque para una última recorrida, nos recibe otra vez el viento.
-¿Esto es siempre así? –pregunta mamá.
-Para nada. Hoy porque el viento viene de allá –dice el vendedor, y señala para cualquier lado.
-Es un fenómeno físico –asegura papá, que siempre tiene explicaciones raras para todo-. Donde hay edificios altos, el viento se acelera. Ocurre, por ejemplo, en Puerto Madero.
Cuando estamos saliendo, ya cerca del portón, percibo que el viento se detiene.
Miro hacia la pileta y, en efecto, las toallas y las sombrillas ya no se vuelan. Algunos metros más atrás, en los juegos, no hay nadie. Dos de las hamacas están quietas. Pero la tercera sigue moviéndose.

II

La mudanza es un lío. Estamos rodeados de cajas y de canastos, no encuentro mi ropa, no encuentro el reloj con el que mido mis récords. No encuentro nada.
-Una mudanza es la segunda situación de mayor estrés que puede vivir una