Resumen pescador y su alma
Todas las noches, el joven pescador salía a la mar y echaba sus redes al agua una de las noches la red pesaba tanto que a duras penas pudo subirla al bote. Y río diciéndose:
-Seguro que he pescado todos los peces que nadan o he atrapado algún moustro que maravillara a los hombres, o alguna cosa horrible que la gran reina deseara para si.
Y reuniendo todas sus fuerzas, tiro de las cuerdas hasta que sus venas se hincharon en sus brazos como líneas de esmalte azul alrededor de un vaso de bronce.
Su cabello era como oro húmedo, y cada cabello por separado, como un hilo de oro en una sopa de cristal. Su cuerpo era blanco como el marfil, y su cola, de plata de perlas. De plata y perlas …ver más…
El joven pescador se estremeció, murmurando:
-¿Es cierto eso?
-Es cierto, y ojala no hubiera tenido que decírtelo- exclamó la bruja abrazándose llorando a sus rodillas.
“Primer año del alma”
Y después de que hubo transcurrido un año, el alma bajo a la orilla del mar y llamo al joven pescador, y el salió de lo profundo.
-Cuando me separe de ti me volví al Este y viaje. Todo lo que es sabio y prudente procede del Este.
Cuando la luna se levanto vi arder una hoguera en la llanura y me dirigí hacia ella, un grupo de mercaderes estaba sentado alrededor del fuego sobre alfombras, sus camellos estaban atados detrás y los negros que eras sus servidores plantaban tiendas de cuero en la arena, protegido tras un seto de altas chumberas.
Al acercarme a ellos el jefe de los mercaderes se levanto y desenvainando la espalda me pregunto qué quería. Le respondí que yo era un príncipe en mi tierra y me había escapado de los tártaros, que querían hacerme su esclavo. EL jefe sonrió y me enseño 5 cabezas clavadas sobre largas cañas de bambú.
Entonces me preguntó quién era el profeta de Dios y le conteste que Mahoma.
Pasamos el país de los tártaros al que los que maldicen la luna. Vimos los grifos guardando su oro en las peñas blancas y los dragones de escamas duras durmiendo en sus cuevas.
Al cruzar los valles, los pigmeos nos dispararon flechas desde los huecos de los arboles, y durante la noche oíamos a