Sartre Ideas Principales:
La moral, nos dirá Sartre, es asunto de humanos, y Dios no tiene que intervenir en ello.
La moral está, en función de la realidad humana en tanto que esta constituye su existencia. Así pues la uúltima instancia, la ética Sartreana encontrara su fundamento definitivo en la libertad.
Pero, ¿que es la libertad? Según a Sartre "dicho de otro modo no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe no encontramos frente a nosotros valores u ordenes que legitimen nuestra conducta. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresare diciendo que el hombre esta condenado a ser libre". Es decir que la libertad es una condena no podemos zafarnos de ella. Es absolutamente …ver más…
Según Sartre la creación del individuo tiene otro aspectos más inquietante, que se nos revela al enfrentarnos con los otros la aparición del otro me obliga a reinterpretar mi mundo. Ante de que lo viera, el pasto, el camino, el banco, estaban ahí “para mi”. Ahora esta “para él”
Si he objetivado al otro mirándolo, si lo he convertido en mi objeto, ¿Por qué me resulta tan amenazador? ¿Por qué dice Sartre que el infierno son los otros?
Ello se debe a que la libertad del otro desestabiliza mi libertad. Yo lo objetivo pero no puedo objetivarlo totalmente, pues se que su mirada me objetiva a mi (me convierte, por decirlo de algún modo, en una piedra, en una cosa)
Ver al otro es comprender la “permanente posibilidad de ser visto por el otro”. A esta posibilidad concreta la experimento como vergüenza.
Estamos, dice Sartre, condenados a ser libres. Llevamos sobre nuestros hombros el peso del mundo entero, porque somos responsables de él y de nosotros mismos en él. A menos que nos mintamos de mala fe, somos conscientes de ser los indiscutidos creadores de nuestros actos. Y es a través de nuestros actos que hay un mundo, un sentido totalizador de la experiencia. Es cierto que cada una de nuestras elecciones producen un “peculiar coeficiente de adversidad”: una resistencia, una barrera, una dificultad. Pero también somos los autores de esa adversidad. Por lo tanto, observa
Sartre, “No tiene sentido quejarse, ya que nada ajeno a