Capítulo 1:
Gabriel Atlan-Ferrara es un hombre, ex-orquestador de 93 años que siempre se mostraba reflexivo. En mente tenía una frase: “no tendremos nada que decir sobre nuestra propia muerte”. Pasaba mucho tiempo contemplando un objeto de cristal, mejor dicho un sello; le confería a éste muchas definiciones y poderes asombros pero al final decidió sólo dejarlo en una memoria. Este sello era la perfecta combinación de amor y vejez: Inés y vejez. Gabriel no estaba solo y contaba con Frau Ulrike, su ama de casa, quien tenía su cabeza canosa y que dejaba sin pista alguna de que color fue alguna vez su cabello. Ulrike (la Dickie) apoyaba en todo lo que pudiese al ex-orquestador.

Atlan-Ferrara recibió una invitación a lo que era su propio …ver más…

Una hembra (al parecer cabernícola) se encunetra en un bosque sin nadie quien la acompañe. Ella sola y su alma; solo puede escuchar los chillidos de los monos, los silbidos de las serpientes, las batallas sangrientas entre éstos… los jabalíes que deboran los restos de un ciervo que el león asesinó. La hembra estaba destinada a sobrevivir ella sola, cuidandose de todo peligro latente. Cerca tiene el mar y bebe de éste; el mar no acaba con la sed, sino que la aumenta. Decide regresar al bosque en donde parece no haber muchas alternativas. La desesperación se encontraba al cien por ciento de su capacidad en el organismo de ella. De pronto ve a un ser igual que ella y diferente al mismo tiempo. Surge una comunicación entre ellos. La hembra le dice a su homónimo (al parecer, otro cabernícola): “ne-el” y este le responde: “a-nel” de modo que ne-el y a-nel fueron. Experimentaron el compañerismo; ambos se defendían, cuidaban mutuamente sus espaldas ante el peligro. Compartían alimentos, se comunicaban… experimentaron el amor.

Un día en la cueva cuando a-nel daría a luz a una pequeña hembra, la pareja sufriría una crisis en la cual el ne-el imponente arrebataría de su vientre a la creatura del mismo sexo que la madre… una pequeña hembra la cual criaría el padre. Lo primero que haría el macho, sería poner la mano de la recién nacida en pintura para posteriormente, imprimir aquella mano que