Relaciones y convivencia internacional
Entre los pasajes memorables del libro, los correspondientes al antagonismo entre Fouché y Talleyrand, «las figuras psicológicamente más interesantes de su época». Más allá de su contrapuesto origen social (aristócrata de nacimiento Talleyrand, Fouché hijo de humilde comerciante), ambos pertenecían al mismo tipo moral; por lo mismo es que se detestaron cordialmente. Notorios entre los ministros de Napoleón, supo éste sacar partido de su enemistad «para estimularlos y al mismo tiempo para tenerlos a raya». Nuevamente juntos en 1815 en tanto asistentes de Luis XVIII (para escándalo de quienes veían en Fouché a un regicida y al último y más deleznable residuo de la revolución), fue Talleyrand el encargado -para deleite suyo- de desahuciar a su rival.
Fouché ocupó un último puesto oficial como embajador ante la Corte de Dresde, del que fue prontamente destituido. Condenado al destierro, falleció en Trieste en 1820.
El libro es, a mi entender, una excelente muestra de la pericia lograda por Stefan Zweig en el género biográfico, y proporciona una lectura apasionante y entretenidísima, por completo